lunes, 8 de abril de 2024

11.9. ¿Eres soltero porque estás tan ocupado que nunca tienes tiempo para el amor?

 

Venimos de aquí: ¿Eres soltero porque solo esperas recibir amor y no darlo? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/02/118-eres-soltero-porque-solo-esperas.html).

Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo: las causas a la soltería que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros: Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree falsos sentimientos de culpa.

Hasta ahora hemos visto varías razones por las cuales una persona puede rechazar a otra, aun cumpliendo los requisitos para formar una relación: por buscar un amor a la velocidad del rayo; porque siempre está buscando a alguien mejor; por ser intransigente; porque no saben negociar; porque sigue prisionero de un pasado hiperactivo; porque tiene heridas sin sanar; porque solo sabe recibir amor pero no darlo.
A partir de este momento, vamos a romper un poco el guion establecido. El registro de posibles rechazos toma un rumbo diferente, donde la persona, aunque sinceramente interesada, y sin los problemas citados en los apartados anteriores, aleja con su actitud, sus palabras y forma de ser a los candidatos.

Cuando te olvidas de ti mismo
La primera causa que vamos a analizar viene motivada por un vuelco excesivo sobre los demás, que conlleva directamente olvidarse de sí mismo. Esto es loable cuando es sano, pero en el caso concreto de querer formar una familia se vuelve improductivo. En muchísimas ocasiones, he leído y escuchado de aquellos que se consagraron por completo a lograr sus ambiciones y ahora se arrepienten; es algo que les sucede tanto a cristianos como a los que no lo son. Como afirman: “cuando quise darme cuenta, ya era demasiado tarde. Sí, disfruté de multitud de entretenimientos, pero ahora no encuentro a una persona para casarme, porque las buenas ya están todas casadas”. Son los que antepusieron el trabajo, los deportes, las aficiones, la diversión, los amigos y los hermanos en Cristo en general, antes que a la pareja.
Entre estos, destacan los dedicados a las actividades eclesiales, a los que llamo “codependientes eclesiales”. Sienten que son totalmente necesarios e imprescindibles y toman todos los proyectos que se pongan en marcha. Son versiones modernas, pero extremas, de “Moisés”, al cual su propio suegro Jetro tuvo que corregir (Éx. 18:13-26). Es en estos últimos en los que me voy a centrar.
En otras ocasiones, se vuelve completamente insano. Siempre, en todo momento y en todo lugar, anteponen el bienestar de los demás por encima del suyo propio. Si las personas se cuelgan del cuello de ellas pidiendo ayuda, aunque abusen de su confianza, no saben decir no, ni establecer límites. Realizan todas las actividades que se pueden, se responsabilizan de todo y de todos. Creen que la iglesia local de la que son miembros, y el mundo que gira a su alrededor, se derrumbarían si ellos no estuvieran, ya que piensan que nadie más hace lo que ellos llevan a cabo. El resultado es que viven cargados y esclavos de los demás. Las carga que Cristo vino a quitar, ellos las arrastran.
Literalmente, se pierden en el servicio al prójimo. Pasan los años y apenas dedican tiempo en pensar en sí mismos. Solo reflexionan en fechas señaladas, como Navidad, cumpleaños o aniversarios de los padres y amigos, etc. Momentos muy particulares donde se sienten solos y sin compañía íntima del sexo opuesto. Algunos lo ocultan bajo una sonrisa. Otros no pueden y en esos días establecidos dejan ver en sus rostros el dolor que experimentan en el alma. Se quejan de sus circunstancias, pero no son conscientes de que son ellos los máximos responsables de lo que les acontece. De nada sirve enterrar el resto del año sus sentimientos bajo toneladas de arena y escombros (apariencia de fortaleza y múltiples actividades), sean cuales sean. O sencillamente no piensan, se evaden durmiendo, con la televisión, un libro o una charla superficial con algún conocido. Pero, si miras profundamente en sus ojos, tras la primera capa, verás en ellos estrés, infelicidad y tristeza, aunque traten de camuflarla y no se lo cuenten a nadie.

Atados
Cuando quieren encontrar una pareja para formar una familia, se ven atados por todas partes e incapaces de soltar lastre. Sienten que están abandonando a todo el mundo a su suerte y están siendo egoístas, cuando en realidad están eternizando la inmadurez que otros arrastran y la dependencia que tienen hacia ellos. En esa área de su vida, no son libres y viven atados al legalismo. Siempre están pensando en qué más pueden hacer, qué nuevas ocupaciones podrían desempeñar, qué nuevos proyectos se deben poner en marcha, etc. De no llevarlos a cabo, se sienten culpables.
En muchos casos, cayeron en esta trampa por la necesidad que había en ellos de sentirse útiles. En el fondo, es una adición más del corazón, ya que en parte “necesitan sentirse necesitados”. El problema es que es otra manera de alejar a los pretendientes, ya que nunca los considerarán al nivel del servicio que ellos sí ofrecen. Creen que los demás nunca son suficientemente dadivosos. Nunca son suficientemente serviciales. Nunca son suficientemente amorosos. Nunca están suficientemente entregados al Señor y su obra. Nunca tienen los suficientes dones. Nunca poseen la suficiente ambición. Nunca hacen lo suficiente.
Esto los lleva a buscar lo que ya vimos anteriormente: alguien mejor, como por ejemplo a un líder en distintas facetas, sean profesionales o ministeriales, y que sean hiperactivos. O, en el caso opuesto, a un necesitado que requiera su ayuda continua, lo que les llevará a la codependencia.

El equilibrio
Ni mucho menos estoy queriendo decirle a nadie que deje de servir a los demás y ayudarlos en lo que esté en su mano. Sabes perfectamente que más bienaventurado es dar que recibir. El Señor te compró con Su sangre para servirle en las obras que Él ha preparado de antemano (cf. Ef. 2:10). Y desde luego que el servicio realizado no caerá en saco roto, sino que será recompensado cuando estés en Su presencia. Por eso resulta incomprensible que los que dejan de congregarse en una iglesia local, sea por unas circunstancias u otras, dejen también de usar sus dones para la gloria de Dios y de su obra en la Tierra.
A nivel humano, trabajar es necesario para el sustento económico. Las amistades son una fuente importante de felicidad. Y es bueno que tengas aficiones para relajarte y disfrutar. Pero, sabiendo todo esto, es necesario que encuentres el equilibrio:

- Que establezcas prioridades.

- Que aprendas a decir no (lo cual no significa que ames menos).

- Que selecciones lo relevante.

- Que te apartes de lo que no lo es.

- Que aprendas a recibir amor.

Sería conveniente que te tomaras un tiempo de descanso para poner en orden tus ideas, alejado de las prisas cotidianas. Así podrás buscar la voluntad de Dios para esta etapa de tu vida.

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* Prosigue en: ¿Eres soltero porque afirmas no necesitar pareja?

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