[2] Dopamina: se trata de una sustancia producida por el propio cuerpo humano. Es un neurotransmisor que está presente en diversas áreas del cerebro y que es especialmente importante para la función motora del organismo. La dopamina cumple muchas funciones y maneja muchas actividades importantes en el cuerpo humano como el comportamiento, la cognición, las actividades motoras, las motivaciones, el placer, el sueño, el humor y diferentes aspectos relacionados con la atención y el aprendizaje. Pero también es un neurotransmisor relacionado con las adicciones.
lunes, 16 de mayo de 2022
5. Pornografía: algunas dificultades para superar su consumo
Venimos de aquí: Una sociedad que
incita a la pornografía & Padres que no educan a sus hijos (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/05/4-una-sociedad-que-incita-la.html).
Hasta aquí, hemos analizado lo que supone el consumo de
pornografía para cualquier persona –especialmente si se considera cristiano-,
dónde se encuentra la verdadera raíz del problema, y las diversas maneras en
que ha calado entre la juventud, al formar ya parte de la sociedad. Ahora
veremos algunas dificultades concretas con las que se va a encontrar sí o sí
la persona que quiere dejar de pecar y liberarse de esta lacra.
¿Eres tú el adicto?
Si has llegado hasta aquí, posiblemente es porque participas
en el sexo virtual y/o ves pornografía, sea mucha o poca, de forma continua o
esporádica, seas adicto o no. Ya conoces cómo empezó todo y qué te llevó a
verla, aunque los detalles concretos de tu historia solo los conoces tú. Ahora
toca buscar la solución, si es que ese es tu deseo, empezando por ser sincero
contigo mismo, como en el caso de Joe Sensenom: “He estado enganchado a la pornografía desde mi adolescencia, y os
puedo asegurar que ha sido, y está siendo mi mayor batalla. Llevo mucho tiempo
luchando, y el enemigo solo ha querido pisotearme, desgarrarme y destruirme.
Sabe que soy un hijo de Dios, y que mi mayor deseo es seguir a Cristo y
compartir el amor que me da, con las personas que me rodean”[1].
Por norma general, aunque suene sorprendente, un
cristiano-visualizador de este tipo de imágenes sexuales, manifiesta una
especie de doble personalidad. ¿Qué quiero decir con esto? Que es capaz de
actuar con total sinceridad y honestidad como cristiano en todas las esferas de
su vida, pero, en lo que respecta al pecado, ser un consumidor de pornografía.
Puede sentirse limpio espiritualmente y, pocos minutos después de caer,
extremadamente sucio. Toda una dicotomía. Cuando se enfrasca en el pecado –sea
durante horas o apenas unos minutos- es como si su conciencia se adormeciera,
dando paso a la naturaleza pecaminosa. Esto le suele acarrear durante mucho
tiempo sentimientos de culpa, pero éstos menguan considerablemente cuando se
acostumbra a esta doble moral. Incluso el asco, el arrepentimiento y el dolor
pueden llegar a desaparecer.
Aunque sea así, también es cierto que, el individuo,
progresivamente, se aleja de Dios. Quizá no externamente
–puesto que puede seguir participando de actividades más o menos religiosas o
consideradas “cristianas”-, pero sí internamente:
deja de orar o lo hace muy brevemente, se siente incómodo cuando le hablan de
la Palabra de Dios, deja de leerla, etc.
En los momentos de lucidez, la realidad en la propia
conciencia es la que reconoce Joe: “La pornografía es como una droga: primero
te atrae, después te engancha, te trastorna, te cambia por dentro, te hace más
débil, te discapacita, y finalmente te destruye. Es duro decir que soy un hijo
de Dios cuando estoy enganchado a tal pecado. Es duro de oír, duro de leer,
pero más duro es vivirlo”.
Cómo afecta y cuáles son las dificultades para
desintoxicarse
¿Cuál es la realidad
práctica y verídica de la advertencia que pronunció Moisés ante al pueblo
hebreo, “mas si así no lo hacéis, he aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestro pecado os alcanzará” (Nm. 32:23)? Que el pecado, de una manera u otra,
tiene consecuencias. A mayor gravedad, mayor es la consecuencia. Faraón
desobedeció a Dios y ya sabemos las plagas que cayeron. El rey David adulteró y
fue el causante de la muerte del marido de esa mujer, y tanto él como Israel
pagaron las consecuencias. Tristemente, muchos cristianos piensan que, como sus
pecados no son comparables como los citados, no tienen importancia. Por eso
creen que no hay problemas en una “mentirijilla”, “en una pequeña mirada
lasciva”, “en un pequeño arrebato de ira”, etc. Y ahí se equivocan. Tanto para
el alma propia como ante los ojos de Dios, tiene un valor negativo.
Se le conceda mayor o menos importancia a la
pornografía, es un pecado que, sin duda alguna, termina “alcanzando” a la
persona. Sus consecuencias son claras y manifiestas, marcando el carácter
interno. Conocerlas en detalle y cómo afectan te ayudarán a encontrar la
solución:
1) Afecta al cerebro:
Aquí dejo el estudio científico publicado por “Archives
of General Psychiatry”: “La diferencia
con respecto a practicar sexo, es que el porno produce una especie de
´inundación` de dopamina[2]. [...] al producirse esta descarga, el
organismo necesita volver a producirlas nuevamente, por lo que promueven la
repetición de esta conducta, lo que puede convertirse en un círculo vicioso que
lleve al individuo a perder la capacidad de gobernar su propio cuerpo. El
cerebro, mientras tanto, reduce su actividad en los centros de recompensa.
Cuanta más cantidad de pornografía ve, menos actividad. [...] Esto es, nos
ofrece una razón de peso para volver a ver más pornografía. ´Los cerebros
responden al cambio químico. Cuando se libera la dopamina y hay una sensación
de placer, el cerebro primitivo envía el mensaje a repetir el comportamiento de
la sensación deseada`, explica Joe Schrank, especialista en adicciones. [...] En
otro estudio llevado a cabo por el Instituto Max Planck (Alemania), los
investigadores descubrieron que el volumen del cuerpo estriado del cerebro
disminuía cuanto más porno veían. ´Hemos encontrado un importante vínculo
negativo entre el acto de ver pornografía varias horas a la semana y el volumen
de materia gris en el lóbulo derecho del cerebro, así como la actividad de
la corteza prefrontal`, explicaban los autores del estudio”[3].
Aquí queda clara la razón por la cual la persona que
ve pornografía “necesita” volver a verla y los efectos que produce en la
química del cerebro, junto a la pérdida de dominio propio. El que dice: “si
quisiera dejar de verla, lo haría”, se está engañando a sí mismo.
2) Afecta al organismo:
Como los mismos sexólogos
y médicos advierten, las consecuencias a medio y largo plazo en la vida sexual
de muchas de personas son catastróficas. Puesto que el cerebro se acostumbra a unas sensaciones de placer y de
dependencia tan altas como las que acarrean las drogas, cuando se llega a una
relación sexual normal basada en el cariño, la ternura, la empatía y la pasión
conyugal sana –ajena a cualquier tipo de perversión sexual-, el individuo no
logra exitarse. Es tan grave que puede producir
impotencia en el caso de los hombres y a frigidez en las mujeres. Es
como si al organismo le resultara “insuficiente”, “poca cosa” y “aburrido” el
sexo normal. El auge en la venta de productos “sex-shop” se debe en parte a
esto: la necesidad de llevar a la realidad fantasías enfermizas que se basan
en la pornografía, para así alcanzar lo que no se logra de manera natural.
3) Afecta a las relaciones sentimentales:
No solo repercute en términos físicos, sino también
sentimentales. La persona no se siente plena ni satisfecha en ninguna relación
emocional, al vivir en un mundo de fantasía donde cree que siempre habrá
alguien que le puede ofrecer más en todos los aspectos. Por añadidura:
- Tanto hombres como mujeres se sienten desplazados al
creer que no están a la altura de los físicos “perfectos” que aparecen en la
ficción pornográfica.
- El que contempla esas imágenes, deja de sentirse
atraído físicamente por su pareja al ser ésta menos “perfecta”.
- Insensibiliza, donde lo que prima es el instinto animal, separando el sexo del
amor y el compromiso.
- Destruye la confianza de la pareja y el amor.
- Se mira a las personas como meros instrumentos y
juguetes sexuales para el propio placer. Este es el origen de muchos encuentros
de una noche basados en el aquí te pillo,
aquí te mato, tan vacío como efímero.
- Todo se banaliza, donde lo que importa no es dar y
recibir amor de forma recíproca, sino qué
puedo recibir a cambio y en este
preciso instante.
4) Distorsiona la imagen del hombre y de la mujer:
Crea la falsa idea que de que la virilidad del hombre
depende de sus atributos físicos y de su potencia
sexual. Por el lado de la mujer, se la degrada al hacer una representación de
que su deseo sexual es continuo y siempre está dispuesta a mantener relaciones
sexuales cuando el hombre quiere (representado así una imagen sumisa), sin
necesidad de afecto, y donde lo principal es la búsqueda del orgasmo, y siempre
simultáneamente.
Estos planteamientos hacen mucho daño, especialmente
entre los más jóvenes, ya que creen erróneamente que esa es la realidad, y que,
cuando lo reseñado no se cumple en la vida real, es que algo está mal o, al
menos, fallando.
Una vez que hemos analizado qué dificultades se va a
encontrar la persona que quiere dejar de ver pornografía –principalmente para
hacer la voluntad de Dios, y no tanto porque tenga una adicción-, veamos qué
tiene que hacer.
Continuará en Dile
“hasta nunca” a la pornografía.
lunes, 9 de mayo de 2022
4. Una sociedad que incita a la pornografía & Padres que no educan a sus hijos
Venimos de aquí: ¿Tiene un perfil concreto el
consumidor de pornografía? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/05/3-tiene-un-perfil-concreto-el.html).
Esta noticia –y todo lo que vamos a ver en los
siguientes párrafos- resulta estremecedora y debería hacer saltar la alarma a
los padres que piensan que “mi hijo no sabe nada sobre la pornografía ni le
afecta”: “La Policía Nacional ha
identificado a más de 100 menores
de edad que habían publicado en redes sociales vídeos
autoproducidos de contenido sexual en el primer macrooperativo contra la difusión de material de contenido
sexual infantil autoproducido. Las imágenes corresponden a menores de entre 2 y 13 años de edad y los
motivos de publicación, entre los más mayores, eran la búsqueda de seguidores para sus canales de
Youtube y más likes en sus publicaciones”[1]. Es decir: se habían grabado a sí mismos de
forma libre y voluntaria. Como señaló Cecilia
Carrión Tapia, inspectora e integrante del Grupo III de Protección del Menor de
la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, “los padres no podían creer que su hijo estaba en
los vídeos sexuales que les enseñábamos. Se asombraban. Creían que
tenían el control y que lo estaban haciendo bien. Estaban desnudos, se filmaban
con objetos, en el dormitorio o en el baño. No se trataba de contenido erótico,
de posturas provocativas. Era contenido sexual”[2].
¿Por qué lo hacen?
Muy sencillo de explicar: los niños imitan lo que ven en los adultos, ni más ni
menos. Si ellos ven que “los mayores lo consideran bueno y que obtienen
beneficios (halagos)”, hacen lo mismo para lograr los mismos resultados.
Una sociedad, que ha
normalizado ciertas actitudes, no tiene ninguna autoridad moral para decirle a
los jóvenes que no hagan lo que ellos hacen de adultos.
Una sociedad
que incita a la pornografía
Sigamos con las palabras de Joe Sensenom, cristiano adicto a la pornografía, cuyo testimonio
ya comenzamos a transcribir en el artículo anterior:
“Un joven de
hoy en día está muy expuesto a las tentaciones pecaminosas de la lujuria y
deseos sexuales. En los tiempos que corren, todo gira en torno a la sexualidad.
Lo podemos ver en la televisión, en la música, en los bailes, en los anuncios…
prácticamente todo está infectado por la sexualidad mal interpretada por el ser
humano”.
Tal cual. Es una denuncia que uno se cansa de repetir.
La hipersexualización de la sociedad es VOMITIVA. Lo que están haciendo con las
adolescentes, e incluso preadolescentes, es PURA CORRUPCIÓN DE MENORES. En la
misma prensa virtual –que presume de seria- se dedican grandes espacios a cómo tener un amante, cómo ser infiel sin que tu pareja lo descubra,
cómo disfrutar de varias parejas sexuales,
entre infinidad de reportajes deleznables.
Te sientas a comer esperando ver un programa deportivo
y, en los minutos previos al mismo, observas los anuncios donde apelan a los
instintos y a los deseos para vendernos un producto: desde colonias, perfumes y
desodorantes –donde el chico se derrite por la chica y viceversa-, hasta el
champú que provoca delirios sensuales en la ducha. Estás comiendo y aparece
ante la caja tonta una pareja que te
habla de las maravillas de un gel íntimo que les ha cambiado la vida, por no
mencionar el último y revolucionario preservativo. Y así con todo: hoy en día,
cualquier vídeo-clips, película o serie de televisión contiene escenas eróticas
y sexuales.
Habría que añadir los programas donde los
presentadores e invitados se muestran descaradamente desinhibidos, sin pudor
alguno, mostrando prácticamente la totalidad de su anatomía. Por supuesto, los shows del corazón tienen su sección de
desfiles de modelos en lencería, exaltando el físico por encima de todo, donde
el éxito social depende en buena parte del mismo, idea que se inculca desde
prácticamente la infancia.
¿Y qué decir de las actrices cada vez más jóvenes que
no llaman la atención por su actuación sino por cómo de sensual son mostradas?
¿Y qué de esas nenitas que apenas levantan un palmo del suelo que se graban
contoneándose al ritmo del último baile de moda y suben sus vídeos a youtube? ¿O los concursos infantiles de
belleza, donde niñas de entre 7 y 16 años posan maquilladas, en bikini o con
tacones como si fueran mercancía ofreciéndose al mejor postor? Como dijo al
respecto la senadora francesa Chantal Jouanno: “Se disfraza a las niñas como ´golosinas sexuales` en una carrera por
la apariencia, la belleza, la seducción, el culto del yo”[3].
Si alguien se pregunta la razón de que haya chicas
adolescentes que se exhiben por una cámara-web, de que estén deseando cumplir
la mayoría de edad para operarse alguna parte del cuerpo, de que suban a las
redes sociales fotos y selfies con
escotes que les llegan al ombligo, que vistan de forma sexy o tengan actitudes
impropias de su edad –al estilo Lolita-,
o el porqué los chicos muy jovencitos presionan a las chicas para mantener
relaciones sexuales a la mayor brevedad, que sepa que la respuesta es muy
sencilla: es lo que han aprendido desde que eran unos críos tras beber de
multitud de fuentes de información.
En lo que respecta a la pornografía, se señala que el
año 2000 fue el comienzo de la debacle, siendo desde entonces “la educación
sexual del siglo XXI”, y donde los niños ven sexo explícito antes de dar su
primer beso. La doctora y psicóloga Gail Dines dice: “La pornografía puede trastocar a cualquier edad. Conozco
casos de niños de siete años, pero también de señores de 80, influenciados por
su consumo. La industria del porno ficha a los consumidores desde temprana edad
con la intención de mantenerlos enganchados de por vida”[4].
A pasos agigantados, el periodo de la infancia y de
los sanos valores está siendo aniquilado. La sociedad que hemos descrito es
donde vivimos actualmente, la que han construido y moldeando progresivamente aquellos
que viven negando a Dios y están en la oscuridad del pecado, como si fuera la
agenda del mismísimo diablo. Y lo que nos queda por ver...
Los padres se
han visto desbordados
La tecnología ha experimentado en los últimos años un
avance exponencial que no ha ido parejo al avance moral de la sociedad. Más
bien diría que están yendo en sentido opuestos. Mientras que la ciencia
progresa, la ética humana retrocede a pasos agigantados, aunque se venda como progreso, cuando es todo lo contrario.
Esto ha provocado que muchos de los valores que se
están inculcando desde la propia infancia sean perniciosos. La última moda –al
menos hasta el día de hoy- es la nueva cruzada que han iniciado los grupos
LGTBI, al declarar que el sexo biológico es independiente de la identidad
sexual, y que es el niño y la niña los que tienen que elegir qué quieren ser,
como ya analizamos en “La ideología de género: de nuevo el diablo asomando su
cabeza, y ahora, adoctrinando a los niños” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/10/la-ideologia-de-genero-de-nuevo-el.html). Nunca lo reconocerán porque están absolutamente en
tinieblas, pero es una manera de enmascarar y promover la homosexualidad. Por
eso consideran un delito de odio el lema “si tienes pene eres niño y si tienes
vulva eres niña”.
Hoy los niños pueden acceder a toda la información que
deseen desde sus tablets y teléfonos móviles –los cuales poseen desde los 10 u
11 años-, y que manejan con una soltura mayor que la de muchos adultos. El
problema es que parte de esa información es monstruosa. Esta situación se ha
convertido en un verdadero problema, puesto que es una coyuntura para la cual
los padres no han sido preparados, ya que es novedosa. La sobrestimulación
sexual que reciben sus hijos por todas partes no tienen ni punto de comparación
con la que ellos tuvieron.
Esto hace que los padres estén desbordados y no sepan
cómo actuar, por lo que cometen el mayor de los errores: inhibirse. La inmensa
mayoría de ellos no saben qué ven sus hijos en Internet, en las redes sociales,
en los chats, etc. Han dejado la educación –incluso la sexual- en manos de
grupos que se mueven por la máxima de “hago lo que quiero, cuando quiero, como
quiero y porque quiero”, bajo la tesis de que en el pasado estaban reprimidos y
hay que modernizarse. Libertinaje puro y duro. Las consecuencias en el tiempo
presente son muy claras: las personas –y más los críos- ya no saben distinguir
entre qué está bien y qué está mal, ya que se mueven por impulsos y una ajena
ética liberal, aunque ellos crean que es propia, pensando que nadie los
manipula, sino que son maduros y libres.
En definitiva, la teología
del mismísimo Lucifer. El mismo cuento de siempre con el que sigue engañando a
la humanidad, y que aquellos que siguen sus principios no heredarán el reino de
Dios (cf. Gá. 5:21; 1 Co. 6:10).
Sabiendo esto, cito nuevamente parte de las palabras
de Joe Sensenom: “Probablemente si eres
padre o madre podrás pensar: ´mi hijo o hija nunca será así, o nunca estará
enganchado a la pornografía o con problemas de masturbación`. Tengo una mala noticia, probablemente mis
padres pensaron lo mismo de mí y tristemente se equivocaron. [...] El enemigo ha trastornado, ha cambiado el
sentido, de uno de los mayores regalos que nos ha dado Dios, dentro del
matrimonio -repito, dentro del matrimonio. El sexo no es más ni menos que un
regalo de Dios, porque a través de esta unión, de esta relación, entre un
hombre y una mujer, Dios nos da nuestra descendencia. Pero, ¿qué pasa? Que el
enemigo ha decidido utilizar ese regalo y tergiversarlo para convertirlo en
algo totalmente diferente. Si eres padre o madre y estás leyendo esto, por
favor cuida a tu hijo o hija de todo esto: de la pornografía, de las películas
con escenas de sexo, de la música que escuchan, de las amistades que tiene…
Cuídale y estate atento o atenta a estas cosas”.
Padres: educad
a vuestros hijos sobre sexualidad
Cuando leo comentarios tan mezquinos como estos me
hierve la sangre: “El que no quiera que
su hijo vea todo tipo de porno en internet con 11 (si no es en casa será en la
del vecino ), haga botellón con 12 y esté en el paro con 30, mejor que no los
tenga, no se pueden poner puertas al campo y los mundos de yuppi son en la televisión”.
Son palabras propias de licenciosos que tienen “el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la
ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después
que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con
avidez toda clase de impureza. [...] en los cuales el dios de este siglo cegó
el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (Ef.
4:18-19; 2. Co. 4:4).
A los padres que aborrecen como yo este tipo de
“razonamientos”, y que aún están a tiempo, les digo: antes de que sea demasiado
tarde –que es lo que tristemente suele suceder-, deben ponerse las pilas YA y
educar sin miedo ni vergüenza a sus hijos en lo concerniente a la sexualidad,
puesto que el sexo es un regalo de Dios y no hay maldad intrínseca en ella. Y
sí, hablarles también de lo que significa la pornografía antes de que la
descubran por ellos mismos y su mente comience a ser corrompida bajo la
información y mentalidad de hombres perversos. Mostrad con claridad cómo
tergiversa la naturaleza humana y ataca los principios más básicos de la
dignidad del hombre y la mujer.
Esto incluye tomar medidas para controlar lo que ve a
través del móvil y del ordenador. No puede ser que solo el 12% de los padres sepan lo que sus hijos se traen
entre manos, cuando el 32% de los adolescentes admite haber accedido
intencionadamente a contenidos pornográficos online, de los
cuales el 43% lo hace de forma sistemática[5].
En el Reino Unido y
en Francia se han aprobado controles de verificación el acceso al porno en
menores de edad. Como ha señalado el presidente de la República, Emmanuel
Macron, si “no llevamos a un niño de 13 años a un sexshop, tampoco podemos
permitir que en el mundo digital valga todo”[6]. Pero
mientras esto llega a España y al resto de países, hay proveedores de Internet que permiten la opción de
bloquear el acceso a estos contenidos. Usad la tecnología en beneficio del
menor, y explicarle el porqué lo hacéis, ya que muchos lo verán como una
prohibición y una manera de coartarles sus libertades. Recordad que vosotros
sois los padres, no ellos.
Omitir el asunto o negarlo no sirve de nada. No
podemos ser como las avestruces, que cuando ven el problema meten la cabeza
debajo de tierra pensando que así pasarán todos los males.
Continuará en Pornografía:
algunas dificultades para superar su consumo.
lunes, 2 de mayo de 2022
3. ¿Tiene un perfil concreto el consumidor de pornografía?
Venimos de aquí: Pornografía: hombres, mujeres,
adolescentes y niños que la consumen (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/04/2-pornografia-hombres-mujeres.html).
Como no es lo mismo que te cuenten cómo fue un
accidente de tráfico que contemplarlo con los mismos ojos, tampoco es igual
ojear estadísticas sobre adictos que leer testimonios de aquellos que lo son.
Lo primero son puras matemáticas, datos fríos sin más, que no muestran a las
personas que hay detrás de los números. Por eso me ha impactado leer la
historia de un estudiante veinteañero llamado Joe Sensenom (aunque deja
entrever que es un seudónimo, no lo puedo asegurar), y que se confiesa como
cristiano. Usaré su testimonio en distintas partes para ampliar diversas ideas[1]:
- “Me gusta la
música, estar con mis amigos, pasear; la fotografía y el vídeo son mi pasión.
He sido criado en un ambiente familiar estructurado y con valores cristianos.
Desde pequeño he ido a la iglesia, a campamentos cristianos, encuentros,
campañas de evangelización, etc. Acepté al Señor como mi Dios y Salvador de
niño, y me bauticé unos años después, en mi adolescencia. Mi vida no ha sido un
caminito de rosas, pero he podido ver y sentir el poder de Dios. Ahora ya me
conoces un poco más. Me considero un joven cristiano normal, pero no todo es
perfecto o bonito. En realidad, estoy aparentemente limpio por fuera… pero
realmente sucio por dentro. Si eres joven, o has pasado por la época de la
juventud, ya sabes de lo que hablo”.
Con lo único con lo que difiero es con su última
frase, aunque entiendo que, por su edad, crea que solo afecta a su generación,
cuando esta adición no entiende de edades, como otros estudios demuestran, que
incluyen incluso a pastores: “The Barna
Group [...] en base a un estudio online que incluyó a 432 pastores adultos y
338 pastores jóvenes [...] revela que el 57% de los pastores adultos admitieron
luchar actualmente o haberlo hecho en el pasado contra este tipo de consumo. Un
porcentaje que sube al 64% de los pastores jóvenes. El 14% de los líderes de
mayor edad dijeron que actualmente están aún sumergidos en este mal, porcentaje
que llega al 21% de los líderes de menor edad. Más de uno de cada 10 pastores
jóvenes describieron su lucha con la pornografía como una adicción y uno de
cada 20 pastores adultos también la consideran así. [...] El 86% de los
pastores que lo practican afirman sentir mucha vergüenza por esto y el 55%
viven en el constante temor de ser descubiertos”[2]. Por lo tanto, no es algo que afecte únicamente a los
jóvenes.
¿Tiene un perfil concreto el consumidor de pornografía?
Me llama la atención la descripción que hace Joe de sí
mismo. Solemos tener la idea de que el consumidor de pornografía es una persona
introvertida, solitaria, antisocial, ensimismada, evasiva, sin aficiones ni
amigos, y encerrado en un cuarto oscuro con olor a podredumbre las veinticuatro
horas del día. Aquí vemos que dicho estereotipo se derrumba y que no estamos
hablando de un asesino en serie que puede tener un perfil muy definido.
He leído a algunos autores que señalan que las causas
que conduce a las personas hacia la adicción a la pornografía son:
- Sentimientos de soledad y aislamiento.
- Sentimientos de ira, ansiedad y frustración.
- Sentimientos de odio hacía sí mismas.
- Depresión.
- Falta de autoestima.
- Falta de habilidades sociales.
- Heridas emocionales sin resolver de la infancia.
- Hambre de amor y de afecto.
- Anhelo de contacto físico.
- Haber sido víctima de maltratos físicos y/o
emocionales.
- Insatisfacción sexual en el matrimonio.
- Falta de amigos, de metas en la vida y aburrimiento
generalizado.
Según estos
escritores, la pornografía proporciona una vía de escape a todas estas
experiencias y emociones negativas. Para llegar a estas
conclusiones, se basan principalmente en la experiencia que ellos mismos o
conocidos sufrieron. Es cierto que hay individuos que se evaden de sus
problemas con este vicio, pero tales conclusiones tajantes son imparciales e incompletas,
ya que se sustentan en lo que pasaron algunas personas (incluso muchas), por lo
que dichas afirmaciones contienen varios errores:
a) Sería como decir
que todos los violadores fueron violados y que por eso repiten el mismo patrón
de conducta, o que fueron miembros de familias disfuncionales o
desestructuradas. ¿Qué habrá casos que sí? Por supuesto, pero generalizar es
caer en el recurso sencillo. Este tipo de razones de fondo ya las analizamos en
Origen
y desarrollo del deseo sexual & Lujuria y pornografía (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/origen-y-desarrollo-del-deseo-sexual.html), donde también
vimos algunas de las razones que pueden llevar a una persona a sentir atracción
hacia determinadas perversiones.
b) Omiten al resto que nunca ha tenido grandes traumas
en el pasado ni tienen deficiencias emocionales llamativas en el presente.
c) Conlleva implícita y explícitamente el peligro de
que el afectado justifique su propia conducta pecaminosa amparándose en las circunstancias negativas de su vida o
en lo que terceras personas le hicieron.
d) Basta con leer los testimonios de muchos adictos
para comprobar que sufren todo eso por consumir pornografía, y no al contrario.
La verdadera
raíz del problema
Ya hemos visto que
las motivaciones que algunos señalan como causantes del consumo de pornografía
es un error de base y una manera de querer
reducirlo todo a una simple fórmula, dejando de lado aspectos igual o más
importantes, como son:
1) En primer lugar y por encima de todo: la naturaleza caída del ser humano, siendo
la única característica en común de todo aquel que ve pornografía. Esta es una
de las doctrinas fundamentales de toda la Biblia y que hizo necesaria la muerte
expiatoria de Cristo en la cruz: “por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. [...] Por
tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Ro. 3:23; 5:12). Cuando la persona se deja dominar por su
naturaleza caída, se manifiesta irremediablemente lo malo del corazón: “Porque del corazón salen los malos pensamientos,
los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mt. 15:19). El mal está en
el interior. Por lo tanto, las
“causas/circunstancias” citadas líneas atrás son “disparadores”, “detonantes” y
“agravantes”, pero nunca la raíz del problema. ¿Hay que tratarlos? Si son
evidentes, claro que sí. Pero recordemos que la primera y última causa está
situada en la naturaleza caída del
corazón humano, y es en ésta sobre la cual hay que centrar principalmente
la solución.
2) La realidad de la sociedad global donde vivimos, y
en la cual los mismos padres se han visto desbordados, como analizaremos en el
siguiente artículo.
Por lo tanto, en este tema, hay de todo un poco, por
lo que no podemos caer en el encasillamiento y en la simplificación excesiva de
lo que es complicado (reduccionismo). La pornografía afecta a personas de todos
los estratos sociales. Los hay con pareja, casados, solteros, viudos y
divorciados. Los hay con mucho o poco tiempo libre. Los hay nerviosos o
tranquilos. Los hay con estudios y sin ellos. Los hay alegres o tristes. Los
hay felices e infelices. Los hay con multitud de hobbies o con pocos. Los hay
con autoestima o sin ella. Los hay mayores y jóvenes. Los hay con habilidades
sociales o sin ellas. Los hay codependientes o completamente independientes. Y
así todo lo imaginable. Lo que tienen en común es que, aunque pueden ser
personas sanas en muchas áreas, ocultan un secreto que es un cáncer en el alma.
Continuará en Una
sociedad que incita a la pornografía & Padres que no educan a sus hijos.
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