Muchos libros se limitan a proporcionar
datos y más datos que llenan nuestra mente de conocimientos. Esta clase de
literatura es necesaria en muchas ocasiones. Pero hay otra que llega
especialmente al corazón. Y El Enigma
Israel forma parte de ella. Personalmente,
me ha tocado la fibra sensible, siendo además un tema que me apasiona.
En primera instancia puede parecer que
se limita a proporcionar información sin más, ya que narra la historia del
pueblo hebreo desde su nacimiento hasta el presente. Pero esa no es la esencia
del escrito. Su alma reside en una perspectiva que me ha fascinado y que
Virgilio ha logrado transmitir perfectamente: cuando este mundo caótico parece
dejado de la mano de Dios, observamos claramente que Él sigue al frente de la historia de la humanidad y que Sus planes
serán consumados. En este caso, lo contemplamos por medio de decenas de
acontecimientos, aparentemente sin importancia, que sucedieron en un pueblo al
que Dios escogió no por ser más que otros pueblos, ya que era el más más
insignificante de todos, sino porque los amó (cf. Deuteronomio 7:7-8), y que ha
sobrevivido a todo tipo de desgracias e intentos de exterminio, siendo
estigmatizado a lo largo de la historia una y otra vez, hasta el punto de ser
un caso único en las crónicas de este planeta: Israel.
El autor narra de forma expositiva, con
un interés que va in crescendo, las
promesas eternas y perpetuas que Dios le hizo a Abraham y a su descendencia, la
esclavitud en Egipto, la conquista de la Tierra Prometida, la continua rebeldía
de sus reyes y el resto de la nación –junto al precio en forma de juicio que
pagaron por ello-, el Exilio en Babilonia, los profetas que anunciaban la
restauración y las profecías mesiánicas, el período intertestamentario, su
momento álgido en la venida del Mesías proclamado durante cientos de años:
Yeshúa (Jesús), la destrucción del Templo en el 70 d.C., las terribles
acusaciones de los llamados “padres de la Iglesia”, la Inquisición, la
expulsión de España en 1492, la Diáspora, el Holocausto, las guerras
árabe-israelís, junto a otros acontecimientos
significativos y todos los prejuicios que contra ellos siguen vigentes.
Cualquier persona, sea cristiana o no,
sentirá pura emoción si se acerca con un corazón abierto a esta historia.
Contemplará de manera grandiosa las huellas del Creador del universo claramente
plasmadas en este mundo.
Ante todo este panorama, podemos decir
que lo mejor está por venir: el día en el que Yeshúa, Dios Encarnado, regrese a
este mundo para comenzar una nueva etapa completamente gloriosa, en la cual la
voluntad divina alcanzará su culminación para la gloria del Padre y el deleite
de los redimidos.
Si quieres ver desde buena parte de la
historia pasada y de la que nos espera, te recomiendo encarecidamente El Enigma Israel.
Aquí os dejo el prólogo, el índice y la
introducción que el propio autor me ha pasado, junto a algunos links donde está
disponible:
Índice:
PRÓLOGO
DEL AUTOR
INTRODUCCIÓN
Capítulo
1. ALGUNOS RECUERDOS PROFÉTICOS
Capítulo
2. HISTORIA ANTIGUA DEL PUEBLO DE ISRAEL
El periodo de los patriarcas (2200-1700
a.C.)
La salida de Egipto y la Torah (1500
a.C.)
El cumplimiento de la promesa
La época monárquica (1000 a.C.)
El pecado de Jeroboam y el cautiverio de
Israel y Judá
El retorno del cautiverio. La
restauración
El periodo intertestamentario
a. Periodo persa (430-332 a.C.)
b. Periodo griego (331-167 a.C.)
c. Periodo de los Macabeos (167-63 a.C.)
d. Periodo romano (63 a.C.)
Capítulo
3. EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO
Profecías que apuntan a Jesús (Yeshúa)
como el Mesías Los cambios que produjo la llegada del Mesías
Capítulo
4. LA PLENITUD (EL TIEMPO) DE LOS GENTILES
Capítulo
5. LAS DOS GRANDES CRISIS DE LA ANTIGÜEDAD
La destrucción del templo de Jerusalén
en el año 70 d.C. La rebelión de Bar Kojba en 132-135 d.C.
Capítulo
6. LA GRAN DIÁSPORA JUDÍA: 1800 años
Algunos escritos de los padres de la
iglesia y el Talmud
La llegada del Islam, Mahoma y el Corán
Las cruzadas, la peste y la Inquisición
Capítulo
7. LA RESTAURACIÓN EN SU GÉNESIS
Los orígenes del Sionismo moderno El
sonido del Shofár
El holocausto: Una densa oscuridad
Capítulo
8. EL RESURGIR DE UNA NACIÓN
La partición de la ONU
Capítulo
9. LAS GUERRAS ÁRABE-ISRAELÍ
La guerra de 1956
La guerra de los seis días
La guerra del Yom Kipur
Algunas consideraciones
Capítulo
10. TEOLOGÍA AL SERVICIO DEL ANTISEMITISMO
Capítulo
11. LA TEOLOGÍA DEL REEMPLAZO
Las preguntas claves
Textos en los que se basa esta enseñanza
La enseñanza de Pablo sobre el misterio de
Israel
La enseñanza de Pablo en la carta a los
Efesios
Analicemos el término iglesia
Capítulo
12. PALESTINA Y LOS PALESTINOS
Una breve historia de ERETS ISRAEL
EPÍLOGO
APÉNDICES
BIBLIOGRAFÍA
PRÓLOGO
DEL AUTOR
No ha sido fácil escribir este libro. El
tema es controvertido, y está preñado de ignorancia y posiciones preconcebidas.
Buscar el equilibro entre Israel y la Iglesia puede prestarse a caer en
extremismos. He pretendido, en la medida de mis posibilidades, no caer en
ninguno de ellos, sino ser lo más objetivo posible, y aunque en ocasiones puede
dar la impresión de que cargo más sobre la responsabilidad de la iglesia,
especialmente durante la larga Edad Media, no por ello dejo de tener presente
los extremos a que muchos han llegado hoy en su “amor por Israel”
descalificando el mundo cristiano y una parte de su doctrina fundamental. Mi
intención ha sido exponer hasta dónde puedo los errores que hemos cometido y el
futuro común que tenemos. Comencé a escribir las primeras páginas hace más de
dos años, luego tuve que hacer un paréntesis por motivos laborales para
retomarlo hace unos pocos meses. Por otro lado, a pesar del arduo trabajo, he
disfrutado estudiando y contrastando la información histórica. En definitiva,
entrego el texto a los lectores orando al Dios de Jacob que traiga luz y
revelación en el enigma de Israel.
Terrassa (Barcelona), 2008-2011
INTRODUCCIÓN
No deja de sorprenderme la ignorancia
alarmante que veo en mi país, incluyendo los ámbitos evangélicos, sobre la
historia y la realidad de Israel como pueblo de Dios y como Estado moderno.
Comprendo que ha habido y hay mucho interés en mantener esa ignorancia desde la
perspectiva de las potestades territoriales, que alimentan, desde tiempos
inmemoriales la oscuridad mediante teologías desvirtuadas y medios de
comunicación partidistas y sectarios que a su vez se retroalimentan de
prejuicios antisemitas o judeófobos. Sea como fuere, el hecho es que Israel ha
venido a ser un concepto muy confuso y errado en grado sumo.
La Historia de Israel es en gran parte
la Historia del ser humano tropezando con la misma piedra una y otra vez. Es la
piedra de la Soberanía de Dios que escogió a este pueblo para trazar sus planes
sobre toda la Humanidad y cómo los demás pueblos han tratado de destruir ese
plan una y otra vez sin conseguirlo. Como se le diría al judío Saulo de Tarso:
“dura cosa te es dar coces contra el aguijón”. Y no tengo ninguna duda que la
estrategia espiritual de esa oposición tiene su origen en el Adversario de Dios
tratando de materializar su voluntad a través de la ceguera, el velo, la
cubierta que cubre a todas las naciones.
Y destruirá en este monte (Sión) la
cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a
todas las naciones (Isaías, 25:7).
Por tanto, cuando abordamos un tema como
este hay que saber que la oposición está garantizada, la controversia es
habitual y que en realidad necesitamos el sometimiento a la Soberanía de Dios o
de lo contrario no estaremos en disposición de avanzar mucho en este misterio.
Y digo misterio usando las palabras del apóstol Pablo cuando dijo:
“Porque no quiero, hermanos, que
ignoréis este misterio, para que no
seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento
en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo
Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que
apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite
sus pecados. Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de
vosotros; pero en cuanto a la elección,
son amados por causa de los padres. Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11-25-29).
Una mirada superficial a la Historia de
Israel nos lleva a constatar un hecho trágico: Este pueblo ha sido perseguido
por la mayoría de los demás pueblos de la tierra, odiado, rechazado, expulsado;
se le ha querido exterminar en varias ocasiones (Amán y Hitler) y el motivo ha
sido el ser judíos, por su identidad, lo que nos conduce otra vez al hecho de
su elección como pueblo. Y esta elección no ha sido por ser mejores que otros,
sino únicamente por la voluntad de Dios.
“Porque tú eres pueblo santo para Adonai
tu Dios; Adonai tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que
todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos
los pueblos os ha querido Adonai y os ha escogido, pues vosotros erais el más
insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Adonai os amó, y quiso
guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Adonai con mano
poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto”
(Deuteronomio: 7:6-8).
Lo que llamamos cultura occidental,
especialmente en Europa, tiene buena parte de sus raíces en un trasfondo
judeo-cristiano, aunque hoy se quiera negar la evidencia porque no es
políticamente correcto, pues bien, precisamente ha sido en este Continente
donde más se ha perseguido, expulsado, expoliado y causado un sinfín de
sufrimiento y muerte al pueblo de Israel. Teologías de reemplazo, e ideologías
racistas y antisemitas han sido el caldo de cultivo para fundamentar el odio y
antisemitismo que culminó en el Holocausto nazi con seis millones de víctimas a
través de la industria de la muerte que el educado y “culto” pueblo alemán
llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. Al respecto quiero resaltar la
honrosa visita que hace poco hizo la canciller alemana, Ángela Merkel, al
Parlamento de Israel, el Knesset, donde hizo un discurso que repara al menos la
dignidad y la historia reciente de ese pueblo, sin olvidar los esfuerzos de
compensación que se han hecho anteriormente. Curiosamente no ha trascendido a
los medios de comunicación esa visita como debería. ¡Qué significativo!
Sin embargo, el pueblo de Israel ha dado
a la Humanidad la revelación del Dios Único, la ley moral con la que se han
regido las naciones más avanzadas de la tierra; a través suyo hemos recibido las
Sagradas Escrituras, los pactos, las promesas, el Mesías. “La salvación viene
de los judíos”, dijo Jesús. Han destacado en múltiples ciencias, siendo el
pueblo que mas premios Nobel ha recibido en proporción a su densidad de
población, el 0,02 % de la población mundial. Nos hemos apropiado de gran parte
de su herencia y a cambio han recibido el desprecio, la marginación y el
rechazo. Este ha sido un gran pecado de todo nuestro Continente europeo
cristiano del que no nos hemos arrepentido, aunque haya habido excepciones y
reconocimiento del daño causado. Al respecto es saludable resaltar las palabras
del Concilio Vaticano II sobre la relación entre la iglesia católica y los
judíos, en la declaración Nostra Aetate:
Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los
comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en
Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que
todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la
vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente
prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud. Por lo
cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo
Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable
misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se
nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo
silvestre que son los gentiles.
Cree, pues, la Iglesia que Cristo,
nuestra paz, reconcilió por la cruz a judíos y gentiles y que de ambos hizo una
sola cosa en sí mismo.
Roma, 28 de octubre de 1.965
Además quiero citar las palabras de
arrepentimiento que el Papa Juan XXIII redactó poco antes de su muerte, el 3 de
Junio de 1.963:
“Reconocemos ahora que muchos, muchos
siglos de ceguera han tapado nuestros ojos de manera que ya no vemos la
hermosura de Tu pueblo elegido, ni reconocemos en su rostro los rasgos de
nuestro hermano mayor. Reconocemos que llevamos sobre nuestra frente la marca
de Caín. Durante siglos Abel ha estado abatido en sangre y lágrimas porque
nosotros habíamos olvidado Tu amor. Perdónanos la maldición que injustamente
pronunciamos contra el nombre de los judíos. Perdónanos que, en su carne, te
crucificásemos por segunda vez. Pues no sabíamos lo que hacíamos…”
Gracias, de todo corazón, por esta recomendación, apreciado Jesús Guerrero. Me alegra compartir contigo el mismo sentir en favor de nuestro país, de la verdad liberadora sin atajos, el amor al Dios de Israel y por los buenos libros. Un abrazo fraternal.
ResponderEliminarAhí seguiremos todos juntos aportando nuestro granito de arena, cada cual allí y en la forma en que Dios nos llame.
ResponderEliminar