Venimos de aquí: Los
inventos tecnológicos que van a cambiar la sociedad (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/03/6-los-inventos-tecnologicos-que-van.html).
De entre todos los avances citados en el artículo
anterior, tanto la robotización
como la Inteligencia artificial –a pesar de que entusiasman a muchos- causan
desasosiego entre algunos, considerándolos un peligro para la sociedad. Francisco
González –ex Presidente del BBVA- señala que “conllevan enormes riesgos, que van desde la posibilidad de un crecimiento
drástico del desempleo y la desigualdad, o de presiones insoportables sobre los
sistemas de protección social, hasta amenazas catastróficas para el planeta y
para la supervivencia de nuestra especie”[1]. En este escrito nos
dedicaremos a analizar la primera de dichas cuestiones.
Ejemplos de robotización
Veamos varios
ejemplos concretos de automatización:
- Desde 2017, una
fábrica de en Japón es capaz de “fabricar” 30.000 lechugas al día; en 2022 la
cifra llegó a las 500.000 unidades diarias. ¿Y la mano humano en dicho proceso?
Ínfima: “Según la empresa, en su sistema
ya están completamente automatizadas 4 de las 6 fases precisas para la
obtención de la lechuga (solo la plantación de la semilla y el control de la
germinación precisan aún de la intervención de trabajadores humanos), y están
en proceso de conseguir la automatización total. Así las cosas, en unos meses
la semilla será plantada, nutrida, controlada, trasplantada, recolectada y
empaquetada de una forma absolutamente automática”[2].
- Amazon sigue
imparable en su proceso de automatización. Como se anunciaba hace escasos días,
“lleva los robots al último
paso de sus almacenes e invertirá 700 millones en automatizar sus centros en
Europa”[3]. Aparte, tiene en fase de pruebas el uso de
drones para enviar paquetes.
- McDonald´s ha
sustituido a casi todos los cajeros por pantallas, desde donde el cliente
realiza directamente el pedido sin necesidad de guardar cola.
- En San Francisco
(EEUU), la empresa Marble reparte comida a domicilio por medio de una flota de
robots con forma de carrito de helados: se
pide desde el móvil al restaurante preferido, donde el robot recoge el pedido y
lo lleva hasta casa[4].
- En Lyon (Francia) y en Las Vegas (Estados Unidos),
entre otras ciudades del mundo, se están probando microbuses de transporte
público autónomos (sin conductor)[5].
Esto mismo va a suceder de forma progresiva e
imparable en incontables áreas laborales. Con la robotización y la
automatización, las empresas reducirán sus costes de producción de forma
considerable, y más teniendo en cuenta que las máquinas no se cansan y realizan
las tareas más rápido que los humanos.
Los contras
En España, según el estudio 'Impacto de la robótica y la automatización en la
productividad y el empleo', elaborado por José Ignacio López-Sánchez, catedrático de Organización
de Empresas de la Universidad Complutense de Madrid[6], “la robotización de
la economía tendrá un impacto positivo neto en el empleo en España, con una
ganancia esperada de 672.351
empleos hasta el año 2030. Sin embargo, este saldo no
esconde que habrá profesiones en las que se destruirán miles de empleos, como
son las físicas o que requieren actividades manuales y las que implican
habilidades cognitivas básicas. En el
primer grupo se enmarcan profesiones como conductores, trabajadores de cadenas de montaje, mecánicos,
canteros, techadores, electricistas, cocineros, alimentadores de máquinas,
limpiadores, empaquetadores, guardias de seguridad y personal encargado del
control de calidad. En estas áreas, 1,16 millones de puestos pasarán a
realizarse por robots a medida que ganen terreno en el mercado laboral. El segundo grupo en el que se producirá
una pérdida de casi medio millón de puestos de trabajo en unos siete años
engloba actividades como la de los cajeros de los supermercados, la atención al
cliente, los mecanógrafos, contables o encargados de introducir y procesar
datos”[7].
Un informe de 2013 enumeraba una lista con 700
ocupaciones susceptibles de ser desempeñadas por máquinas[8].
Según un estudio de
Citibank y la Universidad de Oxford, solo en EEUU corren peligro un 47% de los
empleos debido a la automatización. En China, la cifra es mucho mayor: el 77%[9]. A las mismas conclusiones llega el informe
elaborado por la entidad financiera Bank of America Merrill Lynch: en un plazo
de 10 años, la proliferación de los robots será tal que podrían
abarcar el 45% de las tareas humanas en las fábricas.
Además, en un par de décadas, hasta en el 47% de las profesiones,
los trabajadores humanos podrían ser sustituidos por robots e IA.
Con este panorama, se entiende que hayan titulado el dossier The rise of robots (“El ascenso de los robots”).
Los pros
Según el mismo estudio de la Universidad Complutense de Madrid[10], “a pesar de que los robots quitarán puestos a las personas en estas
áreas, lo cierto es que según los cálculos el saldo final será positivo. Pese a
esta pérdida de puestos, nuevamente en España, la robotización estimulará la creación de 2,29 millones de empleos en segmentos más
cualificados [...] Por
ejemplo, se crearán 294.295
empleos hasta 2030 en
profesiones que requieren capacidades cognitivas superiores como redactores, asistentes jurídicos, escritores,
analistas financieros, contables, médicos [...] La creación de empleo ascenderá
a 786.182 puestos en
profesiones que requieren capacidades sociales y emocionales como
representantes de ventas, agentes inmobiliarios, consejeros, trabajadores
sociales, terapeutas, gerentes, ejecutivos, programadores o profesores; y habrá
1,21 millones de nuevos empleos en los oficios que implican aptitudes
tecnológicas, como los asistentes administrativos, administradores de redes,
desarrolladores de software, ingenieros, expertos en robótica, científicos o
diseñadores de productos. [...] En Francia, el saldo positivo será de 1,56
millones de empleos; en Alemania, de 2,47 millones, y en Reino Unido, de 2,7
millones”.
Un delicado equilibrio y los problemas consecuentes
En definitiva, y tras haber visto los pros y los contras, habrá
más y mejores puestos para ciertos trabajos y los que vayan surgiendo, y muchos
menos para otros que irán extinguiéndose. Eso si se cumple lo predicho, porque
otros estudios, como el llevado a cabo por la consultora de talento
Randstad Research, en lo que respecta a la implementación de la IA, vaticina “la pérdida de cerca de 400.000 empleos netos
en los próximos diez años en el mercado laboral de nuestro país. Esta
cifra surge de la diferencia entre los
empleos que potencialmente pueden desaparecer con la adopción de la IA por parte de las empresas (2 millones) y
los que se crearán como resultado de las nuevas oportunidades económicas
surgidas a raíz del uso generalizado de esta tecnología (1,61 millones)”[11].
Sea como sea –un balance positivo o negativo en el
trabajo neto-, lo indudable es que, en su base, la robotización de la industria
y de los servicios tiene como fin, una vez más, la mejora en la calidad de vida
de las personas. De lo contrario, seguiríamos lavando a mano la ropa y, en
lugar de viajar en coches y aviones, estaríamos haciéndolo en caballos, ni
tampoco enviaríamos e-mails, sino cartas que tardarían semanas en llegar a su
destino. Y así con mil aspectos. Esto es parte de la evolución tecnológica. Con
la robótica se busca lo mismo, y no hay nada malo per se.
Bien señala de nuevo José Ignacio López-Sánchez, que “la automatización aumenta
la riqueza en el país, que
puede ser utilizada por los gobiernos para reducir la desigualdad mediante
políticas redistributivas. En términos de desigualdad después de impuestos y
transferencias, parece haber pruebas de que una mayor densidad de robots genera
menores niveles de desigualdad a medio plazo. Esto podría interpretarse en el
sentido de que los beneficios derivados de la automatización están siendo
empleados por los gobiernos en políticas redistributivas que
reducen la desigualdad”.
Algunos afirman que
llegará el día donde el ser humano no tenga que trabajar o, al menos, donde se
reducirá al mínimo. Esto, en teoría, llevaría a que todo el mundo podría
disfrutar de mucho tiempo libre para sus intereses personales (familia,
proyectos, ocio, etc.) sin necesidad de arduas tareas, puesto que todas las
necesidades estarían cubiertas. Para muchos, sería una especie de sueño hecho
realidad, aunque Wall-E –que ganó el
Oscar a la mejor película de animación en 2008- nos mostró que, una sociedad
donde se vive únicamente para el placer, no es algo saludable para el alma. Lleguemos
o no algún día a estos extremos, “lo
cierto es que, de forma inexorable, avanzamos hacia lo que Jeremy Rifkin
(sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense)
denomina la ´Sociedad de Coste Marginal Cero`, un mundo en el que el coste de
la producción será tan ínfimo que se puede afirmar que prácticamente todo será
gratuito”[12].
¿Cuál es entonces el problema?: “Que no vamos a llegar a dicha situación de un día para otro.
[...] En un lapso de unos años, y antes de que ´todo sea gratis` se van a
perder millones de puestos de trabajo por causa de la robotización de la
economía, y entraremos en un peligroso periodo en el que ni habrá suficientes
puestos de trabajo para todos, ni estaremos aún brindando con champán en la era
del ´todo gratis` que predice Rifkin”[13].
Si las máquinas nos
sustituyen, el desempleo para los no-cualificados será tan extremo que los
Gobiernos tendrán que tomar medidas, hasta ahora inexploradas. Como apunta
Enrique Dans, Profesor de Sistemas de Información en IE Business School. “A medida que las máquinas no solo van aprendiendo
a hacer más cosas, sino que además las van haciendo cada vez mejor, mucho mejor
que las personas, y a un coste más bajo, pensar que va a haber más empleo del
tipo que hoy conocemos como empleo es simplemente absurdo. [...] Los perdedores
serán los que ´trabajan para vivir`, aquellos que simplemente van a trabajar todos los días para llevar a
cabo tareas que no les satisfacen en absoluto, pero que necesitan hacer para
obtener un dinero que les resulta imprescindible. Esos trabajos, en su inmensa
mayoría, desaparecerán y serán sustituidos por máquinas, siempre que haya un
interés económico por hacerlos más eficientes y competitivos”[14].
¿Soluciones?
El profesor Carl Benedikt Frey explica que habrá al
menos tres esferas que seguirán siendo cosa de humanos: “La creatividad, el desarrollo de nuevas ideas y artefactos; las
interacciones sociales más complejas, donde las personas negocian, persuaden o
gestionan equipos; y la tercera tiene que ver con la percepción y manipulación
de objetos irregulares”. Pero, ¿qué hará el resto de personas que no estén
incluidas dentro de esas tres esferas? ¿Qué será de aquellos que no sean
programadores informáticos, ingenieros técnicos y superiores, especialistas en
ciberseguridad, analistas de aplicaciones (apps), diseñadores de software,
ingenieros de telecomunicaciones, expertos en redes sociales, analistas de
sistemas, etc?
En esa misma línea de pensamiento iba el difunto Stephen Hawking: “La automatización de las fábricas ya ha
arrasado trabajos en la manufactura tradicional, y la proliferación de la
inteligencia artificial posiblemente extienda esta destrucción de trabajo a las
clases medias, donde solo sobrevivirán los roles creativos y de supervisión”[15].
Oswaldo Lorenzo, profesor de Deusto Business School,
deja bien claro que todo profesional tendrá que actualizarse, reinventarse y
recualificarse en otros sectores: “Los
que seamos capaces de cambiar sobreviviremos a la cuarta revolución industrial,
el resto desaparecerá”[16].
Un vaticinio inquietante para muchos, porque no es lo mismo “cualificarse” siendo
de la nueva generación –o teniendo veinte años-, cuando la robótica ya esté completamente
implementada, que “recualificarse” con cuarenta o más, que suele ser la edad en
que, mayormente, está actualmente copados millones y millones de puestos de
trabajo.
Algunos países,
viendo lo que se les viene encima, han puesto en marcha diversos experimentos,
basados en la reducción de la jornada
laboral y en la renta básica
universal, que “es una forma de
sistema de seguridad social en la que todos los ciudadanos o residentes de un
país reciben regularmente una suma de dinero sin condiciones. La recibe todo
miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere
trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma,
independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y
sin importar con quién conviva”[17].
¿De dónde saldría el dinero? De los impuestos que se
les cobrarían a las empresas que utilicen robots, autómatas e Inteligencia
Artificial. Esto garantizaría al ciudadano atender las necesidades básicas de
alimentación, sanidad, vivienda, ropa, educación y transporte. Es evidente que
este plan de contingencia, u otros semejantes, tendría que ponerse en marcha
antes de que la robotización y el desempleo se generalicen. De lo contrario, ya
no servirá de nada el actual Panem et
circenses para acallar a las masas, y
el estallido social estaría más que garantizado.
El bien para la
humanidad será posible, siempre y cuando se comparta y distribuya la riqueza
que producirán las máquinas. Siendo esto una forma moderna y “robótica” de
comunismo –sistema político que jamás ha funcionado, más allá de en las novelas
de Isaac Asimov-, conociendo nuestra propia naturaleza y la historia de la
humanidad pasada y presente, ¿será esto posible? ¿O es una quimera, en vista a
los antecedentes? Sin duda, no es fácil, y nos esperan años apasionantes para
ser testigos de los acontecimientos venideros. ¿Tendremos un futuro utópico o
distópico? Ya se verá, puesto que es obvio que los detalles variarán y
dependerán en gran medida de otros factores, como la situación geopolítica,
posibles escenarios de guerras, crisis de cualquier tipo, situación económica,
otros avances y descubrimientos tecnológicos, etc. Y, por supuesto, todo queda
a expensas de la interrupción sorpresiva
del acontecimiento conocido como Parusía, del cual nadie sabe el día ni la
hora, solo el Padre (cf. Mt. 24:36). Puede ser mañana o dentro de varios
siglos.
Si no se actúa por el
bien global, nos encontraremos con el mismo tipo de sociedad descrita en el
largometraje Elysium y en la serie Incorporated: ricos y pudientes,
disfrutando de todo tipo de privilegios, por un lado, y clase baja, tratando de
sobrevivir con pagas del Estado de turno, por el otro, sin término medio.
El tiempo dirá qué
camino transitamos, pero una revolución mundial está en marcha y no sabemos con
exactitud qué va a suceder.
Continuará en ¿Es la Inteligencia artificial el segundo
avance y, a la vez, peligro que se avecina?
[1] El próximo paso. La vida exponencial.
[7] Ibid.
[9] http://uk.businessinsider.com/robots-will-steal-your-job-citi-ai-increase-unemployment-inequality-2016-2
[11] https://www.larazon.es/economia/pondra-riesgo-2-millones-empleos-espana-proxima-decada_2024030465dc949082085c00019d5ad3.html
[13] Ibid.
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