lunes, 9 de mayo de 2022

4. Una sociedad que incita a la pornografía & Padres que no educan a sus hijos

 


Venimos de aquí: ¿Tiene un perfil concreto el consumidor de pornografía? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/05/3-tiene-un-perfil-concreto-el.html).

Esta noticia –y todo lo que vamos a ver en los siguientes párrafos- resulta estremecedora y debería hacer saltar la alarma a los padres que piensan que “mi hijo no sabe nada sobre la pornografía ni le afecta”: “La Policía Nacional ha identificado a más de 100 menores de edad que habían publicado en redes sociales vídeos autoproducidos de contenido sexual en el primer macrooperativo contra la difusión de material de contenido sexual infantil autoproducido. Las imágenes corresponden a menores de entre 2 y 13 años de edad y los motivos de publicación, entre los más mayores, eran la búsqueda de seguidores para sus canales de Youtube y más likes en sus publicaciones”[1]. Es decir: se habían grabado a sí mismos de forma libre y voluntaria. Como señaló Cecilia Carrión Tapia, inspectora e integrante del Grupo III de Protección del Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, “los padres no podían creer que su hijo estaba en los vídeos sexuales que les enseñábamos. Se asombraban. Creían que tenían el control y que lo estaban haciendo bien. Estaban desnudos, se filmaban con objetos, en el dormitorio o en el baño. No se trataba de contenido erótico, de posturas provocativas. Era contenido sexual”[2].
¿Por qué lo hacen? Muy sencillo de explicar: los niños imitan lo que ven en los adultos, ni más ni menos. Si ellos ven que “los mayores lo consideran bueno y que obtienen beneficios (halagos)”, hacen lo mismo para lograr los mismos resultados.
Una sociedad, que ha normalizado ciertas actitudes, no tiene ninguna autoridad moral para decirle a los jóvenes que no hagan lo que ellos hacen de adultos.

Una sociedad que incita a la pornografía
Sigamos con las palabras de Joe Sensenom, cristiano adicto a la pornografía, cuyo testimonio ya comenzamos a transcribir en el artículo anterior:  
“Un joven de hoy en día está muy expuesto a las tentaciones pecaminosas de la lujuria y deseos sexuales. En los tiempos que corren, todo gira en torno a la sexualidad. Lo podemos ver en la televisión, en la música, en los bailes, en los anuncios… prácticamente todo está infectado por la sexualidad mal interpretada por el ser humano”.
Tal cual. Es una denuncia que uno se cansa de repetir. La hipersexualización de la sociedad es VOMITIVA. Lo que están haciendo con las adolescentes, e incluso preadolescentes, es PURA CORRUPCIÓN DE MENORES. En la misma prensa virtual –que presume de seria- se dedican grandes espacios a cómo tener un amante, cómo ser infiel sin que tu pareja lo descubra, cómo disfrutar de varias parejas sexuales, entre infinidad de reportajes deleznables.
Te sientas a comer esperando ver un programa deportivo y, en los minutos previos al mismo, observas los anuncios donde apelan a los instintos y a los deseos para vendernos un producto: desde colonias, perfumes y desodorantes –donde el chico se derrite por la chica y viceversa-, hasta el champú que provoca delirios sensuales en la ducha. Estás comiendo y aparece ante la caja tonta una pareja que te habla de las maravillas de un gel íntimo que les ha cambiado la vida, por no mencionar el último y revolucionario preservativo. Y así con todo: hoy en día, cualquier vídeo-clips, película o serie de televisión contiene escenas eróticas y sexuales.
Habría que añadir los programas donde los presentadores e invitados se muestran descaradamente desinhibidos, sin pudor alguno, mostrando prácticamente la totalidad de su anatomía. Por supuesto, los shows del corazón tienen su sección de desfiles de modelos en lencería, exaltando el físico por encima de todo, donde el éxito social depende en buena parte del mismo, idea que se inculca desde prácticamente la infancia.
¿Y qué decir de las actrices cada vez más jóvenes que no llaman la atención por su actuación sino por cómo de sensual son mostradas? ¿Y qué de esas nenitas que apenas levantan un palmo del suelo que se graban contoneándose al ritmo del último baile de moda y suben sus vídeos a youtube? ¿O los concursos infantiles de belleza, donde niñas de entre 7 y 16 años posan maquilladas, en bikini o con tacones como si fueran mercancía ofreciéndose al mejor postor? Como dijo al respecto la senadora francesa Chantal Jouanno: “Se disfraza a las niñas como ´golosinas sexuales` en una carrera por la apariencia, la belleza, la seducción, el culto del yo[3].
Si alguien se pregunta la razón de que haya chicas adolescentes que se exhiben por una cámara-web, de que estén deseando cumplir la mayoría de edad para operarse alguna parte del cuerpo, de que suban a las redes sociales fotos y selfies con escotes que les llegan al ombligo, que vistan de forma sexy o tengan actitudes impropias de su edad –al estilo Lolita-, o el porqué los chicos muy jovencitos presionan a las chicas para mantener relaciones sexuales a la mayor brevedad, que sepa que la respuesta es muy sencilla: es lo que han aprendido desde que eran unos críos tras beber de multitud de fuentes de información.
En lo que respecta a la pornografía, se señala que el año 2000 fue el comienzo de la debacle, siendo desde entonces “la educación sexual del siglo XXI”, y donde los niños ven sexo explícito antes de dar su primer beso. La doctora y psicóloga Gail Dines dice: “La pornografía puede trastocar a cualquier edad. Conozco casos de niños de siete años, pero también de señores de 80, influenciados por su consumo. La industria del porno ficha a los consumidores desde temprana edad con la intención de mantenerlos enganchados de por vida”[4].
A pasos agigantados, el periodo de la infancia y de los sanos valores está siendo aniquilado. La sociedad que hemos descrito es donde vivimos actualmente, la que han construido y moldeando progresivamente aquellos que viven negando a Dios y están en la oscuridad del pecado, como si fuera la agenda del mismísimo diablo. Y lo que nos queda por ver...

Los padres se han visto desbordados
La tecnología ha experimentado en los últimos años un avance exponencial que no ha ido parejo al avance moral de la sociedad. Más bien diría que están yendo en sentido opuestos. Mientras que la ciencia progresa, la ética humana retrocede a pasos agigantados, aunque se venda como progreso, cuando es todo lo contrario.
Esto ha provocado que muchos de los valores que se están inculcando desde la propia infancia sean perniciosos. La última moda –al menos hasta el día de hoy- es la nueva cruzada que han iniciado los grupos LGTBI, al declarar que el sexo biológico es independiente de la identidad sexual, y que es el niño y la niña los que tienen que elegir qué quieren ser, como ya analizamos en “La ideología de género: de nuevo el diablo asomando su cabeza, y ahora, adoctrinando a los niños” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/10/la-ideologia-de-genero-de-nuevo-el.html). Nunca lo reconocerán porque están absolutamente en tinieblas, pero es una manera de enmascarar y promover la homosexualidad. Por eso consideran un delito de odio el lema “si tienes pene eres niño y si tienes vulva eres niña”.
Hoy los niños pueden acceder a toda la información que deseen desde sus tablets y teléfonos móviles –los cuales poseen desde los 10 u 11 años-, y que manejan con una soltura mayor que la de muchos adultos. El problema es que parte de esa información es monstruosa. Esta situación se ha convertido en un verdadero problema, puesto que es una coyuntura para la cual los padres no han sido preparados, ya que es novedosa. La sobrestimulación sexual que reciben sus hijos por todas partes no tienen ni punto de comparación con la que ellos tuvieron.
Esto hace que los padres estén desbordados y no sepan cómo actuar, por lo que cometen el mayor de los errores: inhibirse. La inmensa mayoría de ellos no saben qué ven sus hijos en Internet, en las redes sociales, en los chats, etc. Han dejado la educación –incluso la sexual- en manos de grupos que se mueven por la máxima de “hago lo que quiero, cuando quiero, como quiero y porque quiero”, bajo la tesis de que en el pasado estaban reprimidos y hay que modernizarse. Libertinaje puro y duro. Las consecuencias en el tiempo presente son muy claras: las personas –y más los críos- ya no saben distinguir entre qué está bien y qué está mal, ya que se mueven por impulsos y una ajena ética liberal, aunque ellos crean que es propia, pensando que nadie los manipula, sino que son maduros y libres.
En definitiva, la teología del mismísimo Lucifer. El mismo cuento de siempre con el que sigue engañando a la humanidad, y que aquellos que siguen sus principios no heredarán el reino de Dios (cf. Gá. 5:21; 1 Co. 6:10).
Sabiendo esto, cito nuevamente parte de las palabras de Joe Sensenom: “Probablemente si eres padre o madre podrás pensar: ´mi hijo o hija nunca será así, o nunca estará enganchado a la pornografía o con problemas de masturbación`. Tengo una mala noticia, probablemente mis padres pensaron lo mismo de mí y tristemente se equivocaron. [...] El enemigo ha trastornado, ha cambiado el sentido, de uno de los mayores regalos que nos ha dado Dios, dentro del matrimonio -repito, dentro del matrimonio. El sexo no es más ni menos que un regalo de Dios, porque a través de esta unión, de esta relación, entre un hombre y una mujer, Dios nos da nuestra descendencia. Pero, ¿qué pasa? Que el enemigo ha decidido utilizar ese regalo y tergiversarlo para convertirlo en algo totalmente diferente. Si eres padre o madre y estás leyendo esto, por favor cuida a tu hijo o hija de todo esto: de la pornografía, de las películas con escenas de sexo, de la música que escuchan, de las amistades que tiene… Cuídale y estate atento o atenta a estas cosas”.

Padres: educad a vuestros hijos sobre sexualidad
Cuando leo comentarios tan mezquinos como estos me hierve la sangre: “El que no quiera que su hijo vea todo tipo de porno en internet con 11 (si no es en casa será en la del vecino ), haga botellón con 12 y esté en el paro con 30, mejor que no los tenga, no se pueden poner puertas al campo y los mundos de yuppi son en la televisión”. Son palabras propias de licenciosos que tienen “el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. [...] en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (Ef. 4:18-19; 2. Co. 4:4).
A los padres que aborrecen como yo este tipo de “razonamientos”, y que aún están a tiempo, les digo: antes de que sea demasiado tarde –que es lo que tristemente suele suceder-, deben ponerse las pilas YA y educar sin miedo ni vergüenza a sus hijos en lo concerniente a la sexualidad, puesto que el sexo es un regalo de Dios y no hay maldad intrínseca en ella. Y sí, hablarles también de lo que significa la pornografía antes de que la descubran por ellos mismos y su mente comience a ser corrompida bajo la información y mentalidad de hombres perversos. Mostrad con claridad cómo tergiversa la naturaleza humana y ataca los principios más básicos de la dignidad del hombre y la mujer.
Esto incluye tomar medidas para controlar lo que ve a través del móvil y del ordenador. No puede ser que solo el 12% de los padres sepan lo que sus hijos se traen entre manos, cuando el 32% de los adolescentes admite haber accedido intencionadamente a contenidos pornográficos online, de los cuales el 43% lo hace de forma sistemática[5].
En el Reino Unido y en Francia se han aprobado controles de verificación el acceso al porno en menores de edad. Como ha señalado el presidente de la República, Emmanuel Macron, si “no llevamos a un niño de 13 años a un sexshop, tampoco podemos permitir que en el mundo digital valga todo”[6]Pero mientras esto llega a España y al resto de países, hay proveedores de Internet que permiten la opción de bloquear el acceso a estos contenidos. Usad la tecnología en beneficio del menor, y explicarle el porqué lo hacéis, ya que muchos lo verán como una prohibición y una manera de coartarles sus libertades. Recordad que vosotros sois los padres, no ellos.
Omitir el asunto o negarlo no sirve de nada. No podemos ser como las avestruces, que cuando ven el problema meten la cabeza debajo de tierra pensando que así pasarán todos los males.


Continuará en Pornografía: algunas dificultades para superar su consumo. 

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