Venimos de aquí: ¿Tiene un perfil concreto el
consumidor de pornografía? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/05/3-tiene-un-perfil-concreto-el.html).
Esta noticia –y todo lo que vamos a ver en los
siguientes párrafos- resulta estremecedora y debería hacer saltar la alarma a
los padres que piensan que “mi hijo no sabe nada sobre la pornografía ni le
afecta”: “La Policía Nacional ha
identificado a más de 100 menores
de edad que habían publicado en redes sociales vídeos
autoproducidos de contenido sexual en el primer macrooperativo contra la difusión de material de contenido
sexual infantil autoproducido. Las imágenes corresponden a menores de entre 2 y 13 años de edad y los
motivos de publicación, entre los más mayores, eran la búsqueda de seguidores para sus canales de
Youtube y más likes en sus publicaciones”[1]. Es decir: se habían grabado a sí mismos de
forma libre y voluntaria. Como señaló Cecilia
Carrión Tapia, inspectora e integrante del Grupo III de Protección del Menor de
la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, “los padres no podían creer que su hijo estaba en
los vídeos sexuales que les enseñábamos. Se asombraban. Creían que
tenían el control y que lo estaban haciendo bien. Estaban desnudos, se filmaban
con objetos, en el dormitorio o en el baño. No se trataba de contenido erótico,
de posturas provocativas. Era contenido sexual”[2].
¿Por qué lo hacen?
Muy sencillo de explicar: los niños imitan lo que ven en los adultos, ni más ni
menos. Si ellos ven que “los mayores lo consideran bueno y que obtienen
beneficios (halagos)”, hacen lo mismo para lograr los mismos resultados.
Una sociedad, que ha
normalizado ciertas actitudes, no tiene ninguna autoridad moral para decirle a
los jóvenes que no hagan lo que ellos hacen de adultos.
Una sociedad
que incita a la pornografía
Sigamos con las palabras de Joe Sensenom, cristiano adicto a la pornografía, cuyo testimonio
ya comenzamos a transcribir en el artículo anterior:
“Un joven de
hoy en día está muy expuesto a las tentaciones pecaminosas de la lujuria y
deseos sexuales. En los tiempos que corren, todo gira en torno a la sexualidad.
Lo podemos ver en la televisión, en la música, en los bailes, en los anuncios…
prácticamente todo está infectado por la sexualidad mal interpretada por el ser
humano”.
Tal cual. Es una denuncia que uno se cansa de repetir.
La hipersexualización de la sociedad es VOMITIVA. Lo que están haciendo con las
adolescentes, e incluso preadolescentes, es PURA CORRUPCIÓN DE MENORES. En la
misma prensa virtual –que presume de seria- se dedican grandes espacios a cómo tener un amante, cómo ser infiel sin que tu pareja lo descubra,
cómo disfrutar de varias parejas sexuales,
entre infinidad de reportajes deleznables.
Te sientas a comer esperando ver un programa deportivo
y, en los minutos previos al mismo, observas los anuncios donde apelan a los
instintos y a los deseos para vendernos un producto: desde colonias, perfumes y
desodorantes –donde el chico se derrite por la chica y viceversa-, hasta el
champú que provoca delirios sensuales en la ducha. Estás comiendo y aparece
ante la caja tonta una pareja que te
habla de las maravillas de un gel íntimo que les ha cambiado la vida, por no
mencionar el último y revolucionario preservativo. Y así con todo: hoy en día,
cualquier vídeo-clips, película o serie de televisión contiene escenas eróticas
y sexuales.
Habría que añadir los programas donde los
presentadores e invitados se muestran descaradamente desinhibidos, sin pudor
alguno, mostrando prácticamente la totalidad de su anatomía. Por supuesto, los shows del corazón tienen su sección de
desfiles de modelos en lencería, exaltando el físico por encima de todo, donde
el éxito social depende en buena parte del mismo, idea que se inculca desde
prácticamente la infancia.
¿Y qué decir de las actrices cada vez más jóvenes que
no llaman la atención por su actuación sino por cómo de sensual son mostradas?
¿Y qué de esas nenitas que apenas levantan un palmo del suelo que se graban
contoneándose al ritmo del último baile de moda y suben sus vídeos a youtube? ¿O los concursos infantiles de
belleza, donde niñas de entre 7 y 16 años posan maquilladas, en bikini o con
tacones como si fueran mercancía ofreciéndose al mejor postor? Como dijo al
respecto la senadora francesa Chantal Jouanno: “Se disfraza a las niñas como ´golosinas sexuales` en una carrera por
la apariencia, la belleza, la seducción, el culto del yo”[3].
Si alguien se pregunta la razón de que haya chicas
adolescentes que se exhiben por una cámara-web, de que estén deseando cumplir
la mayoría de edad para operarse alguna parte del cuerpo, de que suban a las
redes sociales fotos y selfies con
escotes que les llegan al ombligo, que vistan de forma sexy o tengan actitudes
impropias de su edad –al estilo Lolita-,
o el porqué los chicos muy jovencitos presionan a las chicas para mantener
relaciones sexuales a la mayor brevedad, que sepa que la respuesta es muy
sencilla: es lo que han aprendido desde que eran unos críos tras beber de
multitud de fuentes de información.
En lo que respecta a la pornografía, se señala que el
año 2000 fue el comienzo de la debacle, siendo desde entonces “la educación
sexual del siglo XXI”, y donde los niños ven sexo explícito antes de dar su
primer beso. La doctora y psicóloga Gail Dines dice: “La pornografía puede trastocar a cualquier edad. Conozco
casos de niños de siete años, pero también de señores de 80, influenciados por
su consumo. La industria del porno ficha a los consumidores desde temprana edad
con la intención de mantenerlos enganchados de por vida”[4].
A pasos agigantados, el periodo de la infancia y de
los sanos valores está siendo aniquilado. La sociedad que hemos descrito es
donde vivimos actualmente, la que han construido y moldeando progresivamente aquellos
que viven negando a Dios y están en la oscuridad del pecado, como si fuera la
agenda del mismísimo diablo. Y lo que nos queda por ver...
Los padres se
han visto desbordados
La tecnología ha experimentado en los últimos años un
avance exponencial que no ha ido parejo al avance moral de la sociedad. Más
bien diría que están yendo en sentido opuestos. Mientras que la ciencia
progresa, la ética humana retrocede a pasos agigantados, aunque se venda como progreso, cuando es todo lo contrario.
Esto ha provocado que muchos de los valores que se
están inculcando desde la propia infancia sean perniciosos. La última moda –al
menos hasta el día de hoy- es la nueva cruzada que han iniciado los grupos
LGTBI, al declarar que el sexo biológico es independiente de la identidad
sexual, y que es el niño y la niña los que tienen que elegir qué quieren ser,
como ya analizamos en “La ideología de género: de nuevo el diablo asomando su
cabeza, y ahora, adoctrinando a los niños” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/10/la-ideologia-de-genero-de-nuevo-el.html). Nunca lo reconocerán porque están absolutamente en
tinieblas, pero es una manera de enmascarar y promover la homosexualidad. Por
eso consideran un delito de odio el lema “si tienes pene eres niño y si tienes
vulva eres niña”.
Hoy los niños pueden acceder a toda la información que
deseen desde sus tablets y teléfonos móviles –los cuales poseen desde los 10 u
11 años-, y que manejan con una soltura mayor que la de muchos adultos. El
problema es que parte de esa información es monstruosa. Esta situación se ha
convertido en un verdadero problema, puesto que es una coyuntura para la cual
los padres no han sido preparados, ya que es novedosa. La sobrestimulación
sexual que reciben sus hijos por todas partes no tienen ni punto de comparación
con la que ellos tuvieron.
Esto hace que los padres estén desbordados y no sepan
cómo actuar, por lo que cometen el mayor de los errores: inhibirse. La inmensa
mayoría de ellos no saben qué ven sus hijos en Internet, en las redes sociales,
en los chats, etc. Han dejado la educación –incluso la sexual- en manos de
grupos que se mueven por la máxima de “hago lo que quiero, cuando quiero, como
quiero y porque quiero”, bajo la tesis de que en el pasado estaban reprimidos y
hay que modernizarse. Libertinaje puro y duro. Las consecuencias en el tiempo
presente son muy claras: las personas –y más los críos- ya no saben distinguir
entre qué está bien y qué está mal, ya que se mueven por impulsos y una ajena
ética liberal, aunque ellos crean que es propia, pensando que nadie los
manipula, sino que son maduros y libres.
En definitiva, la teología
del mismísimo Lucifer. El mismo cuento de siempre con el que sigue engañando a
la humanidad, y que aquellos que siguen sus principios no heredarán el reino de
Dios (cf. Gá. 5:21; 1 Co. 6:10).
Sabiendo esto, cito nuevamente parte de las palabras
de Joe Sensenom: “Probablemente si eres
padre o madre podrás pensar: ´mi hijo o hija nunca será así, o nunca estará
enganchado a la pornografía o con problemas de masturbación`. Tengo una mala noticia, probablemente mis
padres pensaron lo mismo de mí y tristemente se equivocaron. [...] El enemigo ha trastornado, ha cambiado el
sentido, de uno de los mayores regalos que nos ha dado Dios, dentro del
matrimonio -repito, dentro del matrimonio. El sexo no es más ni menos que un
regalo de Dios, porque a través de esta unión, de esta relación, entre un
hombre y una mujer, Dios nos da nuestra descendencia. Pero, ¿qué pasa? Que el
enemigo ha decidido utilizar ese regalo y tergiversarlo para convertirlo en
algo totalmente diferente. Si eres padre o madre y estás leyendo esto, por
favor cuida a tu hijo o hija de todo esto: de la pornografía, de las películas
con escenas de sexo, de la música que escuchan, de las amistades que tiene…
Cuídale y estate atento o atenta a estas cosas”.
Padres: educad
a vuestros hijos sobre sexualidad
Cuando leo comentarios tan mezquinos como estos me
hierve la sangre: “El que no quiera que
su hijo vea todo tipo de porno en internet con 11 (si no es en casa será en la
del vecino ), haga botellón con 12 y esté en el paro con 30, mejor que no los
tenga, no se pueden poner puertas al campo y los mundos de yuppi son en la televisión”.
Son palabras propias de licenciosos que tienen “el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la
ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después
que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con
avidez toda clase de impureza. [...] en los cuales el dios de este siglo cegó
el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (Ef.
4:18-19; 2. Co. 4:4).
A los padres que aborrecen como yo este tipo de
“razonamientos”, y que aún están a tiempo, les digo: antes de que sea demasiado
tarde –que es lo que tristemente suele suceder-, deben ponerse las pilas YA y
educar sin miedo ni vergüenza a sus hijos en lo concerniente a la sexualidad,
puesto que el sexo es un regalo de Dios y no hay maldad intrínseca en ella. Y
sí, hablarles también de lo que significa la pornografía antes de que la
descubran por ellos mismos y su mente comience a ser corrompida bajo la
información y mentalidad de hombres perversos. Mostrad con claridad cómo
tergiversa la naturaleza humana y ataca los principios más básicos de la
dignidad del hombre y la mujer.
Esto incluye tomar medidas para controlar lo que ve a
través del móvil y del ordenador. No puede ser que solo el 12% de los padres sepan lo que sus hijos se traen
entre manos, cuando el 32% de los adolescentes admite haber accedido
intencionadamente a contenidos pornográficos online, de los
cuales el 43% lo hace de forma sistemática[5].
En el Reino Unido y
en Francia se han aprobado controles de verificación el acceso al porno en
menores de edad. Como ha señalado el presidente de la República, Emmanuel
Macron, si “no llevamos a un niño de 13 años a un sexshop, tampoco podemos
permitir que en el mundo digital valga todo”[6]. Pero
mientras esto llega a España y al resto de países, hay proveedores de Internet que permiten la opción de
bloquear el acceso a estos contenidos. Usad la tecnología en beneficio del
menor, y explicarle el porqué lo hacéis, ya que muchos lo verán como una
prohibición y una manera de coartarles sus libertades. Recordad que vosotros
sois los padres, no ellos.
Omitir el asunto o negarlo no sirve de nada. No
podemos ser como las avestruces, que cuando ven el problema meten la cabeza
debajo de tierra pensando que así pasarán todos los males.
Continuará en Pornografía:
algunas dificultades para superar su consumo.
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