lunes, 30 de septiembre de 2024

4. ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (2ª parte)

 


Venimos de aquí: ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (1ª parte): https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/3-que-buscan-los-hombres-en-una-mujer.html

Recuerdo que estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son publicados.

En esta segunda parte, me centraré en la parte externa de la mujer, puesto que ya nos centramos en la interna en la primera. Aunque como ya dije, ambas van de la mano.

5) desea que no tenga un pasado promiscuo
Le guste o no escucharlo a muchas mujeres, es así. Por eso es tan importante que las adolescentes aprendan esto, antes de que sea demasiado tarde. Algunas adultas se ofenden cuando se enteran de cómo piensan los hombres al respecto, pero es lo que hay.  Ellas olvidan que hombres y mujeres son distintos, y no pueden esperar a que piensen de la misma manera.
Hay mujeres que señalan que a los hombres les desagrada saber que se han acostado con muchos porque eso les crea inseguridad a ellos, y sienten miedo a no estar a la altura, ni de ser capaces de demostrar el desempeño y las habilidades amorosas-sexuales que ellas buscan.
Esa conclusión es completamente subjetiva, siendo la forma de autoengañarse que tienen muchas para justificar ante su propio ego el porqué no encuentran un hombre maduro para una relación seria. La certeza es que a un hombre le resulta imposible confiar en la persona que ha saltado de cama en cama. Cree, y con razón, que, en cualquier momento, le será infiel, ante circunstancias inesperadas o buscadas voluntariamente. Alguien que ha entregado su cuerpo innumerable veces es visto como:

- un individuo que se regala con facilidad.

- que no tiene autocontrol sobre sus instintos.

- que no se respeta a sí mismo y que no se hace respetar.

Nadie quiere a una mujer así, y menos que sea la madre de sus futuros hijos. Si esto no lo quiere entender una mujer, tiene un serio problema.
Algunas lo justifican como “nosotras también derecho a un rato de placer”. Esa mentalidad es otro de los efectos de la revolución sexual del siglo pasado (Las devastadoras consecuencias de la revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: ideología de género, promiscuidad, destrucción de la familia, divorcios y abortos & Explicación bíblica: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/05/las-devastadoras-consecuencias-de-las.html).
Muchas mujeres creen, erradamente, que entregarse físicamente a un hombre es la mejor manera de que él permanezca a su lado, para así lograr sus deseos emocionales de tener pareja. Pero es todo lo contrario: el hombre, el que no busca nada serio –que suelen ser los libertinos egoístas que tienen relaciones casuales-, dicen: “Para qué me voy a esforzar en entablar una relación seria con esta chica si ya me ha dado lo que yo buscaba”. O “para qué voy a estar con una cuando puedo estar con muchas que se ofrecen con la misma sencillez”.
En alguna ocasión he escuchado a un famoso youtuber, insultar, de la manera más grotesca y vejatoria, a los hombres y mujeres que tenemos una opinión negativa sobre la promiscuidad, a pesar de las razones que ofrecemos. Ni siquiera respeta a los que diferimos de él. Llega a afirmar, basándose en sus propios pensamientos y en vueltas de tuercas argumentales rimbombantes, que el sexo casual no tiene consecuencias. ¿Cómo que no? Aparte de los posibles embarazos (no existe medio anticonceptivo completamente seguro) y del posible contagio de enfermedades sexuales (con un aumento en mujeres que supera el 1.000%[1]), a nivel íntimo pasa factura, y mucha:

a) le rompe el corazón a las mujeres. Dicho así, puede sonar pasteloso, pero, de nuevo, la biología dicta sentencia: tras una relación sexual, el cuerpo de la mujer produce una hormona llamada oxitocina. Como ya expliqué al hablar en su día de las diferencias entre el enamoramiento y el amor (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/1091-como-repercute-el-paso-del-tiempo.html), “provoca la confianza en la otra persona y el apego. Esta hormona provoca el deseo de estar a todas horas con el sujeto y demostrarle el cariño de todas las maneras posibles: abrazos, besos, miradas y demás gestos de ternura. Disminuye el deseo de dormir y el agotamiento pasa a un segundo plano, ya que es como una bomba que te mantiene continuamente en un estado de alerta, pendientes del bienestar de la otra persona”.
Por eso, el sexo casual, termina por descomponer las emociones: el corazón pide más adhesión al hombre a causa de esas oxitocinas, pero se lo niegas. Es como si cuerpo y corazón terminarán viviendo en dicotomías, en un puro contraste entre lo que desean los sentimientos (unirse emocionalmente) y lo le obligas a hacer al cuerpo (separarse para siempre). Romper esa intimidad es antinatural. De ahí el vacío que experimentan las mujeres tras el sexo de una noche.
Si alguna mujer cree que lo expuesto es una falacia machista, le recomiendo echarle un ojo a este escrito de la revista “Cosmopolitan”, que incide en la veracidad de lo que acabo de explicar; eso sí, vulgarmente: https://www.cosmopolitan.com/es/sexo-amor/amor-pareja/a31185538/oxitocina-amor/

b) ¿Qué es lo que sucede también? Que complica en gran manera tener intimidad emocional seria cuando se busca: a más parejas, más dificultades para crear vínculos afectivos.
Es algo que vimos tras analizar un estudio realizado en Estados Unidos por Nicholas H. Wolfinger (Profesor de Estudios de la Familia y el Consumidor y Profesor Adjunto de Sociología en la Universidad de Utah) y que detallé en “¿Hay razones objetivas para permanecer virgen hasta el matrimonio? & ¿Tu “actividad sexual” pasada y presente afecta a tu futuro sentimental?”: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/12/hay-razones-objetivas-para-permanecer.html). Aunque recomiendo leer ese artículo en su totalidad, por si alguno no quiere hacerlo le dejo esta única frase de la citada investigación: “(Los que tienen) una pareja sexual de por vida, tienen los matrimonios más felices”[2]. Por el contrario, a más relaciones, más infelicidad y divorcios. Los resultados eran los mismos tanto si eran religiosos como si no.

6) desea que, en su forma de vestir, sea recatadamente elegante
Ambos términos parecen antónimos, pero no lo son: se complementan. Recatado significa “decente, honesto, decoroso”, mientras que elegante es “distinguido, refinado, estiloso”. Recatado no es “vestir como una monja” o con “burka”, al igual que elegante no es “ir medio desnuda”. Todas las mujeres, desde muy jovencitas, sin necesidad de explayarse en explicaciones, saben perfectamente la diferencia. Se puede vestir de forma atractiva sin hacerlo de forma provocativa.
En primera instancia, a un hombre le puede llamar más la atención la segunda forma, pero, en cuanto el raciocinio toma de nuevo el control, lo verá como ordinario, puesto que todo novio o esposo maduro preferirá, sin duda, lo primero.

7) desea que, en estrecha relación con el punto anterior, no sea una exhibicionista en las redes sociales
No tiene sentido alguno que una mujer emparejada suba fotos en bikini a una cuenta abierta de Instagram: nadie, conocidos o desconocidos, ni siquiera sus amigos varones, deberían verla así de expuesta. Algunas dicen: “No, esas fotos son para mí, de recuerdo”. Saben que mienten, y ellas mismas lo reconocen, como puedes comprobar cuando se sinceran: “Validación en el GYM” (https://www.youtube.com/watch?v=gDKQ73n3WUo).
Si esa fuera la intención, las guardarían en carpetas privadas, en lugar de subirlas a ojos de todo el mundo, buscando comentarios positivos y chutes de dopamina. Lo único que logran es que sean vistas como personas inseguras, con una autoestima frágil –aunque aparenten brío-, y con un estado de ánimo que depende de las opiniones y la validación de terceros.
Puede que alguna siga sin entenderlo, así que pondré un ejemplo muy sencillo: ¿te gustaría que tu novio siguiera cuentas de Instagram de otras chicas, y le dejara likes y comentarios, piropeándolas? Lo considerarías una falta de respeto. Pues, de la misma forma, para un hombre maduro es insustancial una mujer que se muestra físicamente en las redes sociales sin tapujo.
Las razones que algunas argumentan para defender el exhibicionismo femenino, ya las refuté, una a una, en “Del bikini al tanga, pasando por los leggins y, con ellos, a la playa, el gym e Instagram” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/06/del-bikini-al-tanga-pasando-por-los.html).

8) desea que se muestre físicamente atractiva
“Ya estás cayendo en los estereotipos”, pensarán algunas. ¿De verdad piensas eso? ¿Es que acaso a las mujeres no les gustan los hombres atractivos? No seamos hipócritas. ¡Pero ojo! No estoy usando el término guapa, sino atractiva. Aunque lingüísticamente se consideran sinónimos, en la forma en que quiero referirme a ellos, difiere su significado. Mientras que guapa alude directamente a la belleza física, fruto directo de la genética, atractiva significa “atraer”, estando más relacionado con el partido que le saca cada uno a su condición física, sea más o menos agraciada.
A un hombre, aunque le gusten las mujeres guapas –negar la belleza en la naturaleza sería negarnos a nosotros mismos-, le atrae una mujer que se presenta  atractiva. ¿Cómo es alguien así? Básicamente, que se cuida y que se muestra saludable. Esto hace que una persona luzca más atractiva, independientemente de unos rasgos u otros.
Si a una mujer no le gusta un hombre con una barriga tan grasienta que le lleva a tener el ombligo hacia afuera, con los músculos completamente flácidos o con un body tan delgado que parece un esqueleto andante, no puede sorprenderse que, a un hombre, no le guste:

- una mujer descuidada.

- que no hace ningún tipo de ejercicio.

- que no se lava los dientes.

- que se deja el mostacho.

- que le sobran muchos kilos por cada zona de su cuerpo.

- que se lava el pelo una vez al mes.

- que basa su alimentación en comida basura.

- que sale siempre a la calle vestida como si fuera una vagabunda.

Sé perfectamente que la sociedad, a través de los medios de comunicación e Internet, demanda unos cuerpos y cánones de belleza irreales (como vimos en “¿La belleza física y un buen cuerpo pueden convertirse en una tiranía y en una cárcel?” https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/10/puede-convertirse-la-belleza-fisica-y.html). Hemos llegado a un extremo que esto conduce a las adolescentes, incluso a niñas de once o doce años, a ir ya con minifaldas y tacones, usando varias capas de maquillaje, que desnaturalizan sus rasgos faciales (Cómo nos adoctrinan sobre nuestro cuerpo y qué hacer al respecto: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/06/como-nos-adoctrinan-sobre-nuestro.html). Pero, siendo conscientes de todo esto, para no caer en dicha trampa, el secreto está en el equilibrio: ni obsesión ni dejadez. Así que, tengas un rostro u otro, tengas una genética u otra, vela por tu cuerpo, tu salud y tu apariencia.

Continuará en “¿Qué buscan las mujeres en un hombre como pareja?” (1ª parte)

lunes, 23 de septiembre de 2024

3. ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (1ª parte)

 


Venimos de aquí: Cómo el feminismo radical está distorsionando las relaciones entre hombres y mujeres (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/2-como-el-feminismo-radical-esta.html).

Recuerdo que estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son publicados.

En esta primera parte, me centraré en la parte interna de la mujer, y dejaré la externa para la segunda, aunque ambas van de la mano.

Los escritos siguientes tienen una intención muy clara y específica: dado el descontento actual que manifiestan en las redes sociales y en la vida real muchos hombres y mujeres sobre el sexo opuesto, mi deseo es acortar esa brecha que existe actualmente entre ambos y que ha llegado a extremos enfermizos.
Para lograrlo, debemos partir de una premisa muy clara: unos y otros no piensan ni sienten de la misma manera. En ocasiones, por la educación que hemos recibido, el medio social donde nos desenvolvemos, y por nuestras enormes diferencias biológicas y cerebrales (que algunos tratan de negar como condicionantes), la realidad es que, lo que busca un hombre en una mujer y lo que busca una mujer en un hombre para una relación seria, son aspectos diferentes, aunque suelen complementarse. Tenemos gustos distintos, y no aceptar esta verdad es darse de bruces contra un muro.
Cuando un hombre o una mujer le pregunta al otro sexo “¿pero por qué te gusta eso?”, es un sinsentido; es como si te preguntarán por qué te gusta el helado de tal o cual sabor. ¡Te gusta, y ya está! Aceptando esta aseveración, y empatizando, podemos llegar al entendimiento y al respeto mutuo.
El listado que voy a ofrecer, junto a su correspondiente explicación, es bastante claro. Ante el mismo, una mujer puede enfurruñarse y negar la mayor, pero eso no cambiará nada. Si quiere omitir lo que expongo, es libre de hacerlo, pero que sepa solo logrará aumentar su frustración.
También diré que habrá hombres que prefieran características opuestas a las que voy a citar. En algunos casos, de forma incomprensible, ya que buena parte de lo antagónico de lo que voy a expresar es sencillamente negativo y nocivo, pero lo soportan con tal de estar con alguien. Sarna con gusto no pica, dicen (ellos sabrán). Las razones exactas –puesto que hay más de una-, del porqué están emparejados, las veremos en el séptimo artículo. En otras ocasiones, buscan otras cualidades o facetas a las de este repertorio. Podríamos asemejarlo a una tortilla de patatas: sus elementos básicos son la patata y el huevo. Otros dirán que le falta la cebolla. Habrá también quienes le añadan a posteriori ketchup o mayonesa, y la harán en una sartén, un microondas o una freidora de aire.
Sea como sea, y evitando todas las singularidades negativas ya nombradas en los escritos previos, un hombre maduro, con inteligencia emocional, y que quiere una relación formal, lo que anhela, por lo general y en lo básico, es esto:

1) desea poder vivir en paz con la mujer que está a su lado
Esto es algo que demanda, sí o sí, tanto durante la etapa de noviazgo, como cuando se conviertan en cónyuges. Estar o vivir con una mujer que solo provoca terremotos, que monta dramas a cada semana, que convierte pequeños problemas en montañas enormes, que siempre está a la búsqueda de errores y defectos –tanto del hombre con el que está como de sus amigos-, es todo un martirio.
Los gritos continuos, las peleas por naderías, los reproches, las malas caras, el dramatismo, los vaivenes de un día para otro, son un cáncer que todo hombre racional evita a toda costa. Una mujer que no tiene la capacidad de resolver desacuerdos o los problemas que vayan surgiendo, es una pesadilla cargante.
Si este requisito –la paz- no se cumple, el hombre saldrá corriendo en cuanto pueda, sea para volver a la soltería o para estar con otra compañera, con la que tener dicho sosiego en común.

2) desea que tenga un carácter agradable y femenino, más allá de fiestera
¿Cuál es la primera imagen que suelen mostrar muchas mujeres en sus fotografías? La de cuán “activas”, “divertidas” y “fiesteras” son, sea por la práctica de deportes, de viajes que realizan a multitud de lugares, asistiendo a cumpleaños y barbacoas, etc. Todo ello, en equilibrio, puede ser sano. Ahora bien, lo que toca lo más profundo de un hombre es cuando esa mujer tiene un carácter dulce y agradable, es educada, risueña, respetuosa, empática y bienhablada. Esa es la personalidad femenina que él aprecia sobremanera, y esas sí son verdaderas cualidades que busca, que no tienen nada que ver con el éxito laboral, con las carreras universitarias, con el número de curvas que tiene un cuerpo, con lo corto o largo de la falda, con el maquillaje, con una barra de labios o con un determinado perfume.
El problema viene cuando hay mujeres, feministas casi siempre, que piensan que esta descripción es la de “una que peca de cándida”. Es decir, que es ingenua, simplona, necia, manipulable y atontada. Eso es retorcer lo que acabo de resaltar, y no se ajusta a la verdad. Una personalidad como la nombrada, seguramente, es la de alguien que no vive en amargura ni quejándose continuamente, sino que es exquisita en su femineidad, que es positiva, que tiene inquietudes y se interesa por temas profundos, que se esfuerza por enriquecer su yo interior, y con la que se puede tener conversaciones de las más variadas. Por esta forma de ser, en su compañía, el hombre se siente cómodo y relajado.
Por eso no gustan las mujeres masculinas, con una personalidad tosca, que usan un lenguaje soez, cuyo vocabulario hiere la sensibilidad de cualquiera, que se expresan de forma vulgar y como niñas malcriadas, que son altivas, que gritan, que fulminan con la mirada cuando no se cumplen sus deseos, que no saben de qué hablar, etc. ¿Hay hombres que sí les gustan este tipo de féminas? Claro, los que son unos conformistas, pusilánimes, están al mismo nivel o, directamente, son unos calzonazos. Hay más tipos, pero los analizaremos todos ellos en el séptimo escrito.
Tanto si eres un hombre como una mujer, seguro que te ha pasado esto: ves a una persona del sexo opuesto que es muy guapa, pero, tras escucharla hablar durante cinco minutos, deja hasta de parecerlo. Por eso, para estar con una persona hueca, que solo vive por y para el chismorreo, para bailar perreo, para la visualización eterna de telenovelas y concursos, para lucir palmito, para el wasapeo y el TikTok, que solo sabe divertirse en el mundo de la noche, que es histérica, compulsivamente celosa, que te quiere controlar en todo momento o que es una manipuladora profesional, mejor ni acercarse. 

3) desea una mujer que sepa vivir sola
¿Cómo? ¿Sola? ¿Pero no estamos hablando de estar en pareja? Que no cunda el pánico; déjeseme explicar. Aquí no hago alusión a “vivir sola” en la acepción de “soledad física”. La inmensa mayoría de las mujeres saben de sobra vivir solas, en el sentido de tener un trabajo, tener sus propias casas ordenadas y limpias, hacer la compra, cocinar, conducir, etc. A lo que me refiero es “a saber vivir con una misma”: una mujer que sabe estar consigo misma, que no es emocionalmente dependiente, que no necesita que un hombre le diga cuánto vale para sentirse valiosa, que tiene sus propios intereses, proyectos y pasiones, que busca crecer como persona, que usa el tiempo para reflexionar y que es resuelta, en lugar de asustadiza cuando “está sola”. Aquí ya falla más de una, y eso no atrae ni entusiasma a ningún varón que se guía por la lógica. 
Esto es algo que se comprueba fácilmente en mujeres que dan la impresión contraria: que mueren cuando no están en la compañía de un hombre y no pueden estar sin uno. Es muy habitual observarlo en aquellas que acaban una relación, sea de noviazgo o matrimonio, y saltan a la siguiente, con la misma celeridad, como el que cambia de chaqueta. No se toman tiempo para sí ni para reflexionar sobre lo que realmente desean, por lo que terminan uniéndose al primero que muestra interés por ellas.
Un hombre, por lo tanto, desea encontrar una mujer que se sienta feliz con su propio yo y que no necesite la validación de nadie para sentirse bien consigo misma. Alguien así aporta alegría a la vida cuando se une a otra. En el lado opuesto, la mujer que se cuelga de un hombre, termina siendo agobiante, donde él termina ejerciendo más de padre con una hija que de novio-esposo con su mujer.

4) desea exclusividad sentimental
Hay muchas mujeres –y hombres- que siguen sin entender que una amistad no es igual que un noviazgo, y que un noviazgo no es igual al matrimonio. Es algo sobre lo que reflexionamos en “El matrimonio no es igual a vivir con un compañero de piso: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/13-el-matrimonio-no-es-igual-vivir-con.html).
Diversos aspectos deben modificarse de un estado “civil” a otro, donde el uno se adapta al otro de forma recíproca. Por ejemplo, el trato y la amistad que ellas tenían con otros hombres no puede ser igual a como lo era antes. Además, ya vimos todos los problemas que suelen surgir cuando hay amistades con el otro sexo, especialmente si uno de los dos tiene pareja (Las amistades con el sexo opuesto: Complicaciones y posibilidades: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/52-complicaciones-y-posibilidades-en.html).
Esto implica que, entre otros aspectos, que las conversaciones íntimas y la revelación de secretos, queden dentro de la pareja, y no sean públicas para otros varones.

Continuará en ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (2ª parte).

lunes, 16 de septiembre de 2024

2. Cómo el feminismo radical está distorsionando las relaciones entre hombres y mujeres

 

Venimos de aquí: ¿Por qué, en pleno siglo XXI, los hombres rechazan a las mujeres, y las mujeres a los hombres? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/09/1-por-que-en-pleno-siglo-xxi-los.html).

Recuerdo que estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden en que son publicados.

El feminismo actual ha provocado un daño tan grande que ha distorsionado por completo las relaciones hombre-mujer. Los adultos ya están pagando las consecuencias, y muchos han aprendido por las malas experiencias. Lo sano sería que los más jóvenes no tengan que transitar por ese camino de dolor para aprender valiosas lecciones y puedan prepararse, antes de tiempo.
Ojalá se pudiera departir de todo esto en los institutos, pero con la ideologización que existe, las charlas que ofrecen las feministas –promovidas por ciertos gobiernos-, es imposible, ya que se centran en el libertinaje, aunque lo camuflen con buenas palabras y sonrisas. Solo hablan de cómo vivir una sexualidad abierta y segura, y en culpabilizar al hombre de todo.

Mujeres con el corazón destrozado & ¿Igualdad o libertinaje?
Cada vez es más habitual encontrarse vídeos de chicas en las redes sociales, casi todas superando la treintena, llorando a lágrima viva, preguntándose qué hay de malo en ellas, que no encuentran el amor, ni a hombres de valor para tener una relación seria ni formar una familia. En muchos casos, las causas ya las citamos en el artículo que precede a este. En otros, lo que les han llevado a dichas circunstancias –indeseables para casi todos-, tienen su raíz en sus ideas erradas sobre los hombres y en la ideología perniciosa que el feminismo contemporáneo les ha hecho creer, aunque cada vez son más las que están despertando de dicha pesadilla, gracias a ciertos canales de YouTube.
Durante la primera juventud, influenciado sobremanera por los medios de comunicación, el cine, las series de televisión y la música, se nos inculca que “hay que vivir la vida loca, y disfrutar de ella, que para eso estamos en dicha etapa”. El problema es que muchas decisiones que se toman durante ese periodo, terminan trayendo consecuencias desagradables.
En el caso de las mujeres, queriendo igualarse a los hombres, en lugar de comportarse de forma opuesta a las actitudes perniciosas de ellos, se han convertido en lo que odiaban: desde la promiscuidad y el sexo casual, hasta el consumo desfasado de alcohol y tabaco, acabando con el uso de un lenguaje vulgar y la exposición desmesurada del cuerpo, con vestidos que ya no tapan prácticamente nada. Tuvieron la gran oportunidad de decir: “Ellos lo hacen mal, pero nosotras lo haremos bien y seremos de ejemplo. Es más, seremos mejores y le cerraremos la puerta a esta clase de hombres”. Pero no. Prefirieron asemejarse a cierto sector de varones. De las nuevas generaciones dependerá arreglar el estropicio en el cual las actuales han caído. Ellas creen que este igualitarismo las convierte en sus iguales y las hace importantes ante los ojos masculinos, cuando realmente lo que hacen, guste o no, es perder valor y seriedad ante lo formal. Sí, te verán como una persona “divertida”, “accesible”, “con la que tener una relación de una noche”, “novia de temporada” o incluso “una amiga para ir de fiesta”, pero no para tener algo serio o pensar en un compromiso, y menos que incluya ser la madre de sus hijos.
De ahí que, lo que para muchas puede parecer ameno durante la adolescencia y la veintena, se convierte en un drama a los treinta. Y claro, como no existe una máquina del tiempo, el pasado ya no se puede revertir: lo hecho, hecho está. La fama, o la mala fama, los recuerdos, las acciones, quedan ahí, como un sello prácticamente imborrable. Aunque se pueda cambiar ante uno mismo, hacerlo ante los ojos ajenos es bastante complejo.

Lo que provoca rechazo
Por otro lado, bajo el término de moda “empoderamiento”, se les ha inculcado la necesidad de ser independientes y adineradas, alcanzar el éxito profesional, tener cierto estatus social y, para rematarlo todo, una actividad expositiva en las redes sociales, casi siempre para lucir palmito. Aunque a los hombres –me refiero a los sanos y equilibrados- no están en contra de que ellas estudien, trabajen, tengan dinero o hagan deporte, y les puede llegar a parecer sensacional, por lo general, estos elementos no los consideran importantes como baremo a la hora de considerar valiosa, diferente o especial a una mujer. Esto es algo que muchas siguen sin entender, porque no aceptan que ambos sexos somos distintos y preferimos arquetipos diferentes. ¿Qué es lo que realmente valoran los hombres? Lo veremos en los siguientes artículos.
Luego está el otro extremo, que, para la inmensa mayoría de los hombres, resulta poco agradable o atractivo:

1) las que descuidan sobremanera su físico.

2) las que presumen de no depilarse. Dicen que hacerlo es un “constructo social”, una imposición de la sociedad moderna que en el pasado no se daba, en lugar de aceptar que los tiempos cambian, y los gustos estéticos y estándares de belleza también.

3) las que comen todo lo que les apetece, aunque les sobren decenas de kilos.

4) las que se hacen peinados estrambóticos, tiñéndose con colores estrafalarios o rapándose parte de la cabeza.

5) las que llenan sus rostros de enormes piercings en lengua y cejas, hasta dentro de las fosas nasales –los conocidos como septum-, afeando sus facciones.

6) las que llenan sus cuerpos de enormes tatuajes, sin darse cuenta de que están ocultando algo tan hermoso como la propia piel y su pigmentación natural, y que, con la edad, se verá horrible.

Con esto no estoy queriendo decir que la mujer que cumple estos seis puntos sea una mala persona. Las hay que sí, y las hay que no, exactamente igual que sucede entre mujeres con una estética más refinada. Pero, sea como sea, y aunque haya excepciones, no es algo que suela gustar a un hombre: es como si no tomaran en serio a esas mujeres para una relación formal.
Es cierto que hay mujeres que se consideran feministas, pero no cumplen ninguno de estos guiones: externamente, las observas y son bien femeninas. Pero caen en otros asuntos igual de graves, incluso más:

1) se pasan la vida victimizándose.

2) despotrican de todos los hombres y los infravaloran.

3) los consideran a todos como opresores, malos, maleducados, machistas, asesinos y violadores.

Esto ya lo vimos en “No, Barbie: no todos los hombres somos Ken” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/11/no-barbie-no-todos-los-hombres-somos.html) y “Barbie y Gloria, dejad el discurso victimista & Escuchad también a los hombres & Mejor juntos que cada uno por su lado & Perdidos sin Dios” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/11/barbie-y-gloria-dejad-el-discurso.html
¡Luego se sorprenden que nadie se les acerque para algo serio!

¿Solas o acompañadas?
A estas mujeres solo le prestan atención dos clases de personas:

1) Por un lado, otras mujeres que siguen su misma línea de pensamiento y están en su misma condición. Entre ellas se aplauden y se felicitan por lo fuertes que dicen ser. La realidad es que son incapaces de conectar emocional y sentimentalmente con un hombre, alma con alma, y terminan con antidepresivos, amargadas y rodeadas de gatitos o perritos. Algunas dirán que no, y así lo afirman en TikTok, donde muestran sus viajes a lugares exóticos, el dinero que se gastan en ellas mismas, el lujo del que viven rodeadas y presumiendo de hacer todo lo que les viene en gana. Cuando la edad comience a ganarles terreno, se darán cuenta del despropósito que resultó dicha forma de pensar, y lo ridículas que se veían en esos vídeos que grabaron cuando tenían treinta años y eran hermosas, actuando como colegialas adolescentes. La inmensa mayoría buscarán la compañía de otros hombres; los mismos de los que decían no querer nada. El problema es que ellos las rehuirán. El tiempo lo demostrará, aunque el presente ya lo está haciendo con muchas.
Aunque es obvio que no todo el mundo tiene la necesidad de tener pareja y casarse, permaneciendo felizmente soltero, sí es algo que la inmensa mayoría anhela.

2) Por el otro lado, como provocan la animadversión de casi todos los hombres, sus otros seguidores serán aquellos que se han dejado freír el cerebro y han comprado su ideología. Si alguno de ellos comienza una relación sentimental y de noviazgo, será un mero sumiso, con su propia personalidad atrofiada. En definitiva: un adolescente eterno en el cuerpo de un adulto que obedece a su superior, alguien que será el llavero de su novia.

El resto de individuos –los no-abducidos-, no querrá saber absolutamente nada de este tipo de mujeres.

La repulsa de los hombres al feminismo moderno y radical
Todo esto es algo que se debería enseñar en los colegios, tanto a chicos como a chicas, pero no suele ser el caso; más bien al contrario: se promueve la nueva visión del feminismo.
¿Y qué sucede al llegar a ciertas edades, y muchas de ellas despiertan, tras darse cuenta de cómo el adoctrinamiento al que fueron sometidas solo les trajo infelicidad, dolor y todo tipo de desengaños? Que cuando quieren encontrar un hombre responsable y maduro –lo que llamamos comúnmente “un hombre bueno”-, no lo hallan, ya que:

a) los que había se casaron hace tiempo.

b) el resto de “valiosos” no-casados, han llegado a un punto de hastío en sus interacciones con las mujeres, que ni piensan en estar con ellas. Se cansaron de estar rodeados por mujeres como las descritas en los párrafos anteriores, o que los rechazaran por el guaperas vacío por dentro y por el malote de turno; esos mismos tipos que, a medio o largo plazo, solo traen desgracias, heridas emocionales, rupturas traumáticas y divorcios, pero que ellas eligieron, a pesar de las señales de alarma.

De las malas experiencias, de los corazones rotos, de los sueños frustrados y la inocencia destrozada, de los resentimientos mal gestionados, se alimenta la misandria, el odio a los hombres, y la misoginia, el odio a las mujeres. Eso es horrible. Y nadie, por muy mal que lo haya pasado en la vida, debería llegar a esos extremos.

Continuará en ¿Qué buscan los hombres en una mujer como pareja? (1ª parte).

lunes, 9 de septiembre de 2024

1. ¿Por qué, en pleno siglo XXI, los hombres rechazan a las mujeres, y las mujeres a los hombres?

 


Antes de comenzar, dos avisos:

1) estos artículos hay que leerlos en su conjunto, con perspectiva global, y sin saltarse el orden. Es algo que repetiré al comienzo de cada uno de ellos.

2) como saben todos los que siguen este blog, soy cristiano, pero estos escritos sirven tanto como para los que lo son como para los que no, por esta razón: hay muchos puntos en común e infinidad de denominadores en común en lo que concierne en las relaciones sentimentales entre hombres y mujeres. Si creyentes y no creyentes coincidimos en muchas aseveraciones, es porque, al igual que dos matemáticos distintos afirman que dos más dos son cuatro, la mayoría hablamos desde la lógica más elemental, sin habernos dejado influenciar por dogmatismos ni ideologías postmodernistas.
El hecho de que yo sea cristiano –con las diferencias e implicaciones éticas y morales que eso conlleva en aspectos muy concretos-, las deducciones a las que llegamos en este tipo de materia son tan básicas que no se pueden negar desde un punto de vista empírico. La historia y la literatura lo atestiguan.
Ahora bien, aunque no voy a incluir nada de teología, irás viendo que incluiré diversos links a otros de mis escritos, para aquellos que quieran profundizar en los mismos, pero ya desde una óptica cristiana. Y en otra serie de artículos que estoy a punto de terminar, el año que viene publicaré otros diez, pero ya completamente específicos para cristianos sobre qué es ser un hombre y cómo serlo.
Sin más, comencemos.

En pleno año 2024, las causas por las cuales hombres y mujeres se rechazan mutuamente para establecer una relación formal y de por vida, son muy claras. Cuando se conocen el uno al otro, ven todo tipo de características que les provocan repudio; algunas se dan más en ellos y otras en ellas:

- Observan personas inmaduras, díscolas o con desequilibrios emocionales muy acentuados, que un día están por las nubes y otro por los suelos.

- Observan personas que no quieren comprometerse y se mueven por impulsos. Prima el aquí y el ahora. Hoy están, mañana puede que no.

- Observan personas que desprecian la idea de formar una familia. Prefieren un animal de compañía que tener un hijo.

- Observan personas promiscuas que no les generan confianza.

- Observan personas que se exhiben en las redes sociales: unas buscando beneficio económico, y otras por vanidad y puro lucimiento, para así hallar validación, autoestima y dopamina.

- Observan personas que son consumidores de pornografía, que les lleva a considerar normal todo tipo de perversiones enfermizas.

- Observan personas que son pura hipergamia, siempre a la búsqueda de alguien mejor y con unos estándares desmedidos, tanto a nivel físico, social y económico. Al resto no los consideran válidos. Buscan el tipo de hombre y mujer que solo lo conforman el 0,1% de la población mundial, cuando ni siquiera ellos son parte de ese porcentaje, sino del 99,9% restante.

- Observan personas superficiales, que no salen de los chismorreos, los deportes, la música vulgar y los programas televisivos.

- Observan personas iracundas, que a la mínima saltan verbalmente a la yugular.

- Observan personas tóxicas: egocéntricas, controladoras, manipuladoras, narcisistas, mentirosas, posesivas, histriónicas, traidoras y carentes de empatía.

- Observan personas emocionalmente dependientes o codependientes.

- Observan personas que no saben divertirse si no hay abundante alcohol de por medio.

- Observan personas que solo les quieren para una noche.

- Observan personas que compran servicios de prostitución.

- Observan personas que están a favor de las relaciones abiertas.

- Observan personas ofuscadas con la ideología de género, donde ya no saben qué es un hombre y una mujer, y van promulgando treinta y siete géneros.

- Observan personas que solo piensan en trabajar y en ganar más dinero, sin interés por las relaciones humanas.

- Observan personas sin deseos de adquirir riqueza interna.

- Observan personas interesadas, que no se preocupan por el otro como ser humano, sino que solo quieren aprovecharse y vivir mejor a costa del otro.

- Observan personas obsesionadas con el físico, o lo contrario: dejadez absoluta.

- Observan personas sin valores, que le conceden más importancia a un animal que a un feto humano.

- Observan personas que no tienen metas, ilusiones ni proyectos, y lo que les mueve es únicamente el ocio en sus más diversas formas.

- Observan personas emocionalmente frías, incapaces de demostrar amor.

- Observan personas que no saben distinguir entre el enamoramiento inicial y el amor maduro que le sigue.

- Observan personas que han perdido la cuenta de cuántas relaciones han tenido.

- Observan personas sin capacidad para resolver problemas.

- Observan personas que solo saben hablar de sí mismas, pero no escuchar.

- Observan personas que no cumplen esos votos que hicieron en el que consideraron el día más feliz de sus vidas: “prometo serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida”.

- Observan personas que no dejan de elegir mal, al típico bad boy o bad girl, y que no lo hacen ni caso a los good.

- Observan personas que vienen de vuelta de todo, tan quemadas, a causa de malas experiencias, que hieren a los demás.

- Observan personas que se pasan horas y horas semanales consumiendo vídeos de TikTok con puras sandeces.

- Observan mujeres masculinizadas y hombres feminizados, tanto en sus maneras, lenguaje y comportamiento.

- Observan personas que consumen sustancias estupefacientes, sean consideradas legales o ilegales en sus países de origen.

El porcentaje de personas que podemos encuadrar en estas conductas, ha crecido exponencialmente en los últimos años de manera desproporcionada. Aunque todo explotó tras la revolución sexual de los años 60, la degeneración en esta década ha sido dantesca.
Es la sociedad que tenemos: infantiloide, neurótica, adicta a las nuevas tecnologías y con la mente llena de basura. Con los atributos nombrados, es normal, lógico, y hasta sabio, huir de esta clase de individuos.
Por todo esto, muchos hombres y mujeres no quieren saber nada el uno del otro para una relación seria.

Lo que esto ha provocado... y provocará
Además, para ambos es jugársela:

- El hombre no tiene presunción de inocencia, y basta una denuncia para ir al calabozo durante 48/72 horas. Si se divorcia, a menos que se tenga firmado una separación de bienes, tendrá que repartirlos con su ex, tanto lo concerniente a la parte económica como a la material. Y si tiene hijos, tendrá que pagar una manutención sin apenas poder ver a su retoño.

- Por su parte, la mujer se arriesga a ser abandonada tras haber sido usada como un trozo de carne o tras el embarazo, donde deberá criar sola a su hijo y tendrá serias dificultades para encontrar a un hombre que quiera estar con una madre soltera.

Por desgracia, es lo que se contempla en este siglo. Y la cosa va a peor, donde los dos sexos, a nivel individual y colectivo, tienen su parte de responsabilidad. En otras ocasiones, es el sexo opuesto el que, mayormente, es el causante. Por ejemplo: en el hecho de que haya mujeres endiosadas, que se muestran medio desnudas en Internet y/o narrando sus vidas a cada minuto, buena parte de la culpa hay que atribuírsela a todos esos hombres que no dejan de adorarlas, con esa atención que les ofrecen con comentarios y halagos. Este tipo de varones son los que, en la jerga de Internet, se conocen como simp.
Con todo lo descrito, ya no sorprenden que los matrimonios hayan descendido un 50%[1] y que, por ejemplo, en España, el 60% de estos terminen en divorcio[2], lo que supone cada año entre los ochenta y cien mil. Y así en todo Occidente.
Todo esto, a menos que haya un cambio radical, va a acabar con la destrucción de la base de la sociedad: la familia. Si sumamos a lo citado, las dificultades para independizarse, el precio desmesurado de la vivienda y la inmigración descontrolada, el resultado es obvio. Al final, en Occidente, seremos sustituidos por los musulmanes, que, nos guste o no su religión, conservan dicho cimiento –la familia-, y que tienen de media cuatro hijos por cada uno de los ciudadanos autóctonos. Es solo una cuestión de números y estadísticas, a medio y largo plazo.

Continuará en Cómo el feminismo radical está distorsionando las relaciones entre hombres y mujeres.

lunes, 2 de septiembre de 2024

¿Qué tiene que decir el cristianismo sobre la supuesta caída de Occidente a manos del Islam? (2ª parte)

 


Venimos de aquí: ¿Caerá Occidente a manos del Islam? Según Arturo Pérez-Reverte, sí. pero... (1ª parte): https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/08/caera-occidente-manos-del-islam-segun.html

¿Es posible romper con el pasado?
Según me ha contado también José Ángel en alguna ocasión, y ha dejado por escrito en varios de sus artículos –los cuales recomiendo-, los hijos de inmigrantes de origen árabe y religión islámica, al criarse en una cultura totalmente diferente, como es la nuestra, están rompiendo con las costumbres que traen los progenitores de sus lugares de origen.
Hace escasos días, tras encontrármelo casualmente por la calle, me numeró esta serie de particularidades: narró que muchas de estas jóvenes van a la piscina con sus amigas españolas del instituto, salen con chicos españoles, se casan con chicos que no son musulmanes, visten con minifalda, llevan el pelo suelto (algo que yo mismo he comprobado) y no van de vacaciones con sus padres a Marruecos; país que ni conocen ni al que quieren ir. Como le dije, sería muy llamativo contemplar in situ cómo reacciona un padre practicante, acérrimo del Islam, ante la “rebeldía” de su hija.
De nuevo, José Ángel y Arturo aquí tienen ideas diferentes, y mientras uno se muestra esperanzado, el otro expone una cara completamente desolada:

- “La esperanza para la deseable plena integración está en las segundas generaciones de esas familias que emigraron a Algeciras desde Marruecos hace poco más de veinte años. Esos jóvenes, nacidos y educados en España, ya han optado o no por el islam de manera libre y personal. Saben lo que es la libertad de expresión, y no la cambiarían por nada. Quieren formarse académicamente hasta donde se lo permitan sus neuronas. Opinan sobre política española y votan. Creen que un musulmán o una musulmana no tiene por qué vestir de una manera especial. Aprueban los valores que consagra la Constitución. Admiten los matrimonios mixtos. No tienen inconveniente en tomar algo de alcohol o, al menos, sentarse en mesas donde otros sí lo beben. No conciben que a nadie se le pueda obligar a abrazar una fe determinada. Y, lo más importante, no ven que el islam esté amenazado ni que vaya a desaparecer: por eso tal vez no refuerzan los signos externos de identidad islámica, como sí lo hacían sus padres”[1], explica José Ángel.

- “Uno de cada dos o tres jóvenes de origen musulmán coloca su identidad religiosa por encima de la nacional –y también la del país de origen antes que el de acogida-, está de acuerdo con la ley islámica y sostiene que la transgresión debe castigarse con dureza. [...] El insumiso se ve condenado a muerte social, boicotean su negocio, marginan a su familia”[2], indica Arturo.

Según Arturo, la identidad religiosa y cultural que traen de serie no tiene arreglo, porque es “imposible” librarse de ella o, al menos, tomar otro camino sin una serie de funestas consecuencias. Según José Ángel, sí es posible.
Sobre estos dos puntos de vista contrapuestos, he leído y escuchado otros muchos, y que se alinean en bandos distintos, por lo que pienso que tal dicotomía se basa en las esperanzas o desesperanzas de cada uno, en cómo perciben la realidad, y en las propias experiencias personales, según el barrio, la ciudad y el país de Europa donde viven. ¿Cuál postura es objetiva y cuál subjetiva? Eso lo dejo en manos del lector, para que reflexione por sí mismo.
El tiempo, juez implacable, nos dirá hasta qué punto esta ruptura con lo antiguo se normaliza y expande, o si se queda en una minoría anecdótica, y si logran apreciar el legado de nuestra historia, incluyendo las humanidades en todo su esplendor, como el arte, la música y la filosofía.
Por mi parte, y que no se me enfade mi amigo: sus planteamientos, que siempre me encanta leer y escuchar, son loables en grado sumo, y eso es digno de aplaudir y admirar. Ahora bien, conociendo el corazón humano en general, veo sus optimistas palabras un tanto inalcanzables, al menos de forma genérica y en ciertos matices. Eso sí, y permítaseme la licencia science-fiction: desde este lugar del multiverso, le animo a no dejar atrás su animosidad, que falta hace, y mucha.
Tampoco quiero instalarme en el pesimismo absoluto de Arturo. Una vez más, serán los acontecimientos futuros los que nos dirán qué realidad se establecerá, para qué lado se inclinará la balanza o si habrá cierto equilibrio en ella.

¿Es mejor la alternativa moral que tiene para ofrecer Occidente al Islam?
Más allá de todo lo descrito, para mí el problema es más peliagudo. La cuestión es que la moral occidental –dominada por el ateísmo, el hedonismo más exacerbado, el egoísmo y la indiferencia- poco tiene que ofrecer como alternativa y que mejore lo que el Islam promulga.
Es cierto que aquí pueden encontrar una libertad social, unos derechos para la mujer, unas infraestructuras desarrolladas y unas condiciones higiénico-sanitarias y de vida que mejoran en gran manera a las de sus países de origen. Buscan un mundo mejor que el suyo, y no se les puede culpar: nosotros haríamos lo mismo en el caso de vernos en su situación. Y ojo, lo vuelvo a recalcar: con esto no estoy apoyando la suicida y demencial política migratoria actual, sino poniéndome en la piel de ellos. Pero, al fin y al cabo, se trata de dos cosmovisiones que chocan frontalmente: libertad contra represión, libertinaje contra principios, nos gusten estos más o menos. Por citar solo tres ejemplos:

- Mientras que aquí las mujeres reniegan de la maternidad, o abortan si un embarazo llama a la puerta, para ellos la familia y los hijos son sagrados.

- Mientras que aquí la mujer es sexualizada desde la adolescencia y viste semidesnuda, para ellos es un ser inferior al hombre, que debe dedicarse en exclusiva a las tareas del hogar y que no debe mostrar su cuerpo en público.

- Mientras que aquí el sexo prematrimonial, las relaciones abiertas, el consumo de pornografía y las canitas al aire son el pan de cada día, para ellos la poligamia es aceptable si se dan las condiciones adecuadas.

Por eso, ¿asimilar costumbres? ¿Cuáles? Porque si nos referimos a los principios morales, Occidente tampoco es de buen ejemplo. ¿Queremos que asimilen la promiscuidad, el rollito de una noche, el consumo masivo de alcohol y tabaco, que vayan en microbikinis y tangas a la playa, que hagan Top Less entre las masas o que se abran un OnlyFans? ¿Le enseñamos a “normalizar” el aborto para que lo practiquen cuando se queden embarazadas? ¿Los volvemos adictos a los videojuegos y la pornografía? No confundamos enseñarles libertad con libertinaje, que es lo que aquí impera.
Es curioso que ambos se consideren superiores al contrario. La realidad es que la hipocresía y la inmoralidad es un denominador común, puesto que el mal anida en el corazón de todo ser humano.
De igual manera, el cristianismo actual, dividido como nunca, formado por falsos cristianos, sincretismo y “ateos en la práctica”, cuya moralidad apenas se distingue de la sociedad caída, encerrado cómodamente entre cuatro paredes, donde muchos abrazan la ideología de género y los postulados LGTBIQ+, tampoco les resulta una alternativa llamativa; más bien, todo lo contrario. Les genera un rechazo atroz, y con toda la razón.

El mensaje, inalterable, de Jesús para nosotros ante esta compleja situación
Tras el análisis político-cultural que hemos llevado a cabo en estos dos escritos, e independientemente de lo que acontezca en las próximas décadas, no me queda más remedio que volver a lo único que todo cristiano debe tener claro, y que son las palabras de Jesús: “Mi reino no es de este mundo” (Jn. 18:36).
Muchos cristianos “pelean” por hacer de esta tierra la suya, de este mundo el suyo, deshumanizando a los que no son como ellos, considerándolos como bestias salvajes a las que tener bien lejos. Al final, no nos diferenciamos de aquellos a los que señalamos. Y es ahí donde incontables cristianos fallamos –en ocasiones, por ignorancia, en otras, por dejarnos llevar por las emociones más viscerales-, y no hacemos nada por dar a conocer ese “otro reino” a los que andan en este.
Salvo entre los misioneros de algunas congregaciones o denominaciones religiosas, en ninguna iglesia –al menos, que yo conozca-, se capacita a los fieles de a pie para llegar al pueblo musulmán que nos rodea. Yo mismo me considero falto de preparación, y es una laguna de conocimiento a la que, más temprano que tarde, debo poner solución, por medio del estudio. Por eso, reto a todo creyente a cultivarse al respecto. Solo de esta manera podrá ver, al que considera “enemigo”, como un alma perdida, necesitada del Dios vivo, que murió en la cruz para regalar la misma salvación que recibimos nosotros por pura gracia.
Nuevamente Jesús lanzó una declaración de intenciones contundente: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15). ¡Toda criatura! Y eso no excluye a nadie, sea de una raza, etnia, religión o estatus social: “Dios no hace acepción de personas” (Hch. 10:34). Así que es hora de que empecemos a aplicarnos el cuento, y nos confrontemos ante el espejo de nuestra propia alma, en lugar de ir de santurrones altivos. Es hora de dejar nuestros prejuicios –fundados o infundados, con razón o sin parte de ella- y aplicarnos la verdad bíblica, y que está por encima de cualquier creencia política o ideológica que podamos tener.
¿Qué la tarea es ardua? Muchísimo. ¿Qué es un camino fácil? Ni muchísimo menos. Pero el camino a seguir es el que nos mostró, nuevamente, Jesús: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen. [...] Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo” (Lc. 6:27, 32, 33).
¿Cómo hacerlo de forma práctica y concreta? La respuesta daría para otra disertación, y previamente debo reflexionar sobre ella. Cuando lo haga, retomaré esta tesis, pero como no sé cuándo sucederá, sería conveniente que cada cual empezara a hacerlo ya por su cuenta.
Mientras tanto, concluyo estas líneas con las palabras de Alfonso Ropero: “El horizonte cristiano no está limitado por una cerrada geografía de nación santa localizada en un pedazo de tierra, sino que corresponde al horizonte cósmico de un pueblo universal, compuesto por todas las lenguas y todas las razas”[3].