6 meses y 14 días.
Ese es el tiempo que falta para que un cometa de 9 kilómetros caiga sobre la
Tierra, extinguiendo con ello todo rastro de vida. Tal acontecimiento es el
descubrimiento que hace la estudiante de posgrado de Astronomía Kate Diabiasky (Jennifer
Lawrence) y su maestro, el científico Randall
Mindy (Leonardo Di Caprio). Así comienza la película “No mires arriba”,
una brutal crítica a la humanidad del tiempo presente –a la que desnuda por
completo junto a su estupidez recalcitrante-, reflejando su condición, no
dejando de abofetear la conciencia ni un segundo.
Al leer el argumento
y el género, me encontraré que estaba calificada como “comedia”. Es lo que me
esperaba encontrar, pero no me hizo reír en ninguna ocasión, ya que no tiene
ese propósito. No sé quién ha tenido la idea de incluirla dentro de esa
categoría, cuando realmente es una cruda sátira con todas las de la ley, que no
busca hacernos reír, sino conducirnos a una reflexión individual inmediata y
sin posponerla ni un segundo.
Nadie los cree vs Lo que prefiere la humanidad
Desde el momento en
que comprueban lo que va a suceder, tanto Kate como Randall hacen todo lo
posible para dar a conocer la noticia. Por supuesto, se reúnen en el Despacho
Oval con la presidenta de los Estados Unidos, Orlean (Meryl Streep), para que tome medidas y lance algún tipo de misión que desvié el cometa
asesino. Mientras que ambos se lo toman con toda la gravedad que
el tema requiere, incluso sufriendo ataques de ansiedad y vomitando ante lo que
se les viene encima, los políticos lo ven en clave electoral. Gastan burdas
bromas al respecto y reaccionan como si estuvieran hablando de deportes. Piensan
que, por ahora, no deben hacer nada ni dar a conocer la noticia a la población,
porque, de lo contrario, perderían las elecciones al Congreso. Es más, les
obligan a no contar la verdad a nadie.
Nuestros
protagonistas no aceptan dicha imposición y acuden a la prensa. Llegan a
asistir a un programa de televisión con millones de televidentes. ¿Qué es lo
que vemos en dicho show? Que lo que les interesa tanto a los presentadores como
a los espectadores son otras noticias, como los desvaríos de una famosa
cantante (Ariana Grande), las infidelidades amorosas y los escándalos sexuales.
¿El cometa? Se lo toman como una broma y poco más, ante la perplejidad de Kate
y Randall. Todo lo que vemos ante nuestros ojos es sumamente irritante por lo
real que resulta.
Es una clara muestra
de lo que es el ser humano a día de hoy: absolutamente ciego, muerto sin
saberlo, irracional bajo un falso caparazón de sabiduría. ¿Qué le interesa a la
mayoría de personas?:
- Los deportes.
- Los reality show,
al estilo La isla de las tentaciones, Supervivientes o Sálvame Deluxe.
- Las vidas ajenas.
- El dinero, creyendo
que teniendo más serán felices.
- Viajar a nuevos
países.
- El cine y las
series.
- Los tatuajes.
- Ver durante horas
vídeos en YouTube y escuchar música
sin descanso.
- Ir a comer a nuevos
restaurantes y a los centros comerciales a comprar más de todo: ropa, móviles,
ordenadores, videoconsolas, etc.
- Subir fotos a las
redes sociales, mostrando en muchas ocasiones una falsa felicidad.
- Ganar seguidores y
lograr likes para aumentar la
autoestima de forma artificial.
- Hacer dieta y
deporte, no tanto por un tema de salud, sino para exhibir ante todo el mundo la
desnudez que se pueda y así ser admirado y envidiado.
- Enviar mensajes
infinitos por wasap.
- Hacer bailes en tiktok, que provocan vergüenza ajena en
cualquier persona ajena a ese subuniverso.
- Twittear de
cualquier tema, aprovechándose del anonimato, con palabras llenas de odio y que
reflejan toda la toxicidad que anida en el corazón.
- Dedicar todo su
tiempo libre a sus aficiones y nada más, en lugar de usar sus dones para servir
a Dios. Esto es algo que les sucede incluso a los cristianos que se han
enfriado o apartado.
En estos días de
fiesta, se agudiza más la situación: las “preocupaciones” son qué ropa ponerse,
el tamaño de los tacones, el maquillaje, la chaqueta elegante, la peluquería,
etc.
Algunas de las cosas
citadas no tienen nada de malo, pero cuando se convierte en el impedimento para
“mirar arriba”, todo cambia y se convierte en una venda que nos impide ver la
realidad. Todo ello como si no hubiera un mañana, como si no hubiera una
eternidad que asoma su cabeza por el horizonte y nunca fuera a suceder. Como
dijo Pablo irónicamente para aquellos que no conocían la verdad: “Si los
muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Co. 15:32).
Nada más que hay que
verlo con la situación de Pandemia que llevamos dos años viviendo:
internamente, todo sigue igual dentro del corazón humano. Los que han sufrido
la muerte de algún familiar, lloran a sus muertos y poco más. El resto solo se siente
profundamente molesto porque no pueden ir a las discotecas, a los pubs, a los
conciertos, a hacer botellonas y al gimnasio. Y ahí queda todo. El que
fornicaba, ha seguido fornicando. El que adulteraba, ha seguido siendo infiel.
El que se emborrachaba, ha seguido emborrachándose. El que se drogaba, ha
seguido drogándose. El que apoyaba el aborto, la eutanasia y la ideología de
género, ahora lo hace con mayor ahínco. El que consumía pornografía u otras
inmoralidades sexuales, ha seguido con su vicio. El idólatra, ha seguido
practicándola. El que usaba un lenguaje vulgar, ha seguido usándolo. El que
tenía puesto su tesoro en este mundo, lo ha puesto todavía más. El que era
egoísta, ha agudizado más su forma de ser. Resulta
sobrecogedor lo que vemos en Apocalipsis 9:20: seres humanos que, a pesar de sobrevivir
a las plagas que están sufriendo, no se arrepienten.
El hedonismo sigue en su máximo apogeo, siendo el carácter del hombre de los postreros
tiempos: “amadores de sí mismos,
avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres,
ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos,
infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Ti. 3:2-4).
Aparte de para que
los ricos sean más ricos y los pobres más pobres, para que nos aumenten los
impuestos de forma desmesurada, junto a la subida del coste de la vida en
general (alimentación, luz, gas, papel, combustible), la pandemia no ha servido
de nada para la inmensa mayoría del pueblo, como ya supuse que sucedería en “La crisis del coronavirus: ¿Aprenderemos de todo esto o lo
olvidaremos cuando pase? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/03/12-la-crisis-del-coronavirus.html).
Salvo excepciones, no ha supuesto una catarsis que abra los ojos a nadie a
nivel espiritual. Así de endurecido está el corazón del hombre. ¿Buscar a Dios y Sus designios? Ni por
asomo, a pesar de que Él sigue llamando, gritando y avisando a la humanidad, y
ésta no quiere saber nada. C. S. Lewis dijo:
“Dios nos grita en el dolor, es el altavoz que utiliza para despertar a un
mundo sordo”. Pero éste no quiere saber nada.
¿Prohibido decir la verdad?
En la película, y por
eso el título de la misma, surge un movimiento cuyo lema es “no mires arriba”.
“No mires al cometa. Sigue viviendo como siempre”. “No mires al cometa. A ti no
te afecta”. La sociedad está diseñada por la humanidad caída para que nos
interesemos de lo banal. ¿La muerte? “Eso no va conmigo”, piensa la mayoría. “Si
existe la eternidad, desde luego que estaré del lado de los salvados ya que no
soy ni un asesino, ni un violador ni un pederasta”, señalan otros. “Si Dios
existe, estaré con Él ya que yo soy bueno”, concluye la mayoría. Y los menos
dicen: “Bueno, si he hecho algo malo me arrepentiré en mi lecho de muerte”,
como si todo consistiera en decir “lo siento” y todo arreglado. Todos olvidan
que la muerte no entiende de edades y que puede sobrevenir en cualquier momento
y sin previo aviso, donde Dios vendrá a pedir el alma (Lc. 12:20).
El tiempo pasa. Los
días no se detienen. Los años siguen su curso imparable. ¿Qué sucede con Kate?
Para desprestigiarla y que nadie haga caso a sus palabras, la califican de una
mujer con problemas mentales y la sacan del sistema para silenciarla. Es lo que
hacen, usando otras formas, los ateos o inconversos con los cristianos. Nos
descalifican de todas las formas posibles. Incluso los apóstatas lo hacen. Anunciamos
la verdad y ellos se burlan de nosotros, algo que la Biblia profetizó que
harían (2 P. 3:3). Y aunque no les guste escucharlo, lo que proclamaremos
mientras nos quede un hálito de vida no cambiará ni una coma: tanto la salvación como el juicio vienen de
arriba, y a todos nos llegará por medio de Cristo.
En el libro de
Apocalipsis, se nos narra que Dios mismo, al final de los tiempos, lanzará 21
juicios contra la humanidad después de los miles de años de paciencia que está
teniendo con ella. Uno de ellos es precisamente la caída de un meteorito sobre
este planeta: “Cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como
una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de
las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las
aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas,
porque se hicieron amargas” (Ap.
8:11).
Al final de todos esos juicios, “e inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del
cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces
aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas
las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes
del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran
voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un
extremo del cielo hasta el otro” (Mt. 24:29-31).
Si seremos nosotros la generación que afrontará estos
acontecimientos, nadie lo sabe. Pero lo que es irrebatible es que todos
comparecemos ante el Tribunal de Cristo (2 Co. 5:10) y solo entrarán en Su
presencia aquellos cuyos nombres estén escritos en el libro de la vida (Ap.
21:27), por haberlo aceptado previamente como Señor y Salvador.
Los
negacionistas vs Preparacionistas
A pesar de los
millones de muertos a causa del COVID, se ve en muchos países a miles de
ciudadanos que lo niegan, como si no existiera. Para ellos, los enfermos y
fallecidos son invisibles... hasta que les afecta directamente o a alguien muy
cercano. Otros se niegan a vacunarse, pero cuando ingresan en un hospital
aceptan que les pongan todo tipo de fármacos agresivos con efectos secundarios.
Pura paradoja. Es lo mismo que se muestra en el largometraje: negacionistas del
cometa. Hasta que no lo tienen encima y lo ven con sus propios ojos, a pesar de
todas las pruebas que se les habían presentado, se niegan a creer en él. Sucede
igual con otros incontables...:
- Negacionistas de la
creación divina y del Diseño Inteligente.
- Negacionistas de
Dios.
- Negacionistas de la
primera venida de Jesucristo.
- Negacionistas de la
Parusía.
Pero, a la vez,
también existen los que se conocen como preparacionistas y que últimamente
abundan: sabiendo que el sistema puede caer por cualquier catástrofe (desastre
natural, guerra, virus, llamarada solar, etc.) se dedican a prepararse para lo
peor. Han construido bunkers llenos de comida, medicinas y ropa, con suministro
propio de luz y pozos de agua para ser autosuficientes si fuera necesario, y
armas para protegerse de posibles enemigos. Se ha visto hace poco la reacción
que han tenido también al respecto muchos ciudadanes ante el anuncio de que
pueda suceder un gran apagón eléctrico. En la película se observa que se venden
palas para cavar a 600 dólares, como si eso pudiera salvarlos, e incluso
preparan una nave espacial para unos cuantos elegidos y buscar un nuevo planeta
donde vivir.
El problema es que
ninguno de ellos se prepara para lo inevitable (la muerte) y lo imperecedero (la
inmortalidad del alma). Hacen planes a medio y largo plazo, pero no planean el
verdadero viaje, que es el que comienza cuando acaba el paso por este mundo, con
un billete solo de ida y que únicamente tiene dos destinos opuestos e
irreversibles.
Algunos se
encomiendan a su “dios”, llamado tecnología, y confían que un día podamos
transferir nuestra conciencia a cuerpos clonados o volcarla sobre la Red para
así ser “inmortales”. Es cierto que la medicina y los avances científicos
salvan millones de vidas, pero no pueden hacer nada respecto al alma. En ese
sentido, no tienen la capacidad de salvar ni una sola. Otros le piden ayuda a
Dios en momentos de incertidumbre, desconcierto o angustia personal, al mismo
tiempo que pisotean su nombre, aceptando pecados como si no lo fueran o
reinventando su imagen para ajustarla a sus propios pensamientos. Y luego están
aquellos que se sienten seguros en su propia religión, en su asistencia a
diversas ceremonias y rituales, volcando su devoción en vírgenes, santos
guardianes y apóstoles que ofrecen nuevas revelaciones, ignorando
voluntariamente la verdadera voluntad de Dios y que rechaza todo esto. Por
último, los que no desean pensar en nada y siguen mirando al frente y abajo, ya
que lo contrario les causa ansiedad.
Mirar o no mirar arriba
Al final, y como
compartió un hermano hace unos días, las palabras de Martyn Lloyd Jones siguen
vigentes y siempre lo estarán: “O eres cristiano o no lo eres; no puedes ser
parcialmente cristiano. O estás ´muerto` o estás ´vivo`”. No hay término medio.
Si eres de los que piensa que cada uno tiene su propia verdad, espero que
despiertes a tiempo y puedas entender que el ÚNICO que la tiene es Jesús: “Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).
Ningún cristiano muestra las verdades que aquí he
expuesto para infundir miedo o
porque nos sintamos superiores, como afirma la presidenta de la película. ¿Acaso
no estás salvando a un niño de la muerte cuando le explicas que debe cruzar el
semáforo cuando esté en verde, e incluso así debe mirar a izquierda y derecha
para asegurarse de que no viene ningún vehículo? Pues con este tema es
exactamente lo mismo. Puedes hacer como dice Orlean: “Fija la vista en el
camino que tienes delante y baja la cabeza”. O puedes mirar arriba y proclamar
como el salmista: “Alzaré mis ojos a los
montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los
cielos y la tierra” (Sal. 121:1-2).
En este fin de año, te digo lo que llevo nueve años
repitiendo en este blog: es hora de que mires, ya, arriba: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está
cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el
cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová” (Is. 55:6-8).
Termino con la oración final de uno de los
protagonistas: “Querido Padre y
Creador Todopoderoso, concédenos tu gracia esta noche a pesar de nuestro
orgullo, tu perdón a pesar de nuestras dudas. Pero, sobre todo, Señor,
concédenos tu amor para consolarnos en estos momentos aciagos. Que afrontemos
lo que está por venir, dictado por tu voluntad divina, con valor y con el
corazón abierto a aceptarlo. Amén”.
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