Venimos de aquí: Dile “hasta
nunca” a la pornografía (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/05/6-dile-hasta-nunca-la-pornografia.html).
Para finalizar esta serie, hablemos de los últimos
pasos para romper para siempre con la pornografía. Te recuerdo lo mismo que
señalé al comienzo del anterior escrito: relee tus propias notas cada poco
tiempo como refuerzo, ya que la memoria y la voluntad son débiles.
¿Contarlo o no contarlo?
Algo que me ha
llamado especialmente la atención entre los testimonios que he leído de
cristianos y personas en general afectadas por esta cuestión es que todos, sin
excepción alguna, recomiendan encarecidamente compartir dicho secreto con una
persona de confianza. Los expertos apuntan en la misma dirección, ya que
consideran que no es un tema que se pueda manejar solo.
Tomando en
consideración lo que expliqué en el primer artículo –que lo fácil es ser
condenado, estigmatizado y acusado de falso cristiano-, doy por hecho de que
revelar tal pecado no tiene que ser nada fácil y, la vez es un riesgo para el
que lo hace, que se expone a que algún desalmado lo desvele a otros. Por esto
quiero citar a Oghosa Ovienroba, que
desde los 14 años veía pornografía y que confesó públicamente su problema en youtube, convirtiéndose en una heroína
para muchos adictos a la pornografía. Ella dice que, lo más importante, fue
hablar con un amigo de su problema y que fue lo más parecido a una liberación[1].
Leí a un ex-adicto
decir que no conocía a ninguna persona que haya sanado por sí solo, y que, el
que desea hacerlo de esa manera, será aniquilado por Satanás. No pongo en duda
sus palabras, pero, tal y como las dice, el afectado se puede sentir presionado
a contarlo. Y yo no soy partidario de imponer nada. Si es tu caso, siéntente
con libertad. El hecho de que lo cuentes no es una obligación. Recuerda que la
decisión es únicamente tuya. Y si lo haces no tienes que ser públicamente.
También ten cuidado con los que te citan las palabras de Santiago “confesaos
vuestras ofensas unos a otros” (Stg.
5:16) para decirte que tienes que confesar tus pecados
en general ante un hombre en particular, ya que el pasaje se refiere a
“confesarle” a una persona el pecado que has cometido contra ella, o viceversa,
sin más.
Teniendo esto en mente, hay que tomar en estima las
palabras que Oghosa y muchos como ella: parece que la confesión “ante un amigo del mismo sexo, que sea de
confianza, maduro y con empatía” es completamente liberadora y terapéutica. Al
igual que cuando se desahoga el corazón al estar éste cargado por cualquier
otra razón, expresar con palabras lo que sucede en tu interior te ayudará a
descansar y a despojarte de la más que posible angustia emocional y espiritual
que te corroe.
Involucra
directamente a Dios en la solución
El hecho de que haya dejado a Dios aparentemente a un
lado en la resolución no significa que no le conceda importancia; todo lo
contrario. Es la ESENCIA, la BASE y la RAÍZ de la solución. Jesús mismo fue
tajante al respecto sobre cualquier área de la vida: “separados de mi NADA podéis hacer” (Jn. 15:5).
Sabiendo esta realidad, vayamos terminando con el
testimonio que he ido transcribiendo aquí y allá a lo largo y ancho de estos
artículos, el de Joe Sensenom:
“Soy un joven
muy débil y me pregunto muchas veces: ‘¿por qué soy tan débil? ¿por qué a la
hora de luchar no tengo la fuerza para resistir los ataques del enemigo?’ Pero
creo que he encontrado la respuesta, y es porque no deposito todas mis cargas y
preocupaciones en las manos de Dios. Es decir, quiero luchar, y lucho, pero
apenas recibo un ataque y ya he caído en el pecado. ¿Por qué me ocurre esto?
Porque cometo el error de querer luchar yo solo, sin nadie, sin Dios, yo contra
el enemigo. Suena muy valiente, pero es lo más estúpido que he podido hacer.
Esta batalla solo la puede ganar Dios, cuando yo le deje todas mis cargas y
toda mi debilidad a Él. Los pensamientos siempre vendrán, y las tentaciones,
pero hay que poner barreras y no caer en el pecado. Es una batalla muy difícil
y muy complicada, pero no imposible. [...] No estás solo en esta batalla. Dios
es el Rey de los ejércitos, y esta batalla solo la puedes ganar si dejas que
Dios la lidere”[2].
El director de orquesta de la sinfonía de tu vida debe
ser directamente Dios. A partir de ahora, Él y solo Él debe tu plena
satisfacción emocional y espiritual. Ni la pornografía, ni la lujuria, ni el
diablo, ni la tentación, ni la debilidad, ni el pecado (tus ídolos presentes),
sino Él. Por mucho que dejes todo lo malo y creas haber salido de la prisión en
la que estabas encarcelado, si no dejas que sea para ti el verdadero SEÑOR,
tarde o temprano, todo volverá a ser como antes, incluso peor: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre,
anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi
casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y
toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer
estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero” (Lc. 11:24-26).
Si una persona “barre” su vida y la limpia de toda la
inmundancia de las tinieblas, pero no la “redecora” con la vida del Espíritu,
la oscuridad regresará reclamando su hogar, y lo hará con mayor virulencia si
cabe que la vez anterior. Dejar la
pornografía y no incluir a Dios en el cambio, está condenado irremediablemente
al fracaso.
Algunos –incluso muchos-, creerán que esto significa
volcarse aún más en actividades religiosas, tengan o no éstas un verdadero
sentido cristiano y bíblico del concepto. Pero, como ya vimos, en muchos casos,
esto no resuelve el problema: por eso hay muchas personas centradas en hacer
todo tipo de obras cristianas y/o eclesiales al mismo tiempo que están
enfrascadas en el pecado. Parece que están cerca de Dios pero ellos mismos
saben que no es así. Por otro
lado, esto se puede convertir en una
carga, en un legalismo, en un “hago cosas para no pensar y así librarme de la
tentación”. Y ahí reside un gran error porque sustituye una losa por otra,
aunque sea más sana.
Tampoco consiste en poner un disco con música
“cristiana” a todo volumen para usarla como un mantra repetitivo y así entrar en una especie de estado de trance o buscando ahogar y
bloquear los pensamientos.
Lo que debe el cristiano es:
- Tomar de las verdades eternas e inmutables de Dios: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt. 24:35).
- Escudriñar las Escrituras para asimilar dichas
promesas: “Escudriñad las Escrituras;
porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las
que dan testimonio de mí” (Jn. 5:39).
- Saber que Él tiene el control sobre todo lo que nos
acontece en la vida: “¿No se venden cinco
pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de
Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos”
(Lc. 12:6-7).
- Tomar conciencia de su continua presencia: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo” (Mt. 28:20).
- Sentirte libre para hablarle con total naturalidad e
intimidad: “Orad sin cesar. Dad gracias
en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:17-18).
- Tomar conciencia de
que Él derrotó a la muerte por nosotros: “Sorbida es la muerte en victoria.
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Co. 15:55).
- Vivir en santidad: “en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz” (Ef. 5:8).
- Descansar en la certeza de la vida eterna que
tendremos a Su lado: “Estas cosas os he
escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis
que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Jn. 5:13).
- Descansar en la paz de Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No
se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn. 14:27).
Por lo tanto, no
consiste en llevar a cabo más tareas, sino en tener una relacion más viva y
real con Él, donde creas Su Palabra, dejando que te hable a tu vida a través de
ella.
Espero que todo lo
que hemos visto a lo largo de estos siete artículos te ayuden a la hora de concretar la manera de salir del atolladero
en el que te encuentras sumido. ¡Sé libre!
* Si necesitas más ayuda, te remito a estos tres
artículos que profundizan en la solución, y que he omitido para no repetirme: Sanidad & Hábitos y concupiscencias
(http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/09/74-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html);
Un
muro contra la lujuria (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/09/75-un-muro-contra-la-lujuria.html);
La
transformación & Libres de la esclavitud
(http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/10/la-transformacion-libres-de-la.html).
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