miércoles, 30 de octubre de 2024

“He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”

 


Todos aquellos que estuvieron conmigo en cierta iglesia, sabrán cómo la misma cayó en el sectarismo, donde una vida de esperanza se convirtió en una certera esperanza de muerte. De igual manera, entre otros muchos acontecimientos y la exposición de falsas doctrinas –que fue lo que provocó mi salida años atrás-, conocen de primera mano algunos de los últimos detonantes que llevaron a su implosión final: cierta persona, con voto, voz y mando, había estado en varias relaciones de adulterio. Y no solo eso, sino que, durante años, intentó “seducir” a otras mujeres, algunas de ellas jóvenes. Todo eso se ocultó, hasta que ya fue de dominio público. Ahí estalló la guerra, en la cual ya no estuve presente, y el consecuente derrumbe. Tan triste como cierto. 
Esto ha vuelto a mi mente después de lo que ha sucedido con el ya expolítico Íñigo Errejón. A falta de que, tarde o temprano, se celebre el juicio –en singular o plural- contra su persona por la denuncia de acoso sexual, me quedo con una frase en concreto de una carta que ha publicado para confesar sus malas acciones: “He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”. Decía ser uno y era de forma opuesta. Decía pensar y sentir de una manera, y en su interior pensaba y sentía todo lo contrario. Exactamente igual que el caso descrito en el primer párrafo.
Es aquí donde yo me quiero hacer una pregunta, y la lanzo al aire, para que todo el mundo se la responda ante sí mismo: “¿No será que también hay un “Errejón” dentro de nosotros?”. Y me explico: casos como los citados de adulterio o de abuso son extremadamente llamativos. Los cristianos, y con razón, nos escandalizamos aún más cuando sucede “entre sus filas”. Pero, ¿y el resto de aquellos que éramos miembros de dicha congregación? ¿No había contradicción entre el personaje y la persona? Lo digo por que:

- algunos abusaron espiritualmente de otros y ejercieron un poder coercitivo.

- algunos eran celosos, controladores, manipuladores o narcisistas.

- algunos estaban enfrascados en la pornografía.

- algunos novios no estaban precisamente guardando la pureza.

- algunos tenían un carácter agrio y arisco.

- algunos eran emocionalmente infieles a sus parejas.

- algunos no controlaban su lenguaje o se dejaban llevar por la propia ira verbal.

- algunos no sabían perdonar y eran rencorosos.

- algunos se divorciaban sin justificación bíblica.

- algunos eran adictos a los videojuegos.

- algunos despotricaban de los demás a sus espaldas.

- algunos no amaban a sus enemigos.

- algunos no tenían nada de dadivosos.

- algunos hijos deshonraban a sus padres.

- algunos padres provocaban a ira a sus hijos.

Al hacer esta breve lista no estoy tratando de exculpar los actos del personaje nombrado. La destrucción que provocó a su paso fue mayúscula. Y que Dios lo perdone si se ha arrepentido genuinamente. Pero lo que quiero no es centrarme en él, sino en nosotros.
Cada uno sabía de qué pie cojeaba. No creo que nadie se librara, y por supuesto yo tampoco. Todos sabemos sobre la piedra y esas palabras de Jesús: “el que esté libre de pecado...”. Eso era entonces. Pero, ¿y hoy en día? ¿No será que, hasta cierto punto, la frase de Errejón (“He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”), es aplicable a nosotros? ¿Hay incongruencias que hay que corregir? Es algo que cada cual debería reflexionar profundamente, y plantearse si no existe cierta disociación entre lo que es y lo que dice ser.
Las dos diferencias principales entre los casos narrados al comienzo y el resto de los guionizados es que:

1) Los actos de los primeros se conocieron y los actos de los segundos no, al menos no públicamente y de forma general. Pero bien dijo Pablo que “los pecados de algunos hombres se hacen evidentes antes de que ellos sean llevados a juicio, aunque a otros se les descubren después” (1 Tim. 5:24).

2) Los actos de los primeros los consideramos pecados de “primera categoría” y los de los demás de “segunda categoría”. Unos tienen importancia, sin embargo, los otros –curiosamente, los que cometíamos nosotros-, apenas: “No tiene importancia”, “no es para tanto”, “Dios me perdona”. El remordimiento apenas se manifestaba, olvidando que, por todos ellos, Cristo fue voluntariamente a una cruz a sufrir una muerte atroz y a pagar nuestra deuda.

Así que, hoy, aun a costa de ser pesado, termino nuevamente con la susodicha frase, para que cada cual se la plantee en su conciencia y vea, si como cristiano, no ha caído en ella: “He llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”. Y, si es así, seamos como el publicano de la parábola: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lc. 18:11-13).

* Como apéndice: hay ex-cristianos que, en su foro interno, presentan como argumentación para abandonar la fe que se decepcionaron. Puesto que el que conoce verdaderamente al autor de la fe (Jesús) sabe que Él no desilusiona a nadie, tendrían que preguntarse si se “decepcionaron” con el “Errejón” que vieron en los demás o con el “Errejón” que vieron en sí mismos.

lunes, 28 de octubre de 2024

Coco. No, los muertos no se pasean entre nosotros & El peligro de dichas creencias (2ª parte)

 


Venimos de aquí: Coco: el Día de los Muertos, en México, y el Día de Todos los Santos, en España (1ª parte). https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/10/coco-el-dia-de-los-muertos-en-mexico-y.html

Aunque a muchos, que se dicen creyentes, autoconsiderándose hasta cristianos, no les guste lo que van a leer a lo largo y ancho de este escrito, deben saber la verdad puntualizada en la Biblia. Ella no puede ser más clara y contundente. Omitir la realidad, tajantemente descrita por Dios, y seguir negándola, prefiriendo “tener creencias propias”, es un peligro de dimensiones catastróficas del que hay que alejarse con toda la premura posible.
Para empezar: aquellos que se aferran al argumento de “somos millones los que sí creemos que los difuntos están cerca de nosotros, así que no podemos estar equivocados”, les diré que también hay más de 1500 millones de musulmanes en el mundo, 500 millones de budistas, millones de ateos y millones que niegan la divinidad de Jesús, y todos ellos están errados. Confiar en “soy parte de la masa, de una multitud incontable, y por eso llevo razón”, es un razonamiento infantil y frívolo.

¿Hablar con los difuntos?
Los hay que hablan con ellos en voz alta o en susurros, les piden ayuda y guía, creyendo que sus seres queridos fallecidos los escuchan, les dan fuerza desde el más allá –o el más acá-, e incluso que los protegen. Algunos llegan a afirmar que los sienten a su alrededor.
El asunto es tan grave que Dios no se lo tomó en ningún momento a broma y decretó desde el comienzo de la historia de Israel un juicio fulminante y justo para los que llevaran a cabo ciertas prácticas:

- “Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos” (Lv. 20:27).

- “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti” (Dt. 18:10-12).

Por suerte para muchos, estas leyes del Antiguo Testamento ya no son aplicables en el Nuevo Pacto. Pero que ya no sea así no quita el principio de fondo: Dios prohíbe el mero intento de comunicarse con alguien del otro lado. Quienes digan que “ellos no van a médiums ni espiritistas, ni tampoco hacen nada malo ni extraño, sino que hablan sencillamente estando a solas, de forma particular, y lo hacen de buena fe”, es que no es han entendido nada y son unos inconscientes. Pedir ayuda, consejo, ánimo o fortaleza a un muerto, que ni siquiera se sabe si está en el Paraíso, se haga de una manera u otra, está vetado por Dios, por razones muy claras.
Toda la Escritura enseña, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, que es el Señor mismo el que debe guiarnos y consolarnos, y en Él, solo en Él, en quien debemos apoyarnos. Cualquier otra cosa está de más, siendo pura idolatría, al ser satánica en todo su apogeo. Buscar ayuda en:

- supuestos santos.
- vírgenes.
- ángeles de procedencia no-bíblica (puesto que la Biblia solo menciona como nombre propio a Gabriel y Miguel, siendo el resto procedentes de fuentes apócrifas y del paganismo).
- o difuntos...

... todos ellos reflejados en las tan habituales estampas religiosas, es abominación para Dios: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Tim. 2:5).

Los difuntos ya no están en este mundo
Independientemente de que haya personas que celebren o no las festividades que analizamos en el artículo anterior (a saber: la “Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos”, el “Día de Todos los Santos” y “El Día de los Muertos”), es gigantesco el número de los que creen que los difuntos pueden volver y pasearse por este mundo en forma de espíritus.
Programas de radio y televisión, libros, novelas y películas como Ghost y El sexto sentido, haciéndose eco del folclore popular y del sincretismo religioso, nos han vendido la idea de que los difuntos caminan por estos lares en forma espiritual e invisible a nuestros ojos. Incluso señalan supuestas causas por la que lo hacen:

- Porque tienen asuntos pendientes que resolver.
- Porque no se atreven a dar el paso al más allá.
- Porque no aceptan su propia muerte y se agarran a este plano de la existencia.
- Porque no son conscientes de que han fallecido y creen que, de alguna manera, siguen vivos.
- Porque quieren proteger a sus familiares de alguna amenaza, como si fueran ángeles custodios.

Sin embargo, la Biblia es extremadamente clara en este asunto: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He. 9:27). Justo después de la muerte física, viene el juicio delante de Dios. Si el nombre de dicha persona “no fue hallado inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (cf. Ap. 20:15). Como dije en “La zona de interés. No, papa Francisco, el infierno no está vacío” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/05/la-zona-de-interes-no-papa-francisco-el.html), “existe el debate teológico sobre si el infierno está ya habitado por humanos condenados o si esto no sucederá hasta después del Juicio Final. Ambas posturas son defendibles y respetables, en las cuales no voy a detenerme. Pero, más allá de eso, sea como sea, ahora o más adelante, la certeza del infierno es patente”. Dicho esto, lo que queda claro es que la salvación o la condenación quedan establecidas desde el mismo momento del juicio post mortem. La verdadera “Muerte final” –así la llaman en la película de Coco- no es porque no quede nadie en el mundo de los vivos que te recuerde, sino porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn. 3:18). A eso la Biblia lo llama “la segunda muerte” (Ap. 20:14-15).
Tampoco existe nada llamado Purgatorio, doctrina católica que va en contra de las Escrituras. En un futuro, cuando estudiemos el catolicismo en profundidad, lo veremos. Sinceramente, es una ofensa a la obra que Jesús llevó a cabo en la cruz, como si hubiera quedado incompleta. Por eso, y aunque se haga con buenas intenciones, orar por los difuntos, por si estuvieran allí, es una pérdida de tiempo, puesto que dicho lugar no existe. Para no desviarme del tema central, dejaré la explicación más extensa para esa otra ocasión mencionada.
El individuo que ha vivido de espaldas a Dios, que ha ignorado sistemáticamente Su voluntad, que ha decidido seguir su propio camino, que no ha nacido de nuevo (cf. Jn. 3) y que no se ha arrepentido, tiene su destino sellado, y no precisamente para su bien. De ahí las categóricas palabras de Jesús: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lc. 13:3). Pueden sonreír, pueden considerarse feliz, pueden afirmar que no hacen mal a nadie, pueden creer lo que le venga en gana sobre los vivos y los muertos, pueden promulgarlo a los cuatro vientos, que nada cambiará su desdichada eternidad.
Por el contrario, el que está escrito en el libro de la vida, pasa a la morada de Dios por perpetuidad. Vida eterna o condenación eterna. No hay medias tintas ni más vuelta de hoja: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn. 3:36). Y creer en Él abarca, sin ningún género de duda, aceptar lo que enseña sobre la vida y la muerte.
Por esto es terrible enseñar que todos los que fallecen irán a un lugar mejor, donde sus almas descansarán y estarán colmadas de alegría, incluso aunque hayan ido en contra de los designios del Dios verdadero, como erradamente enseña el universalismo.

¿Pueden los difuntos volver a este mundo?
Ya hemos visto que los que partieron de este mundo están en un lugar u otro –cielo/infierno-, y en ningún sitio de la Biblia se nos dice que puedan regresar. Es más, ni siquiera en el Antiguo Testamento se presentaba esa posibilidad, como enseñó Jesús en la parábola de Lázaro y el rico (cf. Lc. 16:19-31), la cual dice así: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.  Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lc. 16:19-31).

¿Pero no regresó Samuel?
Ante todo lo reseñado, nos queda un caso concreto que analizar, que algunos profanos pueden usar para defender la idea de que no hay nada maligno en invocar a los difuntos por los canales adecuados, hasta el punto de que nos visiten. El suceso lo vemos en el de la adivina de Endor y la supuesta aparición del difunto Samuel. Aconteció que Saúl, el rey de Israel, visitó a una adivina para que le pusiera en contacto con el ya fallecido profeta Samuel para consultarle.
En primer lugar, resaltar nuevamente que tal acto fue abominable a los ojos de Dios, y la consecuencia que pagó Saúl fue contundente: “Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó, y porque consultó a una adivinay no consultó a Jehová; por esta causa lo mató, y traspasó el reino a David hijo de Isaí” (1 Cr. 10:13-14).
En segundo lugar, ¿se apareció Samuel o no? Hay dos puntos de vista, siendo el segundo el que más se ciñe a lo revelado en el global de las Escrituras, aunque no podemos descartar tajantemente el primero:

1) No era Samuel, sino un demonio haciéndose pasar por él. Puesto que el diablo es el padre de mentira (cf. Jn. 8:44) y que se disfraza de ángel de luz (2 Co. 11:14), podría haber sido una artimaña más de las suyas para engatusar a la humanidad.

2) Puesto que los videntes, o los que se hacen llamar “guías espirituales”, no hablan de parte de Dios ni tienen poder alguno para traer a los muertos de vuelta, fue Dios mismo, bajo su autoridad y soberanía, quien permitió que Samuel regresara, de forma excepcional, y diera a Saúl una profecía que se iba a cumplir poco tiempo después: “Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy. Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos” (1 S. 28:17-19).

Así que tengamos presente que este pasaje describe una situación concreta, pero no nos enseña a repetirla ni a llevarla a cabo.
El juicio que Dios mandó sobre Saúl y sus propios hijos –la muerte-, debería ser suficiente advertencia para no contravenir la ley divina y querer establecer contacto con un difunto, sea a solas o por medio de un supuesto vidente, esos que dicen que “tienen la gracia”. Recordemos que la aplicación de la sentencia no tiene por qué aplicarse inmediatamente. Puede suceder tras la muerte natural, sin que medie ninguna enfermedad grave o alguna desgracia de por medio. Sea como sea, el veredicto se lleva a cabo sí o sí. Advertidos quedan todos.

¿Qué son esas “presencias”?
Las apariciones, presencias o fantasmas –cuando son reales y no meras imaginaciones-, que muchos adjudican a seres que partieron de este mundo, son espíritus inmundos, que fueron expulsados del cielo tras la rebelión del diablo (cf. Ap. 12:9). Ni familiares fallecidos ni amigos de visita ni gaitas.
Puesto que dicha aseveración merece una larga exposición, también en un futuro, abriré una nueva etiqueta en el blog sobre una de las ramas de la teología, que es la demonología. Puedo decir, y los amigos que estaban conmigo lo podrían atestiguar, que cuando estudié en el seminario el tema, me impactó sobremanera lo que allí se expuso, tanto a nivel doctrinal como en lo referente a casos reales, narrados tanto por el profesor y pastor como por otros alumnos. En las clases siempre había lugar para momentos serios y otros algo más distendidos, pero durante aquellas lecciones en particular el ambiente era de gravedad ante lo que se estaba tratando. Por mi parte, no abrí ni la boca, algo extrañísimo en mí. Así que ya veremos otros aspectos concretos y que deberían poner sobre aviso a los más ingenuos, incluyendo a los que ven sus acciones como bienintencionadas. 
Llegado el día, mostraré otros aspectos concretos, y que deberían poner sobre aviso a los más ingenuos, incluyendo a los que ven sus acciones como bienintencionadas. Por ahora, solo diré algo que todo conocedor de la Biblia ya sabe: cuando una persona abre una puerta a ese mundo espiritual –sea por medio de estampas religiosas, amuletos, consultas a “videntes”, lectura de cartas o de manos, participación en fiestas paganas, etc.-, está poniéndose en un riesgo su propia salud. Y esto abarca tanto enfermedades de índole físico como de desórdenes mentales y emocionales. Y no solo a él mismo, sino, por extensión, a los que le rodean, especialmente a sus hijos. No todas las enfermedades proceden de espíritus (como dejamos bien claro en mi libro “Herejías por doquier”), ni mucho menos, pero hay espíritus que sí las provocan. Es algo que se puede ver con claridad en los Evangelios. Si tienes en tu poder alguna de estas “piezas”, con las que crees que haces el bien, o dices afirmar que buscas “la buena suerte”, deshazte de ellas inmediatamente. Y si asistes a “sesiones”, jamás vuelvas a acercarte.

¿Hay algo rescatable del “Día de Todos los Santos” y del “Día de los Muertos”?
Ha quedado perfectamente establecido qué es desechable de los días citados: prácticamente todo. Personalmente, no veo algo malo ir al cementerio a dejar unas flores, como una forma de recordar a un ser que ya partió. Pero, más allá de eso, el trasfondo es tan espeluznante que nadie debería celebrar ni llevar a cabo los ritos que hemos analizado, por muy emotivos que puedan parecer y por muchas emociones que despierten. Es abrir puertas a un mundo espiritual al que Dios nos ha prohibido acceder. Sus buenas razones tiene. Toda persona que contradice las leyes de Dios al respecto, ni se imagina cómo está siendo atado a las tinieblas.
El que no quiera entenderlo ni aceptarlo, que no lo haga; libre es. Ni Dios, ni nadie, le va a poner una escopeta en la cabeza. Eso sí, tendrá que apechugar con las consecuencias; puede que presentes, seguro que eternas. Además, que no olvide que las palabras que Jesús le dijo a los judíos también se le puede aplicar a él: “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mt. 15:8-9). Puede creer lo que le apetezca, pero serán sus propios mandamientos, no los de Dios.
Ahora bien, hay tres ideas que quiero resaltar para bien. Quitando todo lo que conlleva dichos eventos y absolutamente todos los rituales que se llevan a cabo.

1) La idea de recordar a los seres queridos.
Como ya resalté en el primer artículo, la escena más emotiva de la película Coco se produce casi al final: “Mamá Coco”, la bisabuela de Miguel, debido a que ya era una ancianita, no hablaba, no se movía de su mecedora y había perdido la memoria. Lo único que recordaba era a su padre, que la abandonó cuando era una niña. Veía una foto de él, incluso aunque le faltara el trozo de la cara, y decía “papá, papá”. Pero llegó el día que ni de eso se acordaba. ¿Qué hizo Miguel? Se puso a tocar con la guitarra la canción que el padre de Coco le cantaba. Segundos después, los ojos de ella se abrieron e iluminaron como cuando era una cría. Emocionada, llena de felicidad, comenzó a cantar también.

¿Qué quiero decir al rememorar dicha secuencia?:

- que sin necesidad de dedicar a ello un día en particular.
- que sin necesidad de altares ni comidas como ofrendas.
- que sin esas creencias paganas de que un día al año están de vuelta.
- que sin la doctrina católica de que están en un purgatorio –inexistente- o que nuestras acciones les ayudan a llegar al cielo...

... sería sano dedicar algún momento, a nivel particular, de forma interna, a recordar con cariño a esas personas que ya no están con nosotros y que nos marcaron con su presencia y cariño, y de la que aprendimos. ¿Evitar el pasado por el dolor de la ausencia? Sin duda, es comprensible. Pero todo negativo tiene su parte luminosa, y rememorar escenas del pasado de forma puntual, debería ser bonito, aunque venga acompañado de lágrimas.

2) La idea de pensar en los vivos.
Durante la infancia, la mayoría admira a sus familiares. Pero muchos, y más actualmente, cuando llegan a la adolescencia, empiezan a mirarlos con desdén; ni los escuchan ni quieren pasar tiempo con ellos, prefiriendo a las amistades, como si fueran incompatibles. El recordar a los difuntos te podrá ayudar a reflexionar sobre tu conducta hacia los familiares vivos que te rodean, sin necesidad de esperar a que mueran. ¿Cómo?:

- Viendo si estás honrando a tu padre y a tu madre (cf. Ef. 6:2).

- Viendo si estás menospreciando a tus hermanos, como lamentablemente hicieron los hermanos mayores de José y David (cf. Gn. 37:18-36; 1 S. 17:28-37).

- Viendo si cuidas a los ancianos de tu hogar, y si, como nieto, estás siendo su “corona” (cf. Pr. 17:6), la bendición que se supone eres para un abuelo. Volviendo a Coco, en la escena ya mencionada, vemos imágenes de su infancia. El error que buena parte de la juventud comete es creer que las personas mayores siempre fueron así o que ellos, en el futuro, no serán iguales, con sus achaques y demás. En el caso de ella, una anciana llena de arrugas y decrépita, considerándola una especie de mueble que ya es un estorbo. Pero la evidencia, más allá de su desgaste físico y mental, es que en lo profundo de ella, hay una muchacha, que tuvo una infancia y una trayectoria vital, con tristezas y alegrías, que jugó con sus amiguitos a correr y saltar, que lloró y rio, que tuvo buenos y malos momentos, que probó el dolor y la felicidad. Y eso, jamás, jamás, jamás, se puede infravalorar y pasar por alto.

- Lo dicho es extensible a los amigos, que son aquellos que tienen a Dios por su Señor, que son humildes, que sabes que son confiables porque guardarán tus secretos y no los revelarán, y con los que deseamos compartir nuestra parte más íntima.

3) La idea de meditar sobre el tiempo invertido.
Tener conciencia de la propia muerte debe poner en perspectiva la vida en sí y el uso que haces de ella, concretamente del tiempo. ¿Qué haces con él? ¿En qué lo dedicas? ¿A qué obras lo dedicas? ¿A las que Dios ha preparado de antemano para que andes en ellas, usando tus dones, o meramente para tu propio ocio o vanagloria? (Ef. 2:10; 4:8). ¿Son de las que recibirán recompensa de parte de Dios o de las que serán quemadas en el fuego?

Espero que estos dos escritos, donde partí de la película Coco, te hayan servido para reflexionar. Y si conoces a alguien que crees debe hacerlo, te animo a que se los hagas leer.

lunes, 21 de octubre de 2024

Coco. El Día de los Muertos, en México, y el Día de Todos los Santos, en España (1ª parte)

 


Las películas de Pixar tienen un no se qué y un qué sé yo que tienen la particularidad de tocar la fibra sensible. No todas lo logran, ni todas las realizadas por dicho estudio me gustan, pero esa mezcla de calidad de animación portentosa y apabullante, con historias atrayentes para un público variado –infantil, juvenil y adulto-, protagonizadas por personajes carismáticos, muy humanos y con los que resulta fácil empatizar, las convierten en una fórmula sencillamente ganadora.
La última que he visto hasta el día de hoy es, curiosamente, una de las más antiguas en el tiempo, ya que Coco data del 2017, que no me extraña en absoluto que se llevara el Óscar a mejor película de animación y otro a la mejor canción, entre otros premios en distintos festivales. Sin saber muy bien el porqué, la había dejado pasar. Siendo la película más vista en toda la historia de México, puedo decir que quien no se haya emocionado con su visualización y, especialmente, con el final –esa escena de Miguel con su bisabuela “Mamá Coco”-, es que tiene un corazón de piedra. 
Que sea un producto cinematográfico de primer nivel, no quita el trasfondo, que es más bien peliagudo. Puesto que trata varios temas, mencionaré algunos de forma escueta, y me centraré en el que me ha chocado, al ir completamente en contra de la enseñanza bíblica, junto a los peligros que supone creer en lo que en ella se nos muestra, y que forma parte de las creencias de millones de personas, especialmente en México –ya que está basada y ambientada en tal país- y en España, del que soy autóctono.

De qué trata
Miguel es un jovencito que ha aprendido a tocar la guitarra mirando una y otra vez las cintas de video de su admirado Ernesto de la Cruz, una leyenda musical. Su máximo sueño es dedicarse a la música, ya que lo considera su auténtica vocación. El problema es que su familia, todos zapateros, tiene completamente prohibida la música, puesto que el tatarabuelo de Miguel abandonó a su esposa e hija (Coco) para alcanzar la fama como cantante. Por cierto, “Mamá Coco” está inspirada en una persona real: María Salud Ramírez Caballero, y que falleció en 2022 a los 109 años, después de dedicar su vida a la alfarería, a sus tres hijos y muchos nietos.
la versión animada/la real

Todo se complica cuando Miguel quiere presentarse a un concurso de talentos, y su abuela, al descubrir su guitarra, la rompe, estrellándola contra el suelo. Nuestro pequeño sale corriendo, diciéndoles que ya no quiere ser parte de esa familia. Llorando desconsolado, se le ocurre un plan: se colará en el panteón donde reposan los restos de Ernesto de la Cruz, y tomará prestada su guitarra para poder tocar en la velada. Esa misma noche, que coincide con “El Día de los Muertos” –una festividad nacional de la que luego hablaremos-, Miguel, sin saber por qué, aparece en la “Tierra de los muertos”. Para poder regresar, necesitará la bendición de algún pariente antes de que salga el sol... y ahí empieza la aventura.

La tierra de los muertos
Lo que observamos en la película de dicho lugar es realmente asombroso. La representación que ha hecho Pixar del mismo es para ponerse en pie y aplaudir. La paleta de colores y las distintas capas de escenarios, dejan sin palabras. Por mucho que trate de describirlo o que ponga aquí varias imágenes, nada le hará justicia; hay que verlo en movimiento.
La sociedad allí establecida es muy llamativa: todos conservan la imagen de cómo fallecieron, con la particularidad de que no tienen carne, solo el esqueleto. Visten con sus trajes tradicionales y hay diferentes clases de ciudadanos, donde los hay solitarios, clase media o pudientes. Incluso trabajan: funcionarios, conserjes, policías, maquinistas de tren, costureras, mariachis, actores de teatro, músicos, bailarines, etc. En definitiva: un mundo muy parecido al nuestro pero con una arquitectura colorida, imponente y de proporciones faraónicas.
El mejor día del año para ellos es el Día de los Muertos. Antes de poder cruzar un puente que les permita regresar al mundo de los vivos para visitar, de forma invisible a nuestros ojos, a familiares y descendientes, deben pasar por una máquina especial: la misma detecta si algún familiar vivo ha puesto alguna foto suya. De lo contrario, se les deniega el acceso y no pueden venir a la tierra de los vivos. El puesto más triste lo ocupan aquellos de quienes nadie se acuerda en el mundo humano: cuando eso sucede, el difunto termina por evaporarse y desaparecer, en lo que llaman “La Muerte Final”.

¿Dónde se celebra? & Preguntas que nos haremos y responderemos
Aunque dicho día se celebra en diversos países latinoamericanos, de América Central y en la zona andina de América del Sur, entre el 1 y el 2 de noviembre –en algunos lugares comienza antes-, me centraré en los dos países que ya he mencionado: México y España. Mostraré el significado que tiene en ellos y los rituales que se llevan a cabo. Tras hacerlo brevemente –ya que lo realmente me interesa es lo que vendrá después-, en el siguiente escrito, nos plantearemos tres cuestiones muy serias:

- ¿Algunas de ellas son ciertas o, por el contrario, falsas?

- ¿Algunas de ellas son peligrosas y contrarias a la voluntad de Dios?

- ¿Algunas de ellas son rescatables y tienen algún sentido?

Empecemos.

El Día de Todos los Santos en España
El catolicismo romano de origen latino hace distinción entre el 1 y el 2 de noviembre. En el segundo se celebra la llamada “Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos”, donde se lleva a cabo una misa especial para orar por los fallecidos que se encuentran purificándose en el Purgatorio (según la doctrina católica). Mientras tanto, el primero del mes es el llamado “Día de Todos los Santos”, destinado a honrar a todos aquellos difuntos que ya están en el cielo con Dios; de ahí su nombre (para ellos, ya son “santos”). Los creyentes que son practicantes asisten a una misa especial de recuerdo, aunque lo más habitual es que acudan a los cementerios a visitar a sus difuntos, llenando de flores y velas sus sepulcros. Entre múltiples tradiciones, los puestos de venta de comida en los mercados se llenan de dulces como buñuelos de viento, huesos de santo, castañas asadas o panellets, según la región del país.
En los últimos años, especialmente entre las generaciones más jóvenes, se ha mezclado con la pantomima de Halloween, y que a muchos católicos ofende, ya que rompe con el sentido que tiene para ellos esa fecha tan señalada, y que se ha importado desde Estados Unidos como una forma más de hacer negocio.

El Día de los Muertos en México
Como se explica desde la propia web del gobierno mexicano[1], “el Día de Muertos se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido”. Aunque sus detalles varían de un estado a otro del país, “tiene un mismo principio, reunir a las familias para dar la bienvenida a sus seres queridos que vuelven del más allá”. Es el día en que, de forma temporal, regresan a la tierra los seres queridos fallecidos. Por eso, los vivos les dan la bienvenida con altares que llenan, entre algunos detalles más, con fotos o retratos, velas e incienso, y donde presentan ofrendas en forma de catrinas (calaveras), flores, pétalos de cempasúchil, bebidas y la comida favorita del difunto. De maneras parecidas, adornan las tumbas y los cementerios. Viene a ser una celebración, donde la muerte no es vista como ausencia sino como una presencia viva. Se considera que la muerte no es el final, sino un paso más en la vida.
Tal festividad es una mezcla de los dos días festivos católicos (los citados “Día de los Fieles Difuntos” y “Día de Todos los Santos”), junto a diversas costumbres y creencias de las culturas indígenas y civilizaciones pasadas de Mesoamérica (“América media”, que hoy en día comprende la mitad meridional de México, los territorios de Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras, el occidente de Nicaragua y Costa Rica). Es decir, el “Día de los Muertos” es puro sincretismo, donde se han unido doctrinas diferentes. En este caso, de tradiciones prehispánicas con otras católicas.
Se le concede mucho valor, tanto que en 2003 la UNESCO distinguió tal conmemoración como Obras Maestras del Patrimonio Cultural e Intangible de la Humanidad, considerándola una de las representaciones más relevantes del patrimonio del mundo y de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas de México.
Tal día aparece en incontables novelas, series y películas, tanto pasadas como presentes. Por citar una sola de ellas, Batman v Superman: El amanecer de la Justicia, en una escena que transcurre en Ciudad Juárez.

Continuará en Coco. No, los muertos no se pasean entre nosotros & El peligro de dichas creencias (2ª parte).

lunes, 14 de octubre de 2024

6. ¿Qué buscan las mujeres en un hombre como pareja? (2ª parte)

 


Venimos de aquí: “¿Qué buscan las mujeres en un hombre como pareja?” (1ª parte). https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/10/5-que-buscan-las-mujeres-en-un-hombre.html 

Recuerdo que estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son publicados.

En esta segunda parte, me centraré en la parte externa del hombre, puesto que ya nos centramos en la interna en la primera. Aunque, como ya dije, ambas van de la mano.

6) desea que se saque partido físico
Para la mujer promedio, la importancia que le concede al físico masculino no es la misma que a la inversa, puesto que el hombre es muy visual. La prueba se observa en que suelen verse mujeres muy guapas con hombres que no lo son; algo que es muy raro e inusual al contrario. Eso no quiere decir, como vamos a ver, que ellas no le presten atención. Sería una necedad pensar lo contrario.
Sabiendo esto, y centrándonos en este aspecto, lo que le gusta mucho a una mujer es el hombre que se saca partido (la misma expresión que usé cuando me referí a la mujer). Esto quiere decir que el hombre del pelo sucio, de las uñas negras, que no se lava los dientes, que se lo pasa en pijama desde que se levanta hasta que se acuesta, con obesidad desmesurada o delgadez exagerada, que no conoce el desodorante, que no mueve su cuerpo más que para ir a la nevera, es todo lo opuesto a lo que, por norma general, le atrae a una mujer. ¿Quién iba a querer estar en la compañía de una persona así como pareja? Como siempre digo, nadie en su sano juicio. Para profundizar al respecto: “En una relación sentimental, ¿hasta qué punto son importantes la diferencia de edad y la atracción física?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/09/1066-en-una-relacion-sentimental-hasta.html).
Alguno puede estar ahora mismo poniendo el grito en el cielo. Sé quiénes son, y no me olvido de ellos: aquellos que tienen trabajos manuales muy duros, como puede ser en un taller, en la construcción, en la minería, en el campo, en la limpieza, de repartidor o semejantes, y con jornadas labores extenuantes de ocho a doce horas. Como es lógico, será prácticamente imposible para ellos hacer ejercicios de fuerza, puesto que ya están demasiado exhaustos. También es cierto que la piel de sus manos y pies no serán de porcelana. A todos ellos, mi mayor respeto y admiración.
¿Qué les puedo decir? Que se cuiden más que nadie. Una buena alimentación, una buena higiene, un buen descanso y una mente entrenada para desconectar de sus labores diarias. Y el tiempo libre, como por ejemplo los fines de semana, que se relajen y lo disfruten, y si pueden sacar unos minutos para ejercitarse, genial. Pero sobre todo que busquen un hueco para crecer como personas, especialmente con buenos libros. Tener una ocupación dura, no es sinónimo de abandonarse, ni exime a nadie de cultivar cuerpo, mente y espíritu.

7) desea que solo tenga ojos para ella
En esta era donde se exalta la promiscuidad, las relaciones abiertas y la pornografía, la mujer es vista por muchos hombres como “un trozo de carne” para su propio disfrute. En definitiva, algo de usar y tirar. Antiguamente, un hombre, para tener intimidad con una mujer y visualizar todos sus encantos, tenía dos opciones: o pagar por ello –lo cual le convertía, y le convierte, en un miserable- o ser un caballero, con buenas intenciones, educado, con trabajo, y, por supuesto, tenía que casarse. Hoy no tiene ni que pagar: para ver casi todo, basta con ir a una playa concurrida en verano; para verlo todo, hacer un simple click en el móvil; y si quiere algo físico, salir de fiesta hasta dar con una mujer que se deje seducir.
Pero aquí no estamos hablando de varones superficiales que actúan como animales, justificándose en su mayor líbido a causa de la testosterona, sino de hombres formales que saben controlar su propio cuerpo.
Una mujer, que desea de verdad amor y una relación seria, no quiere hombres promiscuos. Es más, los tendrá bien alejados. ¿Quién iba a querer a su lado a alguien que ha entrado en el cuerpo de muchas mujeres, y pensar en él como el que no la abandonará y le proporcionará descendencia? Nadie normal. Una mujer no quiere que la miren como si fuera una muñeca de silicona.
Por todo esto, anhela un hombre que solo tenga ojos para ella. Y con esto no me refiero a la adulación, que requiera de una atención continua para encontrar validación y autoestima, o que no pueda tener una conversación normal con una persona del sexo opuesto, sino que, aun sabiendo que siempre habrá mujeres más hermosas, con mejores cuerpos y más jóvenes, quiere que él tenga su corazón solo en ella: la única especial. Los halagos, la atención prioritaria, las miradas de cariño profundo, las caricias y los besos serán en exclusiva para novia y, si llegan a casarse, futura esposa.
Esto también incluye nada de tontear con otras o permitir que flirteen con él. Esto no son celos enfermizos, sino la actitud de alguien que respeta a la mujer con la que está. El hombre debe saber guardarse de otras mujeres que no piensan igual. Por varias razones –reto personal, considerarlo un gran partido o simplemente verlo como alguien muy sexy-, hay mujeres promiscuas que desean levantarle el novio a otras chicas, aunque sea para una noche de locura. El hombre que solo tiene ojos para una mujer, tanto a nivel físico como sentimental, se guardará del acercamiento de otras féminas y de caer en sus telarañas. No permitirá comentarios fuera de lugar en sus redes sociales, ni palabras subidas de tono en persona. Cortará por lo sano todo lo mencionado, en lugar de dejar puertas abiertas ante posibles opciones alternativas. Solo así será un hombre fiable, con el que una mujer pueda estar tranquila y sin sobresaltos.
Si quieres profundizar más en lo que respecta a la infidelidad en el noviazgo, aquí: http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/05/10101-infidelidad-en-el-noviazgo.html

8) desea que sepa amar según su lenguaje del amor
Inseparable del punto anterior, se encuentra la forma en que una mujer desea ser amada, puesto que no todas lo experimentan de la misma manera. Y para esto nada mejor que conocer algo que muchos no saben ponerle nombre, y que hizo el escritor americano Gary Chapman en su célebre libro “Los cinco lenguajes del amor”. Aunque he citado dichos lenguajes en bastantes ocasiones, doy por hecho que, con el paso del tiempo, se van sumando nuevos lectores a este blog, por lo que, seguramente no han leído esos otros escritos donde los nombro. Lo haré una vez más, y las que haga falta en el futuro.
Expliquemos brevemente el concepto en sí: al igual que existen coches cuyo combustible es la gasolina y otros donde lo es el diesel, o en los modernos la electricidad, el corazón de cada persona necesita de un amor concreto. Y estos son:

a) Palabras de Afirmación. Son las palabras de valor, aliento y ánimo que se ofrecen a la pareja, destacando sus cualidades de manera honesta, y agradeciéndole por medio de cumplidos aquellas cosas que hace bien o que lleva a cabo por ti. Hay personas que creen que con la mirada es suficiente para expresar el amor. ¡Incorrecto! En la mayoría de las ocasiones es necesario decirlo con palabras.

b) Actos de Servicio. Aquellos favores prácticos que sabes que son importantes para ella: recoger la mesa, ayudarla cuando tenga que levantar peso o hacer la compra, llevarla al trabajo, a distintos lugares o a limpiar el coche, etc.

c) Contacto Físico. Los besos, las caricias y el tomarse de la mano son fundamentales para que las personas que tienen este lenguaje del amor se sientan amadas. Hay muchas que experimentan incomodidad si les muestran este tipo de afecto en público o delante de la familia, así que deberán hablarlo. Como cristiano que soy, aclaré los límites del contacto físico en “¿Cómo deben protegerse los novios cristianos en lo que respecta al plano sexual?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/11/108-como-deben-protegerse-los-novios.html). 

d) Regalos. Pequeños detalles, como notas de amor, son fundamentales. Basta con ir descubriendo qué elementos le produce mayor felicidad (flores, libros, etc.). Aunque, como dice el autor, el mejor regalo es la presencia física.

e) Tiempo de Calidad. Es pasar tiempo juntos, pero haciendo especial hincapíe en la calidad. Por mencionar un ejemplo: llevando a cabo actividades que ambos disfruten. Aquí también se incluye un dialecto al que Gary llama “conversación de calidad”, donde las dos partes se escuchan atentamente y sin distracciones: sus pensamientos y sentimientos, sus experiencias, de multitud de temas que les interesen o de la vida en general, sea en un pícnic, sentados en un sofá, en un parque, tomando un helado en una terraza o paseando por la playa.

Conclusión
Hay hombres que dicen no entender a las mujeres: les dan amor, pero ellas afirman no sentirse amadas. Casi con total seguridad, el problema está aquí: les están ofreciendo un lenguaje de amor que no es el que ellas necesitan. ¿Qué hacer en ese caso? Algo tan sencillo como tocar cada uno de estos lenguajes distintos y fijarse en qué de verdad llena al otro. Y si no se acierta, llegado el momento, hablarlo con toda libertad. A ella le alegrará sobremanera saber que la amas de la manera en que desea.
Si quieres ahondar más, aquí: ¿Sabes expresarle adecuadamente el amor a tu pareja? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/08/1073-sabes-expresarle-adecuadamente-el.html).

Continuará en Y, aun así, hombres y mujeres se emparejan, y luego viene el desastre y la infelicidad & ¿Dónde está el fallo?

lunes, 7 de octubre de 2024

5. ¿Qué buscan las mujeres en un hombre como pareja? (1ª parte)

 


Venimos de aquí: ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (2ª parte): https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/4-que-buscan-los-hombres-en-una-mujer.html 

Recuerdo que estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son publicados.

En esta primera parte, me centraré en la parte interna del hombre, y dejaré la externa para la segunda, aunque ambas van de la mano.
Para comenzar, lo haré con unas palabras muy parecidas a cuando aludí lo que un hombre busca en una mujer: como hombre, puedes enojarte y negarlo todo, creyendo que la mujer debe pensar, sentir y desear como tú. Pero no es el caso. Así que solo puedes aprender y reflexionar, en lugar de culpar al sexo femenino de cómo es o de rechazar estas afirmaciones.
Hago una puntualización a mis palabras para no conducir a errores: por un lado, lo que desean el uno del otro, en muchas ocasiones, se suelen solapar y entrelazar, o al menos, parecer. En otras, y como aquí estamos generalizando, basándonos en mayorías, puede que haya mujeres que deseen lo que desean los hombres y hombres que desean lo que desean las mujeres. Los detalles ya son particulares de cada uno, pero lo habitual suele ser lo que estamos viendo y vamos a ver a continuación.
Una mujer sensata, emocionalmente madura e inteligente, con los pies en la tierra, que no se guía por las ensoñaciones hollywoodenses, que no se ha dejado absorber el cerebro por el feminismo radical y rencoroso, y que no busca un unicornio inexistente...

1) desea que sea un hombre
Puede sonar ridículo y redundante el subtítulo: claro, si una mujer busca un hombre, es que quiere un hombre. Pero, hoy en día, ¿todos los hombres son hombres? Biológicamente, sí. Si es XY, es una persona del sexo masculino, diga sentirse de una manera u otra, y por mucho que la ideología de género afirme falazmente lo contrario.
Ahora bien, ser hombre, en el sentido global del término, debe abarcar más cualidades, no solo las referentes a los cromosomas. Y ahí es donde hay hombres que son poco masculinos y no atraen a las mujeres. Por mucho que haya feministas que hablen de deconstruir y hacerlos “a su imagen y semejanza”, a las mujeres no les gusta para una relación seria los que son físicamente debiluchos y con un carácter pusilánime. Contra la biología y el sentido común no se puede luchar. Hacerlo es, en sí mismo, antinatural.
Un hombre de verdad, por definición, no es un niño, sino alguien seguro de sí mismo y que se respeta, independiente, emocionalmente estable, con pleno control sobre sus actos y sus palabras, con una sana autoestima, íntegro, honrado, servicial, resiliente, protector, confiable, sincero y respetuoso. En definitiva, con valores y principios. Como ya resalté cuando me referí a la mujer, y usando casi la misma expresión, eso es un verdadero carácter masculino, y esas sí son verdaderas cualidades, que no tiene nada que ver con la chequera, con un determinado estatus social, con el coche que conduce, con la casa que tiene o con lo bien que cocina.
Esto no quiere decir que se muestre perfecto o que no tenga a veces alguna inseguridad, malos momentos o de tristeza, sino que tiene un carácter formado en todos los aspectos: mental, emocional, moral y espiritualmente.

2) desea que sea inteligente
Lo primero que se viene a la mente al ver semejante encabezado es: “que tenga estudios universitarios”, “que tenga dos carreras”, “que haya hecho un máster”, “que sepa varios idiomas” o “que posea un alto coeficiente intelectual”. Pero no, no van por ahí mis intenciones. Para empezar, si tiene todo lo citado y un carácter nada o poco agradable, sus conocimientos no importarán lo más mínimo. Siendo esa la base –un buen carácter, formado de sanos valores-, la inteligencia a la que hago alusión se refiere a la de una persona internamente rica. Y perdón por la insistencia, pero esa clase de inteligencia se obtiene:

- de los libros.

- de aprender de las experiencias, tanto propias como ajenas, convirtiendo el conocimiento en inteligencia emocional y en sabiduría.

No todo es saber de fútbol, música, videojuegos, cine y economía. El saber de la humanidad es tal que no tiene límites. Nadie puede decir: “Ya lo sé todo. No tengo nada más que aprender”. Un hombre que extrae enseñanzas vitales, y las pone en práctica, que es reflexivo, que se interesa por lo que sucede en el mundo en general y en la sociedad en la que vive, que sabe reírse de sí mismo, que relativiza y pone en persperctiva las circunstancias negativas que le acontecen, que domina sus emociones, que tiene tema de conversación fuera de lo superfical, que sabe hacer una sana introspección, que no es altivo ni hace ostentación de sus conocimientos fuera de lugar, que es agradable en el trato, que sabe cuando es mejor callar y no responder, despierto, vivo, perspicaz e instruido, es un HOMBRE en mayúsculas. Y eso suele provocar el entusiasmo en una mujer de alto valor, mucho más que las carreras universitarias o los títulos.

3) desea que sea proactivo
Un factor que espanta a casi todas las mujeres son los hombres que, con su tiempo libre, son pasivos. En lugar de un hombre que ve cómo pasa la vida –visto como un “aburrido”-, les gusta un hombre proactivo, y que emplea el tiempo en su provecho y en el de los demás.
Aquel que toda su existencia, más allá de los estudios o el trabajo, se lo pasa delante de un teléfono móvil, tirado en la cama, viendo algún deporte en televisión o jugando a videojuegos, es alguien que no tiene atractivo alguno. Da la impresión de ser un espíritu apagado. ¿Qué puede haber momentos para todo eso? Sin duda. Pero si esa es lo normal, entonces apaga y vámonos. Sería el equivalente que ya vimos respecto a la mujer, la que se limita a las telenovelas, las compras y poco más.
Un hombre que tiene iniciativa es interesante para una mujer, porque ella sabe que podrá ser partícipe de dichos propósitos, a los que añadirá los propios. Y aquí me refiero a todo lo que uno se puede imaginar, tanto lo externo como lo interno, tanto lo que enriquece la calidad de vida como los que enriquece el interior:

- emplear los propios talentos y dones.
- tener proyectos y esforzarse en llevarlos a cabo.
- pasear por el campo.
- montar en bicicleta.
- leer literatura clásica y moderna.
- escuchar buena música.
- ver cine clásico.
- estudiar sobre ciertas temáticas (filosóficas, teológicas, históricas).
- asistir a conferencias.
- aprender nuevas habilidades.

La variedad es tan grande que dependerá de cuán profunda sea la persona. A intereses más vacíos, más superficial resultará. A mayor disposición, más profundo será ese hombre. Esa es la verdadera riqueza que debe buscar una mujer en el sexo opuesto.
Muchos hombres y mujeres entran en una relación sin tener esto en cuenta. Creen que todo serán mariposas eternas en el estómago, y que no importa los intereses que tengan cada uno, tanto por separado como en común. Cuando se dan cuenta de que las miradas de amor no bastan para sostener una pareja unida, todo se desmorona.
Para leer más al respecto: ¿Cómo repercute el paso del tiempo en una relación?: La monotonía en el noviazgo y el cuidado de la apariencia física (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/1093-como-repercute-el-paso-del-tiempo.html).

4) desea que la conozcan
Esto puede ser tan obvio que puede confundir a muchos. Conocer a una persona –en este, caso, una mujer-, no consiste únicamente en saber sus colores y comidas favoritas, o la talla de pantalón que usa. Por su propia naturaleza, donde las relaciones humanas están en la escala máxima de importancia, ellas necesitan abrirse de par en par y hablar de sí mismas, y que el hombre se interese realmente por su mundo interior.
Aquí entrarían decenas de aspectos, donde el hombre debe aprender a facilitar su exposición, mostrando atención y escucha activa, usando también el lenguaje no-verbal. Por supuesto, esto implica hacer preguntas en lugar de estar mirando el móvil mientras dice “sí, sí, te estoy escuchando”.
Así ella podrá contar lo que le gusta, lo que le molesta, sus sentimientos más profundos, sus miedos, sus ilusiones, sus sueños, sus gustos y aficiones, su pasado, lo que espera de la vida, su relación con sus amigas y familiares, cómo reacciona ante diversas vicisitudes de la vida, etc. Solo así verá que es importante para ese hombre y que quiere realmente conocerla.
Como vimos en “Hombres y mujeres: distintos, pero complementarios” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/01/hombres-y-mujeres-distintos-pero.html), ellas suelen hablar el doble de palabras diarias, porque “en las zonas del cerebro responsables del lenguaje, las mujeres tienen el 11% más de neuronas que los hombres”[1]. Al igual que la masa ósea de ambos sexos difiere sobremanera, nuestro cableado cerebral también es diferente. Esto es algo que el hombre debe tener muy en cuenta, para convertirse en alguien que sabe escuchar. Es la única manera en que una mujer sepa que de verdad le interesa su verdadero ser interior.

5) desea complicidad emocional
Intrínsecamente unido al punto anterior, cuando me refiero a complicidad, hago alusión a un hombre cercano. Por lo general, y por lo que citamos en el cuarto apartado, al hombre le cuesta más hablar de sus emociones y abrir su corazón, por lo que se les hace más dificultoso escuchar a las mujeres cuando lo hacen.
No sé si alguna vez te ha pasado, pero este ejemplo explicará muchas cosas: entras a estudiar en una nueva aula y allí hay varias chicas. Con alguna de ellas hablas con naturalidad y espontaneidad, y mirándola a los ojos con sencillez, sin dobles intenciones. En los ratos libres, comienzas a hablar de asuntos livianos. Conforme pasan los días, y sin darte cuenta, alguna empieza a contarte de sí, de su vida y sus circunstancias, de sus alegrías y tristezas. ¿Por qué lo hace? Porque nota que eres alguien cercano con el que se siente cómoda. También desea que expreses tus emociones, y no solo ella, puesto que así se conectan las mujeres en sus relaciones humanas: de corazón a corazón. Con esto no quiero decir de un varón que se pase el día llorando, sino que sea un hombre en todo su conjunto: mente y corazón.
Alguien como el descrito es visto como una persona de confianza, que, se intuye, ofrecerá apoyo en los malos momentos, ante el que se podrá llorar con libertad, que dará un abrazo cuando se le busque y que estará ahí cuando se le necesite. Por lo tanto, la pregunta sería: ¿eres esa clase de hombre? Si no lo eres, o es una destreza que debes mejorar, tanto si tienes pareja como si no, y sabiendo que no es algo fácil, te recomiendo leer “¿Sabes escuchar y comunicarte con tu pareja? ¿Te comunicas de forma no-verbal?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/06/1072-sabes-escuchar-y-comunicarte-con.html). Ahí va de forma específica para los novios, pero te servirá a cómo aprender a desarrollar una aptitud que las mujeres valoran sobremanera, y que, independientemente de ello, te hará crecer como ser humano.

Continuará en “¿Qué buscan las mujeres en un hombre como pareja?” (2ª parte)


[1] Doctor Hugo Liaño, jefe del servicio de Neurología de la Clínica Puerta de Hierro de Madrid y autor de “Cerebro de hombre, cerebro de mujer” (Ediciones B).