“Roy, este es un mensaje de tu padre. Te hablo desde
el Proyecto Lima. Justo acabamos de pasar por Júpiter y nos dirigimos a
Neptuno. Sé que has sido testigo del enorme interés que hemos despertado en
todo el mundo y estamos agradecidos por ello. Estamos haciendo cosas importantes
aquí arriba. Estamos a punto de contestar a la gran pregunta: ¿cuándo
encontraremos vida inteligente ahí afuera? Y sabemos que lo haremos. Nos
dirigimos a los límites de la heliosfera, donde el campo magnético del sol no
podrá afectar a nuestros dispositivos. Podremos examinar cualquier sistema
estelar en busca de vida compleja. Nunca se ha hecho antes y somos muy
optimistas”.
Este es el último mensaje que el astronauta Clifford McBride –interpretado por Tommy Lee Jones, en
la película “Ad Astra”- le mandó a su hijo Roy (Brad Pitt) hace diecinueve
años. Ahora, el propio Roy, ya adulto, es enviado al espacio profundo con un
objetivo: detener a su padre, que ha acabado las vidas del resto de la
tripulación porque querían regresar a la Tierra, y él no estaba dispuesto a
permitirlo; deseaba que siguieran trabajando. Cuando se reencuentran después de
casi dos décadas, Clifford le dice a su hijo: “Mi tripulación analizó todos los datos y no descubrió ninguna señal
de vida ahí fuera. Ninguna otra conciencia. Abandonaron. [...] El Proyecto Lima
nos ha dicho que estamos solos en el universo conocido”.
Tras llegar a los confines del sistema solar y
lograr cartografiar todos los
planetas del universo, lo encontraron todo yermo. Sintiéndose fracasado, en su
desesperación y en el deseo de volver a buscar, y ante la negativa del resto de
sus compañeros, los asesinó para continuar por su cuenta. Como termina
afirmando Roy sobre su progenitor: “Capturó mundos distantes y extraños con
mayor detalle que nunca antes. Eran hermosos, magníficos, llenos de maravillas
y cosas asombrosas. Pero bajo esas superficies sublimes, no había nada. Ni amor
ni odio. Ni luz ni oscuridad. Solo veía lo que no estaba ahí y no veía lo que
tenía delante”.
(algunos de los planetas mostrados en la misión y completamente estériles)
Teorías de por qué
no hemos encontrado nada por ahora
Tanto el astrónomo estadounidense Frank Drake
(1930-2022), con su “ecuación de Drake” –con la que intentó calcular cuántas
civilizaciones podría haber en la Vía Láctea-, como el físico italiano Enrico
Fermi (1901-1954), con su “paradoja de Fermi” –la aparente probabilidad de vida
inteligente y, al mismo tiempo, la contradicción que supone la ausencia total
de pruebas-, plantearon ante la humanidad la pregunta de si estamos solos o
acompañados en nuestro vasto Universo.
Se suelen dar diversas explicaciones por las cuales
no hemos detectado ni encontrado otros planetas con vida, restos arqueológicos,
sondas o señales de radio, ni tampoco hemos contactado con otras civilizaciones,
ni ellas con la nuestra:
1) las distancias
entre planetas con vida inteligente son tan siderales que ninguna ha logrado la
manera de ir de uno a otro.
2) esas
civilizaciones son demasiado jóvenes y no han logrado aún el suficiente avance tecnológico
que les permitan cubrir semejantes distancias.
3) otras se han
extinguido antes de alcanzar una ciencia que les permitiera llevarlo a cabo.
4) nuestros satélites
y demás aparatos de medición no han podido todavía cartografiar todo el
universo con la nitidez suficiente como para poder ver en detalle otros
sistemas solares.
5) en el caso de que
hubiera civilizaciones que viajen por el espacio, no nos han localizado
todavía.
6) incluso en el
supuesto que se diera ese caso y supieran de nuestra existencia, por alguna
razón desconocida prefieren no contactar, al menos por ahora. En la clásica
serie Star Trek tienen como máxima no
hacerlo con otros mundos hasta que estos no logren cierto grado de tecnología,
para así no interferir en el crecimiento natural y en la evolución de dicha
sociedad.
7) dada la edad del
universo, medida en millones de años, aunque hayan existido diversas
civilizaciones lo suficientemente avanzadas para conocer otros planetas, es muy
difícil que hayan coincido en el mismo periodo histórico antes de desaparecer.
¿Es posible la vida en otros planetas? La realidad,
a día de hoy
Dado que no
conocemos los confines del Universo, nadie puede afirmar ni negar tajantemente
la posibilidad de vida en otros planetas, sea inteligente, meramente animal o,
al menos, bacteriana o de algún tipo desconocido. Ni siquiera los cristianos
podemos llegar a tales conclusiones, ya que Dios, en Su Palabra, no dice nada
al respecto, ni en un sentido ni otro. Sobre los que dicen que sí, que las Escrituras
lo afirman, al final de este mismo escrito los dirijo a otro estudio que
desmonta ciertas teorías, que son solo eso: teorías. Lo único que debemos
reseñar es lo que, a día de hoy, nos muestra la ciencia, puesto que todo lo
demás es especular. Así que seamos claros:
1) Según el
estudio llevado a cabo por la Universidad de Florida (utilizando datos del
telescopio Kepler de la NASA y de la sonda Gaia de la Agencia Espacial
Europea), un tercio de los planetas de nuestra galaxia podrían ser habitables,
lo que significaría que fueran cientos de millones. Para llegar a esta
conclusión, se han basado en “cuantificar
el número de planetas que orbitan a una distancia idónea de una estrella
similar al Sol, lo que les permitiría contener agua líquida y albergar vida”[1].
2) Sabemos que, fuera de nuestro sistema solar,
existen miles y miles de planetas que giran en torno a otras estrellas, a
semejanza de nuestra relación entre la Tierra y el Sol, donde se les conoce con
el sobrenombre de exoplanetas. Así ha sido desde que, en 1995, el astrónomo
Didier Queloz y el astrofísico Michel Mayor, descubrieron el primero de ellos,
lo que les llevó a ganar el Premio Nobel de Física.
Dicho esto, la comunidad científica enseña claramente
que uno de los problemas principales para que realmente haya vida es la
distancia de un planeta respecto a su estrella. Si está ligeramente más cerca
de lo estrictamente necesario, el calor hace inviable la vida; nos coceríamos.
En el lado opuesto, si está ligeramente más lejos de lo estrictamente
necesario, el frío es lo que la hace inviable; nos congelaríamos. Además,
también depende del tamaño de la estrella (y su temperatura) y del planeta:
aunque estén a la distancia teóricamente adecuada, el simple hecho de que dicho
“sol” sea más grande de lo necesario o tenga una temperatura superior o
inferior a la necesaria, provocaría los mismos efectos insalvables.
3) Como explican de nuevo los científicos, “nuestro
Sol es toda una rareza en la Vía Láctea. El resto de estrellas son, por lo
general, bastante más pequeñas y más frías, con ´solo la mitad de masa de
nuestro Sol, como máximo`. Algo que hace necesario que el resto de planetas de
nuestra galaxia tengan que orbitar muy cerca de sus respectivas estrellas para
ser considerados habitables, y provoca que estos puedan sufrir ´fuerzas de
marea extremas`”. A la luz de las evidencias, las dificultades para la vida son
extremas.
4) Además, por si no fuera poco, y en palabras del
biólogo Antonio Cruz, “cuando se piensa en la cantidad de acontecimientos
improbables que han tenido que darse simultáneamente para hacer posible la vida
en nuestro planeta, la lista se incrementa con cada nuevo descubrimiento.
Vivimos en un planeta rocoso que tiene el tamaño perfecto para desarrollar un
campo magnético que nos protege de los rayos solares peligrosos. Disponemos de
agua líquida y de un ciclo hidrológico que la depura constantemente. El eje de
rotación de la Tierra está ligeramente inclinado, lo que hace posible la
sucesión de las estaciones, los diferentes climas y la increíble diversidad
biológica. Disponemos de un satélite como la Luna que permite la estabilidad de
dicho eje, ya que si no fuera así nuestro planeta bailaría como una peonza y
los repentinos cambios climáticos serían incompatibles con la vida. Disponemos
de un movimiento lento, pero constante de las placas tectónicas de la corteza
terrestre que renueva los elementos químicos disponibles en la superficie.
Estamos protegidos por varios planetas del sistema solar de los impactos
peligrosos de cometas y meteoritos. Poseemos una atmósfera con ozono que actúa
como un escudo protector de la vida. Se trata solo de unos pocos detalles de la
enorme lista que configura la extraordinaria singularidad de la Tierra. Y lo
más sorprendente de todo es que en tales condiciones de habitabilidad apareció
la vida, acontecimiento que, a pesar de las muchas hipótesis, todavía permanece
inexplicado por la ciencia”[2].
Todo lo expuesto nos hace ver que, para que la vida
sea real como en nuestro planeta, la cantidad de factores que deben encajar a la perfección son considerables, y no
hablemos ya del cuerpo humano en sí, con la increíble complejidad de su ADN, que
son incluso mayores.
Conclusiones
Dicho esto, vuelvo a repetir lo que dije al principio:
nada de esto significa que no exista vida en otros puntos del Universo. Hasta
el presente, ningún ser humano tiene una respuesta absoluta. ¿Se encontrará
alguna vez un exoplaneta que sea habitable, lo esté ya o no? Quién sabe.
¿Qué es lo que creemos los cristianos ante estas dos
opciones, tanto si descubrimos en un futuro que la vida es una rareza y todo el
cosmos está vacío –tal cual se
refleja en la película Ad Astra-, como si es algo común en otros sistemas
solares? Que la propia creación observable es magnífica e imponente, y aunque
muchos la consideren fruto de la “casualidad” y el “azar”, sin ningún propósito
ni razón exacta, nosotros vemos la mano infinita de un Ser Superior que lo hizo
todo por Su Voluntad, y sin ser parte de esa misma creación. Y sí Él creó vida
en otros lugares en el pasado o en el presente, cuando considere oportuno nos
la dará a conocer. Sea como sea, Él es Señor y dueño de todo, y puede hacer
como bien desee.
* Por si no lo leíste en su momento y te
interesa, aquí dejo un artículo que publiqué hace unos años, donde desmontaba
todas esas creencias sobre las supuestas pruebas de visitas de alienígenas a
nuestro planeta (como los círculos de Chesefoot Head, las estatuas
de la isla de Pascua, la tumba del astronauta de Palenque o la pirámide de
Keops), junto a los resultados del Proyecto SETI o las especulaciones de algunos
cristianos que deforman la teología a su antojo y caen en el sensacionalismo: “OVNIS: ¿La verdad está ahí fuera?” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/01/ovnis-la-verdad-esta-ahi-fuera.html).
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