Es terrible que por cada cuatro bodas
que se realizan en España haya tres divorcios: uno cada 3,7 minutos, es decir,
16 cada hora y 386 al día, sumando un total de 130.000 anuales. Como observador de la vida y oyente
atento, he podido vislumbrar multitud de razones que provocan la descomposición
de un matrimonio: expectativas irreales en lo que respecta al compañero y a la
relación; no guiarse por los principios bíblicos; inconformismo crónico donde
siempre se anda a la búsqueda de alguien mejor; creencia de que el compañero
cambiará buena parte de su esencia cuando estén casados, la idea de que el
cónyuge tiene que pensar y sentir de la misma manera (como si fuera una especie
de clon); inmadurez de uno de los miembros o de los dos; falta de compromiso
verdadero; una mala elección; haberse guiado meramente por las emociones o por
la premura de ciertas “urgencias”; infidelidad física y/o sentimental; la unión
en yugo desigual; falta de intereses comunes; inexistencia de un proyecto de
vida; desinterés por los sentimientos del otro; críticas nocivas y reproches
continuos; dependencia emocional malsana; resentimiento y falta de perdón;
comunicación sumamente deficiente; faltas de respeto y menosprecio;
desconfianza; celos enfermizos; apatía en el día a día; palabras hirientes y
sarcásticas; anteposición de otros intereses por encima del matrimonio
(económicos, laborales, etc.); abusos psicológicos, mil detalles de la
convivencia y de la vida cotidiana donde ninguno cede; etc.
La
realidad es que muchos divorcios comienzan en el noviazgo (ya que un anillo no
cambia el carácter de nadie per se),
al pasar por alto señales importantes: en algunos casos, evidentes; en otros,
sutiles, que se agrandaron en el matrimonio y que no se supieron encauzar de la
manera adecuada. Y por último, el grupo de aquellos que tiraron la toalla a las
primeras de cambio o con el primer revés. En todos los casos, Dios sigue
pensando de la misma manera: Él aborrece el divorcio (Malaquías
2:16).
Por todo esto, no es sorprendente leer
este estudio hecho en el Reino Unido: el 50% de los hombres considera que su
matrimonio es “sin amor”; el 59% de las mujeres asegura que se divorciaría si
su situación económica se lo pudiera permitir; el 12% aguantaría una relación
“infeliz” solamente para llevar una vida sin problemas y el 37% reconoce que no
se divorciaría de sus parejas porque sería un problema por los hijos[1]. Y
el dato más escalofriante: el 56% calificó de “espantoso” su matrimonio. Peor
que una plaga.
La complejidad del tema es mayúscula y,
al menos por ahora, no voy a analizar cada una de estas razones señaladas. Tras
escribir sobre la fidelidad/infidelidad (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/01/un-llamamiento-la-fidelidad.html),
me gustaría también recomendar de vez en cuando libros para los matrimonios, y
quiero empezar por uno que he regalado y aconsejado más veces de las que logro
recordar. Puede ayudar en gran manera a mejorar aspectos que, aunque
aparentemente no tienen importancia, resultan fundamentales y de mucho
calado en cualquier relación. Se titula Los
cinco lenguajes del amor, escrito por el psicólogo cristiano Gary Chapman,
ya convertido en todo un clásico. Desarrolla de manera breve, clara y concisa
cómo cada ser humano siente el cariño y el amor a través de 5 formas distintas:
las palabras de afirmación, los actos de servicio, el contacto físico, los
regalos y el tiempo de calidad. Haré un brevísimo resumen ya que el libro
merece ser leído desde el principio hasta el final:
1.- Palabras de Afirmación: Son las
palabras de valor, aliento y ánimo que se ofrecen a la pareja, destacando sus
cualidades de manera honesta y sin fingimiento. También agradeciéndole por
medio de cumplidos aquellas cosas que hace bien o que lleva a cabo por ti.
2.- Actos de Servicio: Aquellos favores
prácticos que sabes que son importantes para tu compañer@: recoger la mesa,
ayudarla cuando tenga que levantar peso o hacer la compra, recogerla del
trabajo o llevarla a distintos lugares, preparar una comida especial que le
guste, limpiar el coche, etc.
3.- Contacto Físico: Los abrazos, los
besos, las caricias y el simple hecho de tocarse son fundamentales para que las
personas que tienen este lenguaje del amor se sientan amadas.
4.- Regalos: Pequeños detalles como
notas de amor o pequeñas cartas. Basta con ir descubriendo qué elementos le
produce mayor felicidad (flores, etc.). Aunque como dice el autor, el mejor
regalo es la presencia física.
5.- Tiempo de Calidad: Es pasar tiempo
juntos de calidad, como realizar actividades que ambos disfruten, sentarse a
conversar de todo tipo de temas, mirarse a los ojos sin que haya ninguna otra
distracción, volcarse en atender al otro por completo escuchando sus
pensamientos y sentimientos junto a sus experiencias en la vida, etc.
La mejor manera de saber cuál es el
lenguaje de amor de tu espos@ (y el tuyo propio) es hablando o leyendo este
libro juntos (sí, los hombres también, que suelen ser muy reacios a leer este
tipo de literatura). Os será de mucha ayuda. Con el paso del tiempo, y a medida
que conozcáis vuestra sensibilidad sentimental y emocional, seréis más y más
consciente de aquellos detalles que realmente os llenan el corazón para así
ocuparos de ellos.
Hay matrimonios que cometen un error sin
ser conscientes: por norma general, suelen ofrecer el
tipo de “lenguaje del amor” que esperan recibir. El esposo puede pensar que su
esposa debe sentirse loca de amor al ofrecerle un fuerte y tierno abrazo
(contacto físico), cuando en verdad lo que ella necesita es que pasen tiempo a
solas hablando (tiempo de calidad). Por el contrario, hay personas que su
lenguaje del amor es el contacto físico y sin embargo solo reciben conversación
de su pareja, que aunque lo hace movida por el amor, él no siente ese afecto
puesto que su “tanque” de amor solo se llena con abrazos.
Deseo que os améis de verdad
y que todo os vaya bien, pero quizá os falte poneros un poquito más (o mucho)
en sintonía, y creo que este es un buen libro para alimentar vuestro amor.
Recordad lo dicho por el dramaturgo Jacinto Benavente: “Al verdadero
amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece”; palabras que
concuerdan con las dichas por Pablo: “El amor no busca lo suyo” (1 Corintios
13:5).
Muy buen libro, me lo regalaron hace muchos años!!! Excelente resumen de los lenguajes.Un saludo Jesús.
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