Venimos de aquí: ¿Qué actitudes toman aquellos que han
sufrido el abuso espiritual? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/03/4-como-reaccionan-y-que-actitudes-toman.html).
¿Cómo es posible que
iglesias locales claramente enfermas, tanto en su doctrina como en su praxis,
tengan cientos de seguidores, incluso miles? ¿Cómo es posible que dentro de
estos grupos haya personas que crean como ciertas las mentiras que les han
vendido? La respuesta es clara, pero visto desde afuera resulta dramática: la
propaganda que han recibido por parte de sus líderes es tal que están
completamente convencidos de lo que afirman. De manera sistemática han recibido
un adoctrinamiento paulatino –el cual ha llevado años de enseñanza
distorsionada- donde se ha entremezclado la sana doctrina con el veneno de las
herejías. Esto les ha llevado a sustituir la lógica bíblica y el uso del
raciocinio por la voluntad de sus “maestros”. Literalmente, han sido programados. Niegan ser robots, pero lo son. Niegan ser esclavos, pero lo son. De ahí que sea tan complicado convencerles del error
en el que están sumidos.
Para ellos, aceptar
que pueden estar equivocados es todo un drama personal, puesto que han
depositado su fe, su esperanza y su vida en lo que aprendieron. Su dependencia
del grupo es abrumadora; entre ellos se mueven como pez en el agua, con sus
rutinas y hábitos. Pero si pierden esas bases, se sienten sin guía y sin apoyo
alguno sobre el que sostenerse. Aunque puedan dudar en determinados momentos de
la enseñanza que reciben, se obligan a negar esos pensamientos. Tratan de
convencerse así mismos con el argumento de siempre: “Es un ataque del diablo
que quiere destruirme”.
¿Cómo se lleva a cabo la propaganda?
Las iglesias con
principios heréticos no son fáciles de percibir en primera instancia. Podemos
escucharlas durante mucho tiempo enseñar las grandes verdades del cristianismo
sin falta alguna. Pero, si prestamos atención, contemplaremos que, de manera
sutil, inculcan pequeñas dosis de veneno. Algunas de estas pócimas son las que ya citamos: la teología de la prosperidad (en
mayor o en menor escala), la confesión positiva, las maldiciones
generacionales, la estructura piramidal, los llamados “ungidos de Jehová”, etc.
Finalmente, este cianuro toma
preeminencia en la enseñanza que imparten, aunque ellos se esfuercen en
equilibrarlas con las principales.
Para que las personas
no analicen por su cuenta lo que escuchan, llevan a cabo una serie de técnicas cegadoras. Muchos de los que están al
frente de estas organizaciones religiosas (la inmensa mayoría sin saber lo que
están haciendo), usan los mismos métodos de propaganda que desarrolló Paul
Joseph Goebbels, ministro alemán durante la 2ª Guerra Mundial. Veamos brevemente
los once principios que él promulgó para manipular a las masas –y que el marketing
publicitario sigue usando en el presente- y su paralelismo en las iglesias
enfermas o sectarias[1]:
Principio de simplificación y del enemigo único
Adoptar una única
idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
La mejor manera de unir a un grupo es buscar a un
contrincante común. Para hacer partícipe a alguien de “la verdad” hay que
señalar claramente a un adversario. En este caso, viene a ser todo aquel que no
piensa, no siente y no actúa como ellos.
Principio del método de contagio
Reunir
diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de
constituirse en suma individualizada.
Como si fueran una colmena, encasillan por igual a
todos los que disienten de estos grupos: “Quieren destruir la obra de Dios”; “son
parte del ejército de las tinieblas”; “son envidiosos y débiles de corazón”; “están
amargados”; “les posee un espíritu de crítica”; “sus palabras están vacías”. Es
la manera que tienen de estigmatizarlos y despreciarlos.
Principio de la transposición
Cargar sobre
el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el
ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las
distraigan”.
Como los propios errores y pecados que cometen no los
pueden ocultar (porque tarde o temprano salen a la luz), la manera de desviar
la atención es culpando a otros de sus males, o atacando a otros grupos y
personas con noticias sobre ellos, sean verídicas o infundadas. Niegan sus
propios errores. Y, si los reconocen, entran en ese juego infantil basado en el
“pero tú más”: “yo me habré equivocado, pero tú más”; “yo he pecado, pero tú
más”. Así los “males” del adversario siempre son mayores que los propios.
Principio de la exageración y desfiguración
Convertir
cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Esta es una de sus tácticas favoritas: cualquier error
o acontecimiento del pasado de aquellos
que se marcharon de estos grupos (o que nunca fueron parte de ellos pero los
conocen perfectamente), lo magnifican hasta el extremo para ridiculizarlos.
Así, una vez más, lograrán que los argumentos que puedan presentar contra ellos
no sirvan de nada, puesto que previamente habrán descalificado a las personas
que les señalan su faltas.
Principio de la vulgarización
Toda
propaganda debe ser popular.
En este caso puede ser algún eslogan llamativo que
realce las virtudes del grupo, que señale lo maravilloso que es formar parte de
él, que motive a buscarlos porque una nueva vida está al alcance de la mano,
etc. Tocan las emociones y los anhelos más profundos de la persona, ya que, si
estás con ellos, serás especial y no uno más en este mundo de confusión y
perdición.
Principio de orquestación
La propaganda
debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente,
presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre
convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene
también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por
convertirse en verdad”.
Este eslogan debe ser claro y contundente. Viene a ser
como el “Red bull te da alas” o “Coca cola: Destapa la felicidad” pero a nivel
“religioso”: “eres único”; “eres especial”; “no a tu antigua vida; sí a una
nueva llena de felicidad”; “te estamos buscando: Ven”; “siempre a tu lado”. Y
esto de manera repetitiva. Todo ello, a ser posible, acompañado de imágenes con
personas risueñas y en actitud de seguridad. Aunque luego sean mentiras que
conducen a la esclavitud, es la manera más fácil de atraer a los que están
buscando algo nuevo o se sienten perdidos y vacíos.
Principio de renovación
Hay que
emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que,
cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa.
Abrumar al grupo con nuevas ideas, proyectos y
actividades para que no piense en los problemas internos y en lo que otros
dicen de ellos. Para esto se usa las redes sociales, páginas web, libros,
carteles publicitarios, tarjetas, postales, folletos, etc. Siempre se habla de
“lo que está por venir” para crear una expectación latente y continua: “La bendición de Dios está llegando”;
“Él tiene grandes planes preparados para ti”; “el viento fresco está en
camino”; “serás prosperado en todo”. Todo expresado por personas con carisma,
emotivas y con ojos llenos de “fuego”, con citas bíblicas de por medio. Cuando
no llega lo que se esperaba, se habla de
un tiempo de prueba, donde el Altísimo está probando a los que verdaderamente
son fieles y merecen lo que vendrá. Únicamente para ellos se cumplirá sus
“promesas”. Así se quita la frustración y se vuelve a crear una nueva
expectación en un bucle eterno.
Principio de la verosimilitud
Construir
argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas
o de informaciones fragmentarias.
Para esto se procurará aislar al grupo de las fuentes
de información ajenas al mismo. Solamente los de mayor “rango” tendrán acceso a
las fuentes originales. Este “misterio” lo emplean para controlar, ya que usan
a conveniencia las noticias que consideren oportunas para señalar
principalmente lo negativo de los que no pertenecen a su grupo. Saben
perfectamente cuándo ignorar a los que consideran sus rivales y cuándo
atacarles. Cuando tienen conocimiento de algún pecado de alguien que se marchó,
no tienen duda en contarlo a sus seguidores: “Mirad de lo que me he enterado.
Ya os dije que no era de buena calaña”.
Principio de la silenciación
Acallar las
cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que
favorecen el adversario.
Este caso es muy fácil de comprobar: Cuando alguien
les plantea una duda para la cual no tienen una respuesta clara, responden de
diversas maneras: “hay cuestiones que Dios deja en el misterio para que
confiemos en Él”; “aunque no lo comprendas del todo, obedece a tus líderes para
que el Señor te bendiga”; “bueno, aunque haya otros que crean estar en lo
cierto, e incluso hagan algunas cosas bien, nosotros estamos plenamente
convencidos de que llevamos la razón. Y tú mismo sabes de todas nuestras buenas
obras y de los dones que otros no poseen. Así que te sugerimos pensar como
nosotros”; “tenemos mucha más experiencia y madurez, así que confía en lo que
te decimos”.
Por otro lado, cuando saben que los argumentos contrarios a los que ellos defienden son
irrefutables e irrebatibles, los ignoran y no los dan a conocer al resto del
grupo. Sería reconocer que están errados, por lo que guardan silencio, ya que
temen perder el control sobre la masa. En estos lugares suelen censurar el
material que contraviene la doctrina oficial. En la mayoría de las ocasiones,
es una censura sutil y camuflada bajo expresiones como “deseo lo mejor para ti.
Huye de esos libros y autores”. En lugar de dejar que el individuo estudie por
sí mismo, le dicen lo que debe pensar y creer.
Principio de la transfusión
Por regla
general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya
sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales.
Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Blanco o negro; Bien o mal; Luz u oscuridad. Así se
mueven. Bíblicamente esto es correcto. El problema aquí es que ellos dicen
representar todo lo bueno y el resto de los cristianos todo lo malo. Así se
crea un claro complejo de superioridad moral. Este es un prejuicio que lleva a
la persona a convencerse en su parte más instintiva de estar haciendo lo
correcto. Creen que el resto pierde el tiempo al no vivir de la misma manera
que ellos.
Principio de la unanimidad
Llegar a
convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa
impresión de unanimidad.
Afirman que una iglesia formada por decenas, cientos o
miles de personas no puede estar equivocada ya que todos piensan de la misma
manera. Tienen que estar en la Verdad. Eso es, al menos, lo que creen. Esto es
puro markentig publicitario. La realidad es que, si así fuera, los musulmanes
tendrían la verdad absoluta y el apoyo de Dios ya que son más de 1000 millones
de fieles. Si lo que esa iglesia enseña no concuerda con la revelación bíblica,
no tiene validez alguna, por mucho que presenten como argumento la “numerología”.
¿Qúe se busca con estos principios?
Los efectos que se
buscan con estos principios son muy evidentes:
- Que el individuo
deje de pensar por sí mismo.
- Que adopte un
pensamiento uniforme.
- Que defienda a su
grupo con uñas y dientes.
Todo forma parte de
una maquinaria perfectamente engrasada, donde los nuevos acólitos recibirán la
enseñanza por parte de aquellos que ya llevan años en el sistema y la han
asimilado.
Continuará en: ¿Por
qué una persona se une a una iglesia enferma o secta sin saberlo?
https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/09/6-por-que-una-persona-se-une-una.html
https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/09/6-por-que-una-persona-se-une-una.html
[1]
Letras en negrita y cursiva son parte de: http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?t=353&mobile=on
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