Venimos de aquí: Pornografía: hombres, mujeres,
adolescentes y niños que la consumen (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/04/2-pornografia-hombres-mujeres.html).
Como no es lo mismo que te cuenten cómo fue un
accidente de tráfico que contemplarlo con los mismos ojos, tampoco es igual
ojear estadísticas sobre adictos que leer testimonios de aquellos que lo son.
Lo primero son puras matemáticas, datos fríos sin más, que no muestran a las
personas que hay detrás de los números. Por eso me ha impactado leer la
historia de un estudiante veinteañero llamado Joe Sensenom (aunque deja
entrever que es un seudónimo, no lo puedo asegurar), y que se confiesa como
cristiano. Usaré su testimonio en distintas partes para ampliar diversas ideas[1]:
- “Me gusta la
música, estar con mis amigos, pasear; la fotografía y el vídeo son mi pasión.
He sido criado en un ambiente familiar estructurado y con valores cristianos.
Desde pequeño he ido a la iglesia, a campamentos cristianos, encuentros,
campañas de evangelización, etc. Acepté al Señor como mi Dios y Salvador de
niño, y me bauticé unos años después, en mi adolescencia. Mi vida no ha sido un
caminito de rosas, pero he podido ver y sentir el poder de Dios. Ahora ya me
conoces un poco más. Me considero un joven cristiano normal, pero no todo es
perfecto o bonito. En realidad, estoy aparentemente limpio por fuera… pero
realmente sucio por dentro. Si eres joven, o has pasado por la época de la
juventud, ya sabes de lo que hablo”.
Con lo único con lo que difiero es con su última
frase, aunque entiendo que, por su edad, crea que solo afecta a su generación,
cuando esta adición no entiende de edades, como otros estudios demuestran, que
incluyen incluso a pastores: “The Barna
Group [...] en base a un estudio online que incluyó a 432 pastores adultos y
338 pastores jóvenes [...] revela que el 57% de los pastores adultos admitieron
luchar actualmente o haberlo hecho en el pasado contra este tipo de consumo. Un
porcentaje que sube al 64% de los pastores jóvenes. El 14% de los líderes de
mayor edad dijeron que actualmente están aún sumergidos en este mal, porcentaje
que llega al 21% de los líderes de menor edad. Más de uno de cada 10 pastores
jóvenes describieron su lucha con la pornografía como una adicción y uno de
cada 20 pastores adultos también la consideran así. [...] El 86% de los
pastores que lo practican afirman sentir mucha vergüenza por esto y el 55%
viven en el constante temor de ser descubiertos”[2]. Por lo tanto, no es algo que afecte únicamente a los
jóvenes.
¿Tiene un perfil concreto el consumidor de pornografía?
Me llama la atención la descripción que hace Joe de sí
mismo. Solemos tener la idea de que el consumidor de pornografía es una persona
introvertida, solitaria, antisocial, ensimismada, evasiva, sin aficiones ni
amigos, y encerrado en un cuarto oscuro con olor a podredumbre las veinticuatro
horas del día. Aquí vemos que dicho estereotipo se derrumba y que no estamos
hablando de un asesino en serie que puede tener un perfil muy definido.
He leído a algunos autores que señalan que las causas
que conduce a las personas hacia la adicción a la pornografía son:
- Sentimientos de soledad y aislamiento.
- Sentimientos de ira, ansiedad y frustración.
- Sentimientos de odio hacía sí mismas.
- Depresión.
- Falta de autoestima.
- Falta de habilidades sociales.
- Heridas emocionales sin resolver de la infancia.
- Hambre de amor y de afecto.
- Anhelo de contacto físico.
- Haber sido víctima de maltratos físicos y/o
emocionales.
- Insatisfacción sexual en el matrimonio.
- Falta de amigos, de metas en la vida y aburrimiento
generalizado.
Según estos
escritores, la pornografía proporciona una vía de escape a todas estas
experiencias y emociones negativas. Para llegar a estas
conclusiones, se basan principalmente en la experiencia que ellos mismos o
conocidos sufrieron. Es cierto que hay individuos que se evaden de sus
problemas con este vicio, pero tales conclusiones tajantes son imparciales e incompletas,
ya que se sustentan en lo que pasaron algunas personas (incluso muchas), por lo
que dichas afirmaciones contienen varios errores:
a) Sería como decir
que todos los violadores fueron violados y que por eso repiten el mismo patrón
de conducta, o que fueron miembros de familias disfuncionales o
desestructuradas. ¿Qué habrá casos que sí? Por supuesto, pero generalizar es
caer en el recurso sencillo. Este tipo de razones de fondo ya las analizamos en
Origen
y desarrollo del deseo sexual & Lujuria y pornografía (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/origen-y-desarrollo-del-deseo-sexual.html), donde también
vimos algunas de las razones que pueden llevar a una persona a sentir atracción
hacia determinadas perversiones.
b) Omiten al resto que nunca ha tenido grandes traumas
en el pasado ni tienen deficiencias emocionales llamativas en el presente.
c) Conlleva implícita y explícitamente el peligro de
que el afectado justifique su propia conducta pecaminosa amparándose en las circunstancias negativas de su vida o
en lo que terceras personas le hicieron.
d) Basta con leer los testimonios de muchos adictos
para comprobar que sufren todo eso por consumir pornografía, y no al contrario.
La verdadera
raíz del problema
Ya hemos visto que
las motivaciones que algunos señalan como causantes del consumo de pornografía
es un error de base y una manera de querer
reducirlo todo a una simple fórmula, dejando de lado aspectos igual o más
importantes, como son:
1) En primer lugar y por encima de todo: la naturaleza caída del ser humano, siendo
la única característica en común de todo aquel que ve pornografía. Esta es una
de las doctrinas fundamentales de toda la Biblia y que hizo necesaria la muerte
expiatoria de Cristo en la cruz: “por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. [...] Por
tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Ro. 3:23; 5:12). Cuando la persona se deja dominar por su
naturaleza caída, se manifiesta irremediablemente lo malo del corazón: “Porque del corazón salen los malos pensamientos,
los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mt. 15:19). El mal está en
el interior. Por lo tanto, las
“causas/circunstancias” citadas líneas atrás son “disparadores”, “detonantes” y
“agravantes”, pero nunca la raíz del problema. ¿Hay que tratarlos? Si son
evidentes, claro que sí. Pero recordemos que la primera y última causa está
situada en la naturaleza caída del
corazón humano, y es en ésta sobre la cual hay que centrar principalmente
la solución.
2) La realidad de la sociedad global donde vivimos, y
en la cual los mismos padres se han visto desbordados, como analizaremos en el
siguiente artículo.
Por lo tanto, en este tema, hay de todo un poco, por
lo que no podemos caer en el encasillamiento y en la simplificación excesiva de
lo que es complicado (reduccionismo). La pornografía afecta a personas de todos
los estratos sociales. Los hay con pareja, casados, solteros, viudos y
divorciados. Los hay con mucho o poco tiempo libre. Los hay nerviosos o
tranquilos. Los hay con estudios y sin ellos. Los hay alegres o tristes. Los
hay felices e infelices. Los hay con multitud de hobbies o con pocos. Los hay
con autoestima o sin ella. Los hay mayores y jóvenes. Los hay con habilidades
sociales o sin ellas. Los hay codependientes o completamente independientes. Y
así todo lo imaginable. Lo que tienen en común es que, aunque pueden ser
personas sanas en muchas áreas, ocultan un secreto que es un cáncer en el alma.
Continuará en Una
sociedad que incita a la pornografía & Padres que no educan a sus hijos.
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