(Escultura de Baphomet erigida por el Templo de Satán)
Mucho se habla hoy en día de la llamada agenda 2030, a la que se le otorga
tintes satánicos. Lo que muchos olvidan, es que esta agenda lleva en marcha más
siglos de los que ninguno de nosotros puede conocer, en lo que a fechas
concretas se refiere. A grandes rasgos, y en términos bíblicos, aunque haya
distintas sub-fases, podemos establecer que está dividida en cuatro genéricas.
Eso es lo que vamos a analizar hoy. Asó tendremos una perspectiva concisa, para
que incluso el que nunca ha leído la Biblia lo pueda ver con claridad.
Fase 1ª: La
rebelión
Siendo un ser creado,
un querubín grande, protector, lleno de sabiduría y acabado de hermosura, al
que Dios puso en el santo monte por donde se paseaba (cf. Ez. 28:12, 14), en
algún momento de la eternidad pasada, decidió rebelarse contra Dios mismo,
diciendo en su corazón: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios,
levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del
norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Is. 14:13-14).
Por dicha acción, por enaltecerse a causa de su hermosura, por
corromper la sabiduría que le había sido otorgada, por la multitud de sus
maldades y pecados, le expulsaron del cielo y fue derribado hasta el Seol (cf.
Is. 14:15; Ez 28:15, 17, 18). Fue tal la rebelión que incitó, que arrastró con
él a la tercera parte de los ángeles (cf. Ap. 12:4).
Mientras este
mentiroso espera su juicio, donde será lanzado al lago de fuego y azufre por
toda la eternidad (Ap. 20:10), al que Jesús
describió como “homicida desde el principio” y “padre de mentira” (Jn. 8:44), no gobierna en el infierno como
el folclore popular nos ha vendido, sino que anda como león rugiente, buscando
a quién devorar (1 P. 5:8) y arrastrar con él a la condenación, acusando
incluso a los creyentes día y noche (cf. Ap. 12:10).
Fase 2ª:
Provocando la Caída
Es fácil de imaginar cuán frustrado se tuvo que sentir
al fracasar su alzamiento contra Dios y lo humillado que quedó en su nueva
condición, así que, cuando Él creó a los seres humanos, lanzó su furia contra
ellos para romper la comunión perfecta entre el Creador y su creación. Y
sucedió lo que todos sabemos: en forma de serpiente, se acercó a Eva y la hizo
dudar de la Palabra del Altísimo, al que presentó como mentiroso y egoísta, ya
que no quería compartir la divinidad.
Tanto Eva, como Adán momentos después, cayeron en la trampa y fueron arrojados
fuera. Desde entonces, su labor de “tentador” no ha cambiado ni
un ápice hasta nuestros días: “el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás,
el cual engaña al mundo entero” (Ap. 12:9).
Como una ola arrastrada por un Tsunami, las
consecuencias del pecado trajo todo tipo de desgracias sobre la humanidad:
- externas:
enfermedades, la propia muerte, desastres de la naturaleza (cf. Ro. 5:12-21; Ro
8:22).
- internas:
amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, malicia, enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, envidias (Ef. 4:31).
- deseos
inmundos: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicerías, herejías, homicidios, borracheras, orgías (Gá. 5:19-21).
Fase 3ª: El
intento de impedir la cruz de Jesús
Como explicamos
ampliamente en Y el diablo
gritó: “¡No lo crucifiquéis!” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/04/y-el-diablo-grito-no-lo-crucifiqueis.html), él hizo todo lo posible para que Cristo no llegara
a la cruz, puesto que conocía el significado de su muerte vicaria y lo que
supondría para todos aquellos que aceptaran dicho sacrificio: el perdón de
pecados y la vida eterna. Y lo intentó por todos los medios posibles:
- A través de Herodes, quiso matarlo cuando era un
niño (Mt. 2:13-18).
- Quiso nombrarlo rey
del mundo por sus propios métodos: “Y le
llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de
la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú
postrado me adorares, todos serán tuyos” (Lc.
4:5-7).
- Quiso que la
muchedumbre le proclamara rey tras la multiplicación de los panes y los peces: “Aquellos hombres
entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente
es el profeta que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a
venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo” (Jn. 6:14-15).
- Quiso evitarle la
muerte por medio del “mal consejo” de Pedro: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a
sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y
resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a
reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !!Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino
en las de los hombres” (Mt. 16:21-23).
- Quiso forzar la
situación para que “fuerzas sobrenaturales” hicieran acto de aparición y así
salvar al Hijo de Dios de ser apresado: “Pero
uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e
hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le
dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada
perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me
daría más de doce legiones de ángeles?” (Mt.
26:51-53).
- Quiso que, tras la
declaración de Jesús ante el Sanedrín de que era el Hijo del Hombre, lo
demostrara fuera de lugar y de tiempo:
“Entonces le escupieron en el
rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo:
Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó” (Mt.
26:67-68).
- Quiso que Pilato lo
liberase, al contrario que la multitud: “Entonces
Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al
pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al
pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en
este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes,
porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le
soltaré, pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno en
cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: !!Fuera con éste,
y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la
ciudad, y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a
Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: !!Crucifícale, crucifícale!
Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno
de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos
instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos
y de los principales sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se
hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel
por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la
voluntad de ellos” (Lc. 23:13-25).
- Y su último intento,
a la desesperada –ya crucificado-, donde
jugó la carta que le quedaba: “Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro
a la izquierda. Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y
diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti
mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los
principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los
ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de
Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mt. 27:38-42).
En todas ellas, el
diablo fracasó.
Fase 4ª: El
hombre inconverso siendo instrumento del diablo
La Biblia es bastante clara sobre las intenciones del
diablo: llevar al ser humano a hacer el mal. El mal en sí no hace exclusiva
alusión a casos extremos como posesiones, con misas negras o rituales satánicos
como algunos pueden imaginar, sino, como de manera escueta, explica el
diccionario: “lo contrario al bien”. Por lo tanto, si la voluntad de Dios es
buena, agradable y perfecta (cf. Ro. 12:2), la del diablo es mala, desagradable
e imperfecta. Su deseo sigue siendo el mismo que cuando se rebeló: suplantar
los designios divinos. Todo hombre y
mujer, de carne y hueso, que cree,
defiende, practica o promulga cualquier idea, sea la que sea, contraria al “bien” establecido por Dios,
está haciendo el “mal” y, por lo
tanto, siendo un instrumento del diablo.
Y todo ello sin echar espuma por la boca o cualquier otra imagen que tenemos de
sus servidores. Son seres humanos normales y corrientes: con sus vidas, sus
tristezas y alegrías, sus trabajos, sus estudios, sus sonrisas y todo lo demás.
Incluso Pedro, sin saberlo, fue en una ocasión instrumento del propio diablo,
puesto que le rogó a Jesús que evitara la cruz. ¿Y qué respuesta recibió?: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me
eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres” (Mt. 16:23).
¿Cómo sabemos quiénes hacen el mal deseado por el
diablo? Extremadamente fácil de dilucidar con varios ejemplos:
- Dios estableció las relaciones sexuales para las
personas casadas del sexo opuesto. En consecuencia, todos aquellos que las
llevan a cabo antes de o fuera de, o entre personas del mismo
sexo, están en el mal.
- Dios estableció el matrimonio y la familia como la
unión entre un hombre y una mujer. En consecuencia, cualquier otra forma de familia, está en el mal.
- Dios estableció que el vínculo del matrimonio era
irrompible, salvo por causa de defunción o adulterio. En consecuencia,
cualquier otra razón dada para la ruptura, es contraria al bien.
- Dios creó al ser humano y le infundió vida desde el
mismo momento de la concepción. En consecuencia, todos aquellos que acaban con
una vida en cualquier etapa de su gestación o proceso vital, están en el mal.
Estos cuatro puntos –entre otros muchos que podría
citar-, están claramente expuestos en Su Palabra: “Dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24); “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. [...] Y yo os digo
que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se
casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mt.
19:4-6, 9).
Y vuelvo a repetirlo: no es necesario “practicar” nada
de esto para “estar en el mal”. También
son parte del mismo aquellos que lo defienden o promulgan.
Como dije al comienzo, seguro que hay más sub-fases
–sobre todo, con lo concerniente a la historia de Israel, cuando se alejaban de
Dios-, pero estas cuatro son bien claras.
Su método no
ha cambiado; solo modernizado y adaptado a los tiempos
Aunque la cuarta fase podamos clasificarla
cronológicamente como la última, el mal ha estado presente desde el huerto del
Edén. Cualquiera que conozca un mínimo de historia, sabrá que, ni el aborto, ni
el infanticidio, ni el travestismo, ni el sexo prematrimonial, ni el adulterio,
ni las perversiones sexuales de cualquier tipo, ni las relaciones contra
natura, ni las borracheras, ni los homicidios, ni las atrocidades que se
cometen en las guerras, ni al ateísmo, ni el paganismo, ni el esoterismo, ni la
apostasía, son algo nuevo ni de ahora. ¡Si hasta los incas, los fenicios, los
cartagineses, los galos, los celtas y los irlandeses, y muchos más naciones,
tribus y culturas, sacrificaban niños a sus dioses, cayendo algunas en el
canibalismo! ¡Incluso las mujeres romanas tiraban a sus recién nacidos al río
Tíber a plena luz del día![1].
Por lo tanto, intrínsecamente y en el fondo, “nada hay nuevo debajo del sol” (Ec.
1:9). El mal
ha sido parte de todas las eras de la humanidad, solo que, hoy en día:
1) Debido a la explosión demográfica, dicho mal se ha extendido por muchos lugares
del planeta que estaban inhabitados, haciendo, por ejemplo, que la violencia
haya alcanzado niveles dantescos que superan en cantidad –por magnitud y por el
número de personas involucradas- a las invasiones bárbaras, vikingas y musulmanas en los llamados “años
oscuros” (aproximadamente entre el 476 d. C y el 1000 d. C.), y lo vemos en
que, “desde el año 1700 han muerto en conflictos armados unas 100 millones de
personas, el 90% durante el siglo XX y un 13% desde 1945 al presente”[2].
2) La oferta de
todo tipo de mal se ha multiplicado.
Desde la pornografía accesible para cualquier edad,
las aplicaciones para tener relaciones sexuales con desconocidos –como si
fueran animales dominados por sus instintos-, pasando por películas, series y
programas nauseabundos como La isla de
las tentaciones –entre otros muchos-, a redes sociales donde se expone la
desnudez desvergonzadamente, la promoción implícita de la pedofilia y de la
corrupción de menores por medio de canciones, bailes, fotografías sexualizadas,
cómics japoneses y la ideología de género, la lista es interminable, y más que
seguirá agrandándose.
3) Y, por último, el
mal moral está todavía más institucionalizado desde los gobiernos –y que
muchos llaman “Nuevo Orden Mundial”, y ya no se detendrá, puesto que el hombre de pecado hará uso de él cuando
aparezca.
Pero no olvidemos que, desde antes del diluvio, se nos
explica que “la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de
ellos era de continuo solamente el mal” (Gn. 6:5). Y en Sodoma y
Gomorra, el mal –recuerdo: lo opuesto al bien establecido por Dios- era llevado
a cabo “desde el más joven hasta el más
viejo” (Gn. 19:4). ¡Ni diez
personas justas pudieron encontrarse en dichos lugares! Lot vivía en una
sociedad perversa (2 P. 2:7-8). El mal viene desde muy lejos.
Conclusión
Por todo lo expuesto,
y como dijo Juan hace dos mil años: “el
mundo entero está bajo el maligno” (1 Jn. 5:19). De ahí que hablar de agendas,
incluso poner fechas, como si fuera algo reciente, cercano o futuro, no tiene
sentido histórico ni bíblico. Es más, parece más bien “hacer la cábalá”, que
sería como “hacer suposiciones a partir de datos incompletos o indicios”. Estar
atento a los tiempos es razonable; ir más allá de eso es peligroso, puesto que
lleva a muchos a una especie de obsesión apocalíptica. ¡Y ojo! ¡Que mis ganas
de que se produzca la Parusía son abrumadoras! Pero eso no me lleva a vivir
ansioso buscando “señales” por todas partes cada día, aunque las haya. Lo que
debemos es centrarnos en hacer la obra de Dios en la tierra, en predicar las
Buenas Nuevas y “todo el consejo de Dios”
(Hch. 20:27), en ser sal y luz ante
las tinieblas, y, como nos indicó Jesús: perseverar hasta el fin, se produzca
cuando se produzca.
[2] Guerras, Genocidios y Pandemias - Entre las Guerras y Pandemias, cuál es el más devastador por Wilfredo G. Santa, MD (https://es.scribd.com/document/33083977/Guerras-Genocidios-y-Pandemias).