lunes, 23 de diciembre de 2024

Ad Astra: ¿Estamos solos en el universo? ¿Qué dice la ciencia? ¿Se pronuncia Dios al respecto?

 


“Roy, este es un mensaje de tu padre. Te hablo desde el Proyecto Lima. Justo acabamos de pasar por Júpiter y nos dirigimos a Neptuno. Sé que has sido testigo del enorme interés que hemos despertado en todo el mundo y estamos agradecidos por ello. Estamos haciendo cosas importantes aquí arriba. Estamos a punto de contestar a la gran pregunta: ¿cuándo encontraremos vida inteligente ahí afuera? Y sabemos que lo haremos. Nos dirigimos a los límites de la heliosfera, donde el campo magnético del sol no podrá afectar a nuestros dispositivos. Podremos examinar cualquier sistema estelar en busca de vida compleja. Nunca se ha hecho antes y somos muy optimistas”.

Este es el último mensaje que el astronauta Clifford McBride –interpretado por Tommy Lee Jones, en la película “Ad Astra”- le mandó a su hijo Roy (Brad Pitt) hace diecinueve años. Ahora, el propio Roy, ya adulto, es enviado al espacio profundo con un objetivo: detener a su padre, que ha acabado las vidas del resto de la tripulación porque querían regresar a la Tierra, y él no estaba dispuesto a permitirlo; deseaba que siguieran trabajando. Cuando se reencuentran después de casi dos décadas, Clifford le dice a su hijo: “Mi tripulación analizó todos los datos y no descubrió ninguna señal de vida ahí fuera. Ninguna otra conciencia. Abandonaron. [...] El Proyecto Lima nos ha dicho que estamos solos en el universo conocido”.
Tras llegar a los confines del sistema solar y lograr cartografiar todos los planetas del universo, lo encontraron todo yermo. Sintiéndose fracasado, en su desesperación y en el deseo de volver a buscar, y ante la negativa del resto de sus compañeros, los asesinó para continuar por su cuenta. Como termina afirmando Roy sobre su progenitor: “Capturó mundos distantes y extraños con mayor detalle que nunca antes. Eran hermosos, magníficos, llenos de maravillas y cosas asombrosas. Pero bajo esas superficies sublimes, no había nada. Ni amor ni odio. Ni luz ni oscuridad. Solo veía lo que no estaba ahí y no veía lo que tenía delante”.
           (algunos de los planetas mostrados en la misión y completamente estériles)

Teorías de por qué no hemos encontrado nada por ahora
Tanto el astrónomo estadounidense Frank Drake (1930-2022), con su “ecuación de Drake” –con la que intentó calcular cuántas civilizaciones podría haber en la Vía Láctea-, como el físico italiano Enrico Fermi (1901-1954), con su “paradoja de Fermi” –la aparente probabilidad de vida inteligente y, al mismo tiempo, la contradicción que supone la ausencia total de pruebas-, plantearon ante la humanidad la pregunta de si estamos solos o acompañados en nuestro vasto Universo.
Se suelen dar diversas explicaciones por las cuales no hemos detectado ni encontrado otros planetas con vida, restos arqueológicos, sondas o señales de radio, ni tampoco hemos contactado con otras civilizaciones, ni ellas con la nuestra:

1) las distancias entre planetas con vida inteligente son tan siderales que ninguna ha logrado la manera de ir de uno a otro.

2) esas civilizaciones son demasiado jóvenes y no han logrado aún el suficiente avance tecnológico que les permitan cubrir semejantes distancias.

3) otras se han extinguido antes de alcanzar una ciencia que les permitiera llevarlo a cabo.

4) nuestros satélites y demás aparatos de medición no han podido todavía cartografiar todo el universo con la nitidez suficiente como para poder ver en detalle otros sistemas solares.

5) en el caso de que hubiera civilizaciones que viajen por el espacio, no nos han localizado todavía.

6) incluso en el supuesto que se diera ese caso y supieran de nuestra existencia, por alguna razón desconocida prefieren no contactar, al menos por ahora. En la clásica serie Star Trek tienen como máxima no hacerlo con otros mundos hasta que estos no logren cierto grado de tecnología, para así no interferir en el crecimiento natural y en la evolución de dicha sociedad.

7) dada la edad del universo, medida en millones de años, aunque hayan existido diversas civilizaciones lo suficientemente avanzadas para conocer otros planetas, es muy difícil que hayan coincido en el mismo periodo histórico antes de desaparecer.

¿Es posible la vida en otros planetas? La realidad, a día de hoy
Dado que no conocemos los confines del Universo, nadie puede afirmar ni negar tajantemente la posibilidad de vida en otros planetas, sea inteligente, meramente animal o, al menos, bacteriana o de algún tipo desconocido. Ni siquiera los cristianos podemos llegar a tales conclusiones, ya que Dios, en Su Palabra, no dice nada al respecto, ni en un sentido ni otro. Sobre los que dicen que sí, que las Escrituras lo afirman, al final de este mismo escrito los dirijo a otro estudio que desmonta ciertas teorías, que son solo eso: teorías. Lo único que debemos reseñar es lo que, a día de hoy, nos muestra la ciencia, puesto que todo lo demás es especular. Así que seamos claros:

1) Según el estudio llevado a cabo por la Universidad de Florida (utilizando datos del telescopio Kepler de la NASA y de la sonda Gaia de la Agencia Espacial Europea), un tercio de los planetas de nuestra galaxia podrían ser habitables, lo que significaría que fueran cientos de millones. Para llegar a esta conclusión, se han basado en “cuantificar el número de planetas que orbitan a una distancia idónea de una estrella similar al Sol, lo que les permitiría contener agua líquida y albergar vida”[1].

2) Sabemos que, fuera de nuestro sistema solar, existen miles y miles de planetas que giran en torno a otras estrellas, a semejanza de nuestra relación entre la Tierra y el Sol, donde se les conoce con el sobrenombre de exoplanetas. Así ha sido desde que, en 1995, el astrónomo Didier Queloz y el astrofísico Michel Mayor, descubrieron el primero de ellos, lo que les llevó a ganar el Premio Nobel de Física.
Dicho esto, la comunidad científica enseña claramente que uno de los problemas principales para que realmente haya vida es la distancia de un planeta respecto a su estrella. Si está ligeramente más cerca de lo estrictamente necesario, el calor hace inviable la vida; nos coceríamos. En el lado opuesto, si está ligeramente más lejos de lo estrictamente necesario, el frío es lo que la hace inviable; nos congelaríamos. Además, también depende del tamaño de la estrella (y su temperatura) y del planeta: aunque estén a la distancia teóricamente adecuada, el simple hecho de que dicho “sol” sea más grande de lo necesario o tenga una temperatura superior o inferior a la necesaria, provocaría los mismos efectos insalvables.

3) Como explican de nuevo los científicos, “nuestro Sol es toda una rareza en la Vía Láctea. El resto de estrellas son, por lo general, bastante más pequeñas y más frías, con ´solo la mitad de masa de nuestro Sol, como máximo`. Algo que hace necesario que el resto de planetas de nuestra galaxia tengan que orbitar muy cerca de sus respectivas estrellas para ser considerados habitables, y provoca que estos puedan sufrir ´fuerzas de marea extremas`”. A la luz de las evidencias, las dificultades para la vida son extremas.

4) Además, por si no fuera poco, y en palabras del biólogo Antonio Cruz, “cuando se piensa en la cantidad de acontecimientos improbables que han tenido que darse simultáneamente para hacer posible la vida en nuestro planeta, la lista se incrementa con cada nuevo descubrimiento. Vivimos en un planeta rocoso que tiene el tamaño perfecto para desarrollar un campo magnético que nos protege de los rayos solares peligrosos. Disponemos de agua líquida y de un ciclo hidrológico que la depura constantemente. El eje de rotación de la Tierra está ligeramente inclinado, lo que hace posible la sucesión de las estaciones, los diferentes climas y la increíble diversidad biológica. Disponemos de un satélite como la Luna que permite la estabilidad de dicho eje, ya que si no fuera así nuestro planeta bailaría como una peonza y los repentinos cambios climáticos serían incompatibles con la vida. Disponemos de un movimiento lento, pero constante de las placas tectónicas de la corteza terrestre que renueva los elementos químicos disponibles en la superficie. Estamos protegidos por varios planetas del sistema solar de los impactos peligrosos de cometas y meteoritos. Poseemos una atmósfera con ozono que actúa como un escudo protector de la vida. Se trata solo de unos pocos detalles de la enorme lista que configura la extraordinaria singularidad de la Tierra. Y lo más sorprendente de todo es que en tales condiciones de habitabilidad apareció la vida, acontecimiento que, a pesar de las muchas hipótesis, todavía permanece inexplicado por la ciencia”[2].

Todo lo expuesto nos hace ver que, para que la vida sea real como en nuestro planeta, la cantidad de factores que deben encajar a la perfección son considerables, y no hablemos ya del cuerpo humano en sí, con la increíble complejidad de su ADN, que son incluso mayores.

Conclusiones
Dicho esto, vuelvo a repetir lo que dije al principio: nada de esto significa que no exista vida en otros puntos del Universo. Hasta el presente, ningún ser humano tiene una respuesta absoluta. ¿Se encontrará alguna vez un exoplaneta que sea habitable, lo esté ya o no? Quién sabe.
¿Qué es lo que creemos los cristianos ante estas dos opciones, tanto si descubrimos en un futuro que la vida es una rareza y todo el cosmos está vacío –tal cual se refleja en la película Ad Astra-, como si es algo común en otros sistemas solares? Que la propia creación observable es magnífica e imponente, y aunque muchos la consideren fruto de la “casualidad” y el “azar”, sin ningún propósito ni razón exacta, nosotros vemos la mano infinita de un Ser Superior que lo hizo todo por Su Voluntad, y sin ser parte de esa misma creación. Y sí Él creó vida en otros lugares en el pasado o en el presente, cuando considere oportuno nos la dará a conocer. Sea como sea, Él es Señor y dueño de todo, y puede hacer como bien desee.

* Por si no lo leíste en su momento y te interesa, aquí dejo un artículo que publiqué hace unos años, donde desmontaba todas esas creencias sobre las supuestas pruebas de visitas de alienígenas a nuestro planeta (como los círculos de Chesefoot Head, las estatuas de la isla de Pascua, la tumba del astronauta de Palenque o la pirámide de Keops), junto a los resultados del Proyecto SETI o las especulaciones de algunos cristianos que deforman la teología a su antojo y caen en el sensacionalismo: “OVNIS: ¿La verdad está ahí fuera?” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/01/ovnis-la-verdad-esta-ahi-fuera.html).

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