lunes, 24 de abril de 2023

11.4. ¿Eres soltero por ser una persona intransigente?

 


Venimos de aquí: ¿Soltero porque siempre estás buscando a alguien mejor? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/01/113-soltero-porque-siempre-estas.html).

Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo: las causas a la solteria que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros: Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree falsos sentimientos de culpa.

En este caso, nos encontramos a personas que están solteras porque son inflexibles en su forma de entender la vida. Tienen una sola visión y esa es la verdadera. Se sienten mal cuando alguien no piensa como ellos, tanto en aspectos meramente humanos como en los concernientes a la espiritualidad y la forma de entender todos y cada uno de los puntos del cristianismo. Y no me refiero a los temas esenciales (Trinidad, salvación por gracia, divinidad de Jesús, resurrección de los muertos, matrimonio entre un hombre y una mujer, etc.), donde deben coincidir sin falta, sino en los secundarios.
Son totalmente inalterables en sus planes. Hay que pensar, opinar, sentir y actuar exactamente como ellos dicen. Aunque no lo digan abiertamente, hay que hacer lo que ellos digan. Continuamente hacen especial énfasis en todo aquello que no están de acuerdo, sea el tema que sea. Prácticamente buscan una pareja que sea un clon de sí mismos.
Es elogiable el individuo que tiene sus creencias personales bien arraigadas y que posea unos valores establecidos cargados de argumentos. Todo ello es señal de madurez. Pero, este concepto, llevado al extremo, los convierte en intransigentes con los demás, especialmente con su posible pareja, ya que siempre estarán pensando que las cosas hay que hacerlas a su manera y nunca estarán satisfechos. En la Biblia nos encontramos con el caso de Raquel, la esposa de Jacob. Ella quería hijos y llegó a decir que si no los tenía prefería morirse (cf. Gn. 30:1). Estaba culpando a su marido. Este, cansado de sus continuas quejas, se enojó contra ella y dijo: “¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?” (Gn. 30:2). Finalmente, el Señor quiso que ella tuviera un hijo, pero aun así no estaba satisfecha: “Añádame Jehová otro hijo” (Gn. 30:24).
¡Qué difícil es lidiar con este tipo de personas! ¡Cuánto más pensar en vivir con alguien continuamente descontento porque las cosas no se hacen como quiere!: “Si estás escuchando constantemente a tu pareja quejarse y preocuparse por la forma en que eres, entonces está involucrado con una ´persona reformadora`. Él o ella también podría ser perfeccionista. De cualquier modo, el compromiso no será agradable y tampoco el matrimonio si se llega hasta ese punto”[1].

Aprendiendo a negociar
Para que esto no ocurra, lo importante es saber negociar, en lugar de mirar con mala cara al otro cuando no piensa o actúa como lo haríamos nosotros. Cuando dos personas se conocen e inician un acercamiento, deben ser conscientes de que ambos proceden de trasfondos personales totalmente diferentes en todos los ámbitos (familiares, laborales y espirituales, e incluso puede que eclesiales). Ambos deben aprender a ceder en distintas áreas dentro de la lógica y la razón. No tiene que ser uno el que trate de imponer sus condiciones al otro. Es algo esencial en la vida y en todo tipo de relación humana. Y ahí cabe todo tipo de cuestiones, desde las grandes a las pequeñas, y más aun cuando están pensando seriamente en convertirse en cónyuges.
Sabiendo que es imposible entrar en el matrimonio sabiendo todas y cada una de las circunstancias que acontecerán en el camino (junto con facetas personales que no se manifiestan completamente durante el noviazgo), y que requerirán de adaptación, veamos una lista concreta de todo lo que se deberá negociar antes y durante el matrimonio. Recuerda que no es lo mismo amar a una persona que convivir con ella y compartir la vida.
Algunas de estas cuestiones pueden parecer nimiedades en primera instancia, pero a la larga nunca lo son, y pueden llegar a convertirse en “las zorras pequeñas que echan a perder las viñas” (Cnt. 2:15). Cada uno expondrá sus preferencias y sus razones. A partir de ahí todo se negociará para llegar a acuerdos intermedios cuando no se coincida:

1.- Espiritualidad: ¿Tendréis devocionales juntos o cada uno se encargará de su propio estudio? ¿Hablaréis el uno con el otro de lo que habéis aprendido? ¿Oraréis juntos o por separado? ¿En qué situaciones lo haréis juntos? ¿Oraréis cuando comáis en lugares públicos o cada uno dará gracias en su ser interior? ¿Quién lo hará en caso de que decidan que sí? ¿Cuáles son los dones de cada uno y cómo pensáis desarrollarlos? ¿Trabajeréis en ese aspecto en común o por separado? ¿Cómo podréis apoyaros el uno al otro en el ejercicio de vuestros dones? En caso de que procedáis de distintas congregaciones, ¿a cuál asistiréis? ¿Qué días asistiréis a los cultos y a otras actividades eclesiales? ¿Los dos pensáis que debéis asistir a las mismas actividades u os concederéis la opción de ir cada uno a la que considere oportuna?

2.- El tiempo y el ocio: ¿Qué idea tenéis del ocio? ¿Qué os gustaría hacer? ¿Dónde os gustaría pasar el tiempo de ocio? ¿Dónde os gustaría ir de vacaciones? ¿Cómo lo resolveréis cuando queráis ir a lugares diferentes? ¿Qué días y qué tiempo tendréis como pareja para practicar intereses compartidos? ¿Qué días y qué tiempo tendréis a nivel individual para practicar intereses diferentes, como pueden ser los hobbies o la lectura? ¿Qué tipo de películas, programas de televisión y música os gustan? Cuando no coincidan los gustos, ¿qué haréis? ¿Tendrá que verlo el otro contigo o podrá dedicarse a tareas que le agraden más? ¿Cómo lo negociaréis? Si las series y películas que ve tu pareja transmiten valores perniciosos que atentan contra la ética cristiana, ¿qué harás? ¿Callarás para evitar conflictos y por mantenerla a tu lado, o hablarás de forma clara y asertiva? ¿Cómo lo resolveréis?

3.- Los familiares y las amistades: ¿Qué costumbres son diferentes entre tu propia familia y la de tu pareja? Si sois de diferentes nacionalidades, ¿habéis tratado las diferencias culturales? ¿Qué tiempo dedicaréis a vuestras respectivas familias? ¿Esperáis que vuestra pareja os acompañe siempre que vayáis a visitar a vuestros familiares? ¿Cuándo los visitaréis juntos y por separado? ¿Dónde pasaréis las comidas clásicas como Navidad y cumpleaños, entre otras? ¿Qué límites pondréis a la hora de recibir consejos de vuestros propios padres y de los suegros? ¿Tenéis amigos en común? ¿Saldréis con ellos? ¿Los invitaréis a casa? ¿Podréis salir por separado con aquellos amigos que no tenéis en común? ¿Lo permitiréis si son del sexo contrario? ¿Qué límites marcaréis? ¿Qué lugares no queréis que visite vuestra pareja sin vuestra compañía?

4.- La vida cotidiana, el sexo y el futuro: ¿Dónde celebraréis la boda? ¿Qué presupuesto tenéis pensado para todos los gastos? ¿Dónde os gustaría vivir? ¿Casa o apartamento? ¿Cómo la decoraréis? ¿Tendrá cada uno libertad para decorar su propio despacho? ¿Tendrá cada uno autonomía para elegir su propia ropa? ¿Os habéis preparado para iniciar relaciones sexuales? ¿Habéis leído libros al respecto? ¿Conocéis las diferencias fisiológicas en lo que respecta a la respuesta sexual del hombre y la mujer? ¿Habéis hablado entre vosotros de lo que esperáis en esas relaciones? ¿Qué expectativas tenéis de la noche de bodas? ¿Tenéis algún miedo al respecto? ¿Qué método anticonceptivo usaréis? ¿Tendréis hijos? En caso afirmativo, ¿cuántos? Puesto que hay creyentes que lo consideran un mandamiento bíblico vigente para todas las épocas, y por lo tanto no cumplirlo es pecado, y otros no piensan de esta menra, responde:  ¿En qué grupo te encuadras? ¿Por qué?
¿Te importaría que tu pareja trabajara o preferirías que se quedara en casa criando a los hijos? ¿Qué piensa el otro al respecto? ¿En qué colegio os gustaría que se educaran vuestros hijos? ¿Cómo los educaréis? ¿Os encargaréis de enseñarle sobre el uso que deben hacer de las tecnologías o los dejaréis al libre albedrío?
¿Quién se encargará de comprar, cocinar, fregar, limpiar y planchar? ¿Cómo os repartiréis esas tareas? ¿Qué comeréis? ¿Lo haréis en casa o fuera?  ¿A qué hora? Si vuestros gustos culinarios son muy distintos, ¿qué plan llevaréis a cabo? ¿A qué hora os levantaréis los días libres? ¿Lo haréis a la misma hora? ¿Qué planes tenéis de cara al futuro? ¿Son realizables? ¿Serán para el bien del matrimonio o pueden repercutir negativamente? ¿Cómo os veis de ancianos?

5.- El trabajo y el dinero: ¿Disponéis de trabajo para cubrir vuestras necesidades básicas, como pagar la casa, la comunidad, el agua, el teléfono y el gas? ¿En qué gastaréis el dinero? ¿Cuánto en cada cosa? (Comida, muebles para el hogar, ocio, ropa y ayuda a otras personas) ¿Para qué ahorraréis? ¿Cómo lo administraréis? Antes de comprar, ¿lo consultaréis con el otro? ¿Qué coche compraréis? ¿Tendréis el dinero en un fondo común o cada uno guardará de forma independiente lo que haya ganado?
El psicólogo clínico Willard F. Harley, en su libro “Lo que él necesita. Lo que ella necesita”, afirma respecto al dinero: “Él asume la responsabilidad de proveer para la casa y alimentar y vestir a la familia. Si sus ingresos son insuficientes para proveer el sostén esencial, él resuelve el problema preparándose para incrementar su salario. No trabaja muchas horas para no separarse de su esposa y familia, y puede proveer el sostén necesario de cuarenta a cuarenta y cinco horas semanales”. Podría ser el ideal sin duda, pero no siempre se puede cumplir, dada la complejidad del mundo laboral, los bajos sueldos y el encarecimiento brutal del precio de la vivienda y los alimentos en muchos países. La sociedad en que vivimos impide en muchas ocasiones llevar a la práctica tales planteamientos, por lo que demasiadas veces se hace necesario que ambos miembros de la pareja trabajen. En el momento que escribo, hay una tasa del desempleo en mi país que supera el 20%, más de 4,5 millones de parados. Por otro lado, Pablo dice: “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8). El hecho de que el hombre sea la cabeza de la familia no significa que la provisión económica deba proceder en todos y cada uno de los casos únicamente de él. Hay que analizar cada circunstancia.
Para no ofrecer únicamente mi punto de vista, muestro también la opinión de Marcos Howard, amigo personal y anciano en su congregación: “La familia debería contentarse con lo básico con tal de dedicar el tiempo adecuado a su relación de pareja y a la crianza de los hijos. Además, ¡estoy radicalmente en contra de que ambos trabajen a tiempo completo mientras haya hijos en casa! Es la receta para fracasar en todo lo que realmente cuenta”. Reflexiona sobre esta cuestión y toma la decisión que creas más adecuada según tus circunstancias.

6.- Detalles personales: Qué haréis si...:

- A uno le gusta poner música en casa y el otro prefiere el silencio.

- En un momento dado os enojáis entre vosotros.

- Uno prefiere el aire acondicionado en el coche durante el verano y el otro bajar las ventanillas.

- Uno es friolero y necesita poner varias mantas en la cama mientras que el otro es caluroso y no le hacen falta tantas.

- Uno duerme totalmente a oscuras y el otro prefiere la persiana levantada, o incluso una luz tenue encendida.

- A uno le gustan los animales en casa (como un perro o un gato) y el otro no soporta la presencia de ellos.

- Uno es búho (rinde más de noche) y el otro alondra (rinde más de día).

- Uno desea tener relaciones íntimas y el otro no quiere en ese momento.

- Los suegros y los padres propios se inmiscuyen más de lo debido en el matrimonio y en las decisiones que toméis.

- Uno desea vivir cerca de los padres y el otro lejos.

- No os gustan nada de forma mutua vuestros restaurantes favoritos.

- Vuestros hábitos difieren (horarios a la hora de levantarse y acostarse, manera de hacerlo, a qué hora sois habladores, cuánto tiempo empleáis en la higiene personal y en qué momento del día, etc.).

- Uno es hiperactivo y siempre está envuelto en mil actividades y el otro prefiere centrarse en unas pocas y hacer las cosas tranquilamente.

- Uno está rebosante de vitalidad y el otro carece de ella.

- Uno es muy extrovertido al que le gusta estar siempre rodeado de personas y el otro muy introvertido y prefiere estar con un grupo pequeño.

- Uno es muy ordenado en el hogar y el otro desordenado dejando todo a medio hacer o la ropa por cualquier lado.

- Uno tiene la costumbre de dormir la siesta cada día mientras el otro preferiría aprovechar ese tiempo para estar con su pareja realizando cualquier otra actividad.

- Uno prefiere quedarse en casa y el otro salir casi todos los días.

El porqué de tantas preguntas
¿Por qué he introducido estas cuestiones basadas en ´qué haréis si..`, que parecen más propias de un matrimonio que de un noviazgo? Por tres razones:

1) Porque muchos dedican miles de horas a la parte hermosa del noviazgo y a preparar la boda, pero muy pocos le dedican tiempo a prepararse para el matrimonio.

2) Porque cada persona viene de un padre y de una madre, y de circunstancias familiares completamente diferentes a la hora de entender la vida y el día a día. Y si esto no se toma en cuenta dará lugar a grandes malentendidos. Por citar un ejemplo bien gráfico de lo que estoy exponiendo: Pedro y Ana se acaban de casar, él proviene de una familia numerosa donde siempre hay ruido y mucho alboroto. Su ´normalidad` es que cada mañana al levantarse de la cama los hermanos se dan un empujón amistoso como gesto cariñoso de buenos días. Ana, por el contrario, es hija única, en su casa nadie se levantaba la voz y el ambiente siempre era de paz y serenidad. El día siguiente a la boda y nada más levantarse de la cama, Pedro le da un ´empujón amistoso` a Ana como gesto afectivo, pero Ana lo recibe e interpreta desde su propia normalidad, y por lo tanto lo vive como una verdadera agresión”[2].

3) Porque si no se aprende a negociar durante el noviazgo, tampoco sabrás hacerlo durante el matrimonio, y surgirán decenas de problemas. Una persona que no está dispuesta a aceptar responsabilidades no debería ni pensar en casarse.

* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: ¿Eres soltero porque no sabes negociar cuando tienes pareja?


[1] Wright, Norman. 101 preguntas antes de volver a casarte. Casa Bautista. Pág. 83

[2] Varela, Juan & Molina, Mar. Tu matrimonio sí importa. Clie. Pág. 176.

lunes, 17 de abril de 2023

5. "Un mundo feliz": la falsa felicidad que nos quieren vender los humanistas


Venimos de aquí: ¿Cuáles serían los problemas si viviéramos cientos de años en este mundo? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/01/4-cuales-serian-los-problemas-si.html).

Me cuesta la misma vida creer que los que proponen los postulados que hemos visto hasta ahora no hayan leído la terrible distopía descrita por Aldous Huxley (1894-1963) en Un mundo feliz[1] como señal de advertencia, porque es exactamente lo mismo que proponen. Hablemos de esta obra para que veamos lo que nos quieren vender como el futuro maravilloso de la humanidad y de lo que sucedería de hacerse realidad.
Una reseña definía su obra como una visión utópica del futuro. Con lo que están llevando a cabo los investigadores, es evidente que esa definición corre el peligro de errar. A pesar de que fue escrita en 1932 (y que todo el mundo debería leer varias veces a lo largo de su vida), refleja con todo lujo de detalles el germen de la biotecnología y el transhumanismo del siglo XXI.

El mundo feliz de Aldous Huxley

El título de la novela se puede considerar toda una ironía, ya que el contenido sería más propio de la película de animación del director Tim Burton, Pesadilla antes de Navidad. Se nos describe un mundo que ha sido totalmente remodelado tras la Guerra de los Nueve Años que acabó con parte de la raza humana debido al uso de armas químicas. Hay un gobierno mundial donde impera la paz, y donde los grandes males de la humanidad (como el hambre y la enfermedad), han sido erradicados.
El avance de la ciencia llevó al ser humano a un estado de “felicidad” total. Se empezó totalmente de cero. Las costumbres y tradiciones del pasado fueron literalmente borradas. Se prohibió la cultura. Se prohibió el arte. Se prohibió leer a Shakespeare y la Biblia, ya que todo lo pasado fue considerado el causante de la casi destrucción de nuestra especie. La reproducción sexual fue considerada una abominación y los niños ya no nacían desde el vientre de la madre, sino que eran el fruto del cultivo en laboratorios a manos de los biólogos, que elegían lo que era genéticamente aceptable y lo que no. Los seres humanos se producían en serie a partir de un mismo óvulo, cada uno de ellos con características predeterminadas por selección genética para la separación de “castas” que predestinaban la vida de cada persona y la labor que realizarían. Estaban clasificados en Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones, en orden descendente en cuanto a capacidad mental. En un extremo, en cuanto a inteligencia, los Alfas, cuyas labores consistirían en el desarrollo tecnológico y en ocupar puestos de liderazgo. Y, en el polo opuesto, los Epsilones, que se encargarían de los trabajos menos agradables y duros, normalmente manuales.
Podemos verlo en el caso de los Delta y en la manera en que le inculcaban el odio hacia la cultura: se dejaba a los bebés inocentes cerca de una gran cantidad de libros, los cuales, propio de su curiosidad innata, se acercaban a mirar aquellos objetos. A continuación recibían descargas eléctricas, lo que les provocaba espasmos compulsivos, a lo que respondían con gritos de puro terror. Libros y dolor. Al cabo de doscientas repeticiones de la misma lección, en la mente de los niños ambas cosas se hallaban ya fuertemente relacionadas entre sí. Como decían los psicólogos, se provocaba el odio instintivo hacia los libros por medio de esta técnica que los condicionaba definitivamente para toda la vida.
Uno de los métodos principales de enseñanza era la “hipnopedia”. Consistía en la repetición de mensajes durante el sueño para que quedaran grabados en el cerebro. Así se garantizaba el aprendizaje y el preacondicionamiento para la futura conducta. De esta manera se entrenaba a cada individuo para que aceptara su casta y condición, y no por ello se sentían insatisfechos, ya que se les hacía creer que todos eran igualmente importantes. Así nadie deseaba pertenecer a otro grupo ni sentía amargura por su condición. De la misma manera, se les inculcaba el consumismo descerebrado: comprar de todo sin pensar el porqué.
Igualmente, el amor y el apego fueron sustituidos por el sexo controlado. Podían realizarlo con todo aquel por el cual sintieran atracción física, ya que, como describe el autor, “todos pertenecemos a todos”.
No quedaba rastro de las antiguas enfermedades que arrasaban el mundo y todos eran físicamente hermosos. La muerte era aceptada con total naturalidad y los niños no tenían ningún reparo moral en tomarse un caramelo delante de alguien que agonizaba.
La tecnología avanzó a tales niveles que por medio de aviones con forma de cohetes llegaban a cualquier extremo del mundo. El cine se convirtió en hiperrealista, al permitir que el espectador pudiera sentir las emociones descritas en la pantalla, incluyendo el placer y el dolor físico.
Por último, el “soma”: era una droga aceptada por la sociedad y administrada por el mismo gobierno. Los efectos que provocaba impedía que se instalase cualquier sentimiento de tristeza o melancolía en el ánimo de la persona. ¡La misma felicidad química de la que hablamos al comienzo de esta serie de artículos!
Se supone que era un mundo feliz, pero, para alcanzar tal logro, se eliminó la familia tradicional, la cultura en todas sus manifestaciones y el libre albedrío. Los controladores mundiales se encargaban de que así fuera.

Los errores del presente y los que caerán en el futuro
Recordemos que el libro fue escrito en 1932 como una fantasía. Sin embargo, ¡cuánto recuerda a multitud de detalles en el presente y a diversos aspectos del futuro que muchos sueñan con alcanzar!
Desde luego que son positivos muchos de los avances médicos en pro del bienestar humano. Desde luego que todo entretenimiento sano es positivo siempre que la vida no gire en torno a ello. Desde luego que sería extraordinario el fin de todas las guerras. Pero, si vemos los pilares en los cuales se sustenta la sociedad descrita por Adolf Huxley, observamos:

- El trabajo mecánico y repetitivo.

- El desarrollo continuo de la tecnología.

- La sociedad de consumo y el ocio.

- El culto al físico.

- El libertinaje sexual.

- Las drogas estimulantes y antidepresivas.

- La eliminación de la religión y la filosofía.

- El desprecio ante la cultura y la literatura.

Ese es “el mundo feliz”. ¿Lo reconoces? La misma esencia que nuestra sociedad moderna y los mismos principios que difunden los inventores de este siglo. Todo aquel que lea la novela de manera reflexiva no dejará de encontrar más y más detalles en que se asemejan ficción y realidad, tanto presente como teóricamente futura.
A esta clase de “felicidad” aspira el hombre de ciencia. Y es ahí donde están equivocados. El ser humano no se reduce a millones de terminaciones nerviosas que dan lugar a algo llamado conciencia. El ser humano no se reduce a un montón de huesos que sostienen la musculatura. El ser humano no se reduce a la experimentación de placeres inmediatos y espontáneos. El ser humano no tiene la última palabra sobre la muerte.

¿Eres diferente o uno más entre la masa?
En la novela también nos encontramos a personas diferentes, que no disfrutaban de ese mundo como se supone que deberían hacerlo y que no eran felices, como Bernard Marx. Aun perteneciendo a la clase más alta en cuanto a nivel de vida e inteligencia (Alfa, aunque ligeramente defectuoso por un error de creación, lo cual provocaba que fuera menospreciado por las diferentes castas), se cuestionaba la realidad en la que vivía. Se sentía insatisfecho y, en buena parte, se negaba a ser partícipe de ciertos placeres (como el soma), aunque también terminaba sucumbiendo a los placeres sexuales fáciles, rápidos e instantáneos.
Por otro lado, estaba Lenina Crowne, que reflejaba el carácter del resto de habitantes de esa sociedad: físicamente neumática, sexualmente promiscua, eficiente en su trabajo, diseñada para ser inteligente, encantadora y dulce, y, a pesar de esas características, era completamente hueca en su forma de ser. En definitiva, una ciudadana modelo.
En un viaje de ocio a una reserva de Nuevo México con Bernard Marx, se toparon con John (más conocido como “el Salvaje”), donde vivían todos aquellos que seguían con el antiguo modelo de sociedad. Él era fruto de un nacimiento natural por parto, ya que una visitante quedó atrapada en aquel lugar por un accidente y tuvo este hijo.
De vuelta “al mundo feliz”, John no podía creer lo que sus ojos veían. No entendía como el ser humano había renunciado a experimentar todas aquellas emociones que nos distinguían de todas las demás especies de este planeta. Y así quedó plasmada en una conversación que mantuvo con Mustafá Mond, uno de los líderes del pensamiento mundial:

“A mí me gustan los inconvenientes” (S).
“A nosotros no. Preferimos hacer las cosas con comodidad” (MM).
“Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, peligro real, libertad, bondad, pecado” (S).
“En suma, usted reclama el derecho a ser desgraciado” (MM).
“Muy bien, de acuerdo, reclamo el derecho a ser desgraciado” (S).
“Sin hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, a tener sífilis y cáncer, a pasar hambre, a ser piojoso, a vivir en el temor constante de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho, en fin, a ser un hombre atormentado” (MM).
“Reclamo todos estos derechos” (S).
“Están a su disposición” (MM).

Es sumamente llamativo cómo la ficción se hace realidad, ya que los argumentos del personaje ficticio Mustafá Mond son en buena parte los mismos que los del personaje real José Luis Cordeiro, el Ingeniero del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), quien dijo en la entrevista: “En el futuro habrá grupos humanos a los que les ocurrirá lo mismo y se negarán a avanzar, en general por cuestiones religiosas. En estos casos no hay nada que hacer, el que quiera quedarse atrás se quedará atrás. El resto evolucionaremos tecnológicamente porque el ser humano no es el fin de la evolución, es el inicio de la evolución consciente, el inicio de la evolución por diseño”[2].
Si seguimos la evolución del Salvaje, podemos ver que se enamoró de Lenina, la cual era incapaz de comprender absolutamente nada que no tuviera que ver con lo que le habían inculcado desde que era una niña. Se limitaba a entregarse al ocio y a tomar su ración diaria de soma para evitar sentimientos humanos como la tristeza.
A pesar de ser como era, y ante sus hermosos ojos, el Salvaje cayó rendido e inició un acercamiento romántico, ya que ella también se sentía sumamente atraída hacia él. Pero como en aquellos de su clase, Lenina había sido programada para no experimentar el apego sentimental, sino para tener relaciones sexuales con todo hacia el que se sintiera atraído; sin más. Todo aquí y ahora. Nada de sentimientos. Nada de emociones. El corazón apartado en un rincón.
Cuando llegó el momento de declarar sus sentimientos, él recitó a Shakespeare. Ella no entendía nada, ante la incredulidad y el espanto de su enamorado. Segundos después, se desnudó y abalanzó sobre su “amado”. Este, sobresaltado y enojado en grado sumo, la empujó contra el suelo mientras la insultaba una y otra vez.
Mientras que Bernard Marx fue enviado a una de las islas preparadas para los inadaptados sociales, el Salvaje –ante la imposibilidad de irse con él-, se marchó a Londres, donde intentó comenzar su nueva vida de flagelación y de renuncia a cualquier tipo de placer. Pero, dada su popularidad, fue continuamente perseguido y observado por el resto de la sociedad que acudía a ver sus prácticas.
Quizá la escena cumbre –y que todo lector desea que llegue a buen puerto-, es su intento de rebelión desesperado por despertar a la sociedad. Trató de mostrar el verdadero significado de la libertad al arrojar el soma por la ventana en el centro de distribución. Pero estaban demasiado ciegos y no logró su objetivo.
Finalmente, incapaz de vivir en ese mundo enfermizo sin volverse loco, decidió acabar con su sufrimiento y se suicidó ahorcándose.

Conclusión
La sociedad descrita por Aldous Huxley en el ya lejanísimo 1932 tiene muchos nexos en común con el mundo presente y, especialmente, con el que proponen los científicos para el futuro de la humanidad. El gran problema –y hay que ser muy necio para no verlo con total claridad- es que no es un mundo feliz. Es cierto que la persona “genéticamente defectuosa” tenía la opción de irse a vivir a una isla con aquellos que preferían otro estilo de vida. Pero, como esos “errores de diseños” serían la excepción, los seres humanos, en su mayoría, elegirían el mundo aparentemente ideal: no tendrían necesidad de contraer matrimonio y tener hijos, tendrían total libertad sexual, al menor síntoma de tristeza o angustia tomarían una pastilla que eliminará tal sentimiento, y la religión y la filosofía no les incomodaría con diversas preguntas, ya que no formarían parte de la cultura general. Como dije al principio, para la mayoría de la población mundial sería lo normal, y la evidencia la encontramos ya en el presente, en la manera en que han mutado los valores en las últimas décadas en temas éticos, morales, sexuales, familiares, médicos, etc.
Los cristianos, al no pensar, sentir ni vivir según estos principios, somos considerados seres extraños y raros. Ante lo que nos quieren imponer, no queda más que aferrarnos, por enésima vez, a las palabras de Pablo: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto” (Ro. 12:2. DHH).

Continuará en Los inventos tecnológicos que van a cambiar la sociedad.

lunes, 10 de abril de 2023

¿No le encuentras sentido a la vida?

 


“No le encuentro sentido a la vida: por qué cada vez le pasa esto a más gente”. Ese era el encabezado de un artículo publicado en la sección de psicología del periódico “ABC” en fechas recientes.
En realidad, no es el que le pase cada vez a “más gente”, sino que suele “aumentar” o “agudizarse” en periodos donde sucede algún tipo de crisis. Por ejemplo, pasó durante la 2ª Guerra Mundial y, en el presente, ha resurgido durante la pandemia y ese confinamiento distópico en el que nos vimos sumergidos. Los estudios han mostrado que tanto la depresión como la ansiedad aumentaron en un 25% de la población.  
En esos momentos de crisis, las personas miran más allá del día a día, del segundo a segundo, y se plantean si sus vidas –y que, en general, es igual para todos (estudiar, trabajar, casa, coche, familia, amigos y ocio)-, les satisface plenamente, y si todo se reduce a “eso y nada más”. Según los psicólogos que escriben en el reportaje, la solución es “encontrar un propósito, un objetivo o un proyecto a llevar a cabo”. Es lo mismo que llevan enseñando los “médicos de la mente” desde siempre. Y sí, es necesario desarrollarnos como seres humanos y dejar algún tipo de huella que perdure, no para nuestra gloria personal, sino para el bien común de la humanidad, aunque sea a pequeña escala. Eso es muy gratificante si se hace por los motivos correctos. También nos animan estos expertos a experimentar nuevas actividades para descubrir nuestros gustos, volver a practicar aquellos hobbies que abandonamos, participar en eventos culturales y acciones de voluntariado, hacer deporte, etc.
De esto ya habló ampliamente el célebre psiquiatra Viktor E. Frankl (Viena, 1905-1997), que estuvo encarcelado por los nazis en Auschwitz, mientras que toda su familia era exterminada en el campo de Theresienstadt. En un ambiente de podredumbre y terror, nos describe en su libro “El hombre en busca de sentido” que, llegados al límite emocional, se observaban dos clases de personas: por un lado, aquellos que se volvían apáticos, porque perdían las ganas de seguir luchando, al no encontrarle ningún sentido a la vida: “Un camarada, una vez perdida la voluntad de vivir, rara vez se recobraba”. Y, por otro, aquellos que seguían adelante, porque para ellos la vida sí tenía sentido, por diversos motivos (normalmente, la esperanza de que sus seres queridos también sobrevivieran). Cuando fue rescatado de aquel infierno, dedicó el resto de sus días a que cada individuo encontrara su propio sentido a la vida, fuera por medio del trabajo bien hecho, del alcance de metas, de las buenas amistades, del matrimonio, de los hijos, del desarrollo de aficiones, etc. Como dijo el filósofo alemán Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”.
El “problema” es que se queda a medias: millones de personas tienen todo lo anteriormente citado y, a pesar de ello, siguen sin encontrarle sentido a la vida. Otros no lo tienen, pero creen que cuando logren sus sueños o proyectos, todo cobrará sentido, para darse de bruces con la realidad de que no es así. Por eso, aunque dicen que, cuando la vida se hace “muy pesada”, es necesario pedir la ayuda profesional de los psicólogos, éstos, por muy bienintencionados que sean y sus guías en asuntos concretos de beneficio, no llegan a la última causa, porque los “pacientes” no se están haciendo el planteamiento correcto: lo que deben buscar y, por ende, encontrar, es el sentido “a la existencia”. Mientras no lo hagan, todo lo demás, cada vez que sobrevenga una crisis personal o mundial de cualquier índole, seguirá causándole grandes vacíos internos.
Ellos se quedan en lo que sucede “entre la vida y la muerte”, sin darse cuenta de que lo bueno de la vida, los sanos placeres, las relaciones sanas, los proyectos o planes llevados a cabo, tarde o temprano, no arreglan el problema de fondo, y ese agujero negro sigue ahí. Como dije cuando narré mi propia historia, “si la vida tiene un punto y final, donde todo acaba en la nada más absoluta, la mera existencia es un absurdo infinito”. Dicha idea es abrumadora y produce vértigo en cualquier alma. En definitiva, aunque haya un porqué para vivir, si no hay un después eterno, un motivo real a la existencia, lo primero es arena que se escurre entre los dedos. Eso es exactamente lo que le pasa “cada vez a más gente”, aunque la pregunta que se hacen esté mal formulada.

¿La respuesta?
No la encontrarán tampoco en la religión, sea la que sea, puesto que ésta es el esfuerzo del hombre por tratar de llegar a Dios “haciendo cosas buenas”, sino exclusivamente en la figura real de Jesús, Dios encarnado. Ahí cobran sentido las palabras de Agustín de Hipona, en su libro Confesiones: “Nos hiciste para ti, y nuestro corazón no halla descanso hasta no estar en ti”. Mientras que cada ser humano, a título individual, no lo busque y lo halle, la existencia será un absurdo de lo absurdo. Por algo Él dijo que era el camino, la verdad y la vida (Jn. 14:6). No hay otro. Bien apuntó Paul Tournier que “el encuentro de conocer al Dios vivo es el mayor acontecimiento humano posible: la experiencia humana por excelencia. Las circunstancias y formas de este encuentro pueden ser infinitamente variadas. Siempre llega como una sorpresa, de forma que la convicción es ineludible, de que es la obra de Dios, el resultado de Su iniciativa directa [...] Sin importar a qué edad este suceso ocurra, el encuentro personal con Dios constituye el gran acontecimiento de la existencia”.

Ahora tú verás qué hacer con todo lo que he expuesto: mirar para otro lado y experimentar cada cierto tiempo esos “vacíos” y “sinsentido”, o buscar a tu Creador que le da sentido a todo.


lunes, 3 de abril de 2023

¿“Ya no quedan hombres y mujeres buenos” con los que casarse?: La queja de muchos solteros

 

Este artículo va dirigido a aquellos con edades comprendidas entre los doce y los treinta años. Puesto que describe la situación en la que caen los que sobrepasan de largo esa edad, les ayudará para no cometer los mismos errores. Si no hacen caso ya, luego será demasiado tarde para la mayoría.
 
Tanto en persona como en las redes sociales, no pasa el día en que, con una asiduidad nunca vista, me encuentre la misma queja entre los mayores de treinta años: ellas dicen que “ya no quedan hombres buenos” y ellos que “ya no quedan mujeres buenas”. Es digno de un estudio sociológico, pero parece que, en los últimos años, el deporte más practicado es del de despotricar un sexo del otro. No sé si la causa es:

- una mezcla de salseo continuo, donde lo importante es opinar sobre las vidas ajenas.
- el querer aparentar que se es mejor que los demás.
- el postureo de las redes sociales para encontrar visibilidad y así ser “aceptado/amado”.
- la ingeniería social llevada a través de los medios de comunicación (series, películas, programas, etc.) que han inculcado una nueva ideología, y que fomentan lo peor del ser humano, calando entre los más jóvenes.
- el feminismo extremo que se observa entre las nuevas generaciones y el rechazo que provoca en los hombres.
- el machismo que perdura entre cierto grupo de hombres.

Siendo esa la realidad, y más allá de las causas que han provocado esta guerra de sexos, veamos qué dicen unos de otros. Luego analizaremos qué hay de cierto y si es un verdadero problema a medio y largo plazo. Es la única manera en que las nuevas generaciones reflexionen, ahora que, todavía, están a tiempo.

La definición de “bueno”
Antes de nada, es imprescindible acotar y definir lo que entendemos por “bueno”. En términos meramente teológicos, “bueno”, como dijo Jesús, solo hay uno: Dios (Mr. 10:18). Del resto de nosotros se nos deja muy claro que “no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ecl. 7:20). Pero para entendernos coloquialmente, incluso entre aquellos que no son cristianos y están leyendo estas líneas, usaremos la definición que hace el diccionario de dicho adjetivo: “Que posee bondad moral; que tiene buena aptitud o calidad respecto a sus iguales; con cualidades gratas o gustosas”.
Por lo tanto, cuando un soltero dice que “ya no quedan hombres y mujeres buenos”, se refiere a que “no los hay con bondad moral, ni con buena aptitud, ni sus cualidades son gratas o gustosas”. No son, usando algunos de sus sinónimos, bondadosos, afables, tiernos, compasivos, honrados, serviciales, benévolos, sensibles, comprensivos ni amables.
Al final sucede como se narra en este chiste: Una señorita que iba caminando por la orilla de la playa y, sin darse cuenta, golpeó una lámpara medio enterrada. De ella salió “el Genio”. Ella, emocionada, dijo: “¡Qué bien, el Genio de la lámpara! Me va a conceder tres deseos, ¿verdad?”. A lo que él contestó: “Con la inflación, los impuestos y demás, tres son muchos, así que mejor lo dejamos en uno”. Así que ella se dispuso a hacer su petición: “Quiero que, por favor, se acabe ya la guerra de Ucrania”. Al Genio se le torció el gesto y le respondió: “Eso es muy difícil. Está Putin.., hay muchos países negociando, la Unión Europea, Estados Unidos... imposible. Dígame otro más asequible”. Y entonces ella rehizo su interés: “Pues mire, yo soy soltera y me gustaría encontrar a un hombre adecuado para mí”. “Venga, señorita, dígame qué características desea en ese hombre”, añadió el Genio. Ella no se cortó un ápice y declaró: “Que sea considerado, detallista, divertido, que le guste cocinar, que ayude en las tareas del hogar, que se lleve bien con toda mi familia, que sea fiel, que no le guste el fútbol...”. Inmediatamente, el Genio la cortó y concluyó: “A ver, ¿tiene por ahí el número de Putin?”.
Era más fácil lo primero que encontrar un hombre con esas cualidades...  (el que quiera escuchar el original, contado por el humorista “El comandante Lara” con un arte sublime, aquí lo tiene: https://www.youtube.com/watch?v=V6ZdnHJig5A).

Qué dicen “malo” las mujeres de los hombres, y viceversa
Entonces, chistes aparte, y una vez hecha esta aclaración sobre el concepto de “bueno”, ¿cómo son los hombres y las mujeres, según lo describen el sexo opuesto?:

- Egocéntricos, donde la empatía y el saber escuchar no forman parte de la ecuación.

- Infieles, tanto emocional como físicamente, aparte que acaban en la cama a las primeras de cambio con alguien que acaban de conocer o con el que llevan saliendo poco tiempo.

- Inconstantes, puesto que un día dicen amarte con locura, y al siguiente le ponen ojitos al compañero de estudios o de trabajo.

- Controladores, manipuladores y chantajistas.

- Sin dominio sobre sus propias emociones, dejándose llevar por la ira cuando se les lleva la contraria.

- Infinitamente más preocupados por el físico que por por desarrollar su ser interior con la lectura de buenos libros.

- Más allá de los temas superficiales o de los chismorreos, no tienen temas de conversación interesantes, por lo que terminan resultando aburridos.

- Incapaces de resolver problemas en pareja.

- Mentirosos, donde usan el engaño cuando les conviene. 

- Poseedores de un vocabulario lleno de palabras soeces.

- Exhibicionistas, que muestran sin pudor alguno sus cuerpos con ropas minimalistas, desde edades cada vez más tempranas, sea en el gimnasio, en la playa, en discotecas, por la calle y en redes sociales.

- Consumidores de alcohol como parte de su rutina de diversión, y donde los fines de semana beben como si no hubiera un mañana.

- Traidores, al narrar con todo lujo de detalles a sus amigos conversaciones íntimas que han tenido con sus parejas cuando las tienen.

 Zafadores profesionales, puesto que no quieren compromiso de ningún tipo.

Aunque algunas de estas actitudes y pensamientos los envuelven con un bonito lazo, y las llaman “libertad”, “juventud”, “ser moderno” y “evolución” (por ej. si han tenido diez, quince o veinte parejas sexuales –incluso más-, no lo consideran “promiscuidad”, sino ““disfrutar de la sexualidad y de su cuerpo”), saben en su foro interno que las conductas que ellos mismos denuncian en el otro sexo –usando en este caso los antónimos de “bueno”- son malas, perversas, injustas, maliciosas, inadecuadas, inapropiadas y perjudiciales.
Visto así, ¿cómo no van a tener obstáculos insalvables a la hora de la verdad?

Un boomerang que se vuelve en contra
No todos son así, pero lo primero que tienen que hacer, antes de “señalar” estas características en el sexo opuesto para afirmar que “ya no existen mujeres y hombres buenos”, es mirarse a sí mismos y ver si “poseen” dichas “cualidades” o algunas de ellas. De ser así, es lo primero que deberían solucionar. Además, no se puede “demandar” y “buscar” en otros lo que uno mismo no es.
Ya hablé del tremebundo error que supone tener una relación sentimental y/o casarse con una persona con la que no se comparte valores (“Las consecuencias de errar en la búsqueda de un hombre o una mujer & Qué buscar y qué no en una relación sentimental”: http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/12/las-consecuencias-de-errar-en-la.html). Pero, de igual manera, es una locura absoluta –y que acaba siempre mal- unirse a alguien con la que se comparte todo lo que hemos citado: esa forma de ser, esas ideas y esa visión de la vida. Si ya de por sí es complejo, y requiere esfuerzo tener una relación sana entre personas “buenas”, cuánto más entre los que se mueven entre estos “antivalores”. El hecho de que haya millones –sí, millones- de divorcios al año en todo el planeta, no es fruto de la casualidad, sino de la causalidad.
A pesar de eso, escuchamos a chicos jóvenes decir tajantemente que “les gustan las malotas”, y lo mismo a las chicas respeto a los “malotes”. Y así acaban tarde o temprano: tragedias en forma de corazones rotos. A esas edades tempranas, cuando no piensan en las consecuencias de sus actos, y no son conscientes de que “ser” de esa manera y “buscar” en el otro sexo a los que son así, les llevará con el tiempo a recoger lo que han sembrado, siendo una muy mala cosecha. Luego se quejarán de que no hay “buenos”, cuando ellos fueron parte del problema al buscar “al malo”.
Conforme todo esto se está afianzando en la sociedad, siendo ya la norma, solo podemos llegar a la conclusión de que la generación presente, y las que vienen, lo tienen bien jorobado.
Con todo lo reseñado, cuando los treinta años empiezan a quedarse atrás, donde el reloj biológico y la propia vida empieza a dar señales de alarma, y quieren “algo serio” y “formal” con aquellos que, ahora, consideran “buenas personas”, reciben una bofetada de realidad: se echan las manos a la cabeza al contemplar espantados que las opciones se han reducido a su máxima expresión o que, directamente, ya no las hay. En unos casos, porque los “buenos” que llegan a conocer no les atraen lo suficiente. En otros, porque están casados y han formado una familia. Y, por último, porque estos individuos, viendo el panorama actual y la extrema desconfianza que les crea, han tomado la decisión de vivir felices como solteros, estando convencidos de que es la voluntad de Dios para sus vidas.
¿Y qué ocurre ya pasado cierto umbral en lo que respecta a la edad, cuando no encuentran lo que de verdad anhelan en un novio “bueno” y futuro cónyuge? Que entran en un bucle sin fin: empiezan a buscar aquí y allá, se emparejan por impulso, y acumulan relaciones frustradas o, en el caso de casarse, divorcios.

Conclusión
He avisado. Aquí quedan mis palabras, porque esto afecta tanto a los ricos como a los pobres, a los famosos como al vecino de tu calle. No entiende de estratos sociales. Así que, vosotros, jóvenes, antes de que sea demasiado tarde, podéis actuar de otra manera. No busquéis al malote y sed de ejemplo en todas las esferas de la vida. Que podáis ser “buenos” y tengáis como pareja a alguien igual o semejante, donde ambos seáis sensibles, empáticos, cariñosos, fieles, confiables, intelectuales, espirituales, sexualmente íntegros, dadivosos, educados, sensatos, con dominio propio, equilibrados emocionalmente, sinceros y sanamente pudorosos.
¿Los habrá que encuentren hombres o mujeres “buenos”, a pesar de que no lo fueron en el pasado? Seguro, pero se están jugando buena parte de su felicidad a cómo caiga la moneda: cara o cruz. Si alguien se la quiere jugar, aunque es poco sabio, está en su libertad de hacerlo. Pero, visto lo visto, mejor comenzar a madurar desde ya y no dejar algo tan importante al azar. 

P.d: ¿Y qué de los que se consideran buenos –en el sentido humano del adjetivo- y no encuentran a una pareja “buena”? Aunque está enfocado principalmente a cristianos “nacidos de nuevo”, para ellos está el libro “Crónicas de los solteros”, que llevo años publicando en el blog, y que aquí dejo el índice de lo publicado hasta el día de hoy: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/02/indice_16.html