Venimos de aquí: Cuando es el miedo lo que impide
salir de una iglesia malsana (http://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/12/83-cuando-es-el-miedo-lo-que-impide.html).
Cuando el error
y la injusticia se manifiestan, el creyente tiene que posicionarse en lugar de
mantenerse neutral. Es un deber moral.
Jesús no se mantuvo quieto cuando vio a los fariseos usando el Templo para sus
propios negocios ni temió confrontarlos con la verdad. La humildad y la
mansedumbre no van reñidas con la acción, como algunos creen. Como dijo
Federico Mayor Zaragoza: “Silencio de los silenciados, de los
amordazados. Silencio de la ignorancia. Terrible silencio. Pero más terrible,
hasta ser delito, el silencio culpable de los silenciosos. De quienes pudiendo
hablar, callan. De quienes sabiendo y debiendo hablar, no lo hacen”[1].
En muchas ocasiones, las mentiras doctrinales y el
abuso espiritual continuado son el resultado del silencio de terceras personas
que no hacen nada al respecto, porque, según ellos, quieren mantener la paz. Benjamin Franklin dijo: “Aquellos
que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal,
no merecen ni libertad ni seguridad”.
Al respecto también habló J.C. Ryle (1816-1900). Aunque se refería al
catolicismo romano, sirve en general en el cristianismo como gran ejemplo a
seguir: “No son
pocas las parroquias en Inglaterra donde la enseñanza religiosa no es mucho
mejor que el papismo. ¿Deben quedarse quietos los miembros de dichas iglesias,
conformarse y aceptarlo tranquilamente? No. ¿Y por qué? Porque, como Pablo,
deben preferir la Verdad a la Paz [...] ¿Por qué lo hizo? Porque temía la falsa
doctrina, porque sabía que un poco de levadura leuda toda la masa, porque
quería enseñarnos que debemos contender por la fe celosamente y temer más la
perdida de la Verdad que la pérdida de la Paz. Muchas personas aceptarán
cualquier cosa en la religión con tal de tener una vida tranquila. Tienen un
temor enfermizo a lo que denominan controversia. Están llenos de temor
enfermizo a lo que vagamente clasifican como espíritu partidista, aunque jamás
definen claramente lo que es el espíritu partidista. Les domina un deseo
enfermizo de mantener la paz y hacer que todas las cosas resulten agradables y
vayan bien aunque sea el precio de la verdad. Mientras tengan calma externa,
tranquilidad, quietud y orden, parecen renunciar alegremente a todo lo demás.
Creo que habrían pensando junto con Acab que Elías era un agitador de Israel y
habrían ayudado a la princesa de Judá cuando encarceló a Jeremías a fin de
silenciarle. Creo que todo eso es erróneo. No podemos esperar que nada sino el
puro evangelio de Cristo, sin mezclar ni adulterar, haga bien a los hombres.
Creo que para preservar esta verdad pura en la iglesia, los hombres debieran
estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio, a poner en peligro la paz, a
arriesgarse a la disensión y correr el riesgo de la división. No deben tolerar
la falsa doctrina más de lo que tolerarían el pecado. Por amor a la verdad,
Pabló resistió y condenó a Pedro, aunque fuera un hermano. Por amor a la
verdad, Atanasio se enfrentó al mundo para preservar pura la doctrina de la
divinidad de Cristo, y generó una gran controversia con la gran mayoría de la
iglesia profesante. Por amor a la verdad, Lutero quebrantó la unidad de la
Iglesia en que había nacido, censuró al Papa y todo su sistema y estableció el
fundamento de una nueva enseñanza. ¿Y quién se atreve a decir que Lutero estaba
equivocado? ¡Sí!, la Paz sin Verdad es una falsa paz, es la mismísima paz del
diablo. La Unidad sin el evangelio es una unidad sin valor, es la mismísima
unidad del infierno. No nos dejemos engañar jamás por aquellos que hablan bien
de ella. Jesús dijo que había venido a traer espada. Recordemos la condena que
hace de otra: ´Toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe`
(Apocalipsis 2:20). Jamás seamos culpables de sacrificar cualquier parte de la
verdad sobre el altar de la paz. Seamos más bien como los judíos que, si
encontraban una sola letra incorrecta en cualquier copia manuscrita de las
escrituras del Antiguo Testamento, la quemaban entera antes de correr el riesgo
de que se perdiera una sola jota o una tilde de la palabra de Dios. No nos
conformemos con nada que no sea todo el evangelio de Cristo”[2].
¿Ignorar el
problema?
Si los cristianos se tomarán en serio estas palabras,
se evitarían muchas de las situaciones que se están dando en las últimas
décadas, donde se está colando el mosquito y tragando el camello (cf. Mt.
23:24).
He leído
consejos antibíblicos tan tremendos como este:
- “Hermano, entonces ¿qué voy a hacer si mi
pastor está en adulterio y no se arrepiente?”.
- “Bueno, en lugar de levantar tu lengua
contra él, busca otra iglesia”.
¿En serio esta es la actitud que hay que tomar?
¿Quedarse de brazos cruzados? ¿Tolerar al que esclaviza, al que devora, al que
se enaltece y al que da bofetadas? (cf. 2 Co. 11:20). ¿Callarse, supuestamente,
“por el bien de la iglesia”? ¿Es que los que dan estos “asesoramientos” (no
señalar el pecado y buscarse otra iglesia) no han leído las palabras del Señor
por medio del profeta Jeremías?: “Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y
vuestros pecados apartaron de vosotros el bien. Porque fueron hallados en mi
pueblo impíos; acechaban como quien pone lazos, pusieron trampa para cazar
hombres. Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; así
se hicieron grandes y ricos. Se engordaron y se pusieron lustrosos, y
sobrepasaron los hechos del malo; no juzgaron la causa, la causa del huérfano;
con todo, se hicieron prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron. ¿No
castigaré esto? dice Jehová; ¿y de tal gente no se vengará mi alma? Cosa
espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los
sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues,
haréis cuando llegue el fin?” (Jer.
5:25-31).
Es un mal
ejemplo usar la historia de Noé cuando se emborrachó para enseñar que no
debemos ser como su hijo Cam, que expuso el pecado de su padre. Cada historia
bíblica hay que aplicarla en su contexto y realidad histórica, en lugar de
sacar doctrinas por sí mismas despreciando el resto de las Escrituras. ¿Acaso
no dice la Palabra que reprendamos toda obra de las tinieblas? (cf. Ef. 5:11).
¿Acaso no habló contundentemente Pablo a la iglesia de Corintio del que estaba
manteniendo relaciones con su madrastra? (cf. 1 Co. 5).
El careo y el ataque a tu persona
Por todo esto,
a la hora de confrontar, se debe aplicar el principio básico que se observa en
las palabras de Pablo: “Con espíritu de
mansedumbre” (Gá. 6:1).
Tenemos que saber que pueden tratar de manipularte
de diversas maneras, ya que posiblemente estén firmemente convencidos de que
sus posicionamientos son los correctos, los cuales casi siempre les han
funcionado extraordinariamente bien.
No deberías extrañarte si sacan a colación asuntos
personales de tu vida, o errores y pecados del pasado, aunque estos no tengan
nada que ver con la situación actual. Es algo que no deberían hacer, pero algunos
lo llevan a cabo. Recordemos que Pablo confrontó duramente a Pedro por su pecado de
hipocresía. Era un pecado presente,
no pasado. En ningún momento le
recordó ni le recriminó por sus pecados pasados,
como cuando negó a Cristo. Las iglesias que no ejercen este principio siempre
se guardan en la
recámara la bala del pasado. Es una manera más que tienen de posicionarse e
intimidar.
Más que el intelecto, tocarán las emociones, que
suelen ser las que son más fáciles de perturbar. ¿Cómo tomárselo?: “La hostilidad y la ira que ha recibido
usted de forma injustificada son acusaciones que se aplican a ellos. Por eso es necesario no darle mucha importancia a sus
palabras. Sus palabras y sus acciones reflejan el juicio sobre ellos mismos.
[...] No se puede razonar con ellos, nunca se puede estar a su altura. He visto
flecheros conectar puntos que no se relacionan, hacer acusaciones sin sentido,
y catalogar a la gente en buenos o malos (los buenos son los que están de
acuerdo con ellos). No hay una negociación racional que permita encontrarse con
ellos a medio camino. O está de acuerdo con ellos y se somete a su control o
queda fuera, señalado por su punto de vista torcido”[3].
Es posible que desprecien todo lo que has hecho por
ellos. Esto es parte de la campaña de desprestigio que han puesto en marcha
contra los que disienten. También es habitual que echen en cara todo lo bueno que
han hecho a favor y, por lo cual, según ellos, deberían mostrarles fidelidad
incondicional. Así hacen sentir culpables por hablar en contra de sus
intereses. No es más que una forma de control mental y de chantaje emocional
para hacer dudar, incluso de uno mismo. Si a ello sumamos el uso que harán de
frases como “El Espíritu Santo me dijo...” (en verdad, “Lucía y Antonio me
dijeron...”), la presión aumentará considerablemente[4]. Incluso, si hay amistad de por medio, apelarán a
ella, pero siempre a su favor. Pero un amigo legítimo no es alguien que
trata siempre de llevar la razón y de salirse con la suya: “Tus verdaderos amigos no son aquellos que meramente te utilizan en
beneficio propio o quienes siempre se enojan cuando no haces lo que ellos
quieren que hagas”[5].
Concreto y asertivo
Tanto si la
conversación deriva en esos términos, no te quedará más remedio que ceñirte al
tema en cuestión, siendo asertivo y sin desviarte del problema en sí, ya que lo
opuesto te llevará a dar vueltas en círculo. Para ello tendrás que ser claro,
conciso y firme, sin aceptar ningún tipo de chantaje espiritual. Sea cual sea
la actitud que tomen, descarta por completo el uso de la agresividad verbal,
los gritos, el sarcasmo, las miradas de dureza o las bromas fuera de lugar,
aunque ellos empleen esas tácticas: “Ni sumisión ni
agresión: asertividad. Decimos que una persona es asertiva cuando es capaz de
ejercer y defender sus derechos personales, como por ejemplo decir no, expresar
desacuerdos, dar una opinión contraria y expresar sentimientos negativos sin
dejarse manipular, como hace el sumiso, y sin manipular ni violar los derechos
de los demás, como hace el agresivo. Hacerle frente a alguien es un acto de
dignidad personal que engrandece. Cuando cuestionamos la conducta desleal de un
amigo o nos resistimos a la manipulación de los oportunistas, no estamos
alimentando el ego sino reforzando la condición humana. El autorespeto no se
logra destruyendo a los que nos molestan, sino desenmascarándolos con valentía.
Y si la asertividad no fuera suficiente, siempre está la alternativa de la
renuncia digna y valiente. [Por el contrario] los individuos sumisos suelen mostrar miedo y ansiedad, rabia
contenida, culpa real o anticipada, sentimientos de minusvalía y depresión. La
conducta externa es apocada, poco expresiva, con bloqueos frecuentes, repleta
de circunloquios, postergaciones y rodeos de todo tipo. Incluso puede actuar de
una manera diametralmente opuesta a sus convicciones e intereses con tal de no
contrariar a los otros. Su comportamiento hace que la gente aprovechada no los
respete”[6].
Compórtate de
manera natural. Esto conllevará que estés dispuesto a escuchar a la otra parte
con total respeto. Te ayudará a comprender mejor por qué actúan de tal
manera.
La preparación, la oración y el tiempo de espera
También será
conveniente una preparación previa de las cuestiones divergentes que quieras
tratar, con todos los argumentos que consideres oportunos, para así conducirte
por medio de la razón y no dejarte llevar por las emociones que se puedan
manifestar, y más si la tensión se hace evidente en algún momento. Sujétate al
Espíritu Santo que es quien da el dominio propio.
Recuerda que es
necesario –siempre lo es- la oración previa a la confrontación directa, puesto
que el objetivo final es la resolución de un grave conflicto. Nadie está más
interesado en ello que Dios mismo. Eso sí, no aceptes soluciones simplistas o
frases como “mejor pasemos página” o “no es para tanto”.
Si hay
propósito de enmienda, y realmente existen opciones de que se produzca un
cambio sustancial, deberás aguardar un tiempo para ver si tales promesas se
cumplen y se hacen realidad. De lo contrario, ya sabrás qué hacer al respecto:
salir sin falta. El error sería permanecer
indefinidamente sin que nada cambie.
Evitar el
careo
Dicho todo esto, también hay que ser claros: hay
ocasiones muy evidentes donde lo mejor es eludir el careo. La persona que está
emocionalmente afectada y ha sido gravemente herida, no debe buscar hablar con
los que han abusado de ella; podría agravar su estado y sufrir más. La culparán
y le dirán todo tipo de “lindezas”.
Cada situación es diferente y hay que analizarla para
ver cómo actuar. En algunas situaciones, hay que confrontar. En otras, lo mejor
es alejarse con toda la premura posible. Si confrontas cuando deberías
marcharte, digas lo que digas o hagas lo que hagan, te abofetearán como a
Jesús: “Y el sumo sacerdote preguntó a
Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió:
Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el
templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. ¿Por
qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he
aquí, ellos saben lo que yo he dicho. Cuando Jesús hubo dicho esto,
uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así
respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal,
testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas? (Jn.
18:19-23).
Continuará en: ¿Señalar
la cizaña de una iglesia enferma es murmurar?
[1] Mayor Zaragoza, F. Delito de silencio. Ed. Comanegra. Presidente de la Fundación Cultura de Paz y copresidente del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones.
[2] Ryle, J.C. Advertencias a las iglesias. Peregrino.
[3] Lutzer, Erwin W. Cuando Le Han Ofendido. Portavoz.
[4] En muchos casos, este podría ser el mejor momento para retirarte y marcharte definitivamente.
[5] Meyer, Joyce. Adicción a la aprobación. Casa Creación.
[6] Riso, Walter. El derecho a decir no. Planeta.
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