(Copryrigth de la imagen:
@ValentinoRomeroart)
Si tu vida fuera un drama. Si hubiera dolor en ella.
Si hay seres queridos que perdiste en el camino. Si distintas circunstancias de
tu pasado y presente no te agradaran. Si tuvieras verdadero poder para cambiar
todo eso. Si pudieras llenar tu vida de felicidad diaria y evitar a toda costa
cualquier desgracia. ¿Acaso no ejercerías ese poder? Pues eso es exactamente lo
que nos ha mostrado la original, sorprendente y dramática miniserie
“Wandavision” (Bruja Escarlata y Visión, en España), sensacionalmente
interpretada por Elizabeth Olsen, que ha
demostrado una capacidad interpretativa arrebatadora, mostrando tal variedad de
registros en un mismo papel que es digna de elogio. Toda ella es un verdadero
terremoto de emociones.
Viendo las reacciones de una parte de sus seguidores
al último capítulo, ha sido una constatación más de que una parte de los
jóvenes y no tan jóvenes de hoy en día tienen serias dificultades para
centrarse en lo importante. Y no me refiero a que algo te guste más o menos,
que para eso cada uno es libre y tiene sus preferencias, sino la incapacidad
para la reflexión profunda, el qué pueden aprender de su visionado para sí
mismos sirviéndose de la extrapolación de una trama hacia nuestro mundo real,
siendo incapaces de dejarse llevar por la profundidad de unos personajes con un
pasado terrible a cuestas y el drama que supone para sus mentes, y cómo el
dolor puede destrozar un corazón hasta el punto de cambiar la realidad.
Prefieren evadirse sin más, decepcionándose y soltando bilis por la boca porque
no aparecen otros personajes de ese infinito universo Marvel, o porque las
tramas no giran conforme ellos quieren en las escenas de acción o la fantasía.
Y cuando todo acaba, pasan a otra cosa que les llene el tiempo. ¿Lo bueno? Que
los que verdaderamente la han analizado, le han concedido una crítica excelsa
bien merecida.
Un
desconcierto que tiene explicación
Aquellos que vieron los primeros capítulos se
encontraron completamente desconcertados, incluyéndome a mí sin duda: en ellos
veíamos la clásica sitcom (comedia de situación) en blanco y negro de los años
50 y 60 que imitaba diversas series norteamericanas de la época: Wanda y su
marido Visión viven tranquilos en una urbanización llenos de felicidad y con
vicisitudes completamente sencillas (charlas con las vecinas cotillas,
reuniones de vecindario, cenas con amigos, etc.), ocultando a los demás sus
habilidades y apariencias reales.
La pregunta era obvia: ¿cómo era posible aquello en
una mujer con poderes sobrenaturales que se había enfrentado al mismísimo
Thanos? ¿Y qué hacía allí Visión, cuando había muerto en dicha batalla?
Es cierto que era extraño, aparte que el humor
mostrado estaba completamente desfasado para nuestra época. De ahí que muchos
impacientes abandonaran. Aunque algunas escenas intercaladas y de postcréditos
nos mostraban que algo no encajaba, la verdad no es desvelada hasta dos
capítulos claves.
En ellos se nos cuenta que Wanda usó su poder para
rehacer un pequeño pueblo al de sus propios deseos en el que nadie podía entrar
ni salir al estar cerrado por una barrera de energía, controlando en todo
momento la mente de sus habitantes, “recreando” a su marido y dando a luz a dos
hijos, logrando así su ansiada felicidad que le había sido arrebatada una y
otra vez, y la reflejaba convirtiéndose a sí misma en la protagonista de una
sitcom ambientada en distintas décadas, que era el tipo de series que amaba de
niña y que veía con sus padres.
¿Qué provocó que ella quisiera “crearse” su propio
mundo idílico, lleno de inocencia y sin ningún tipo de sufrimiento?
- Aunque de pequeña era pobre, se sentía profundamente
amada por sus padres, pero murieron en un bombardeo que destruyó su casa en
Sokovia, como se reveló en el
octavo capítulo.
- Tras este acontecimiento, se unió a Hydra, una
organización terrorista, con la intención de cambiar el mundo, y lo único que
logro es que experimentaran con ella.
- Su hermano gemelo Pietro murió cuando ambos se
habían unido a los Vengadores, como vimos en la película “La era de Ultrón”.
- En contra de su voluntad, tuvo que matar a su propio
marido para salvar así el universo. Pero el plan falló: Thanos volvió atrás en
el tiempo y mató por segunda vez a Visión delante de ella para hacerse con la
gema del infinito, algo que Wanda no pudo evitar y que contempló impotente. Lo
vimos en “Infinity Wars”.
Drama. Dolor. Muerte. Infelicidad constante. Todo su
equilibrio vital y emocional había saltado por los aires y roto en un millón de
pedazos una y otra vez. Su mecanismo de defensa ante todo esto fue el ya
citado: convirtió con sus poderes una vida real destrozada en una perfecta,
aunque irreal.
El final de la serie, y qué sucede con la protagonista
tras “abrazar” su destino, lo dejo para el visionado personal. Lo que he
descrito hasta ahora es lo que me sirve para el tema que estoy exponiendo.
¿Cuáles
suelen ser los “mecanismos de defensa” ante el dolor?
Este es un tema del que he hablado en varias
ocasiones; tantas que a veces siento que me repito. Pero como de vez en cuando
aparecen nuevos lectores en el blog –aunque invisibles, ya que no hablan- que
no han leído lo anterior, aprovecho las nuevas y buenas ocasiones que surgen de
vez en cuando usando películas, series o libros, que suelen ser canales
sencillos para llegar a más personas y hacerlas profundizar en temas de la vida
diaria que nos afectan a todos por igual.
Cuando me refiero a “mecanismos de defensa”, hago
alusión a aquella manera –en singular o en plural-, en que los individuos
usamos distintas “técnicas” para “sobrevivir” al dolor cuando somos golpeados
brutalmente en nuestra alma. Como he repetido en más de una ocasión, puede ser
por la muerte de un ser querido,
la enfermedad propia o ajena, una ruptura matrimonial, la viudez, el abuso
físico y/o psicológico, etc.
Como vamos a ver, algunos mecanismos son sanos, pero
otros no lo son, por lo que es necesario aprender la diferencia para saber cómo
actuar ante el dolor que de una manera u otra se va a presentar ante nuestra
puerta, o sencillamente ya haya entrado en casa.
El más usual suele ser “crearse” un entorno de seguridad:
para Wanda era su barriada. Para la inmensa mayoría suele ser su propio hogar.
Se encierran en él, y no tanto porque sean hogareños –que pueden serlo- sino
porque ahí lo tienen todo más o menos bajo control: al cónyuge que procuran
tenerlo siempre cerca ya que les crea seguridad, a los hijos para que no hagan
nada que pueda ser peligroso, y difícilmente van a suceder acontecimientos
externos inesperados. En el caso de que no tengan pareja ni hijos, se encierran
en sí mismos, impidiendo que nadie se acerque a lo más profundo de ellos.
En otros casos, como también he señalado en diversos
escritos, buscan evadirse de todo para olvidar o no pensar en aquello que les
duele. Para esto usan el alcohol, algún tipo de droga de las mal llamadas
“blandas”, la música, el estar siempre haciendo cosas que le eviten pensar como
compras compulsivas, atracones de comida, fiestas ruidosas, risas enlatadas,
conversaciones vacías con las amistades a las que usan con el mismo fin, se
arrastran por las redes sociales buscando atención personal, caen en
perversiones como la pornografía, se obsesionan con la gimnasia y el deporte en
general o su opuesto: se abandonan físicamente por completo, etc.
Por último, están los que convierten su dolor en ira o
en toxicidad que sueltan ante el resto del mundo. Entre personas que han
sufrido, por ejemplo, bullying o malas experiencias eclesiales o de cualquier
otro tipo, pueden volverse amargadas o cínicas, con ira acumulada que se
manifiesta en diversas ocasiones, envolviéndose en un humor zafio, el cual
muestran como método de supervivencia y una victoria ante sus “acosadores”,
cuando lo único que logran es sacar lo peor del individuo y la autodestrucción
del “yo” sano.
¿Algo de esto cura el dolor y supera la adversidad?
Para nada. Solo lo tapa bajo toneladas de basura que explotará tarde o temprano
ante tanta pestilencia acumulada, en el silencio o el grito, en las lágrimas o
en la ausencia de ellas. Volverá tarde o temprano, o sencillamente nunca se
irá, e impregnará todo lo que toque, dañando incluso a sus semejantes. La
víctima se convertirá en verdugo y terminará haciendo daño a otros a causa de
su propio dolor.
Mecanismos
salubres
Partimos del principio de que la vida tiene una parte
incontrolable. Podemos ser amables con los demás, pero no podemos controlar
cómo serán con nosotros. Podemos hacer el bien, pero no sabemos si recibiremos
en la misma proporción. Podemos comer saludablemente, pero no sabemos cuándo
exactamente puede menguar nuestra salud. Con la muerte sucede igual: es como
una amiga invisible que se presenta sin previo aviso o con apenas
margen para nada, sea para nosotros o nuestros familiares.
De ahí que la vida sea para vivirla en el presente; ni
en el pasado, ni en el futuro. La aceptación de esta verdad irrefutable nos
hará poner cada situación personal desagradable en perspectiva, sea física,
emocional, psicológica o sentimental. Esa debe ser la base de nuestra actitud,
como bien explicó Jesús: “No os afanéis
por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día
su propio mal” (Mt. 6:34).
En segundo lugar: sabemos que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene
su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de
arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y
tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y
tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras;
tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y
tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y
tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar” (Ec. 3:1-7). ¿Qué
nos quiere decir este pasaje? Que nuestro paso por este mundo está formado por
segmentos y que cada uno de ellos debe encontrar su lugar y su momento. Ni más
ni menos. Ni dentro ni fuera.
El tiempo de hablar y de llorar de lo que te duele
está incluido, con paciencia, puesto que en algunas personas puede ser más
tiempo y en otras menos. Es lo que hizo Ana, la madre del profeta Samuel, y a
la que he citado en un millón de ocasiones en mis escritos. Esto es lo que se
conoce como el duelo: “Es el
proceso natural de adaptación emocional ante la pérdida de algo que amamos. Podemos tener
un duelo por haber perdido un empleo, una pareja, un cambio de ciudad... y por
supuesto, pasaremos por un duelo al perder a un ser querido. Cada persona hace
el duelo de la misma forma que vive y siente el vínculo con los demás, por lo
que cada
duelo es único. Podemos tener una reacción de bloqueo, de hacer como si no pasara
nada, podemos llorar de forma desconsolada durante días, podemos llorar y reír
recordando momentos vividos con la persona que ya no está en nuestra vida, etc.
Hay tantas reacciones como personas”[1].
Todo esto es verdad, y la manera más sana de expulsar
el dolor, pero, como muestra el texto bíblico, también está el tiempo de curar
y de edificar; es decir, de seguir adelante. Incluso ambos momentos pueden
entremezclarse sin problemas. La idea en sí es que no podemos hacer que
nuestras conversaciones ni sentimientos sobre un hecho en sí se conviertan en
el monotema eterno, ni que nuestra vida se convierta en un remolino cuyo
epicentro sea la expresión del dolor de forma continua. De lo contrario,
seremos engullidos, controlados y consumidos, perdiendo el control sobre
nosotros mismos. Nos acontecerá como Wanda, que el equilibrio emocional
dependerá de un hilo que se romperá en el momento más inesperado. Y eso es algo
a evitar ya que nos convertiría en una estatua de sal, como la mujer de Lot (cf. Gn. 19:26).
Conclusión
Rodéate de toda la
vida que puedas, y más en las circunstancias actuales. Aprende a vivir cada
día. Aprende a adaptarte en cada circunstancia. Lee para crecer interiormente y
llena tu tiempo de actividades de verdadero provecho. Aprende a seguir
adelante, tanto en los claros como en los oscuros, en los días soleados como en
los tormentosos. Aprende a vivir descansando en Dios. Aprende a mirar a la
eternidad y a vislumbrar la inmortalidad que te depara la cruz de Cristo.
APRENDE DE TODO[2].
[2] Aquí podéis ver un análisis sobre todas las influencias y referencias en las que se han basado: https://www.espinof.com/otros/bruja-escarlata-vision-alla-marvel-referencias-e-influencias-para-disfrutar-a-fondo-serie-disney-plus
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