Venimos de aquí: Una sociedad que
incita a la pornografía & Padres que no educan a sus hijos (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/05/4-una-sociedad-que-incita-la.html).
Hasta aquí, hemos analizado lo que supone el consumo de
pornografía para cualquier persona –especialmente si se considera cristiano-,
dónde se encuentra la verdadera raíz del problema, y las diversas maneras en
que ha calado entre la juventud, al formar ya parte de la sociedad. Ahora
veremos algunas dificultades concretas con las que se va a encontrar sí o sí
la persona que quiere dejar de pecar y liberarse de esta lacra.
¿Eres tú el adicto?
Si has llegado hasta aquí, posiblemente es porque participas
en el sexo virtual y/o ves pornografía, sea mucha o poca, de forma continua o
esporádica, seas adicto o no. Ya conoces cómo empezó todo y qué te llevó a
verla, aunque los detalles concretos de tu historia solo los conoces tú. Ahora
toca buscar la solución, si es que ese es tu deseo, empezando por ser sincero
contigo mismo, como en el caso de Joe Sensenom: “He estado enganchado a la pornografía desde mi adolescencia, y os
puedo asegurar que ha sido, y está siendo mi mayor batalla. Llevo mucho tiempo
luchando, y el enemigo solo ha querido pisotearme, desgarrarme y destruirme.
Sabe que soy un hijo de Dios, y que mi mayor deseo es seguir a Cristo y
compartir el amor que me da, con las personas que me rodean”[1].
Por norma general, aunque suene sorprendente, un
cristiano-visualizador de este tipo de imágenes sexuales, manifiesta una
especie de doble personalidad. ¿Qué quiero decir con esto? Que es capaz de
actuar con total sinceridad y honestidad como cristiano en todas las esferas de
su vida, pero, en lo que respecta al pecado, ser un consumidor de pornografía.
Puede sentirse limpio espiritualmente y, pocos minutos después de caer,
extremadamente sucio. Toda una dicotomía. Cuando se enfrasca en el pecado –sea
durante horas o apenas unos minutos- es como si su conciencia se adormeciera,
dando paso a la naturaleza pecaminosa. Esto le suele acarrear durante mucho
tiempo sentimientos de culpa, pero éstos menguan considerablemente cuando se
acostumbra a esta doble moral. Incluso el asco, el arrepentimiento y el dolor
pueden llegar a desaparecer.
Aunque sea así, también es cierto que, el individuo,
progresivamente, se aleja de Dios. Quizá no externamente
–puesto que puede seguir participando de actividades más o menos religiosas o
consideradas “cristianas”-, pero sí internamente:
deja de orar o lo hace muy brevemente, se siente incómodo cuando le hablan de
la Palabra de Dios, deja de leerla, etc.
En los momentos de lucidez, la realidad en la propia
conciencia es la que reconoce Joe: “La pornografía es como una droga: primero
te atrae, después te engancha, te trastorna, te cambia por dentro, te hace más
débil, te discapacita, y finalmente te destruye. Es duro decir que soy un hijo
de Dios cuando estoy enganchado a tal pecado. Es duro de oír, duro de leer,
pero más duro es vivirlo”.
Cómo afecta y cuáles son las dificultades para
desintoxicarse
¿Cuál es la realidad
práctica y verídica de la advertencia que pronunció Moisés ante al pueblo
hebreo, “mas si así no lo hacéis, he aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestro pecado os alcanzará” (Nm. 32:23)? Que el pecado, de una manera u otra,
tiene consecuencias. A mayor gravedad, mayor es la consecuencia. Faraón
desobedeció a Dios y ya sabemos las plagas que cayeron. El rey David adulteró y
fue el causante de la muerte del marido de esa mujer, y tanto él como Israel
pagaron las consecuencias. Tristemente, muchos cristianos piensan que, como sus
pecados no son comparables como los citados, no tienen importancia. Por eso
creen que no hay problemas en una “mentirijilla”, “en una pequeña mirada
lasciva”, “en un pequeño arrebato de ira”, etc. Y ahí se equivocan. Tanto para
el alma propia como ante los ojos de Dios, tiene un valor negativo.
Se le conceda mayor o menos importancia a la
pornografía, es un pecado que, sin duda alguna, termina “alcanzando” a la
persona. Sus consecuencias son claras y manifiestas, marcando el carácter
interno. Conocerlas en detalle y cómo afectan te ayudarán a encontrar la
solución:
1) Afecta al cerebro:
Aquí dejo el estudio científico publicado por “Archives
of General Psychiatry”: “La diferencia
con respecto a practicar sexo, es que el porno produce una especie de
´inundación` de dopamina[2]. [...] al producirse esta descarga, el
organismo necesita volver a producirlas nuevamente, por lo que promueven la
repetición de esta conducta, lo que puede convertirse en un círculo vicioso que
lleve al individuo a perder la capacidad de gobernar su propio cuerpo. El
cerebro, mientras tanto, reduce su actividad en los centros de recompensa.
Cuanta más cantidad de pornografía ve, menos actividad. [...] Esto es, nos
ofrece una razón de peso para volver a ver más pornografía. ´Los cerebros
responden al cambio químico. Cuando se libera la dopamina y hay una sensación
de placer, el cerebro primitivo envía el mensaje a repetir el comportamiento de
la sensación deseada`, explica Joe Schrank, especialista en adicciones. [...] En
otro estudio llevado a cabo por el Instituto Max Planck (Alemania), los
investigadores descubrieron que el volumen del cuerpo estriado del cerebro
disminuía cuanto más porno veían. ´Hemos encontrado un importante vínculo
negativo entre el acto de ver pornografía varias horas a la semana y el volumen
de materia gris en el lóbulo derecho del cerebro, así como la actividad de
la corteza prefrontal`, explicaban los autores del estudio”[3].
Aquí queda clara la razón por la cual la persona que
ve pornografía “necesita” volver a verla y los efectos que produce en la
química del cerebro, junto a la pérdida de dominio propio. El que dice: “si
quisiera dejar de verla, lo haría”, se está engañando a sí mismo.
2) Afecta al organismo:
Como los mismos sexólogos
y médicos advierten, las consecuencias a medio y largo plazo en la vida sexual
de muchas de personas son catastróficas. Puesto que el cerebro se acostumbra a unas sensaciones de placer y de
dependencia tan altas como las que acarrean las drogas, cuando se llega a una
relación sexual normal basada en el cariño, la ternura, la empatía y la pasión
conyugal sana –ajena a cualquier tipo de perversión sexual-, el individuo no
logra exitarse. Es tan grave que puede producir
impotencia en el caso de los hombres y a frigidez en las mujeres. Es
como si al organismo le resultara “insuficiente”, “poca cosa” y “aburrido” el
sexo normal. El auge en la venta de productos “sex-shop” se debe en parte a
esto: la necesidad de llevar a la realidad fantasías enfermizas que se basan
en la pornografía, para así alcanzar lo que no se logra de manera natural.
3) Afecta a las relaciones sentimentales:
No solo repercute en términos físicos, sino también
sentimentales. La persona no se siente plena ni satisfecha en ninguna relación
emocional, al vivir en un mundo de fantasía donde cree que siempre habrá
alguien que le puede ofrecer más en todos los aspectos. Por añadidura:
- Tanto hombres como mujeres se sienten desplazados al
creer que no están a la altura de los físicos “perfectos” que aparecen en la
ficción pornográfica.
- El que contempla esas imágenes, deja de sentirse
atraído físicamente por su pareja al ser ésta menos “perfecta”.
- Insensibiliza, donde lo que prima es el instinto animal, separando el sexo del
amor y el compromiso.
- Destruye la confianza de la pareja y el amor.
- Se mira a las personas como meros instrumentos y
juguetes sexuales para el propio placer. Este es el origen de muchos encuentros
de una noche basados en el aquí te pillo,
aquí te mato, tan vacío como efímero.
- Todo se banaliza, donde lo que importa no es dar y
recibir amor de forma recíproca, sino qué
puedo recibir a cambio y en este
preciso instante.
4) Distorsiona la imagen del hombre y de la mujer:
Crea la falsa idea que de que la virilidad del hombre
depende de sus atributos físicos y de su potencia
sexual. Por el lado de la mujer, se la degrada al hacer una representación de
que su deseo sexual es continuo y siempre está dispuesta a mantener relaciones
sexuales cuando el hombre quiere (representado así una imagen sumisa), sin
necesidad de afecto, y donde lo principal es la búsqueda del orgasmo, y siempre
simultáneamente.
Estos planteamientos hacen mucho daño, especialmente
entre los más jóvenes, ya que creen erróneamente que esa es la realidad, y que,
cuando lo reseñado no se cumple en la vida real, es que algo está mal o, al
menos, fallando.
Una vez que hemos analizado qué dificultades se va a
encontrar la persona que quiere dejar de ver pornografía –principalmente para
hacer la voluntad de Dios, y no tanto porque tenga una adicción-, veamos qué
tiene que hacer.
Continuará en Dile
“hasta nunca” a la pornografía.
[2] Dopamina: se trata de una sustancia producida por el propio cuerpo humano. Es un neurotransmisor que está presente en diversas áreas del cerebro y que es especialmente importante para la función motora del organismo. La dopamina cumple muchas funciones y maneja muchas actividades importantes en el cuerpo humano como el comportamiento, la cognición, las actividades motoras, las motivaciones, el placer, el sueño, el humor y diferentes aspectos relacionados con la atención y el aprendizaje. Pero también es un neurotransmisor relacionado con las adicciones.
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