Venimos de aquí: Mis propósitos para denunciar el abuso espiritual: ayudar,
despertar y exhortar (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/07/2-mis-propositos-para-denunciar-el.html).
Cuando
pensamos en la palabra calvario, lo
primero que nos viene a la mente es el que padeció Jesús mismo en sus últimas
horas: traicionado, arrestado, abandonado por sus amigos, acusado injustamente,
insultado, golpeado, azotado y, finalmente, ejecutado. El creyente que sufre el
abuso espiritual experimenta en su vida las mismas consecuencias: sus amigos se
evaporan, es señalado por todo tipo de supuestas afrentas (por decir la verdad), y es considerado “hijo de las tinieblas”,
para terminar siendo emocionalmente atizado de todas las maneras posibles. Así
hasta que se produce su “muerte”: desterrado como un leproso y desamparado por
los que decían amarle con locura. El silencio y la soledad más absoluta. La
tormenta en la que se ve envuelto es de una virulencia completamente
destructiva.
Veamos
las dos razones principales por la cual estos hermanos están viviendo bajo la
tormenta.
Primera razón para la tormenta
La
primera viene a ser la consecuencia directa de ser parte de una “secta”, de una
“iglesia con principios heréticos” o de una “iglesia con principios sectarios”,
y no se atreven a salir por diversas razones que analizaremos en su momento.
Para distinguir
a estos tres grupos, señalemos brevemente algunas de sus características:
a) “Sectas”
o “Instituciones”.
Originalmente, el término secta no
tenía el significado negativo ni peyorativo que se le atribuye en la
actualidad. Viene del griego jairesis,
que se traduce como “elección” (cf. Hch. 24:5, 26:5, 28:22). En su verdadero
sentido primario, una secta era simplemente un grupo de personas que compartían
una serie de creencias. Era la opción que habían escogido. De ahí la
“elección”.
En el presente –y así vamos a
considerarlo a partir de ahora- el concepto ha tomado otro rumbo: como
cristianos, encuadramos en la categoría de “secta” a aquellos grupos que directamente
niegan las verdades básicas de la Palabra de Dios o que toman algunas pero las
falsean. Como define el CSTAD (Centro Superior de Teología de las Asambleas de
Dios) en su asignatura sobre el tema de las sectas, ésta es “todo grupo que ha pervertido la verdad de Dios (considerando desde la
perspectiva cristiana) y que se ha prostituido detrás de una doctrina extraña y
ajena, siguiendo incondicionalmente a un líder determinado”.
Para que sepamos a qué atenernos, hay
que mencionar las doctrinas fundamentales del cristianismo:
- La
Biblia es la Palabra de Dios y la única regla de fe y conducta.
- La
Trinidad: un único Dios
en tres “personas”: Padre, Hijo, Espíritu Santo.
- La
Encarnación:
Dios se hace hombre a través del Hijo, Jesucristo, que fue concebido
por el Espíritu Santo de María virgen.
- El
pecado original, que
conlleva que todos los seres humanos estén condenados.
- La
muerte expiatoria en la cruz del Hijo, que pagó por todos nuestros pecados, cancelando de
una vez y para siempre nuestra deuda con el Padre.
- La
salvación por gracia y no por buenas obras; por lo tanto, es un regalo que Dios ofrece a todo el que lo
acepta.
- Su
resurrección corporal de entre los muertos y posterior ascensión a los cielos.
- La
segunda venida para establecer su Reino por la eternidad.
Algunas sectas e instituciones rechazan
determinados puntos, expresando una idea contraria. Por ejemplo, algunos niegan
el infierno o, en su defecto, rechazan la condenación eterna y hablan de la
“extinción” del alma. Sin ir más lejos, en mi ciudad hay una congregación que
se autodenomina cristiana que ha adoptado tal pensamiento sobre el infierno. La
realidad es que ese concepto, en el sentido cristiano, los convierte en una
secta.
Otros han caído en lo que se llama la “Teoría del rescate de la Expiación”. Esta señala que
Cristo no pagó completamente por los pecados en la cruz sino en el infierno,
como parte de la deuda del ser humano con Satanás (y no con Dios), siendo
torturado allí por los demonios. Una enseñanza aberrante.
Hay muchas más, como el docetismo, que niega la Encarnación de Cristo y afirma que el cuerpo
del Señor era una mera apariencia, o el Arrianismo
(la semilla de los Testigos de Jehová), que niega la Trinidad.
Por esto hay que dejar bien claro que,
aunque algunos grupos afirmen ser “iglesia” o se llamen “cristianos”, si no
creen en alguna de las verdades citadas, no son ni lo uno ni lo otro (en el
sentido exegético-bíblico de los términos): “Salieron
de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros” (1 Jn. 2:19).
b) “Iglesias
con principios heréticos”. Son aquellas iglesias cristianas locales que
aceptan todas las verdades esenciales reveladas en la Biblia, que están
compuestas por cristianos que realmente han “nacido de nuevo”, pero que han
permitido que se infiltren doctrinas
que chocan frontalmente con las Escrituras. Aquí podríamos incluir:
- La Teología de la prosperidad: la creencia de que Dios quiere que
todos seamos prosperados materialmente en esta vida y que alcancemos un éxito
semejante al de la sociedad secular.
- La
confesión positiva: la creencia
de que proclamando cualquier deseo con nuestra boca (sea sanidad, riqueza o algún
otro sueño personal) se cumplirá per se.
- Las maldiciones generacionales: la creencia de que los pecados de los
padres traen maldiciones espirituales sobre sus descendientes en forma de
espíritus demoniacos.
- El legalismo: por ejemplo, la creencia de que estamos más
entregados al Señor en función de nuestra mayor asistencia y participación en
múltiples reuniones y eventos eclesiales.
- El
diezmo obligatorio y el uso del
dinero para propósitos que nada tienen que ver con los ejemplos bíblicos.
- Creencias completamente
distorsionadas en lo que respecta a la “demonología”, como aquellas que señalan
que los demonios son los que nos obligan a pecar, las que afirman que los
cristianos que han “nacido de nuevo” pueden ser poseídos por espíritus
inmundos, o las que señalan que debemos reprender y atar a las potestades de
maldad en la llamada “cartografía espiritual”.
- Multitud de desvaríos y disparates
como escobas ungidas para barrer a
los demonios de las casas, beber gasolina ungida,
etc.
-
Emocionalismo desmedido que se pierde en la búsqueda de experiencias extáticas,
más propias del misticismo y de las religiones orientales: “El alejamiento del pensamiento reflexivo y el acercamiento hacia una
religión experimental a nivel popular no augura un buen futuro para la
teología”[1].
También podríamos añadir otros aspectos
de índole moral, contrarios a la ética bíblica, como la aceptación del aborto,
la homosexualidad (o el matrimonio entre personas del mismo sexo), el yugo
desigual, etc. Como señala el teólogo Francisco Lacueva: “El hereje es el que escoge, entre las doctrinas de la Biblia, las que
convienen a sus prejuicios o a su tradición denominacional, subestimando o
ignorando las demás”[2].
c) “Iglesias
con principios sectarios”. Son aquellas iglesias cristianas locales que
aceptan todas las verdades esenciales reveladas en la Biblia, que están
compuestas por cristianos que realmente han “nacido de nuevo”, pero donde se ha
infiltrado ideas que chocan
frontalmente con las Escrituras. Aquí destaca sobremanera la creencia de que
los pastores son los “Ungidos de Jehová”, a los que hay que obedecerlos en todo
y nunca se puede juzgar sus enseñanzas. Esto los convierte prácticamente en
intocables e infalibles, lo que trae como consecuencia una perniciosa praxis
eclesial, al tener poderes absolutos, propios de una dictadura y no del cuerpo
de Cristo. Aparte de las herejías previamente citadas, esta es una idea
preeminente en el llamado “Movimiento de la fe” y que ha calado en amplios
sectores del cristianismo. Sin duda alguna, un claro ejemplo de hasta qué punto
se puede “descuartizar” la Biblia y convertirla en un disparate: “Muchas iglesias
hoy en día están enfermas porque se alimentan de yerbas venenosas”[3].
Como sentencia José María
Martínez ante estos grupos: “No son los
ataques frontales procedentes del exterior los más peligrosos para la Iglesia
cristiana. Más graves son los que se originan en su interior. Las herejías y
los dogmas antibíblicos surgidos en el seno de la cristiandad han dañado más a
la Iglesia que todas las persecuciones y todas las filosofías no cristianas
juntas”[4].
Segunda
razón para la tormenta
La
segunda causa que trae la tormenta a muchos creyentes viene a ser la
consecuencia directa de haber salido de alguno de estos tres grupos: “sectas”/”instituciones”; “iglesia con
principios heréticos”; “iglesia con principios sectarios”. Aquí no hago alusión a aquellos que salieron
por apostatar o para vivir de forma licenciosa fuera de la voluntad de Dios, sino a aquellos que se marcharon por razones de mucho
peso: herejías, principios sectarios, praxis eclesiales mundanas o antibíblicas,
pecados no confrontados, inmoralidad, doble ética de los “líderes”, etc.
La
inmensa mayoría de los que dieron este paso han pagado o están pagando un alto
precio personal: acoso, persecución, control, pérdida de amistades, ataques
contra su reputación, estrés, ansiedad, soledad, etc.
Incluso
muchos de ellos temen haber perdido la salvación que Dios les regaló. El origen
de este miedo/inseguridad no está fundamentada en las Escrituras, sino en
las palabras que algunos les lanzaron
como dardos venenosos. Así han afligido sus corazones y les han infundido
verdadero pánico, siendo esta una de las razones principales por la cual hay
personas que terminan por claudicar y no se marchan de esos lugares. Todo esto
es lo que se conoce como chantaje
espiritual, un estilo de bullying
eclesial. Aquí entran todo tipo de expresiones manipuladoras que arrojan
contra los cristianos genuinos: “Te perderás”; “Todo te va a ir mal”; “Dios va
a quitar la protección sobre tus hijos”; “Tu familia caerá en desgracia”; “El
Señor me ha mostrado que morirás”; “Enfermarás”; “El juicio de Dios caerá sobre
ti”; “Solo queremos evitarte un destino aciago”; “Entristeces al Espíritu Santo
y Él se apartará de ti”; “La maldición vendrá sobre tu vida”; “Nunca tendrás la
bendición de Dios”; “No te irías si hubiera amor en tu corazón”; “Estás lleno
de orgullo y rencor”; “Eres libre para marcharte pero no encontrarás ninguna
iglesia como la nuestra”; “Nadie te acogerá”; “El enemigo se apoderará de tu
alma”; “El adversario está atacando tu mente puesto que no quiere que cumplas
la voluntad de Dios”.
Son dichos de individuos que sospechan
de todos aquellos que disienten de sus opiniones, que padecen manía
persecutoria y que ven complots por todas partes. Frases que van desde la
súplica a la amenaza, desde las lágrimas a voces tronantes, y que terminan por
confundir a muchos y crearles serias dudas sobre si estarán o no haciendo lo
correcto al salir corriendo de tales lugares: “Una caravana de
mercaderes de camellos que atravesaba el desierto se detuvo y acampó al caer la
noche. El joven encargado de cuidar a los camellos se acercó al dueño y le
dijo: ´Hay un problema. Tenemos veinte camellos y solo diecinueve estacas con
las que atarlos`. El mercader dueño del ganado le respondió: ´Ata a los diecinueve
camellos con las diecinueve estacas. Luego párate al lado del camello restante
y simula que le pasas una soga por el cuello y le aseguras a una estaca. El
camello creerá que está atado y se quedará quieto toda la noche`. El muchacho
así lo hizo, y sucedió tal como el dueño le había dicho. A la mañana siguiente,
el joven desató a los diecinueve camellos que estaban asegurados con una soga y
una estaca al suelo, y todos lo siguieron por el camino hacia la ciudad. Todos
excepto uno: el que no tenía soga ni estaca. El camello seguía creyendo que
estaba atado. Así que el muchacho tuvo que ir y hacer como si lo desatara para
que empezara a caminar. ¡Cuantás personas son como aquel camello! Han sido
atadas por simuladores de amor, que las paralizaron en la vida a través de
estacas de manipulación”[5].
Continúa en: ¿Cómo reaccionan y qué actitudes toman aquellos que salen de una iglesia malsana o que han sufrido el
abuso espiritual? https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/03/4-como-reaccionan-y-que-actitudes-toman.html
[1]
Erickson, Millard. Teología sistemática.
Clie. Prefacio.
[2]
Lacueva, Francisco. La Iglesia, Cuerpo de
Cristo. Clie.
[3] Dias, Hernandes. De pastor
a pastor. Clie.
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