Podría haber puesto fotos de Trump, de
Maduro, de Pedro Sánchez, de Macron, de los Lepen, de Matteo Silvani, de
Casado, de Abascal, de Rivera, de Arrimadas o de cualquier otro político del
mundo. No lo he hecho porque entonces el escrito podría quedar desfasado con el
tiempo, y no es ese mi propósito, sino que sirva para siempre. Los políticos
van y vienen, suben y bajan, aparecen y desaparecen, pero los partidos –aunque
algunos cambien de nombre en ocasiones- permanecen. Así que, según tu país, puedes poner el logo de
los partidos que allí existen.
Venimos de aquí: Si
me engañas una vez, la culpa es tuya; si me engañas dos, la culpa es mía (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/04/si-me-enganas-una-vez-la-culpa-es-tuya.html).
Respondamos con
sinceridad: ¿Cuántos de nosotros conoce los programas de los partidos
políticos? ¿Cuántos los hemos leído? Diría que muy pocos. Aunque esto es algo
que está cambiando poco a poco –o al menos así parece ser-, hasta ahora la
inmensa mayoría de las personas suelen votar a un candidato u otro por
cuestiones banales:
- Por tradición familiar.
- Porque siempre han
votado al presidenciable de dicho partido.
- Porque consideran que
es el que mejor se expresa.
- Porque es el más
elegante.
- Porque es el que cae
más simpático.
- Porque han oído un par
de ideas suyas y les gustan (una bajada del recibo de la luz, un 1% más de
pensión, etc.), aunque desconozcan la ideología de trasfondo.
- Porque a ellos les ha
ido bien en la vida, aunque al resto de la nación no.
- Porque prefieren no
complicarse escuchando al resto.
Otros lo hacen,
sencillamente, porque se “venden”. Así de claro lo digo. Y por venderse no
quiero decir que reciben un sobre con un buen taco de billetes a cambio de
votar al que se lo ofrece. Es algo mucho más sencillo: personas mayores que,
por medio de asociaciones y comunidades, se enteran de viajes a mítines
políticos, donde, a cambio de escuchar durante un par de horas al político de
turno y aplaudirle como parte de la masa, se les ofrece un par de bocadillos y
refrescos gratuitos. Esa señora mayor o matrimonio jubilado que no tiene nada
que hacer, que dice “me dan un paseo en autobús, paso el día con otros de mi
edad y nos invitan a comer”, pues lo termina votando. Hace poco supe el caso de
una mujer “de iglesia” que asistía por estas razones a las reuniones de un
grupo político a favor del aborto. ¿Por qué? Por lo dicho: por una excursión y
un bocata. Eso si, rogaba a las amigas que no se lo dijeran al cura...
Como todos los
espectadores en los concursos de televisión que van para pasar el rato, sucede
igual en la política. Fíjate en las caras de muchos asistentes a congresos. Y
no me refiero a los que ponen detrás del estrado, que suelen ser los fieles y
los más guapos y guapas. Hago alusión a la masa que está detrás y que las
cámaras enfocan dando palmas, sonriendo y ondeando banderitas del partido:
¡Muchos ni escuchan lo que allí se está diciendo!
Meses después de meter la
papaleta en la urna del que le invitó a una cervecita Cruzcampo bien fresquita,
se queja de que lo han engañado: que tiene que pagarse medicinas que antes
cubría la seguridad social, que el precio de la cesta de la compra sigue
aumentado, que el desempleo sigue igual, que su hijo tiene un sueldo miserable
y que lo explotan, etc. Y en las próximas elecciones, ¿se leerá las propuestas?
Para nada. Votará de nuevo al que le ofrezca el mejor viaje, la mejor comida,
al que mejor hable, al más guaperas y al que le baje dos euros la bombona de
butano.
Quizá en tu caso no
es algo tan llamativo, pero puede ser que hayas votado hasta ahora o en
ocasiones por alguna de las razones expuestas en los guiones de unas líneas
atrás.
Breves pinceladas
Para que esto no siga
ocurriendo y tengamos una idea más justa sobre en base a qué debemos votar como
cristianos en las elecciones (sean este año o el que sea), voy a dar unas
breves pinceladas, las que considero fundamentales, porque es imposible abarcar
todos los temas habidos y por haber sin alargar hasta el infinito este escrito.
Ahora bien, soy plenamente consciente que habrá temas que otras personas
consideran fundamentales y que aquí no cito. Así que eso ya lo dejo esa parte
en la propia investigación personal.
Aunque por mi parte tengo
por norma no volver a votar más de dos veces a un partido que ha fallado
repetidamente y de forma grave en los mismos asuntos o que ha incumplido
promesa tras promesa cuando ha gobernado, es evidente que nadie está obligado a
seguir este principio mío. Además, yo no le voy a decir a nadie a quién debe
votar.
No podemos dejarnos
llevar por impulsos ni por la emoción del momento, o por el candidato que más
simpático nos parezca. Hacer algo de esto sería un error. También tenemos que
tener mucho cuidado con la prensa y los
medios de comunicación, ya que, según el corte ideológico que tengan,
cargarán y despotricarán contra los partidos que piensan de forma opuesta a la
de ellos, y hablarán maravillas de los que piensen igual.
También tenemos que tener
claro que, puesto que no tienen a Cristo
por Señor ni Salvador, es imposible que concuerden en todo lo que Él enseña en
su Palabra, incluso con lo que nosotros a título personal creemos en
algunos asuntos. Aun dándose el caso de que llegaran a ser buenos gobernantes,
no olvidemos que ninguno podrá contentar a todo el mundo y que no será
perfecto. Hasta el mismo David, que en términos generales fue un gran rey,
cometió gravísimos errores.
Así que lo que voy a
hacer es formular una serie de preguntas que cada uno deberá hacerse a la luz
de las enseñanzas bíblicas para que así vea cuál partido político –o más de
uno- se ajustan más a esas pautas, y luego votar en consecuencia. Eso en el
caso de que te decidas a hacerlo, ya que en el anterior escrito hablamos de la
posibilidad de votar “en nulo”.
La clave para empezar la
encontramos nuevamente en un texto de Jeremías: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón
que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de
Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien,
sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y
deshabitada. Bendito el varón que
confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol
plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y
no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de
sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. Engañoso es el corazón más que
todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño
la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su
camino, según el fruto de sus obras” (Jer. 17:5-10).
Por lo tanto, la primera y gran pregunta que tienes
que hacerte es esta: aunque los candidatos de tu nación no sean cristianos
nacidos de nuevo, ¿qué puntos de su programa electoral concuerdan con los valores de Dios y cuáles con los del
diablo?
Su modelo de
nación
¿Piensa que todos los
españoles somos iguales y tenemos los mismos derechos como recoge la
Constitución o piensa conceder privilegios a algunas regiones y personas por
encima del resto? Por otro lado, dicho político ¿promueve el nacionalismo o el
patriotismo? El general francés Charles de Gaulle (1890-1970) explicó la
diferencia entre dos conceptos que nos pueden servir como base: “Patriotismo
es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el
odio por los demás pueblos es lo primero”.
Algunos dicen que no se puede imponer la voluntad de
la mayoría sobre la minoría. ¿Entonces qué hacemos? ¿La voluntad de la minoría
sobre la mayoría? Es imposible contentar a todo el mundo en cualquier área de
la vida. No es “imponer”, puesto que la democracia consiste en que el pueblo
decide por el consenso de una mayoría qué rumbo quiere que tome una nación, respetando las culturas, tradiciones y
diferencias de cada una de las partes mayoritarias y minoritarias que la
conforman y que enriquecen el conjunto. Ninguna comunidad es mejor que la
otra. Si esto no se cumple por alguna de las partes llega la confrontación, la
segmentación, el desprecio, el odio y el sectarismo, que es lo que tristemente
se ha ido cultivando en Cataluña en las últimas décadas con el beneplácito del
resto de partidos políticos.
Algunos pueden pensar que este es un tema menor; todo
lo contrario, y más en los tiempos que corren donde una era de populismo lo
invade todo: Debemos amar la nación en
la que Dios nos hizo nacer. No hacerlo sería despreciar la voluntad de
Dios. Pero esto no significa odiar al resto de naciones o partes de una nación,
que es lo que hacen personajes supremacistas como el señor Torra –el, por
ahora, presidente de Cataluña-, que considera al resto de españoles como
“bestias carroñeras, víboras y hienas” y a los catalanes que hablan español
como “bestias que viven, mueren y se multiplican”. Pregúntate si los candidatos
tienen un deseo de bienestar para tu país basándose en el amor a su tierra o en
el odio a la ajena y al prójimo.
Aborto
¿Está a favor o en contra del aborto? ¿Qué planes
tiene para ayudar y “proteger” a las embarazadas, o su solución es el aborto
libre? Para reflexionar sobre esta cuestión: “Falacias
abortistas y la nueva ley del aborto” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/12/falacias-abortistas-y-la-nueva-ley-del.html).
Eutanasia
¿Está a favor de establecer la eutanasia como un
derecho y despenalizarla o piensa prohibirla y centrarse en las unidades de
“cuidados paliativos”? Para reflexionar sobre esta
cuestión: “Eutanasia: ¿La buena
muerte?” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/03/1-eutanasia-la-buena-muerte.html) y siguientes artículos.
La familia, la educación y el matrimonio homosexual
La base para
cualquier cristiano es bien clara: el matrimonio es la unión entre un hombre y
una mujer, donde ambos tienen un padre y una madre, y no hay más inventos: “Dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). Así que tenemos que preguntarnos:
¿Qué piensa respecto
al matrimonio? ¿Lo considera la unión entre un hombre y una mujer, o también
incluye en el término a personas del mismo sexo? Para reflexionar sobre esta cuestión: ¿Cristianos homófobos o con derecho a disentir? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/11/cristianos-homofobos-o-con-derecho_28.html). Con esto no quiero decir que vaya en contra de
“colectivos homosexuales” –puesto que eso sería incluso delictivo- sino qué
piensa al respecto y cómo piensa actuar al respecto.
¿Favorecerá a las
familias que quieran tener hijos? ¿Se les concederán ayudas económicas? ¿Que asistencia tendrán las
embarazadas sin recursos? ¿Y qué hará con los permisos de paternidad y
maternidad?
¿Ese partido quiere,
como dice el artículo 27.3 de la Constitución Española, que los padres sigan
teniendo el derecho de que sus hijos reciban en las escuelas la enseñanza
religiosa que ellos decidan, o será el Estado el que diga qué educación deben
recibir los jóvenes en áreas como la moralidad y la sexualidad? ¿Está a favor o en contra de la ideología de género que están tratando
de imponer los grupos LGTBI?
¿Está de acuerdo o en
contra de los vientres de alquiler? ¿Qué ley va a establecer al respecto? ¿Va a
regular el contenido de lo que se puede ver en el llamado “horario infantil”?
¿O seguirá permitiendo que la “telebasura”, llena de vulgaridad y de sexo, siga
acampando a sus anchas a cualquier hora del día? ¿Hará algo para que los
menores de edad no puedan ver páginas pornográficas y que tengan que
identificarse para acceder a este contenido –por lo que los padres lo sabrían-,
como algún partido ya ha propuesto?
Personas
desfavorecidas
Dios se interesaba sobremanera en que las personas más
desfavorecidas y desprotegidas de la sociedad fueran ayudadas por el resto. Así
que pregúntate: ¿Qué proyecto tiene el candidato para todos ellos? ¿Qué plan de
ayuda va a ofrecer a las viudas, los huérfanos, los ancianos, los desempleados
y para las personas con discapacidades físicas o mentales? Recordemos cómo se
preocupaba Dios de estos grupos dentro del pueblo hebreo, no para señalar que
se tenga que hacer de la misma manera, sino para mostrar que el sentir de
misericordia siempre tiene que estar presente: “Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de
aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene
parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere
en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te
bendiga en toda obra que tus manos hicieren” (Dt. 14:28.29).
El
extranjero y la inmigración
¿Cómo piensa ese partido político tratar a los
extranjeros que lleguen a la nación?
Tenemos que partir de un concepto básico: el problema
de la inmigración es un asunto global. Mientras existan países donde la
hambruna, la guerra, la ausencia de democracia y la falta de oportunidades para
tener una vida digna, todo seguirá igual. Si yo estuviera en una situación como
la descrita y además tuviera familia, haría todo lo posible para llegar a un
lugar donde pudiera tener todo eso. Cruzaría a nado el Océano Atlántico si
fuera necesario. ¿O es que tú no? En muchas cárceles de España se vive mejor
que en muchos países subdesarrollados. Si me encontrara en un país en ruinas
del tercer mundo, preferiría una prisión española con tres comidas al día,
cama, ducha y toda el agua que quisiera. Por eso, para muchos inmigrantes,
occidente es lo más parecido al “cielo”.
Por lo tanto, es un asunto bien grave y que, al igual
que otros muchos citados en la primera parte, no se solucionarán hasta la
Parusía. ¿Qué hacer mientras tanto? Difícil pregunta y dificilísima respuesta,
y más cuando uno no tiene poder real para tomar las decisiones finales. Daré mi
opinión tratando de ajustarla a ciertos principios bíblicos que Dios estableció
para Isreal y que podemos tomarlos como un modelo genérico para todas las
naciones modernas:
1) Tengamos aquí presente el texto de Deuteronomio que
acabamos de leer que hace referencia al extranjero y a la provisión para él, y
añadamos este que es FUNDAMENTAL: “Porque
Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso
y temible, que no hace acepción de
personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda;
que ama también al extranjero dándole
pan y vestido. Amaréis, pues, al
extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Dt.
10:17-19). El que los desprecia porque “no son de aquí” habla muy mal de él, es
una manifiesta falta de amor y algo que debe corregir sin falta.
2) Leamos este otro pasaje: “No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos
o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades. En su día
le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con él
sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado” (Dt.
24:14-15). Aunque sea extranjero, debe remunerársele conforme al trabajo que
realice. Lo contrario sería injusto, y es tan grave que Dios dijo que es “maldito
sea el que cometa una injusticia con un extranjero, una viuda o un huérfano” (Dt. 27:19. DHH).
3) Dios no permitía que Israel adoptara costumbres
religiosas de otras naciones paganas: “Oíd
la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. Así dijo
Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo
tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los
pueblos son vanidad” (Jer. 10:1-3).
Aunque hoy en
día no se puede decir que exista un solo país del mundo donde la moral se base
totalmente en la moral cristiana, no podemos permitir que los extranjeros
traten de imponernos normas que pertenecen a sus credos religiosos, sean cuales
sean, sobre todo si no respetan los derechos humanos. Respetarlos es un cosa y
otra muy distinta dejar que los establezcan como normas de conducta para el
resto de nosotros.
4) Todo esto se resume en la historia del buen
samaritano narrada por Jesús. No podemos ser como el sacerdote y el levita que
pasaron de largo ante un hombre que necesitaba ayuda (cf. Lc. 10).
Otro tema –que no afecta a los políticos sino a los
cristianos exclusivamente- es qué hacemos para predicarles el evangelio a los
extranjeros y cómo mostrarles el amor del Dios verdadero. Pero eso es algo que
deben debatir cada iglesia local y que no toca tratarlo aquí puesto que me
saldría del tema principal. No debemos olvidar que nosotros mismos, como dijo
Pedro, somos “extranjeros y peregrinos”
en este mundo (2 P. 2:11).
Señalados estos cuatro puntos, tenemos que ser
conscientes a la vez que los recursos de una nación no son ilimitados. Si yo
tengo un bocadillo y alguien tiene hambre, lo parto por la mitad y los dos
quedamos medianamente saciados. Si veinte me piden un trozo del mismo
bocadillo, solo comeremos migajas y todos seguiremos hambrientos. Con la
inmigración sucede igual.
Por lo tanto, tenemos que preguntarnos cómo piensa el
candidato afrontar la llegada de refugiados, qué hará con ellos, qué trato va a
tener con los países de origen y cómo va a regular la inmigración, ya que no
hay trabajo ni recursos para todos. Tiene que haber sensatez y equilibrio.
Economía
¿En qué piensa emplear los impuestos recaudados a la
población y cómo piensa distribuirlo entre la Sanidad, las infraestructuras, el
transporte público, las energías renovables, la Educación, la cultura, las
Administraciones públicas y los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado?
Violencia de
género, prostitución, trata de personas y penas a condenados
¿Qué nuevas medias se aprobarán para proteger a los
afectados por la violencia en el hogar, sean mujeres, hombres, niños o
ancianos? ¿Cómo se ayudará a todas aquellas mujeres que han ejercido la
prostitución y no saben qué hacer tras salir de ese mundo? ¿Está dicho partido
a favor de legalizar o de ilegalizar la prostitución? ¿Perseguirá penalmente a
los que traten de acceder a estos “servicios”, al igual que ya hacen desde hace
años otros países europeos como Suecia, Noruega, Islandia, Irlanda del Norte y
Francia? Es terrible que, a día de hoy, España sea el tercer país del mundo
tras Tailandia y Puerto Rico en consumo de prostitución, y es dantesco que
Alemania y Holanda la hayan legalizado, cuando “un reciente estudio publicado
por la Escuela de Economía de Londres, muestra que en 150 países, la
legalización de la prostitución condujo a la expansión de este mercado y al
aumento de la trata de personas”[1].
Y dos preguntas más para terminar este apartado:
¿Aplicará la prisión permanente revisable o todo seguirá como hasta ahora?
¿Considera que se puede reinsertar –y cómo- a asesinos, pederastas y violadores
una vez que han cumplido sus condenas o que deben permanecer en prisión el
resto de sus días?
Su relación
con otros países
¿Cómo será su relación con otras naciones y sus
mandatarios? ¿Tendrá relaciones comerciales con aquellos que no respetan los
derechos humanos, que usan a niños como mano de obra y donde el resto de
trabajadores son explotados por el propio Estado y empresas multinacionales?
¿Les venderá armas? ¿Será parte de la explotación comercial y colonialista que
llevan a cabo algunas naciones con las más subdesarrolladas o denunciará tales
actitudes?
El Islam radical
¿Permitirá que el
Islam que promueve el salafismo –junto a sus imanes- contrario a la
democracia, que denigra a las mujeres y desprecia a los que no piensan como
ellos, se establezca en la nación?
Apuntes finales
Seguro que hay muchas
más preguntas y si meditas encontrarás más planteamientos sobre asuntos éticos
y morales que tienen una respuesta bíblica. Pero con estos, que son
representativos y generales, creo que bastan para, al menos, plantearse
seriamente a quién debes votar o no.
¿Votar a un candidato
que algunos de sus principios concuerdan con los de Dios significa que los
cristianos queremos imponer una Teocracia? No, como ya vimos en “El cuento de la criada: ateos que creen
que los cristianos quieren imponer una dictadura” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/07/1-el-cuento-de-la-criada-ateos-que.html). Pero tampoco nos podemos quedar de brazos cruzados,
quejándonos por todo y manteniéndonos al margen mientras esperamos la Segunda
Venida. Tenemos que ofrecer nuestra opinión en forma de voto, para que, dentro
de la maldad que existe en esta sociedad, pueda haber leyes más justas y acorde
a la “buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro. 12:2) y aportar nuestro pequeño
granito de arena mientras llega la consumación de los tiempos.
Ahora serás tú el que
introduzca la papeleta en la urna, y que Dios nos ayude a todos.
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