Venimos de aquí:
¿Soltero porque siempre estás buscando a alguien mejor? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/01/113-soltero-porque-siempre-estas.html).
Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo:
las causas a la solteria que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las
causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente
en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros:
Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree
falsos sentimientos de culpa.
En este caso, nos
encontramos a personas que están solteras porque son inflexibles en su forma de
entender la vida. Tienen una sola visión y esa es la verdadera. Se sienten mal
cuando alguien no piensa como ellos, tanto en aspectos meramente humanos como
en los concernientes a la espiritualidad y la forma de entender todos y cada
uno de los puntos del cristianismo. Y no me refiero a los temas esenciales
(Trinidad, salvación por gracia, divinidad de Jesús, resurrección de los
muertos, matrimonio entre un hombre y una mujer, etc.), donde deben coincidir
sin falta, sino en los secundarios.
Son totalmente inalterables
en sus planes. Hay que pensar, opinar, sentir y actuar exactamente como ellos
dicen. Aunque no lo digan abiertamente, hay que hacer lo que ellos digan.
Continuamente hacen especial énfasis en todo aquello que no están de acuerdo,
sea el tema que sea. Prácticamente buscan una pareja que sea un clon de sí
mismos.
Es elogiable el individuo
que tiene sus creencias personales bien arraigadas y que posea unos valores
establecidos cargados de argumentos. Todo ello es señal de madurez. Pero, este
concepto, llevado al extremo, los convierte en intransigentes con los demás, especialmente
con su posible pareja, ya que siempre estarán pensando que las cosas hay que
hacerlas a su manera y nunca estarán satisfechos. En la Biblia nos encontramos
con el caso de Raquel, la esposa de Jacob. Ella quería hijos y llegó a decir
que si no los tenía prefería morirse (cf. Gn. 30:1). Estaba culpando a su
marido. Este, cansado de sus continuas quejas, se enojó contra ella y dijo: “¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el
fruto de tu vientre?” (Gn. 30:2). Finalmente, el Señor quiso que ella
tuviera un hijo, pero aun así no estaba satisfecha: “Añádame Jehová otro hijo” (Gn. 30:24).
¡Qué difícil es lidiar con
este tipo de personas! ¡Cuánto más pensar en vivir con alguien continuamente
descontento porque las cosas no se hacen como quiere!: “Si estás escuchando constantemente a tu pareja quejarse
y preocuparse por la forma en que eres, entonces está involucrado con una
´persona reformadora`. Él o ella también podría ser perfeccionista. De
cualquier modo, el compromiso no será agradable y tampoco el matrimonio si se
llega hasta ese punto”[1].
Aprendiendo a negociar
Para que esto no ocurra, lo
importante es saber negociar, en lugar de mirar con mala cara al otro cuando no
piensa o actúa como lo haríamos nosotros. Cuando dos personas se conocen e
inician un acercamiento, deben ser conscientes de que ambos proceden de
trasfondos personales totalmente diferentes en todos los ámbitos (familiares,
laborales y espirituales, e incluso puede que eclesiales). Ambos deben aprender
a ceder en distintas áreas dentro de la lógica y la razón. No tiene que ser uno
el que trate de imponer sus condiciones al otro. Es algo esencial en la vida y
en todo tipo de relación humana. Y ahí cabe todo tipo de cuestiones, desde las
grandes a las pequeñas, y más aun cuando están pensando seriamente en
convertirse en cónyuges.
Sabiendo que es
imposible entrar en el matrimonio sabiendo todas y cada una de las
circunstancias que acontecerán en el camino (junto con facetas personales que
no se manifiestan completamente durante el noviazgo), y que requerirán de
adaptación, veamos
una lista concreta de todo lo que se deberá negociar antes y durante el matrimonio. Recuerda que no
es lo mismo amar a una persona que convivir con ella y compartir la vida.
Algunas de estas cuestiones
pueden parecer nimiedades en primera instancia, pero a la larga nunca lo son, y
pueden llegar a convertirse en “las
zorras pequeñas que echan a perder las viñas” (Cnt. 2:15). Cada uno
expondrá sus preferencias y sus razones. A partir de ahí todo se negociará para
llegar a acuerdos intermedios cuando no se coincida:
1.- Espiritualidad: ¿Tendréis devocionales juntos o cada uno se encargará de su propio
estudio? ¿Hablaréis el uno con el otro de lo que habéis aprendido? ¿Oraréis
juntos o por separado? ¿En qué situaciones lo haréis juntos? ¿Oraréis cuando
comáis en lugares públicos o cada uno dará gracias en su ser interior? ¿Quién
lo hará en caso de que decidan que sí? ¿Cuáles son los dones de cada uno y cómo
pensáis desarrollarlos? ¿Trabajeréis en ese aspecto en común o por separado?
¿Cómo podréis apoyaros el uno al otro en el ejercicio de vuestros dones? En
caso de que procedáis de distintas congregaciones, ¿a cuál asistiréis? ¿Qué
días asistiréis a los cultos y a otras actividades eclesiales? ¿Los dos pensáis
que debéis asistir a las mismas actividades u os concederéis la opción de ir
cada uno a la que considere oportuna?
2.- El tiempo y el ocio: ¿Qué idea tenéis del ocio? ¿Qué os gustaría hacer?
¿Dónde os gustaría pasar el tiempo de ocio? ¿Dónde os gustaría ir de vacaciones?
¿Cómo lo resolveréis cuando queráis ir a lugares diferentes? ¿Qué días y qué
tiempo tendréis como pareja para practicar intereses compartidos? ¿Qué días y
qué tiempo tendréis a nivel individual para practicar intereses diferentes,
como pueden ser los hobbies o la lectura? ¿Qué tipo de películas, programas de
televisión y música os gustan? Cuando no coincidan los gustos, ¿qué haréis?
¿Tendrá que verlo el otro contigo o podrá dedicarse a tareas que le agraden
más? ¿Cómo lo negociaréis? Si las series y películas que ve tu pareja
transmiten valores perniciosos que atentan contra la ética cristiana, ¿qué
harás? ¿Callarás para evitar conflictos y por mantenerla a tu lado, o hablarás
de forma clara y asertiva? ¿Cómo lo resolveréis?
3.- Los familiares y las amistades: ¿Qué costumbres son diferentes entre tu
propia familia y la de tu pareja? Si sois de diferentes nacionalidades, ¿habéis
tratado las diferencias culturales? ¿Qué tiempo dedicaréis a vuestras
respectivas familias? ¿Esperáis que vuestra pareja os acompañe siempre que
vayáis a visitar a vuestros familiares? ¿Cuándo los visitaréis juntos y por
separado? ¿Dónde pasaréis las comidas clásicas como Navidad y cumpleaños, entre
otras? ¿Qué límites pondréis a la hora de recibir consejos de vuestros propios
padres y de los suegros? ¿Tenéis amigos en común? ¿Saldréis con ellos? ¿Los
invitaréis a casa? ¿Podréis salir por separado con aquellos amigos que no
tenéis en común? ¿Lo permitiréis si son del sexo contrario? ¿Qué límites
marcaréis? ¿Qué lugares no queréis que visite vuestra pareja sin vuestra
compañía?
4.- La vida cotidiana, el sexo y el futuro: ¿Dónde celebraréis la boda?
¿Qué presupuesto tenéis pensado para todos los gastos? ¿Dónde os gustaría
vivir? ¿Casa o apartamento? ¿Cómo la decoraréis? ¿Tendrá cada uno libertad para
decorar su propio despacho? ¿Tendrá cada uno autonomía para elegir su propia ropa? ¿Os habéis preparado para
iniciar relaciones sexuales? ¿Habéis leído libros al respecto? ¿Conocéis las
diferencias fisiológicas
en lo que respecta a la respuesta sexual del hombre y la mujer? ¿Habéis
hablado entre vosotros de lo que esperáis en esas relaciones? ¿Qué expectativas
tenéis de la noche de bodas? ¿Tenéis algún miedo al respecto? ¿Qué método
anticonceptivo usaréis? ¿Tendréis hijos? En
caso afirmativo, ¿cuántos? Puesto que hay creyentes que lo consideran un
mandamiento bíblico vigente para todas las épocas, y por lo tanto no cumplirlo
es pecado, y otros no piensan de esta menra, responde: ¿En qué grupo te encuadras? ¿Por qué?
¿Te importaría que tu pareja
trabajara o preferirías que se quedara en casa criando a los hijos? ¿Qué piensa
el otro al respecto? ¿En qué colegio os gustaría que se educaran vuestros
hijos? ¿Cómo los educaréis? ¿Os
encargaréis de enseñarle sobre el uso que deben hacer de las tecnologías o los
dejaréis al libre albedrío?
¿Quién se encargará de
comprar, cocinar, fregar, limpiar y planchar? ¿Cómo os repartiréis esas tareas?
¿Qué comeréis? ¿Lo haréis en casa o fuera?
¿A qué hora? Si vuestros gustos culinarios son muy distintos, ¿qué plan
llevaréis a cabo? ¿A qué hora os levantaréis los días libres? ¿Lo haréis a la
misma hora? ¿Qué planes tenéis de cara al futuro? ¿Son realizables? ¿Serán para
el bien del matrimonio o pueden repercutir negativamente? ¿Cómo os veis de
ancianos?
5.- El trabajo y el dinero: ¿Disponéis de trabajo para cubrir vuestras necesidades básicas, como
pagar la casa, la comunidad, el agua, el teléfono y el gas? ¿En qué gastaréis
el dinero? ¿Cuánto en cada cosa? (Comida, muebles para el hogar, ocio, ropa y
ayuda a otras personas) ¿Para qué ahorraréis? ¿Cómo lo administraréis? Antes de
comprar, ¿lo consultaréis con el otro? ¿Qué coche compraréis? ¿Tendréis el
dinero en un fondo común o cada uno guardará
de forma independiente lo que haya ganado?
El psicólogo clínico Willard F. Harley, en su libro
“Lo que él necesita. Lo que ella necesita”, afirma respecto al dinero: “Él asume la responsabilidad de proveer para
la casa y alimentar y vestir a la familia. Si sus ingresos son insuficientes
para proveer el sostén esencial, él resuelve el problema preparándose para
incrementar su salario. No trabaja muchas horas para no separarse de su esposa
y familia, y puede proveer el sostén necesario de cuarenta a cuarenta y cinco
horas semanales”. Podría ser el ideal sin duda, pero no siempre se puede
cumplir, dada la complejidad del mundo laboral, los bajos sueldos y el
encarecimiento brutal del precio de la vivienda y los alimentos en muchos
países. La sociedad en que vivimos impide en muchas ocasiones llevar a la
práctica tales planteamientos, por lo que demasiadas veces se hace necesario
que ambos miembros de la pareja trabajen. En el momento que escribo, hay una
tasa del desempleo en mi país que supera el 20%, más de 4,5 millones de
parados. Por otro lado, Pablo dice: “Porque
si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado
la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Ti. 5:8). El hecho de que el hombre
sea la cabeza de la familia no significa que la provisión económica deba
proceder en todos y cada uno de los casos únicamente de él. Hay que analizar
cada circunstancia.
Para no ofrecer únicamente mi punto de vista, muestro
también la opinión de Marcos Howard, amigo personal y anciano en su
congregación: “La familia debería
contentarse con lo básico con tal de dedicar el tiempo adecuado a su relación
de pareja y a la crianza de los hijos. Además, ¡estoy radicalmente en contra de
que ambos trabajen a tiempo completo mientras haya hijos en casa! Es la receta
para fracasar en todo lo que realmente cuenta”. Reflexiona sobre esta cuestión
y toma la decisión que creas más adecuada según tus circunstancias.
6.- Detalles
personales: Qué
haréis si...:
- A uno le gusta poner
música en casa y el otro prefiere el silencio.
- En un momento dado os
enojáis entre vosotros.
- Uno prefiere el aire
acondicionado en el coche durante el verano y el otro bajar las ventanillas.
- Uno es friolero y necesita
poner varias mantas en la cama mientras que el otro es caluroso y no le hacen
falta tantas.
- Uno duerme totalmente a
oscuras y el otro prefiere la persiana levantada, o incluso una luz tenue
encendida.
- A uno le gustan los
animales en casa (como un perro o un gato) y el otro no soporta la presencia de
ellos.
- Uno es búho (rinde más de noche) y el otro alondra (rinde más de día).
- Uno desea tener relaciones
íntimas y el otro no quiere en ese momento.
- Los suegros y los padres
propios se inmiscuyen más de lo debido en el matrimonio y en las decisiones que
toméis.
- Uno desea vivir cerca de
los padres y el otro lejos.
- No os gustan
nada de forma mutua vuestros restaurantes favoritos.
- Vuestros hábitos difieren
(horarios a la hora de levantarse y acostarse, manera de hacerlo, a qué hora
sois habladores, cuánto tiempo empleáis en la higiene personal y en qué momento
del día, etc.).
- Uno es hiperactivo y
siempre está envuelto en mil actividades y el otro prefiere centrarse en unas
pocas y hacer las cosas tranquilamente.
- Uno está rebosante de
vitalidad y el otro carece de ella.
- Uno es muy extrovertido al
que le gusta estar siempre rodeado de personas y el otro muy introvertido y
prefiere estar con un grupo pequeño.
- Uno es muy ordenado en el
hogar y el otro desordenado dejando todo a medio hacer o la ropa por cualquier
lado.
- Uno tiene la costumbre de
dormir la siesta cada día mientras el otro preferiría aprovechar ese tiempo
para estar con su pareja realizando cualquier otra actividad.
- Uno prefiere quedarse en
casa y el otro salir casi todos los días.
El porqué de
tantas preguntas
¿Por qué he introducido estas cuestiones basadas en ´qué haréis si..`, que parecen más
propias de un matrimonio que de un noviazgo? Por tres razones:
1) Porque muchos dedican miles de horas a la parte
hermosa del noviazgo y a preparar la boda, pero muy pocos le dedican tiempo a
prepararse para el matrimonio.
2) Porque cada persona viene de un padre y de una
madre, y de circunstancias familiares completamente diferentes a la hora de
entender la vida y el día a día. Y si esto no se toma en cuenta dará lugar a
grandes malentendidos. Por citar un ejemplo bien gráfico de lo que estoy
exponiendo: “Pedro y Ana se acaban de casar, él proviene de una
familia numerosa donde siempre hay ruido y mucho alboroto. Su ´normalidad` es
que cada mañana al levantarse de la cama los hermanos se dan un empujón
amistoso como gesto cariñoso de buenos días. Ana, por el contrario, es hija
única, en su casa nadie se levantaba la voz y el ambiente siempre era de paz y
serenidad. El día siguiente a la boda y nada más levantarse de la cama, Pedro
le da un ´empujón amistoso` a Ana como gesto afectivo, pero Ana lo recibe e
interpreta desde su propia normalidad, y por lo tanto lo vive como una
verdadera agresión”[2].
3) Porque si no se aprende a negociar durante el noviazgo,
tampoco sabrás hacerlo durante el matrimonio, y surgirán decenas de problemas. Una
persona que no está dispuesta a aceptar responsabilidades no debería ni pensar
en casarse.
* En el siguiente enlace está el índice:
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* Prosigue en: ¿Eres soltero porque
no sabes negociar cuando tienes pareja?
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