lunes, 9 de diciembre de 2024

Cuatro pasos concretos para cambiar tus propias actitudes tóxicas (2ª parte)

 


Venimos de aquí: ¿Cuáles son las características de las personas tóxicas? (1ª parte): https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/12/cuales-son-las-caracteristicas-de-las.html

No es nada fácil que una persona acepte que es tóxico o que tiene algunas actitudes que lo son, ni tampoco es usual que se tomen el tiempo necesario para analizar las problemáticas que ellos mismos han provocado. Por eso, si es tu caso y has llegado hasta aquí, te felicito sinceramente. Ahora, te animo a seguir adelante en este proceso de cambio. Vamos a analizar qué puedes hacer al respecto.

Como apunté en la primera parte, dicho escrito no tenía la intención de “cambiar a otros”, sino averiguar:

1) si hay personas tóxicas a nuestro alrededor, en mayor o en menor grado.

2) modificar aquellas conductas tóxicas con las que el lector se pudiera sentir identificado, fueran muchas o pocas.

Lo habitual dentro de la literatura y los ensayos que se encargan de analizar este tema es centrarse en cómo comportarse ante esta clase de individuos. Y sí, en el tercer y último escrito, también lo haré, pero, para mostrar en primer lugar que Dios Padre envió a Su Hijo a buscar a los perdidos, prefiero dedicarme ahora a aquellos que quieren cambiar, antes que buscar cómo evitarlos o a alejarse de ellos.
Es triste que los ensayos sobre los individuos tóxicos dejen a un lado el intento de ayuda. En lugar de demonizarlos o darlos por imposibles, deberían esforzarse en hablarles a la mente y al corazón. ¿Si luego no quieren modificar sus actitudes? Nuestra única responsabilidad es mostrarles qué pueden hacer. Lo que hagan o dejen de hacer, está fuera de nuestro ámbito.

Los siguientes pasos
Ahora que has decidido “darte la vuelta” y rehacer aspectos muy concretos de tu ser, que sabes que no te hacen ningún bien, y tampoco a los que se relacionan contigo, lo mejor es volver a señalar esas características que vimos en el anterior escrito y ver qué hacer con cada uno de ellos.

1) Del egocentrismo a la igualdad con el prójimo
Debes aprender que nadie está obligado a acceder a tus peticiones si no lo desea, por lo que el enojo y la ira están de más, ni que tus sentimientos hacia ellos deben depender de un o un no. Y, dado el caso, no tienes que usar el chantaje emocional para lograr tus deseos. Habla, pide por favor, solicita si es posible, y que los demás decidan qué hacer al respecto.
No eres el centro del universo. Entre los millones de personas que han habitado este planeta y lo harán, eres uno más, con sus virtudes, defectos y circunstancias personales, algunas positivas y otras negativas, pero no más importantes. Eso significa que los demás no deben girar en torno a ti. Interésate realmente por las vidas ajenas, conoce a las personas realmente, y no buscando sacar rédito de ello. Pregunta qué piensan y cómo se sienten ante sus vivencias; no por cotilleo, sino por interés genuino. Así dejarás a un lado tanto “yo” y podrás centrarte en el “tú” y en el “nosotros”. De esta manera, encontrarás con los que puedas tener una relación de reciprocidad, de igual a igual.
En lugar de querer saltar a la mínima para hablar de ti, escucha de verdad y tómate tu tiempo para oír qué dicen: “todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar” (Stg. 1:19).
La vida no es una competición contra nadie para “demostrar” que eres “bueno” o “mejor” que otros. Ni contra amigos, conocidos, compañeros de trabajo ni familiares. Así que rehuye dicha forma de comportarte.
No te compares con los demás, puesto que cada uno tiene sus virtudes y defectos. Los primeros para usarlos y los segundos para ir quitándolos: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Fil. 2:3-4).
Por último: ante comportamientos tóxicos, no te excuses; discúlpate con sencillez de espíritu cuando las cometas contra otros.

2) De criticones a animadores
Tienes que ser consciente que no hay conversación más banal que aquella que gira continuamente sobre la crítica a los demás. Señalar hechos puntuales y de gran relevancia son necesarios. De lo contrario, no podríamos ni siquiera hablar de aquellas heridas que nos pueden llegar a provocar los que nos rodean. Pero de ahí a estar, día tras día, observando cada mínimo fallo ajeno y convirtiendo un grano de arena en montañas, existe un abismo.
También es importante que, antes de señalar un defecto o error en otra persona, te asegures que son objetivamente reales y no fruto de tus sesgos u opiniones ajenas, y que tú no tienes el mismo u otro peor. Y sí, hay que ser muy frío y cerebral para lograrlo, pero lo contrario es cometer una flagrante injusticia. Y si no se dan esos requisitos, lo mejor es callarse, porque si no volverás al error de siempre: mirar la paja ajena y no ver la viga propia. Además, que tus críticas sean constructivas y en asuntos relevantes, no en sandeces que se pueden pasar por alto. Y siempre, siempre, que sea con ánimo correctivo y no tengan la intención de destruir a nadie, ni el querer quedar por encima, puesto que eso te conduce a la soberbia. 
Por último, en lugar de guardar una lista mental de los fallos que las personas han cometido en sus vidas para sacarla a colación cuando te convenga, esfuérzate en ver sus aciertos y aspectos positivos. Y no tengas problemas en reconocerlo.
Hay decenas de temas en la vida –Biblia, experiencias personales, sentimientos, viajes, libros, películas, series, aficiones, deportes, temas sociales, etc.- como para  malgastar tu tiempo y energía en buscar y rebuscar fallos en otros, y que muchas veces ni resultan serlo o son nimiedades.
Por tu propio bien y el de todos los que te rodean: deja de traficar con la información que otros te confían o que conoces de ellos. Dice en Proverbios 11:13 que “el que anda en chismes descubre el secreto; mas el de espíritu fiel lo guarda todo”. Sé de espíritu fiel, y niégate cuando quieran sonsacarte intimidades que sepas de otros individuos.

3) De la falta de autocrítica a examinarte y a dejar que Dios lo haga
Como ya vimos, lo primero que tiene que hacer una persona que desea cambiar de pies a cabeza su ser interior, es pedirle a Dios que le examine, y que sea Él quien le muestre esos aspectos que no concuerdan con Su voluntad, que es buena, agradable y perfecta (cf. Ro. 12.2).
Cuando eso suceda –si lo haces de corazón-, Dios te los mostrará, por lo que no te justifiques ni digas más “es que soy así”. Eso sería un acto de inmadurez. La corrección tiene el propósito del crecimiento, no de “quedarse igual”.
Menos justificaciones y más acción. Menos mirar al prójimo y más a uno mismo. Menos querer cambiar a otros y más esforzarse por ser la mejor versión propia. Menos examinar a los demás y más pedirle a Dios que lo haga contigo. Que uno de tus lemas sea el de este Salmo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (139:23-24).

4) De víctima a luchador
Sí, estoy seguro de que en tu vida han ocurrido sucesos llenos de dolor. No hace falta enumerarlos, puesto que tú los conoces bien. Y cada uno de ellos tiene su importancia y hay que tratarlos como se deben, sin infravalorarlos ni quitarles el espacio que les corresponde para que haya sanidad emocional. Pero también te digo que no puedes hacer que tu vida gire en torno a ese dolor y abrazarlo como si fuera tu cónyuge. Si estás en medio de un proceso doloroso, y para no salirme del tema que estoy tratando en estos escritos, te dejo aquí dos artículos sobre el dolor, la tristeza y la depresión, y cómo afrontarlo todo: “Alma salvaje: Cuando el dolor puede convertirnos en la mejor o en la peor versión de nosotros mismos” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/alma-salvaje-cuando-el-dolor-puede.html) y “¿Qué puedes aprender de la crisis del coronavirus? Que debes elegir VIVIR en lugar de dejarte consumir por el dolor” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/06/9-que-puedes-aprender-de-la-crisis-del.html).
Volviendo al quid de la cuestión, no vivas como si tu dolor fuera el más grande que jamás ha existido y tus vivencias peores que las de ningún otro ser humano. Cada persona que ha vivido en el pasado, vive en el presente y vivirá en el futuro, tuvo/tiene/tendrá experiencias también desagradables, más o menos graves que las tuyas, pero no por ello despreciables. Por eso no te presentes un día tras otro en la vida como un mártir, porque son las personas que, con el tiempo, más suelen sobrecargar, y estoy seguro de que ese no es tu deseo. 
También es hora de que dejes de culpar a todo el mundo de lo que te ha acontecido en la vida; sobre todo si tu mismo lo has causado, aunque sea en parte, por malas decisiones que tomaste en el pasado. Si es el caso, asume el porcentaje de responsabilidad que te corresponda y aprende la lección para tu propio crecimiento, en lugar de arremeter contra los demás y rumiar en tu mente contra ellos.
Recuerda que no eres mejor que nadie, y que tus errores y aciertos tienen la misma validez que los del prójimo: no son ni más ni menos importantes. Viéndolo así, dejarás de magnificar los fallos de los demás y de minimizar los propios. Así que céntrate en desarrollar tus puntos fuertes y en corregir los desaciertos y pecados que hay en ti, en lugar de querer cambiar a otros: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Ro. 12:3).

Conclusión
¿Qué es fácil llevar a cabo lo reseñado? Ni mucho menos, y visto así de golpe puede resultar hasta desalentador. Pero tienes que tomártelo como algo a medio y largo plazo, sin prisas, pero sin pausa, donde cada día sea una motivación para seguir adelante y cambiando a mejor.
A cada paso, irás cambiando actitudes, pensamientos, formas de actuar, de relacionarte, de hablar y de intereses, hasta el punto en que llegue el día en que no reconocerás tu yo pasado. Conforme más obedezcas las enseñanzas bíblicas, más pequeño se hará esa parte tóxica que ha caminado a tu lado hasta el día de hoy. Y si no conoces a Dios ni has nacido de nuevo, es el momento de hacerlo. De lo contrario, las soluciones que te he mostrado solo serán parches, pero no cambiarán tu alma ni tu destino eterno.
Una vez hecho, confía en esa promesa que Dios mismo nos hace a todos los que le seguimos: “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Y para ello debes dejar que te moldee por medio de Su Palabra. La parte que te toca es obedecerla.

Continúa en ¿Qué debes hacer cuando te encuentres con personas tóxicas que no quieren cambiar? (3ª parte): https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/12/que-debes-hacer-cuando-te-encuentres.html 

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