Venimos de aquí: Para los cristianos, ¿qué es Matrix? & ¿Quiénes
viven hoy en día bajo su yugo y quiénes han sido liberados? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/01/para-los-cristianos-que-es-matrix.html).
Para saber cómo vivir
en Matrix sin ser parte de dicho sistema, es necesario comenzar explicando la
diferencia entre dos “mundos” completamente opuestos.
El brutal contraste entre Edén y Matrix
Si los cristianos
sabemos que vivimos en esta Matrix hecha a imagen y semejanza del hombre caído es por
una razón muy sencilla: los valores que
imperan en esta sociedad son justo los opuestos a los que el Creador estableció
para la humanidad. Es así como vemos que, el mundo perfecto creado por Dios
y reflejado en el huerto del Edén, dió paso al que tenemos desde la Caída,
donde “el mundo entero está bajo el
maligno” (1 Jn. 5:19). Resumiendo, en palabras del teólogo Millard Erickson[1]:
1) El mundo como un sistema organizado de fuerza
espiritual es un hecho. Es la encarnación misma del mal. Es una entidad
extendida que existe independientemente de los seres malvados individuales; es
la estructura de toda la realidad contraria a Dios. Es una forma de pensar y un
marco de referencia totalmente diferente y opuesto a Cristo y a sus discípulos.
2) El mundo está bajo el control de Satanás.
Aunque fue creado para servir a Dios, ahora es el reino de Satanás. Es capaz de
utilizarlo y de usar sus recursos para cumplir sus propósitos y oponerse a los
de Cristo. Las personas e instituciones que ejercen influencias negativas en
este mundo no son la fuente última del mal que se produce. Tras este asunto
está la actividad de Satanás.
3) El mundo es claramente malo. Tiene la
habilidad de corromper todo lo que toca.
4) Por poderosos que sean el sistema y el
caudillo del mundo, están condenados. La derrota del mundo ya ha sido
determinada. En un sentido espiritual, el mundo fue juzgado en los tiempos de
Cristo y a través de su muerte y resurrección. Algún día será realmente juzgado
ante el trono de Dios. De hecho, los creyentes mismos se verán implicados en el
juicio del mundo, así que no deberían someterse al mundo hoy.
El contraste de valores
mencionado lo podemos ver en cuestiones muy claras y concretas. Como las he
tratado en múltiples ocasiones (ej. El Nuevo Orden Mundial: ¿Cómo sabemos que el mundo
está bajo el maligno? https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/03/10-el-nuevo-orden-mundial-como-sabemos.html), solo
citaré cuatro diferencias morales entre Edén y Matrix:
- Para Dios toda vida
es sagrada desde el mismo momento de la concepción, que es cuando “surge” un
nuevo ser humano. Para Matrix, matar a ese ser indefenso que no se desea por
cualquier motivo es un derecho de la mujer.
- Dios muestra que
solo Él puede saciar todos los anhelos internos del ser humano. Por su parte,
Matrix muestra que esa dicha se satisface por medio del dinero, el
reconocimiento social, los sueños alcanzados, casas, coches, un buen cuerpo,
los espectáculos deportivos o musicales, las fiestas, las nuevas tecnologías,
la pornografía, el sexo, el alcohol, las drogas “recreativas”, etc.
- Para Dios el
matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, donde la sexualidad se
expresa entre los cónyuges una vez casados. Por el contrario, Matrix enseña que
cualquier forma de unión, amor y sexualidad es válida.
- Dios nos enseña a
ser decorosos en nuestra forma de vestir. Matrix nos inculca por doquier la
idea del exhibicionismo, tanto masculino como femenina.
¿Cómo vivir en Matrix sin ser esclavo del Orden Mundial?
Recordemos que la
versión de Matrix que conocimos en la saga original era la séptima. Es decir,
sus creadores la habían ido readaptando y remodelando para que encajara lo
mejor posible con la naturaleza del ser humano; en este caso, una naturaleza
genuinamente malvada. Es lo mismo que analizamos líneas atrás: el Edén dió paso
a Matrix una vez que nuestra especie pecó. Y es lo que tenemos hoy en día: un
mundo que se llama a sí mismo progresista y que adopta todo tipo de leyes
contrarias a las establecidas por Dios. Ya no son los padres los que crían a
sus pequeños sino que son “cultivados” por el sistema a través de los medios de
comunicación, las redes sociales y la propia escuela.
Terrible escena de Matrix donde se observa cómo se cultiva a los bebés, al igual que en nuestra sociedad se les lava el cerebro a los jóvenes
Puesto que, mientras vivamos
en este planeta estaremos “sujetos” a dicho mundo, ¿cómo vivir dentro de él sin
ser parte de él? Parece una paradoja pero no lo es. En primer lugar, siendo
consciente de dicha realidad, puesto que Jesús mismo dijo que su reino no es de
este mundo (Jn. 18:36) y que “es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos
como todo el mundo” (2 Co. 10:3.
TLA). Y la clave la ofrece de nuevo Jesús: “Yo soy
la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida” (Jn. 8:12).
Que vivamos físicamente aquí no significa que tengamos
que hacerlo en la manera en que Matrix trata de inculcarnos. Nuestros valores
no son sus valores. Nuestros principios no son sus principios. Nuestras metas
no son sus metas. Nuestros pensamientos no están centrados en las mismas
cuestiones que las de ellos. Nuestra ética no es la de ellos. Y es así –de esa manera opuesta- como
debemos pensar, sentir y vivir: “Ellos son del mundo; por eso hablan de las
cosas del mundo y el mundo los oye”
( 1 Jn. 4:5).
A ellos les sorprenderá que no actuemos como ellos y,
posiblemente, traerá algún tipo de persecución, sea en términos físicos o en
forma de desprecios y burlas, aunque nuestro deseo sea que se salven. Como bien dijo
Pedro: “A éstos les parece cosa extraña
que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os
ultrajan” (1 P. 4:4). De nuevo lo explica Millard Erickson: “Sabemos que, en muchas ocasiones, cuando la
luz llegó al mundo, el hombre prefirió la oscuridad porque la luz revelaba sus
malas obras (Jn. 3:19-21). Por lo tanto, los creyentes deberían esperar el
rechazo e incluso la hostilidad y la oposición ante la luz que exhiben. Sin
embargo, el testimonio de las Escrituras también deja claro que el mundo es condenado; su juicio ya ha tenido lugar,
pero será ejecutado en el futuro”[2].
El llamado que hizo Pablo a los filipenses, y que es
extensible para todos los creyentes, es contundente: “Que seáis irreprensibles
y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en
medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Fil. 2:15). Y
esto significa adoptar por completo los valores de Dios. Incluso así, no tengas
duda alguna de que los inconversos señalarán tus defectos y errores con la
intención de desprestigiarte, como señalamos en “Cuando los cristianos
ofrecemos un mal ejemplo y se nos acusa con razón de hipócritas” (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/09/1-cuando-los-cristianos-ofrecemos-un.html).
El que tiene claro la máxima bíblica –“Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mt. 22:37)-:
- Sabrá distinguir entre el camino de Dios y el del
mundo.
- Comprenderá con total lucidez que su ciudadanía está
en los cielos (cf. Fil 3:20) y no en el sistema actual enfermizo que nos rodea.
- Aprovechará bien el tiempo en beneficio del reino, y
para crecer en el conocimiento de Dios y en su relación con Él.
- Empleará los dones que Dios le haya dado para darle
a conocer y glorificarle.
- En lugar de dejarse llevar por la ansiedad ante las
circunstancias adversas, descansará en su Señor y en las promesas eternas, y no en ídolos religiosos o en filosofías.
- Vivirá en contentamiento, sea que tenga mucho o
poco.
- Ayudará a los demás en función de sus posibilidades.
- Criará a sus hijos “en disciplina y
amonestación del Señor” (Ef. 6:4) en lugar de por los valores de Matrix.
- Anunciará al
Libertador, al verdadero Mesías, a pesar de saber que será atacado de una manera u otra.
Continuará
en La diferencia entre elegir la pastilla
azul y seguir las leyes de los hombres en Matrix o tomar la roja y obedecer las leyes de Dios
(3ª parte).
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