Venimos de aquí: Origen y desarrollo del deseo sexual
& Lujuria y pornografía http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/origen-y-desarrollo-del-deseo-sexual.html
De manera sumamente realista,
comprobamos el problema que se le presenta al ser humano si el descubrimiento
de la sexualidad no se enfoca correctamente, sumado a la lujuria y a las
distintas ofertas que ofrece la
sociedad (como es la pornografía), que saca a relucir lo peor de hombres y
mujeres, y las diversas heridas emocionales que todo esto puede ocultar.
La sanidad
Todos aquellos que son adictos a algún tipo de
pornografía de las que vimos, deben ir a la raíz del dolor: ¿Qué se esconde
debajo del caparazón externo? ¿Cuáles son los verdaderos deseos del corazón? ¿Qué
motivó las heridas (soledad, aislamiento, rechazo, inseguridades, falta de
estima propia, codependencia, aburrimiento, egoísmo, necesidades emocionales no
satisfechas, etc.)? Responder a
estas preguntas será el primer paso para sanar el corazón. Como dice Shannon Ethridge, pregúntate “quienes son los rostros
que están en nuestras fantasías, qué papeles desempeñan, qué papeles
desempeñamos nosotros, qué emociones principales suscitan esas fantasías, y por
qué, qué acontecimiento en nuestra historia creó la necesidad de experimentar
tal emoción, cómo medica esa fantasía el dolor emocional de nuestro pasado o
nuestro presente [...] qué tipos de imágenes encienden tu fuego lo quieras o
no, cuándo sientes la necesidad/deseo de estimularte sexualmente, cuáles son
algunas de las imágenes mentales en las que sabes que siempre puedes confiar
para lograr esa meta”[1].
Mientras que estas heridas no
sean sanadas, estas personas seguirán sintiéndose atraídos por diversas
adicciones y serán esclavos de ellas, cuando Cristo nos llamó a todos “a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).
Por todo lo que hemos visto,
podemos distinguir y diferenciar perfectamente el motivo por el cual el placer
solitario se hacía presente en la adolescencia (descubrimiento y exploración) y
cuáles las causas en la vida adulta (deseos físicos, emocionales y
sentimentales no satisfechos o evasión de la realidad ante los problemas, que
pueden conducir a la lujuria y a las pasiones más bajas).
¿Qué pueden
hacer los solteros cristianos?
El problema para los solteros cristianos es qué hacer
con esa sensualidad, con ese aspecto sensorial y con esos deseos que habitan en
ellos. Tienen que ponerle remedio o se verán envueltos en la lujuria, en mayor
o en menos medida, de una manera u otra. La solución no es la que llevó a cabo
erróneamente Orígenes (teólogo, maestro y
célebre escritor cristiano del s. II y III). Malentendiendo las palabras de
Jesús sobre hacerse eunuco, se cortó lo que no debería haber cortado jamás.
Seguro que entiendes a qué me estoy refiriendo... Tiempo después comprendió que
era un error; pero claro, ya era demasiado tarde...
Seamos brutalmente honestos: el
cristiano debe aceptar que la sexualidad está reservada para el matrimonio, ni
antes ni fuera de él. Aquí no hay medias tintas. Mientras tanto, se llegue a
cambiar o no de estado civil, únicamente quedan dos alternativas:
1.
Controlar ese deseo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
Como nuevamente muestra Shannon
Ethridge: “Somos seres sexuales. Desde la cuna
hasta la tumba. Sencillamente no podemos escapar a esta realidad. Sin embargo,
algunas personas lo siguen intentado, y otras podrían incluso tener éxito hasta
cierto grado. [...] Pero solamente porque no deberíamos o no podemos apagar por
completo nuestros pensamientos sexuales no significa que tengamos derecho a
dejarlos encendidos a toda velocidad, ´expresarlos` según nuestro capricho y
llevar a otros a relaciones sexuales disfuncionales con nosotros. La Biblia
dice claramente que el acto de intimidad sexual fue diseñado estrictamente para
el lecho matrimonial. Si no estamos casados, seguimos siendo seres sexuales,
sencillamente no somos sexualmente activos. Al menos así es como debe funcionar
segun el plan perfecto de Dios. Por tanto, una alternativa a la represión
sexual para las personas solteras es la sublimación, definida como ´el desvio
de la energía de un impulso sexual u otro impulso biológico de su meta
inmediata a otra de naturaleza o uso social, moral o estético más aceptable”.
En otras palabras, canalizar esa misma energía hacia la pintura, la escritura,
la danza, la canción u otro pasatiempo o plan más saludable. Algunas de las
mayores obras de arte, libros y canciones han nacido sencillamente porque quien
las originó estaba subliminando sus pasiones sexuales en lugar de expresarlas”.
En el capítulo
titulado ¡Vive!, trataremos
exténsamente cómo enfocar nuestras vidas en otras áreas sanas y disfrutables.
2. Llenar nuestra vida de Dios y de algunos
amigos íntimos para satisfacer las necesidad emocionales y espirituales que
tenemos de comunión con nuestro Creador y nuestros semejantes, como vimos en los capítulos que le
dedicamos al respecto:
* Los solteros se preguntan: ¿Dónde están los amigos? Un
problema de peso:
* Una amistad verdadera:
* La soledad y Dios:
Esos tres apartados
son fundamentales. Si quieres sanidad y una nueva vida, no los pases por alto.
Mientras tanto, todo seguirá igual. ¡De ti depende!
Los hábitos y la concupiscencia
Cuando un pensamiento o una
acción se repiten con asiduidad, se convierte en un hábito. Existen hábitos
saludables, como el de lavarse los dientes después de cada comida. Como dice John MacArthur: “Los hábitos son
maneras de vivir adquiridos. Se forma un hábito cuando se hace una cosa
repetidamente hasta que llega ser un patrón. Los hábitos pueden ser acciones,
actitudes o modos de pensar que se han arraigado hasta llegar a ser una segunda
naturaleza en nosotros. Hebreos 5:14, por ejemplo, habla de personas ´que por
el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal`
y 2 Pedro 2:14 dice que los falsos maestros ´tienen el corazón habituado a la
codicia”.
Por eso, un mal
hábito que va en contra de los mandamientos de Dios se convierte en pecado. Y
en el tema de la sexualidad que estamos tratando exactamente igual. La lujuria es un “vicio
consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites
carnales”. De por sí, el apetito no es malo como hemos dejado bien claro. Lo
que traza la línea entre el bien y el mal es el uso que demos a esos apetitos.
Y cuando alguien se deja arrastrar profanamente
por ellos, cae en malos hábitos, independientemente de que esté casado o
soltero.
Para ese hábito desordenado la Biblia usa el término concupiscencia. Palabra
extraña. Nunca la he escuchado en ninguna película ni leído en ningún
periódico. Nunca nadie ha insultado a otro diciéndole: “¡Eres un
concupiscente!”. Sin embargo, la usan Pablo, Pedro y Santiago. Me voy a centrar en este último porque le
concede mucha importancia. Él dice: “Cuando
alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no
puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada
uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces
la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:13-15).
Algunos culpan de
sus prácticas pecaminosas al diablo y lo reprenden una y otra vez, semana tras
semana, hasta el punto de llevar a cabo auténticos rituales surrealistas, una
versión casi cómica de la película El
exorcista. Únicamente les falta el agua bendita y un sacerdote invocando a
todos los santos y vírgenes del folclore popular. Sin necesidad de
parafernalias, Jesús identificó de dónde provienen estos deseos: “Del corazón” (Mateo 15:19).
El hecho de que
sientas un deseo sexual no es sinónimo de pecar. Siempre y cuando no te dejes
llevar por esos deseos, el pecado no existe. El pecado sólo es pecado cuando se
consuma la tentación, fruto de la propia debilidad. La misma palabra concupiscencia nos lo aclara: Viene del
griego epithumia, y denota un intenso deseo de cualquier tipo.
Son los frutos prohibidos y codiciados por el alma. El deseo en sí no tiene que
ser malo. Ahora bien, cuando Santiago se refiere a las concupiscencias está
haciendo alusión a “los apetitos o hábitos desordenados del alma”.
En general,
vienen a ser aquellas debilidades morales que, por causa de la naturaleza caída
y la práctica del pecado, antes o después de la conversión, se han convertido
en puntos débiles. Te pondré un ejemplo para que lo entiendas. Veamos esta
historia:
“Supongamos
que tu mejor amigo tiene un problema. Es cleptómano. Ya lo han sorprendido dos
veces y registrado una. Hoy estás de tiendas con él y de momento notas que está
sudando. Él te admite avergonzado que cada momento siente una gran tentación de
robar. Admite que cada segundo libra una desesperada batalla por no robar todo
lo que tiene a la vista. Y si no sale de allí, va a tener un problema terrible.
¿Qué sucedió? Ambos mirasteis las mismas cosas. Nada te tentó a ti y todo lo
tentó a él.
Pero después
todo cambia. Tres semanas más tarde ambos estáis juntos en una conferencia de
negocios al otro lado del país. Esa noche, en tu habitación, eres tu quien
suda. Te prometiste a ti mismo que no volverías a ver esas películas
pornográficas otra vez. Pero no puedes irte a dormir. Son las dos de la
madrugada y no te han hecho efecto ni una ducha fría ni las píldoras para
dormir. Tu amigo cleptómano está en la habitación de al lado profundamente
dormido y no le echó ni una mirada al televisor; y ahí estás tú, acercando la
mano poquito a poco al mando del televisor. Todavía no has cedido, pero la
tentación es enorme”[2].
Quizá crees que no puedes evitarlo. Puede que hayas
llegado a un extremo en el que has llenado tu mente de argumentos racionales
para justificarte: “No lo puedo resistir”, “No es
para tanto”, “¿Qué importancia tiene?”, “Todo el mundo lo hace”, “¿Qué malo
tiene ver algo que me hace sentir placer?”, etc. Pero Dios enseña justo
lo opuesto, como le dijo a Caín: “El
pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te
enseñorearás de él” (Génesis 4:7). Sí, el pecado puede estar delante de ti,
pero puedes sujetarlo y no someterte a él. La afirmación es contundente: Tú te
enseñorearás de él, y no al revés.
Destierra de tu lenguaje ese tipo de expresiones y aprópiate
de lo que enseña la Palabra: “No os ha sobrevenido ninguna tentación
que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo
que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar” (1
Corintios 10:13).
* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en:
7.5.
La sexualidad del soltero cristiano: Un muro contra la lujuria:
http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/09/75-un-muro-contra-la-lujuria.html
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