lunes, 30 de octubre de 2023

Jesús Revolution (3ª parte). Si eras cristiano, ¿tienes razones para alejarte de Dios? Y, si no lo eres, ¿tienes razones para no buscarlo?

Venimos de aquí: Jesús Revolution (2ª parte). 22 de junio de 2003: Una pequeña historia de mi paso por una iglesia convertida en secta (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/10/jesus-revolution-2-parte-22-de-junio-de.html).

Lo que conté del partido de fútbol, se podría considerar una anécdota con efectos muy desafortunados, una mala experiencia que me podría haber evitado con una poquita más de sabiduría y sentido común. Como no fue el caso, me tocó cargar con ella. Lo que viví años después, y que espero algún día poder contar, fue un verdadero calvario. Pero mi intención al narrarla, junto a todo el mal que conlleva el legalismo, era traer a colación “tu propia historia”:

- si te has enfriado o apartado de Dios, es posible que haya sido causado por experiencias sumamente desagradables, incluso traumáticas, y tengas “tus razones para ello”.

- si no eres cristiano porque has oído historias semejantes, y prefieres mantenerte al margen y vivir tu propia vida, puedo entenderte.

A vosotros, estéis en un grupo u otro, os vuelvo a querer hablar desde las entrañas, mostrar la realidad sin tapujo alguno y ver qué se puede hacer al respecto.

Te comprendo perfectamente, pero... ¿esa es la realidad de Dios? ¿Y la tuya?
¿Quién, en su sano juicio, querría estar, ni remotamente cerca, de un grupo de personas, que se hacen llamar cristianos, que te hacen daño? Nadie en absoluto.
¿Cómo me sentí cuando salí de aquel lugar? Junto con la muerte de mi padre, fueron los peores meses de mi vida. Me apabullaron. Mis emociones se desbordaron por completo. Perdí el control de la situación, y no sabía qué hacer al respecto. La inmensa mayoría de mis amistades desaparecieron. Experimenté la muerte social. Llegué a tal límite que me planteé acabar con todo, por primera y última vez en mi vida. Y no hace falta que escriba la palabra para que entiendas a qué me refiero. Nunca fui de víctima, y eso me ayudó a seguir adelante. Pero ese túnel, que me llevó meses atravesar, fue negro como el carbón.
Por eso puedo empatizar con cualquier persona, tanto antiguos cristianos –que se han sentido usados, abusados y manipulados, y todo lo que les huele a “cristianos” les crea animadversión-, como los que no son creyentes y no quieren saber nada del tema. También digo que me resulta muy triste que algunos solo hagan referencia al cristianismo cuando quieren hacer mofa de los falsos creyentes. Todo lo que expuse en el escrito anterior puede presentarse como “razones” para abandonar a Dios, pero serían excusas por mi parte, y por cualquier otra persona que se agarre a ellas para defender su postura de “adiós, Dios” o seguiré creyendo en ti, pero a mí manera. A partir de ahora, viviré mi propia vida, tomaré mis propias decisiones sin contar contigo, y basaré mi ética y moral en lo que yo crea”.
Recuerda, una vez más, que el hecho de que haya individuos que afirmen ser cristianos y no sean de ejemplo, no significa que esa “realidad” represente a Dios. Imagina que asistes invitado a un partido de fútbol entre el Milan y el Sevilla. Y allí contemplas a varios centenares de aficionados de ambos equipos enfrentándose a pedradas y puñetazos. Es tal la escena, que tú, junto a miles de personas inocentes, tienes que salir corriendo, y la Policía interviene con contundencia. Si, días, semanas, meses o años después, me conocieras y, hablando, te contará que soy aficionado al Sevilla, ¿pensarías, automáticamente, que soy una persona “violenta”? Sería un prejuicio si lo afirmaras. Bastaría con saber un poco más de mí para saber que esos individuos “sevillistas” no me representan, ni a mí, ni a nadie. Pues con los “cristianos” y “Cristo”, exactamente igual. Que haya “malos cristianos”, “falsos cristianos”, “hipócritas”, “individuos que dicen y no hacen”, “que no aman a pesar de hablar todo el día de amor”, no significa, ni muchísimo menos, que ESA imagen sea la de Jesús de Nazaret.
Por eso quiero ser muy claro: si eres de los que se apartó de Dios a causa de terceras personas, de lo que te hicieron, de lo que te causaron, de lo que te provocaron, sigues siendo esclavo de lo que ellas hicieron contigo; por una sencilla razón: continúan controlando tus decisiones. Has tomado un camino en base a las acciones de otros individuos. De ahí que...

Vivir en paz sin Dios es una falsa paz.

Vivir confiado sin Dios es una falsa confianza.

Vivir libre sin Dios es una falsa libertad.

Vivir feliz sin Dios es una falsa felicidad.

Vivir con la vida resuelta sin Dios, es no haber resuelto nada.

Vivir con un propósito que no incluya a Dios, es una vida sin propósito.

Vivir con sueños que no incluyan a Dios es un sin soñar.

Y sé que tú sabes todo esto, aunque no quieras dar tu brazo a torcer, y trates de negarlo con acciones y palabras, mostrando al mundo “cuán feliz eres” y “cuán bien te marcha todo”. Pero, como dice Miguel Contreras, en su libro El vacío del alma que solo Dios puede llenar: “Si alguien busca estar satisfecho fuera de Dios, entonces vivirá con el vacío del alma, independientemente de lo que acumule. Ese vacío del alma se tiene desde que uno nace hasta que Dios en su plan soberano lo llena. Entonces la vida es transformada. Hoy entiendo que lo más importante es la certeza de la eternidad al lado de Dios”.

Tú, tú, tú y solo tú, con Dios
Acabaré, una vez más, hablándole tanto a los no cristianos como a los que se apartaron o enfriaron: 

1. A los que no son cristianos, que rehúyen buscar a Cristo, por experiencias como las que narré, u otras, pudiendo tener miedo a que algo así les suceda. Por un lado, ya están sobre aviso, y les he dejado claro que, el hecho de “alguien te diga que es cristiano”, no significa que lo sea, ni que ESA sea la imagen de Dios. Es fundamental que, en tu mente, aprendas a separar lo uno de lo otro.
¿Mi consejo, a ti, seas un buscador o no? Dos en concreto: el primero, es que compres y leas detenidamente el libro “El Caso de Cristo”, de Lee Strobell. Su esposa se hizo cristiana, y él, periodista ateo, quiso mostrarle su error, llevando a cabo una ardua investigación. Y no me digas que no tienes diez euros, que es lo que cuesta, cuando el precio de ese libro te lo gastas en cualquier prenda de vestir o en tomarte una hamburguesa. Lo puedes solicitar en cualquier librería, y si no, aquí lo tienes en Amazon: https://www.amazon.es/caso-Cristo-investigaci%C3%B3n-periodista-Investigation/dp/0829721924/ref=cm_cr_arp_d_product_top?ie=UTF8

Y mi segunda recomendación, que te parecerá hasta extraña: lee el Evangelio de Marcos. Son solo dieciséis capítulos. No hace falta, ni mucho menos, que lo entiendas todo o que te vayas deteniendo en las dudas que te vayan surgiendo. Ya habrá tiempo para eso algún día. Ahora, limítate a pasear concienzudamente por sus letras, con la mente abierta. Entra en la historia como si la estuvieras viviendo en una película. A ver qué te encuentras y qué te parece. Date esa oportunidad. Dale a Dios esa oportunidad.

2. Por último, a los apartados y enfriados, aunque no diré nada nuevo o que no sepan:

¿Y qué si hay malas personas?

¿Y qué si hay falsos cristianos?

¿Y qué si hay individuos que juegan con el nombre de Dios a su antojo?

¿Y qué si te hicieron daño?

¿Y qué si otros se apartaron?

¿Y qué si ves hipocresía?

¿Y qué si escuchas de las “obras de la carne” que cometen los demás, como “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías”?
¿Y qué, con todo eso? Recuerda lo que le dijo Jesús a Pedro: “¿qué a ti? Sígueme tú” (Jn. 21:22). ¡Tú, tú, tú, tú, túuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!

¡Deja de ser esclavo de lo que otros hacen o dejan de hacer! Ponte delante de un espejo, que te veas bien la cara, porque vas a hablarte a ti mismo. Pero mira bien: no te quedes en los ojos o en tu boca. Ve más allá, a tu alma. Si tienes que gritar, hazlo. Si tus vecinos se asustan, que se asusten. Enfádate si quieres, hasta rabiar. O llora. Lo que necesites. Y repite ante ti mismo: “NO ME DA LA GANA SER ESCLAVO DE LAS MALAS DECISIONES DE LOS DEMÁS O DE LO QUE ME HAN HECHO. DIOS MÍO, TE QUIERO SOLO A TI, SOLO A TI, SOLO A TI. PERDÓNAME POR HABERTE DEJADO A UN LADO. QUIERO QUE SEAS MI MUNDO, MI ALEGRÍA, MI CONSUELO, MI SUEÑO, MI META Y MI ILUSIÓN”.
¡Me encantaría levantarte en peso de los mofletes para hacerte reaccionar, leñe! Pero no depende de mí lo que hagas a continuación. Solo digo que me da exactamente igual si son esas palabras u otras, y que mi único deseo es que retornes a TU SALVADOR y al primer amor. Que Él vuelva a ser tu Señor.

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