¿Cuáles
fueron las primeras palabras que el diablo le dirigió a un ser humano? Creo que
todos las conocemos: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto? [...] No moriréis” (Gn. 3:1, 4). Hablando por boca de los hombres
impíos, el diablo sigue usando la misma expresión:
- Conque
Dios os ha dicho... que un feto es una persona... No.
- Conque
Dios os ha dicho... que el matrimonio es entre un hombre y una mujer... No.
- Conque
Dios os ha dicho... que el adulterio es abominable... No.
- Conque
Dios os ha dicho... que el sexo prematrimonial es pecado... No.
- Conque
Dios os ha dicho... que no mintáis... No.
- Conque Dios
os ha dicho... que emborracharse es una obra de la carne... No.
- Conque
Dios os ha dicho... que las herejías son un espanto a sus ojos... No.
- Conque
Dios os ha dicho... que no idolatréis a nadie... No.
Y así, con
muchos ejemplos más. Todas estas maldades son consideradas como buenas por todo
aquel que desprecia o ignora la voluntad de Dios. Y lo más llamativo: estas
personas se consideran buenas y modernas.
El diablo
les hizo creer a Adán y Eva que Dios les estaba ocultando la verdad y les
prometió que serían como el Creador, conocedores del bien y del mal (cf. Gn.
3:5). En definitiva, les presentó un nuevo mundo si le hacían caso: libertad
sin límites y placer eterno para los sentidos. Las consecuencias ya sabemos
cuáles fueron y cuáles han sido a lo largo y ancho de la historia de la
humanidad: miles de millones de niños asesinados en el vientre de sus madres;
miles de millones de corazones rotos a causa del adulterio; miles de millones
de hombres y mujeres que entregaron sus cuerpos sin estar casados; miles de
millones de alcohólicos y drogadictos; miles de millones de infectados con
enfermedades de transmisión sexual; miles de millones de personas idolatrando a
deportistas, cantantes y famosos; miles de millones de familias desestruturadas
y monoparentales cuyos hijos carecen de un padre o un madre al ser “concebidos”
en una noche de locura.
De nuevo el diablo vuelve a hablar
La última
vez, hasta el día de hoy, en que ha pronunciado dichas palabras –entiéndase no
de forma literal, sino como una manera de expandir sus perversas ideas-, ha
sido: “Conque Dios dice que el sexo de un hombre y una mujer depende de su
biología... No”. ¿De qué depende entonces? De cómo se siente y de qué quiere
ser. Por lo tanto, ya no hay solo dos géneros (hombre y mujer), sino un
tercero: “diverso” lo llaman. Este ser infernal se burla de la enseñanza de
Génesis: “Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón
y hembra los creó” (Gn. 1:27).
Esto es lo
que se conoce como ideología de género, y cuya enseñanza atroz se está
implantando paulatinamente en diversos países del mundo, siendo Alemania uno de
los primeros países europeos, como explicó hace unos días el pastor Wenceslao Calvo en
uno de sus escritos: “Un tribunal instaba al
parlamento alemán a que a partir de ahora ya no se contemplaran solamente dos
géneros, masculino y femenino, en la legislación alemana sino tres, masculino,
femenino y diverso. En una sociedad medianamente sana estos jueces alemanes habrían
ido a parar a la cárcel, al atentar gravemente contra la estructura social.
Pero tal cosa no ocurrirá. No solamente estos jueces no irán a la cárcel sino
que los que pueden ir a la cárcel son todos aquellos que se atrevan a denunciar
abiertamente su resolución, lo cual es indicio de la clase de sociedad que se
está construyendo en Europa. [...] Es significativo que sea Alemania, la cuna
de la Reforma, quien encabece esta demencia, lo cual revela el estado de
degradación al que las cosas han llegado y de cómo Europa reniega y expulsa de
su seno a lo que un día fuera su seña de identidad”[1].
¿Lo más
grave de todo? Que se le está transmitiendo dichos “conocimientos” a los niñas
y niños que no tienen ni edad para pensar por sí mismos y que carecen de
madurez alguna: puro adoctrinamiento. Por supuesto, estos planteamientos están
siendo impulsados por los grupos LGTBI. Tan modernos que se sienten, están
siendo instrumentos de las tinieblas. Que los cristianos pensemos así no
debería importarles, ya que ellos lucen con orgullo su ateísmo. Curiosamente,
muchos de ellos quieren que aprobemos su estilo de vida o que un sacerdote o un
pastor los case en una “iglesia”, ambas cuestiones a las que nos negamos los
verdaderos cristianos. Por todo esto quieren silenciarnos acusándonos de
homófobos, algo que ya refutamos en ¿Cristianos homófobos o con derecho a
disentir? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/11/cristianos-homofobos-o-con-derecho_28.html).
Para ellos
es ofensivo que alguien señale como perverso lo que están tratando de inculcar
a los jóvenes. Sin embargo, se sienten completamente libres para insultar con
todo tipo de expresiones groseras a los cristianos o a aquellos que no lo son
pero no comparten sus postulados. Para ellos es “libertad de expresión”. Si lo
hacemos nosotros respecto a sus ideas, somos delincuentes. Es más, en mi país
–España- se está tramitando una ley para que no se consideren como delito las
ofensas religiosas. El mundo al revés y el diablo que sigue diciendo “conque
Dios os ha dicho...”.
Las ideas de “género” de sus promotores
La ideología de
género destierra la idea de que nuestro sexo dependa de nuestra biología, de
nuestra genética y de los atributos físicos. Dicen que no nacemos de un sexo u
otro sino “neutrales”, que es la cultura y la educación la que nos convierte en
hombres o mujeres. Tratan de hacernos creer que la culpa de que no podamos aceptar
sus ideas recae en los estereotipos de la sociedad y al machismo imperante. Por
eso hacen mucho énfasis en señalar que somos una “construcción social” que
otros nos han impuesto.
Ante esto, lo que
proponen es que cada cual se construya a sí mismo según como quiera y cómo
sienta que quiere ser: hombre o mujer, independientemente de que sus cromosomas
indiquen lo contrario (XX en la mujer y XY en el varón). A su vez, indican que
hay “múltiples sexualidades”: un hombre que se siente mujer y quiere cambiar su
cuerpo para ser mujer; un hombre que se siente mujer pero quiere seguir siendo
físicamente hombre; una mujer que se siente hombre y quiere cambiar su cuerpo
para ser hombre; una mujer que se siente hombre pero quiere seguir siendo
físicamente mujer; un hombre que a veces se siente hombre y otras mujer; una
mujer que a veces se siente mujer y otras hombre; un hombre que se siente
hombre y mujer a la vez; una mujer que se siente mujer y hombre a la vez, etc. “Género
fluido” es el término que le han puesto y donde todo tiene cabida.
También consideran
que la orientación sexual no es fija sino que se ajusta a los roles que la
persona quiera adoptar en las diversas etapas de la vida: ahora heterosexual,
luego homosexual, más tarde bisexual, de nuevo heterosexual y más adelante otra
vez homosexual. Y así con todas las combinaciones que el individuo considere
oportuno. Por eso quieren que tanto niños como adolescentes experimenten la
sexualidad todo lo posible hasta encontrar su propio rol, y que elijan
libremente si quieren ser hombres o mujeres, para así cambiar su sexo biológico
si lo consideran oportuno.
Esto implica que la familia no tenga que estar obligatoriamente formada por dos personas de
distinto sexo: puede ser entre personas del mismo sexo, entre personas
biológicamente del mismo sexo pero que se sienten del sexo contrario, entre
personas que han cambiado alguna parte de su sexo biológico y se sienten una
mezcla de ambos, etc. Por lo tanto, puede llegar a darse estos dos casos: que un hijo
tenga por padre a un hombre que nació siendo mujer pero que se siente hombre y
mujer a la vez, y que su madre sea una mujer que nació hombre y a veces actúa
como hombre y que se siente homosexual. O también que no tenga un padre y una
madre, sino dos madres, donde las dos nacieron siendo hombres y en la operación
una de ellas decidió conservar el pene. Todo lo que la mente llegue a imaginar,
es posible llevarlo a cabo. Vamos, que ni la Patrulla X tiene entre sus
miembros a personajes más variopintos. Y no, aunque suene cómico, no es el
argumento de una película de los hermanos Marx, ya que para los promulgadores de la
ideología totalitaria de género es muy serio.
Todo lo reseñado
hasta ahora –y que yo seguía de lejos pero sin prestarle importancia hasta que
ha llegado a mi país-, sonaba a ciencia ficción demente pero aquí la tenemos
implantándose paulatinamente como la normalidad. Y así lo vemos en la portada
que le dedicó en Enero de 2017 la famosa revista National Geographic a
la “Género: Revolución”, y fuertemente criticada por el Colegio de Pidiatras de
Estados Unidos. En ella vemos a Avery Jackson, un niño de 9 años que dice sentirse como
una niña, y en la contraportada a un grupo de jóvenes que representan otras “categorías”.
(Imagen de la izquierda: intersexo no binario, mujer
trangénero, mujer transgénero, bigénero, hombre transgénero, andrógino, hombre;
Imagen de la derecha: Avery Jackson)
¿Qué decir? Que está
forma de pensar es enfermiza, a pesar de que sean ellos los que digan cuán
liberadora es. Posiblemente sea el humanismo más atroz que jamás haya
contemplado la humanidad. Puesto que no
creen en Dios, en que de por sí exista algo que podamos llamar natural, en que
nuestra naturaleza interna está caída –y por la cual vino Cristo a morir en
nuestro lugar-, no les entra en la cabeza que esta clase de pensamientos y deseos
obedecen a esa misma naturaleza corrompida. Que piensen de esta manera
no tiene nada de extraño puesto que Pablo ya explicó el porqué se ha llegado a
algo así: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,
Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro. 1:28).
Lo verdaderamente terrible es que, por ley, se quiera inculcar estas
ideas a los niños y niñas desde que prácticamente son bebés, y sin el
consentimiento de los padres. Quieren cambiar los libros de texto que se
imparten en las escuelas –y que ya están haciendo- e incluso que los baños para
los pequeños y jóvenes sean unisex. A un niño no se le hace daño únicamente con
el castigo físico o psicológico, sino también cuando se le enseña el mal o se le dice que lo malo es bueno. Y
Jesús fue muy claro y duro con los que llevan a cabo estas acciones: “Imposible es que no vengan tropiezos; mas !!ay de aquel por quien
vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le
arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos” (Lc. 17:1-2).
¿Será la pederastia, con otro nombre, el
siguiente paso?
Las
consecuencias de estas leyes ya se están comenzando a ver. Por citar un solo
ejemplo, el programa de educación Skolae, aprobado por el Gobierno de Navarra. Skolae
propone el “reconocimiento
de la sexualidad infantil desde el nacimiento despenalizando el reconocimiento
y la vivencia de dicha sexualidad en el ámbito de la escuela y la familia
(curiosidad sexual, juegos eróticos infantiles…)”. Los niños de 6 a 12 años serán invitados a identificar “las diferentes voces que habitan dentro de
mí si soy chica, si soy chico, reconocer cómo suenan, qué me dicen, en qué
momentos aparecen y cómo me hacen sentir”. Y los adolescentes de 12 a 16 años
analizarán “el placer erótico: diversidad de gustos y de placeres”[2]. “Es decir, que obliga a los docentes a no mitigar la
curiosidad de los niños en aspectos sexuales y a no prohibir los juegos
eróticos que se puedan dar entre ellos”[3].
Si digo que es deleznable y
atroz me quedo extremadamente corto en calificativos. Para defenderse de las
críticas, el Departamento de Educación de Navarra dice que su programa se basa
en documentos de la propia UNESCO. ¡Eramos pocos y parió la burra!
No soy
profeta ni pretendo serlo. Tampoco quiero ser pájaro de mal agüero, pero lo
diré claramente: es muy pequeño el paso que hay entre decirle a un niño que
experimente su “sexualidad” con otros niños y dentro de su propia familia, a enseñarle que el contacto sexual
entre los padres e hijos es sano y placentero para ambos, siempre que sea
consentido y visto como un juego de aprendizaje. Y eso se llama pederastia,
aunque seguro que, cuando se proponga, acuñarán un nuevo término por otro que no implique la idea de “abuso”. Y no me extrañaría que esa
fuera la siguiente línea que se cruce. Si ya están llegando a este límite, si llevan
décadas exacerbando los instintos más bajos, si consideran la pornografía un “arte”
y no ponen leyes para que no sea accesible a los niños, si no tienen problemas
en que los adolescentes suban fotos suyas medio desnudas a las redes sociales, si
no consideran ilegal el hentai japonés que representa a menores de edad
manteniendo todo tipo de relaciones, si no prohíben que entren en el cine a ver
películas de alto contenido sexual, si les inculcan lo “maravilloso” que es
disfrutar de distintas parejas sexuales sin ningún tipo de compromiso, ¿qué les
impide seguir bajando la escalera de la corrupción moral? Nada.
Conclusión
La ingeniería
social tan espeluznante que se ha llevado a cabo en las últimas décadas ha
traído un fruto muy claro: incontables jóvenes de cualquier país desarrollado
que, desde los trece, catorce y quince años (incluso antes), ya están mentalmente pervertidos
en todos los aspectos; tanto que asusta. Vivimos en una especie de Sodoma y
Gomorra, donde la corrupción moral se toma por virtud. El creyente que niega
esta realidad es que está completamente ciego. Por eso le hablo aquí a la
iglesia en general y a los padres en particular: tenéis que empezar a luchar
YA. No mañana ni dentro de un mes. O lo hacéis ya, y lográis la unión como Iglesia,
o vais a veros sobrepasados y devorados por la nueva educación que está
llegando a las aulas. Como
dijo Martin Luther King: “Una nación se sentencia a sí misma cuando sus
gobernantes legalizan lo malo y prohíben lo bueno, y cuando su iglesia
cobardemente se vuelve cómplice con su silencio”.
Si eres
padre o madre, háblalo en tu congregación. Crea un grupo y muévete. O luchas
por el derecho a educar a tu hijo según los valores bíblicos y no por lo que la
sociedad caída dice, o la batalla la tienes perdida a medio y largo plazo. Si
los ateos quieren pensar, sentir y vivir como les plazca, que hagan lo que
quieran, pero que no le enseñen sus valores a tus hijos, y menos por la
imposición de leyes.
En muchos
países ya se está censurando a aquellos que se posicionan contra la ideología
de género. En Canadá se aprobó una ley en Junio de este mismo año donde el
Estado puede llegar a retirarle a los padres la custodia de sus hijos si no
aceptan el género que éstos eligen, ya que se considerará un delito de odio[4]. En otros ya se está hablando de multas
económicas severas para los que no la acepten, e incluso de penas de cárcel.
Al paso
que vamos, y puesto que tanto la libertad de expresión como la elección de
cómo criar a los hijos están en serio riesgo, si la Parusía no acontece en los
próximos años, puede que a los padres cristianos no les quede más remedio que
sacar a sus hijos de las escuelas públicas y educarlos en casa o, en el peor de
los casos, emigrar a otros lugares donde la locura no se haya establecido como
norma.
Aparte de
proteger a los pequeños de las ideas diabólicas que los promotores de la
ideología de género están expandiendo y que buscan destruir el concepto de
familia tal y como Dios lo estableció, solo nos queda denunciar el derrumbe
moral de la sociedad que pisotea las leyes divinas y establece las suyas
propias, anunciando a su vez el día en que tendrán que rendir cuentas ante el
mismísimo Dios del que hoy en día se burlan. Y ahí no habrá escapatoria ante el
único y verdadero Juez.
Hasta
entonces, ¡Maranatha!
P.d: Como no todo el mundo ha perdido todavía la
cabeza, aquí dejo las contundentes conclusiones a las que llega el Colegio de
Pediatras de Estados Unidos:
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