lunes, 27 de mayo de 2024

La zona de interés. No, papa Francisco, el infierno no está vacío

 


¿Qué es lo que vemos a lo largo de “La zona de interés”, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera de 2023, entre otros muchos premios en diversos festivales internacionales? A la familia Höss, formada por el matrimonio Rudolf y Hedwig, que se aman profundamente, junto a sus cinco hijos, cada uno de ellos de rostros angelicales. Uno de ellos tiene una curiosa particularidad: colecciona dientes de oro. Todos viven felices en una casa de ensueño: tienen un amplio jardín con flores hermosas, piscina e invernadero, donde hacen fiestas con amigos y multitud de invitados. Aparte, tienen criadas que les preparan las mejores comidas y llevan a cabo las labores del hogar. Hasta tienen un perro que entra y sale a la orden de sus amos. Mientras tanto, los retoños juegan felices, reman en canoa, nadan en un río con su padre, corren y saltan en su propio mundo de fantasía infantil. Al fin y al cabo, forman parte de la clase alta. Así que, en principio, nada que nos pueda sorprender o que no hayamos visto antes en la vida real. Pero entonces descubrimos la gran sorpresa, la cual ya intuíamos con anterioridad...

Algo no cuadra
Rudolf resulta ser el comandante de Auschwitz, el infame campo de concentración, donde los nazis asesinaron en cámaras de gas y hornos crematorios a un millón de judíos. Mientras que la felicidad es el denominador común en casa de los Höss, a escasos metros, y separado simplemente por un muro, y aunque nunca vemos lo que sucede en su interior, continuamente se escucha el horror encarnado: gritos de desesperación, llantos, amenazas de muerte, que son cumplidas, y disparos. De fondo, una chimenea, ardiendo, en pleno funcionamiento las veinticuatro horas, donde se exterminaban a cinco mil personas diarias.
Mientras tanto, lo único que le molestaba a esa familia eran los “malos olores” que procedían de la “caldera”, que les obligaba a cerrar las ventanas de casa. Pero, en general, se sentían tan dichosos, que la esposa se niega a dejar el lugar cuando trasladan al marido de ciudad. Es más, lo abronca ante la insinuación de que tendría que ir con él, diciéndole que “no podía hacerle eso”.
Al frente, una casa de ensueño. Al fondo, Auschwitz, un lugar de pesadilla

El contraste es tan brutal que los sentimientos que embargan al espectador –entre los que me encuentro-, resultan ser extremadamente desagradables: impotencia ante la situación, mezclado con ira, hacia esos millones de “individuos” que formaron parte del Tercer Reich. Junto con “La lista de Schindler”, “El pianista”, “El niño con el pijama de rayas”, “El hundimiento” y “La vida es bella”, es lo más duro que, en términos cinematográficos sobre el nazismo, he contemplado sobre esta temática. ¡Y eso que no muestra nada!
Aunque algunos enfermos mentales y sádicos morales niegan la evidencia del Holocausto –como los líderes pasados de Irán (Mahmud Ahmadineyad y Ebrahim Raisi, este último fallecido en un accidente de helicóptero justo cuando escribo estas líneas), algunos familiares y amigos que han ido de visita, me han narrado cuán estremecedor resulta el lugar en sí y cómo les ha afectado la experiencia, tanto a ellos como a sus acompañantes: desde desmayos hasta una amplia variedad de indisposiciones.
Ante estas emociones negativas que experimenté a cada segundo de su visualización, mi mente encontró un consuelo, basado en la Biblia: puesto que todos estos desalmados están muertos, están pagando eternamente por sus actos y se ha hecho justicia. Y, si queda alguno vivo en este mundo –dato que desconozco-, ya le llegará su momento, cuando se presente ante su Creador.

Las palabras del papa Francisco, y el problema de las mismas
En plena ebullición de pensamientos y sentimientos, vino a mi memoria unas palabras que pronunció hace unos meses el papa Francisco, máximo representante del catolicismo romano, al que muchos fieles de dicha religión siguen, admiran, veneran y llaman Santo Padre. En una entrevista en el programa Che tempo que fa, dijo: “Esto no es un dogma de fe –esto que diré- es una cosa mía personal que me gusta: me gusta pensar que el infierno está vacío. [...] Es un deseo que espero sea realidad, pero es un deseo”.
A mí también me gustaría creer que puedo volar, pero si subiera a la azotea de mi casa, extendiera los brazos y me lanzara al vacío, creyendo que eso me llevaría a alzar el vuelo... me llevaría una gran desilusión: acabaría muerto o, como mínimo, con el cuerpo completamente destrozado.
La verdad es que este señor dice cosas que se contradicen entre sí y, en otras ocasiones, completamente falsas, como que los ateos van al cielo (ver http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/05/los-ateos-van-al-cielo-segun-el-papa-si.html). Más clara no pueden ser las Escrituras: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn. 3:18). 
Con todo, quiero concederle el beneficio de la duda y pensar que su deseo es “bienintencionado”, puesto que, en otras ocasiones, ha llamado al arrepentimiento a los mafiosos, a los corruptos, y a los que niegan a Dios o no quieren saber nada de Él[1].
Ahora bien, para que sus palabras se hicieran realidad, todos los seres humanos difuntos tendrían que haberse arrepentido, antes de morir, y haber creído en el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz por los pecados. Y, sabemos que, a lo largo de la historia, no ha sido así, ni lo será. No hace falta ser un erudito para saberlo. Basta con mirar la sociedad en general para ser consciente de tal realidad.
¿Acaso alguien piensa que todo malvado se ha arrepentido y creído en Jesús como Salvador? Sería extremadamente ingenuo pensar así. ¿De verdad podemos creer que Nerón, Calígula, Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, Mussolini, Fidel Castro, Hugo Chavez, Kim Jong-il (padre), Ceausescu, Milosevic, y otros muchos dictadores, junto a los que obedecieron sus órdenes inmundas, no están en el infierno? Lo mismo podríamos decir de “líderes” sectarios como David Koresh y Shōkō Asahara, o de Abdelhamid Abaaoud, Mohamed Abrini, Foued Mohamed Aggad, Brahim Abdeslam, Omar Ismail Mostefai, Samy Amimour, Bilal Hadfi, yihadistas islámicos que mataron a decenas de personas en Francia (“Carta a los terroristas que se inmolaron y a los que se lo están pensando”: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/03/carta-los-terroristas-que-se-inmolaron.html).
¿De verdad hay una sola persona en este planeta que cree que los que perpetraron la masacre de Buchan (Ucrania) y Srebrenica (antigua Yugoslavia) no pagarán el precio de tanta maldad? ¿Y qué de los que hutu, que quemaron vivos y asesinaron a machetazos a casi un millón de tutsi en Ruanda, en apenas cuatro meses? ¿Acaso alguien cree que los genocidas, pederastas, violadores, asesinos, torturadores, adúlteros, ateos recalcitrantes, fornicarios (los que mantienen relaciones sexuales sin estar casados) y “médicos” abortistas, entre otros, que no se han arrepentido, no están en dicho lugar?
Antes de concluir esta porción del escrito, añado una aclaración: existe el debate teológico sobre si el infierno está ya habitado por humanos condenados o si esto no sucederá hasta después del Juicio Final. Ambas posturas son defendibles y respetables, en las cuales no voy a detenerme. Pero, más allá de eso, sea como sea, ahora o más adelante, la certeza del infierno es patente.

Las palabras de Jesús, que incluyen a todo el mundo
Muchos, al leer la lista citada en el último párrafo (genocidas, etc.), puede que se hayan sentido aliviados: “No soy parte de ella; así que yo no voy a ir al infierno, ya que no pertenezco a ese grupo de injustos”. Esa deducción, posiblemente llevada a cabo con buena fe, cae en la falacia, en un error de bulto, al carecer de todos los datos. Para llegar a una conclusión acertada, hay una información que necesita conocer sin falta, y es  esta: “No hay justo, ni aun uno [...] Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios [...] la paga del pecado es muerte” (Ro. 3:10, 23; 6:23a). Y esto te incluye a ti y a mí. Ya te puedes sentir feliz o infeliz, con una vida vacía o llena de propósito, o considerar que “no haces ningún mal a nadie”, la realidad es la que es, y no cambia según tus circunstancias personales ni de lo que pienses. 
Nacemos con una naturaleza caída que nos lleva a vivir de espaldas a Dios y a  desobedecer Sus mandamientos, queriendo en ocasiones y sin querer en otras, en mayor o en menor medida. Esto nos convierte en “injustos”, y solo creer en que Él pagó en la cruz por nuestra rebeldía nos convierte en “justos”. No hay otra manera, ni otro método. Ni tal o cual religión salva, ni hacer o dejar de hacer esto o aquello nos libra de nada.
Como ya vimos ampliamente en “¿El perdón es gratuito para quien no se arrepiente? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/09/el-perdon-es-gratuito-para-quien-no-se.html y http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/09/el-perdon-es-gratuito-para-quien-no-se_18.html), Dios no perdona al que no se arrepiente. Es una condición ineludible. De ahí las palabras de Jesús: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lc. 13:3).
Contra la idea contraría –el perdón sin arrepentimiento- predicó el alemán Dietrich Bonhoeffer (opositor al régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial), llamándola “gracia barata”, la cual no procede de Dios.
Por eso, creer, o más bien, desear, como el papa Francisco, que el infierno esté vacío, es una necedad. Es decirle a Dios que cambie Su carácter, que sea todavía más “bueno”, que modifique sus propias normas y que establezca una misericordia infinita y sin límites, donde exista el perdón sin requisito alguno, eliminando la necesidad de reparar la injusticia, y que ya no sea Él el Único que pudo reparar nuestra injusticia.
Si así fuera, mañana mismo todos los cristianos del mundo dejaríamos de predicar el Evangelio y lo modificaríamos por uno muy distinto: “Vive la vida. Disfruta de cualquier placer que desees. Muéstrate egoísta, caprichoso, lisonjero, manipulador y blasfemo. Falta el respeto a tus padres y provoca a ira a tus hijos. Juzga con premura e injustamente. Sé hipócrita, altivo y prepotente. No olvides ser infiel a tu cónyuge. Emborráchate y acuéstate con quien te apetezca. Miente, roba y estafa. Mata a tu vecino si te cae mal. Asesina a tu niño nonato. Exhibe públicamente tu cuerpo todo lo que puedas. Déjate llevar por la furia de tu lengua. Insulta y usa un lenguaje malsonante. Participa en orgías y contrata servicios de prostitución. Consume todo tipo de drogas y de pornografía. Practica el esoterismo. Sé envidioso y maldice cuando lo desees. Chismorrea de los demás y siembra discordia a tu alrededor. Haz todo lo que se te ocurra y te pida el cuerpo. Total, si al final tus acciones no van a tener repercusiones en la eternidad, y Dios te espera en el cielo para abrazarte y regalarte la felicidad absoluta”.

Conclusión
Como no voy a empezar a promocionar herejías a estas alturas de mi vida, no tomaré ese rumbo, ni se lo recomiendo a nadie que no quiera caer en el libertinaje, ni perder la sabiduría que viene de lo alto. Prestemos mejor atención a lo que afirmó tajantemente Jesús en la parábola de la cizaña, en lugar de escuchar los deseos de los seres humanos: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mt. 13:41-43).

lunes, 20 de mayo de 2024

1.5 ¿Quiénes quieren imponer sus propias leyes ante la sociedad y la justicia, los cristianos o los grupos LGTBI?

 


Venimos de aquí: 1.4 ¿Que los cristianos anunciemos el Evangelio y el arrepentimiento a los homosexuales es un acto de odio o de amor? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/12/14-que-los-cristianos-anunciemos-el.html).

Como haré a lo largo de toda la obra, aviso que los capítulos de este libro hay que leerlos en el orden en el que están escritos, sin saltarse ninguno. El lector queda prevenido.

Algunos lobbies gays, ideológicamente agresivos –puesto que no todos los son- que nos acusan de querer imponer una moral cristiana, señalándonos por ello de intolerantes, deberían mirarse a sí mismos, ya que son ellos los que quieren establecer por ley la ideología de género, como parte de la educación en las escuelas públicas para niños, con amenazas de todo tipo, que incluyen la retirada de la patria potestad, si los progenitores no están de acuerdo. De esta manera, se les quiere robar a los padres el derecho de educar a sus hijos, como consideren oportuno, según sus propias creencias. No sé en otros países, pero en el mío la Constitución española los ampara: “Los poderes políticos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (Artículo 27:3).
Durante muchos años, estos lobbies LGTBI han repetido la misma historia: que ellos son como las “personas de color” y “mujeres” del pasado, que eran discriminados social y laboralmente por el simple hecho de serlo. Después de años de luchas y demandas, están logrando que se les proteja de la misma manera, cuando la realidad es que sus casos y los que ellos citan no son comparables. ¿Que la ley los debe defender ante agresiones, amenazas o vejaciones? Claro que sí, pero como a cualquier otro ciudadano, no como si fueran un colectivo aparte. Pero implementar leyes donde, por ejemplo, tengan preferencia para obtener subvenciones o un puesto laboral, es un privilegio para ellos y una injusticia para el resto de la población.
Además, en el presente, en ningún país que sea realmente democrático –los hay que dicen serlo y no lo son- se les niega legalmente un puesto de trabajo, el derecho a la educación, el servicio en tiendas o la entrada a edificios públicos a una persona por su sexualidad. Es más, ni la empresa ni el empresario pueden inmiscuirse en la vida privada del trabajador al que quiere contratar o finalmente contrata, y mucho menos en temas de sexualidad o religión; ni siquiera tiene el derecho a preguntar por esos temas. Así lo señala el artículo 14 de la Constitución: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

lunes, 13 de mayo de 2024

15.5. ¿Por qué se alejan de ti los amigos tras salir de una iglesia enferma?

 


Venimos de aquí: ¿Qué actitud debes tomar ante los lobos eclesiales? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/03/154-que-actitud-debes-tomar-ante-los.html).

¡Ay los amigos! Divinos tesoros... hasta que se pierden, ¿verdad? Y esto es muy usual tras la salida de un grupo abusador. Como vamos a ver, pueden darse diversas razones para dicha pérdida. En ocasiones, es una sola de las mostradas, y en otra la mezcla de varias.

No eran realmente tus amigos
El amor que decían profesarte era interesado o carente de sinceridad. La situación solo fue una purga entre lo real y lo falso. Estos son los que ni siquiera te llaman para preguntarte tu versión de los hechos ni te buscan para socorrerte y levantarte, a pesar de que en el pasado tú los auxiliaste en numerosas ocasiones. La reciprocidad brilló por su ausencia. Son los que estaban a tu lado en los momentos agradables y positivos de la vida, pero te dejaron de lado en la hora más amarga. Como bien señaló Paul Tournier: “Si vencemos, cada uno querrá ser amigo nuestro, pero si perdemos, podremos contar a nuestros amigos con los dedos de la mano”[1].
Un verdadero amigo es aquel que viene cuando todo el mundo se ha ido; aquel que te apoya cuando el resto te ha desechado; el que te acompaña en el dolor cuando los demás te abandonan a tu suerte; el que llora contigo las lágrimas que otros no quisieron recoger; el que se acerca a ti sabiendo que será mal visto por ello; el que te abraza cuando otros te consideran un leproso; el que te demuestra qué clase de persona es con hechos y no únicamente con palabras; el que extiende su mano y no su puño. En definitiva, un amigo es aquel que antepone el amor por encima de cualquier mandamiento humano, cumpliendo así toda la ley de Dios. Como dijo Salomón: “En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia” (Pr. 17:17).

Prohibido ser tu amigo
Puesto que se inició una “caza de brujas” contra tu persona y fueron a por aquellos que eran más cercanos a ti (por asociación ilícita), les prohibieron mantener cualquier tipo de contacto, bajo amenaza de expulsión. Al final, tras las quejas iniciales, terminaron por obedecer. O simplemente les invitaron a que se fueran contigo si sus pensamientos eran iguales que los tuyos. Puro chantaje y manipulación. Es la misma “táctica” que usó Diótrefes: “Y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia” (3 Jn. 1:10). Todo esto terminó por convencerlos de que lo mejor era apartarse de ti. La amistad no pasó la prueba.

El miedo a sufrir
Tuvieron miedo de sufrir tu misma experiencia y decidieron continuar en ese lugar, aunque ello supusiera agachar la cabeza ante lo que consideraban una injusticia.
En consecuencia, acallaron sus propias conciencias, aunque es cierto que muchos de ellos sufren por ello cargas en su corazón que no logran negar ante sí mismos, al igual que la que experimentaron los hermanos de José. Mientras que Jacob guardó luto por su hijo, ellos callaron durante veinte años: “Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia” (Gn. 42:21). En un comienzo puede que aparentaran valentía, pero esta desapareció por completo a la hora de la verdad. Ahí recordarás las palabras del Señor: Maldito el varón que confía en el hombre” (Jer. 17:5).
Para que no tomen medidas contra ellos, algunos, posiblemente, contarán detalles privados de tu vida que les habías narrado en confianza y por amistad, para así ganarse el favor de sus líderes, a los cuales terminarán apoyando. Incluso estirarán sus lenguas hasta el extremo para contar tus faltas pasadas, levantándose también contra ti, tal y como expresó el rey David: “Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; Ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar; Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios” (Sal. 55:12-14).

Traidores y cobardes
De igual manera que muchos judíos creyeron en Jesús, pero callaban por miedo a que los expulsaran de la sinagoga, se da el caso de los que guardan silencio porque también son responsables de la situación creada y eluden su parte de responsabilidad, al querer salvar sus propios cuellos. Sin duda alguna, una traición en toda regla e impropia de aquellos que decían amarte. Esto provoca que te preguntes qué les hizo olvidar que el de espíritu fiel lo guarda todo (cf. Pr. 11:13), cuando Jesús mismo dijo que “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13).

Viviendo de rodillas
Por último, los que se quedaron esperando que, en el futuro, el funcionamiento eclesial cambiara, o que las herejías fueran removidas y prefirieron esperar. En algunos lugares así, se produce el cambio, pero en otros muchos no, por lo que permanecen esperando eternamente, viviendo así de rodillas ante los hombres y no ante Dios. Otros, sin embargo, salen con el tiempo.
Existe una posibilidad más: que un hermano o hermana no sepa si marcharse contigo por lealtad hacia tu persona o sencillamente por el trato que te han dado falto de amor, sabiendo que llevas razón. No es fácil irse con un grupo de personas cuando te dicen que estás siendo un instrumento en manos de las tinieblas. Sea como sea, nunca le pidas a nadie que se vaya, puesto que es una decisión personal exclusivamente suya y de nadie más. Y no le culpes si finalmente decide quedarse. Si con el tiempo (semanas, meses o años) termina por salir y se pone en contacto contigo, recíbelo con sosiego. Esto no significa que te sientas obligado a retomar la amistad en el mismo punto donde la dejasteis, pero sí puedes concederle la oportunidad de ganarse nuevamente tu confianza, si así lo deseas. Es lo que hizo José con sus hermanos. Dios dirá el resto.

Un corazón roto que se aísla
Fuera cual fuera la razón por la que los amigos se alejaron de ti, la persona abandonada siente cómo se desgarra su alma y se rompe en pedacitos. Un hermano adulto, que se fue de una congregación fuera del orden de Dios, me dijo que nadie le llamó, a pesar de la cantidad de amigos que creía tener. Sin duda alguna, la ruptura masiva de amistades es uno de los mayores sufrimientos que un ser humano puede experimentar. Esto conduce a la desconfianza generalizada de todo el mundo (incluso de los que se acercan con buenas intenciones), a cerrar el corazón, y a arrastrarse por la melancolía. Es una reacción natural ante la pérdida. Como dijo Oswald Sanders: “La ausencia de amistades es una de las privaciones más grandes de la vida. Aparte del gozo mutuo que obtenemos de la relación, los amigos son una de las barreras más eficaces contra la soledad”[2]. Aristóteles también señaló que, aunque poseyéramos todos los bienes del mundo, nadie se querría ver desprovisto de la amistad.
Ahí, el creyente, extremadamente herido, se aísla para evitar de nuevo el sufrimiento, haciendo reales las palabras de la canción “I am a rock” de Paul Simon y Art Garfunkel: “Soy una roca, soy una isla. Estoy solo, me escudo con mi armadura. No toco a nadie y nadie me toca. He construido muros, una fortaleza profunda y poderosa que nadie puede penetrar. No necesito amigos, la amistad causa dolor. Es la sonrisa y el amor lo que evito. Una roca no siente dolor, una isla nunca llora”.
Se vive en carne propia las palabras del salmista: “De todos mis enemigos soy objeto de oprobio, y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos; Los que me ven fuera huyen de mí. He sido olvidado de su corazón como un muerto; He venido a ser como un vaso quebrado. Porque oigo la calumnia de muchos; El miedo me asalta por todas partes, mientras consultan juntos contra mí e idean quitarme la vida” (Sal. 31:11-13).
Seguro que sabes que no eres el primero, ni el último, que pasa por una situación igual o parecida, donde las amistades se han fracturado, de tal manera que han terminado por romperse. En la Biblia nos podemos encontrar multitud de casos similares: José, el hijo menor de Jacob y Raquel, fue traicionado por sus propios hermanos, que conspiraron para matarlo y al que finalmente vendieron, o Jesús, que fue vendido por Judas por treinta míseras monedas de plata y abandonado por sus más cercanos en la hora crítica, hasta el extremo de que fue negado repetidas veces por Pedro, el mismo que, poco antes, dijo estar dispuesto a dar su vida por Él.

¡Adelante!
Termino esta parte del capítulo con el párrafo más importante de todos: puesto que no eres responsable de las decisiones ajenas, y sea cual sea la razón por la que estas personas se alejaron de ti, no le guardes rencor a ninguno de ellos, ni les reproches nada. Sigue adelante en el Señor, y toma por lema de vida Sus palabras: Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lc. 6:31). Si eres capaz de grabar a fuego en tu alma este dicho, independientemente de lo que hagan o dejen de hacer los demás, y aplicarlo en los pequeños detalles de la vida cotidiana, tendrás alegría y completa paz, sin preocuparte, ni tener que mirar a derecha o a izquierda.

Continuará en: ¿Cómo enfrentar la soledad tras salir de una iglesia sectaria?


[1] Tournier, Paul. De la soledad a la comunidad. Clie.

[2] Sanders, Oswald. Cómo enfrentar la soledad. Portavoz.

lunes, 6 de mayo de 2024

Las devastadoras consecuencias de la revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: ideología de género, promiscuidad, destrucción de la familia, divorcios y abortos & Explicación bíblica (2ª parte)

 


Venimos de aquí: Las devastadoras consecuencias de la revolución sexual de los años 60 en el mundo de hoy: Exhibicionismo, pornografía, programas de televisión y “manga” (1ª parte) https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/04/las-devastadoras-consecuencias-de-las.html

Ideología de género & ¿Respeto?
Lo que sabían hace miles de años los neandertales –qué era un hombre y qué una mujer-, en pleno siglo XXI, no se sabe. Preguntas a estudiantes, universitarios y “adultos”, y muchos no saben qué contestar. “Es una pregunta difícil”, “no sabría decirte ahora mismo”, “uff, es un tema complejo”. La ciencia, la biología y la lógica más elemental, han dado paso a la “autopercepción de género”: aunque externamente alguien sea, a todas luces, un hombre, si dice sentirse mujer, es que es mujer, y nadie puede llevarle la contraria. Y el que lo haga, se le considera un reaccionario, lleno de prejuicios, aparte de fascista y de ultraderecha.
Ya no existen dos géneros, sino el “género binario”, “no binario”, “agénero”, “bigénero”, “pangénero”, “género fluido”, “trigénero”, “cisgénero”, “intergénero”, “poligénero”, “intersexual”, “transgénero”, “transexual”, etc.
Todo esto es lo que se está enseñando a los niños en las escuelas, desde la más tierna infancia: “tú puedes ser lo que quieras, según cómo te sientas”. Un caso se puede ver en el programa de educación Skolae, aprobado por el Gobierno de Navarra (España), basado en el programa de la UNESCO, y del que hablé en su momento, donde “los niños de 6 a 12 años serán invitados a identificar las diferentes voces que habitan dentro de mí, si soy chica, si soy chico, reconocer cómo suenan, qué me dicen, en qué momentos aparecen y cómo me hacen sentir”[1].
Están volviendo tan locos a los adolescentes que los casos tratados de disforia de género han aumentado en España entre un 7000% y un 10.000%, dependiendo de la comunidad autónoma. Por ejemplo, en Cataluña se pasó de 19 personas en 2012 a 1.454 en 2021. Y esto sucede a nivel mundial. En Reino Unido, el número de solicitudes de niñas y chicas adolescentes que se habían dirigido a la Clínica Tavistock-Portman a solicitar una “transición de sexo” se disparó un 4.400% en una década (de 2009-10 a 2019-20)[2]. No se permite a un menor de edad beber alcohol, conducir ni votar; incluso para ir de excursión tienen que solicitar la autorización escrita de los padres. Sin embargo, para hormonarse y mutilar sus cuerpos –completamente sanos-, tienen libertad absoluta (sin el consentimiento paterno y sin diagnóstico ni seguimiento psicológico), con todo lo que este paso conlleva: pérdida de los órganos sexuales naturales, infertilidad, aumento en la probabilidad de padecer distintos tipos de cánceres, incapacidad de amamantar, etc.).
Como señala Celso Arango, psiquiatra, catedrático, Director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental, y jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente del Hospital Gregorio Marañón, “está habiendo un incremento bestial de adolescentes que asumen ser trans sin serlo”, cuando, anteriormente, eran “casos excepcionales. [...] Ahora lo que está de moda es que los jóvenes que tienen algún tipo de trastorno mental como trastornos de la personalidad, depresiones, autismo, asperger, etc., de repente, de la noche a la mañana, dicen ‘ya sé lo que me pasa: soy trans y esa es la solución a mis problemas` [...] ¿Y qué es lo que estamos viendo? Pues que, pasado un año, dos o tres, se arrepienten y dicen ‘pues resulta que no era esto lo que me pasaba, debe ser otra cosa, porque sigo igual o estoy peor, incluso’. El problema es que esto es irreversible. `...] Por cada persona que le viene bien, a cien les viene mal”[3].
Viendo los funestos resultados, países como Suecia, Finlandia o el propio Reino Unido, están dando marcha atrás en las leyes de “autodeterminación de género” y ya no las financia el Sistema Nacional de Salud. Otros muchos, que han implementado dichas leyes hace poco tiempo, siguen adelante... hasta que se den de bruces con la realidad. La tragedia vendrá cuando los que se arrepientan tomen conciencia de lo que han hecho, y ya no habrá marcha atrás para todos aquellos que hayan “transicionado”.
Además de todo esto, a los que no apoyamos dicha ideología, nos dicen que, cuando nos presenten a una persona, debemos preguntarle qué pronombre quieren que usemos para hablarle. Sandeces como “elle es mi mejor amigue”, “le estudiante suspendió la asignatura” o “le maestre de primer curso”, ya están a la orden del día en varios lugares del globo terráqueo. Hay un cómic muy famoso titulado “Monstress”. En el mismo, se usa dicho lenguaje exclusivo. ¿Ejemplos? Ahí van unos cuantos: “les monstra”, “une monstrum”, “les fantasmes”, “vuelvo a estar cansade”, “me siento tan extrañe”.
Continuamente se repite la idea de que debemos “respetar”. Pero ni ellos mismos saben qué dicen cuando emplean dicho término. Al igual que infinidad de palabras tienen distintos significados (p. ej: “un banco de peces”, “un banco para sentarse” o “un banco para guardar el dinero), la palabra “respeto” también tiene diversas acepciones. Una de ellas es “miramiento, consideración”[4]. Sin duda alguna, este respeto sí se le debe a cualquier persona, tenga la opinión que tenga, aunque disienta completamente de la nuestra. Ahora bien, otra acepción del mismo término es “manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía”. Ese respeto (acatar todo aquello en lo que no estamos de acuerdo) no se le debe a nadie. ¿O es que acaso habría que respetar al conductor que decide ir en dirección contraria? ¿Y al piloto de avión que, por voluntad propia, prefiere aterrizar sin usar las ruedas? Sería absurdo, ¿verdad?
Lo triste es que haya cristianos que, por querer quedar bien con todo el mundo, no se posicionan en contra de nada, ni aunque vaya en contra de las enseñanzas bíblicas, e incluso felicitan el pecado de otros, siendo esta otra manera de “acatar” y de cobardía. No han aprendido nada de Pedro y los apóstoles, que prefirieron que los azotaran (cf. Hch 5:40), antes que “aceptar voluntariamente una norma o autoridad”, que es lo que significa acatar.
Si alguien quiere hablar usando pronombres “novedosos”, ¡que lo haga! Tendré miramiento hacia él. E igual con todo lo demás: el que quiera fundar una secta que adore a Drácula, a Odín o a Zeus, ¡que lo haga! El que quiera llenar su casa de ajos y crucifijos para “protegerse” de esos “draculianos”, ¡que lo haga! Pero, ¿por qué tendría que “acatar” lo que enseñan los musulmanes, los Testigos de Jehová, los mormones, los budistas, los ateos, los pro-abortistas, los grupos LGTBI, los promotores de la ideología de género, de la endogamia o de cualquier otro postulado? Que no esperen que los apoye. ¡Encima quieren obligarnos a hacerlo! ¿Estamos locos o qué? Si sería fascista que ellos tuvieran que acatar el cristianismo, ¿por qué no lo es cuando son ellos los que tratan de imponernos sus ideas, sean las que sean? ¿Es que nadie ha aprendido nada de las dictaduras ni ha sacado lecciones de la novela 1984, de George Orwell?
Ir en contra de esta “ideología”, sin base científica alguna, es considerada, por ley en diversos países, un delito de odio. Ante esto, lo único que puedo decir son las palabras de Cicerón: “Cuanto más cerca está la caída de un imperio, más locas son sus leyes”.
Como cristiano, también me apena en grado sumo comprobar cómo parte de la que se hace llamar “iglesia cristiana”, ha caído en muchas de estas maldades. Personas que se dicen “fieles creyentes”, callan para no “ofender”. Otros, bajo el paraguas del “amor”, lo apoyan, vendiéndolo como “deseado por Dios”, y “bendecido” por Él. Se han olvidado de las palabras dichas por Dios: “conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jer. 15:19).
Como dijo Martin Luther King: “Una nación se sentencia a sí misma cuando sus gobernantes legalizan lo malo y prohíben lo bueno, y cuando su iglesia cobardemente se vuelve cómplice con su silencio”.

Promiscuidad & destrucción de la familia & divorcios & abortos
“Vive la vida y disfruta de tu juventud”. “Sé salvaje ahora; ya tendrás tiempo de ser bueno cuando seas mayor”. “Emborráchate todo lo que quieras”. “Acuéstate con todo el que te guste”. “No te cases ni te comprometas; sé libre”. “Haz con tu cuerpo lo que te plazca”. “Lo que hagas en el presente no tendrá repercusiones en el futuro”. “No pasa nada si eres infiel a tu pareja”. “No hace falta que luches por tu relación; si te enamoras de otro, ve con él”. “Lo importante es que te autorrealices, no la familia”. “Hagas lo que hagas, nadie tiene que juzgar tu pasado”. Con otras palabras, estos son los “eslóganes” que se promocionan en todos los ámbitos, desde la revolución sexual del siglo pasado, llegando a una virulencia en este 2024 apabullante.
Todo esto ha traído una sociedad formada por personas inmaduras, y, al mismo tiempo, mental y moralmente enfermiza. Muchas mujeres no quieren tener hijos “porque esos les estropearía el tipo”, “porque les robaría el tiempo libre” y “cumplir sueños”. Así que se compran un perro o un gato, que dan menos problemas. ¿Y qué hacen si se quedan embarazadas? Muchas, abortan. Se han creído su propia mentira, y que otros les han vendido, de que un feto es una “cosa”, no un ser vivo de la especie humana. Y si deciden seguir adelante con el embarazo, muchos padres deciden no ejercer y se marchan bien lejos. Así tenemos los cuatro efectos más evidentes:

1) menos matrimonios. En España, según el propio INE (Instituto Nacional de Estadística), en el año 2021 tuvieron lugar 148.588 bodas, mientras que en 2012 se habían producido 217.512, por lo que las cifras han caído en picado, estando en la cola en cuanto a nupcialidad de la Unión Europea[5].
Frank Young, tras realizar una investigación en el Reino Unidos, abarcando los últimos cincuenta años, es bien claro de lo que está sucediendo y acontecerá: “Nuestra investigación sugiere que en 2062 se casará una pareja por cada 400 adultos en el Reino Unido. Hoy lo hace una de cada 100 adultos, lo que supone un descenso de más del 70% en dos generaciones. Representa solo 67.000 parejas que se casarán en 2062, frente a las 213.000 parejas que se dieron el sí quiero en 2019”.

2) más divorcios. En España, el 60% de los matrimonios acaban en divorcio (es decir, 3 de cada 5)[6], variando la cifra anual entre los ochenta mil y los cien mil.  Algunos dirán que es lógico, teniendo en cuenta que el divorcio era ilegal en muchos países –incluyendo el mío- hasta hace unas décadas. Pero el trasfondo es otro: en el presente, pocos son los que se esfuerzan por mantener fuerte su relación matrimonial.  Muchos divorcios se ven venir desde el propio noviazgo: personas infantiles, malas elecciones, falta de sabiduría, etc. Basta con fijarse atentamente y es fácil dilucidar cuáles acabarán en ruptura. Otros se separan porque buscan libertad –o, al menos, la llaman así-, buscan nuevas emociones, nuevos amores, etc. De este tema ya hablamos ampliamente en “Historia de un matrimonio: una plaga llamada “divorcio” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/historia-de-un-matrimonio-una-plaga.html).

3) hijos sin uno de los padres. Los divorcios implican, a su vez, que cientos de miles de hijos se críen sin la presencia de uno de los progenitores. En 2022, de los padres divorciados con hijos menores en España, la custodia compartida se otorgó en el 45,5% de los divorcios, el 50,6% a las madres, un 3,5% a los padres y en un 0,4% a otras instituciones o familiares[7]. Es decir, que más de la mitad de los hijos de padres divorciados, se están criando sin uno de sus padres, mayormente sin la parte masculina. ¿Qué, de entre estos hijos, los hay que crecen sanamente? Sí, pero la evidencia al respecto muestra que, por norma general, acarrea en ellos una serie de consecuencias, como tener baja autoestima, sentimientos de culpa, depresión, dificultades para socializar, miedo al futuro, problemas de conducta (irritabilidad, dificultades en el sueño, alteraciones en el régimen alimenticio y en general, intranquilidad), y enfermedades psicosomáticas[8].

4) destrucción de la familia tradicional. Hoy se le llama familia a todo lo que podamos imaginar: dos mujeres, dos hombres, un hombre y un transexual, una mujer y un transexual, un no-binario y un hombre, un género fluido y una mujer, dos hombres y una mujer, dos mujeres y un hombre, etc. La lista es interminable.

5) abortos indiscriminados, convirtiéndose en todo un negocio para la industria farmacéutica y las clínicas. En países como España y Alemania, suelen rondar los cien mil cada año, cifras que son duplicadas en Francia y Gran Bretaña. Este genocidio y holocausto lo analizamos en “El aborto: Un drama y un genocidio al que disfrazan de libertad” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/03/2-el-aborto-un-drama-y-un-genocidio-al.html).

6) descenso alarmante de la natalidad[9], siendo España uno de los más envejecidos del mundo[10]. De los 11,4 millones de parejas (matrimonios y parejas de hecho), más de 4,4 millones (39,3% del total) lo forman parejas sin hijos[11].

7) aumento demencial de las enfermedades de transmisión sexual[12]: “Pese a que se dan más en hombres (65%), llama la atención el espectacular aumento de casos en mujeres, con un incremento superior al 1.000%, según datos aportados por Bloom, un observatorio de salud femenina, relativos al período 2012-2019”[13]. La sífilis y la gonorrea se han extendido como la pólvora.

La explicación a este desastre mundial
Es maravilloso el mundo que nos está dejando la “extraordinaria” (y lo digo, obviamente, con sarcasmo) revolución sexual del siglo pasado. Los monstruos que salieron de la caja de pandora, campan a sus anchas.
¿Se ha llegado al límite de la corrupción moral? A menos que la Parusía se produzca en breve, sinceramente, creo que no. La razón es sencilla de explicar: a menos que despierten y se den cuenta del pozo sin fondo en el que están, y que el Señor toque, por Su gracia, sus corazones, en el momento en que los actuales jóvenes crezcan con estas ideas implementadas ya en su mente y se conviertan en los adultos dominantes de la sociedad, sabremos qué nuevo nivel de inmoralidad sobrepasarán. Por eso, cuando un amigo me dijo hace poco que estamos como en los tiempos de Sodoma y Gomorra, le dije que no, que “estamos mucho peor”.
¿Cuál es la causa de todo este desmadre? Pablo lo explicó magistralmente en la carta de los romanos. Podríamos resumirlo todo a unas pocas palabras: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro. 1:28). Mientras los seres humanos sigan ignorando al que los creó, al que les dio la vida, al que los formó, seguirán teniendo todo tipo de pensamientos perversos y contrarios al orden que fueron establecidos por el Señor de todo y de todos.
El ser humano, sin Dios, sigue perdido en el desierto. Se limita a sobredimensionar su propio ego para sentirse “algo” importante, “algo” querido, “algo” valioso. Cuando se deja a Dios a un lado, todo cae en saco roto. De ahí que traten de llenar ese vacío, esa carencia de sentido y propósito, con aficiones, fiestas, sexo, amigos, aduladores, alcohol, trabajo, dinero, coches, casas, ropa y viajes. Otros lo hacen buscando reconocimiento y validación en las redes sociales. Al final, como dijo el Predicador: “vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ec. 1:2).