Venimos de aquí: Llegó la hora: sal de esa iglesia
peligrosa (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/06/14-llego-la-hora-sal-de-esa-iglesia.html).
Sabemos que, cuando la verdad es despreciada,
difícilmente se puede salir de una congregación en paz. Esto se debe a que, por
norma general, aquellos que se han atrevido a confrontar la situación se
convierten en enemigos públicos. Aparte de algunas amenazas vertidas (como la
pérdida de la salvación, la privación de la protección de Dios sobre la
familia, un oscuro porvenir, etc.), se producen otra serie de consecuencias, que
conlleva que el creyente pase por uno de los momentos más críticos de su vida:
se siente traicionado por aquellos que decían amarle y ser su hermano. Esto
puede provocar auténticos traumas personales, que afecten y repercutan, tanto
en el presente como en el futuro, de forma severa.
En salidas eclesiales muy dolorosas, se produce lo que
se conoce como “Síndrome de Estrés Postraumático”, habitual en otros tipos de
experiencias dramáticas, como un secuestro, una agresión física, atropellos
psicológicos, etc. El abuso espiritual viene a ser, ni más ni menos, que una violación del alma que algunos llevan a
cabo como si fueran “dioses”.
Todo esto hay que tratarlo de frente para reorientar
la manera de pensar, de sentir y de vivir, puesto que la situación no resulta
nada fácil. De lo contrario, se puede acabar, literalmente, con los nervios
destrozados, con diversas enfermedades psicosomáticas, sin ninguna estima
propia, con una visión terrible de uno mismo, avergonzado y humillado por lo
que le hicieron, con heridas emocionales de por vida, y cerrando el corazón, en
una especie de cueva solitaria, donde no se permite que nadie acceda a ella. Y,
a nivel espiritual, con el abandono de la fe y renegando de Dios por
considerarlo responsable de su situación. En conclusión: paralizado y muerto, al
estilo zombi.
El mayor problema
reside cuando la relación con el Señor se enfría sobremanera y se deja de
aplicar su Palabra. Esto ha provocado que muchos hayan terminado por convertir
la nueva libertad adquirida en libertinaje. Llegado a este extremo, algunos
buscan argumentos en la Biblia para defender sus actitudes pecaminosas. Al
final, terminan completamente perdidos en un mundo de oscuridad:“Porque
dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni
caminaron conforme a ella” (Jer.
9:13). Al cambiar completamente
de ambiente, se rodean de amigos que no son cristianos, terminando por adoptar sus
mismas “costumbres”. Y, como dijo Salomón: “El
hombre que se aparta del camino de la sabiduría vendrá a parar en la compañía
de los muertos” (Pr. 21:16).
Otros, sencillamente,
se alejan de todo y, aunque siguen creyendo en Dios y amándolo sin implicarse
en la sociedad pecaminosa que les rodea, no han sanado sus heridas y se han
visto abrumados por la carga que han soportado durante años. No supieron pasar
página.
Los pasos que ofrezco
sirven para todos, pero hay que estar dispuesto a darlos. Es la vida en
general, junto a la salud física, emocional y espiritual, lo que está en juego.
Continuará en: Los efectos traumáticos tras salir de una
secta y las diversas actitudes que toman los afectados.
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