Venimos de aquí: Usando el nombre de
Dios en vano para mentir, mentir y mentir (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/09/usando-el-nombre-de-dios-en-vano-para.html).
En las últimas semanas he leído varios
artículos y comentarios de creyentes diciendo que, como cristianos que se guían
por la Palabra de Dios, tenemos que ser mansos y buscar la paz en lo que respecta
a los acontecimientos en Cataluña. La idea en sí es buena y un guión sensacional
como modelo a seguir. El problema es que, llevada al extremo como algunos están
haciendo, conlleva un “buenrollismo”, al estilo del que “predicaban” en los años
60 los hippies (“haz el amor y no la guerra”), que se aleja completamente
del mensaje bíblico.
Tengamos siempre presente las dos caras
de la misma moneda: Dios es amor, pero también es fuego consumidor; Dios es
misericordia, pero también es justicia. Tanto Jesús como Pablo nos llaman a
juzgar a los que están dentro de la iglesia “con
justo juicio” (cf. 1 Co. 5:12; Jn. 7:24). Así que es necesario hacerlo con
algunos cristianos catalanes que lo
único que están logrando es respaldar y fortalecer las posturas de los
secesionistas, dándoles alas a los actos que estamos observando últimamente.
La labor profética de todos los cristianos
Fruto de ignorar
voluntariamente el estudio de la Biblia, hay personas –entre ellas muchas que
se consideran cristianas o que incluso realmente lo son- que creen que los
verdaderos creyentes deben estar ajenos a todo lo que tenga que ver con la política
y dedicarse únicamente a predicar el mensaje de salvación, junto a otras
enseñanzas bíblicas concernientes a la ética y a la moral. Las palabras de
Pedro son completamente ciertas para todos aquellos que realmente han nacido de
nuevo (cf. Jn. 3:3) y que, por lo tanto, son cristianos: “Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis
las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
(1 P. 2:9). Anunciar esas virtudes es nuestra tarea principal. Pero, por citar un solo ejemplo, recordemos que José estuvo
al frente de Egipto como Gobernador (cf. Gn. 41) y Dios lo usó en gran manera
para ayudar al pueblo hebreo.
Ahora bien, aquí no
quiero entrar a debatir si un cristiano debe o no involucrarse directamente en una organización política,
sino en una de las las acepciones que tiene el término: “arte, doctrina u opinión referente
al gobierno de los Estados, comunidades, regiones, etc”[1].
Tomando como base esa definición, un cristiano –desempeñe la labor que
desempeñe dentro del cuerpo de Cristo- puede y debe tener una opinión sobre los
Gobiernos de este mundo y en cada asunto que afecta a los habitantes de este
planeta, y actuar en consecuencia a la luz de las Escrituras.
Cuando pensamos en
“profetas” nos viene a la mente la idea de alguien que profetiza el futuro. Sin
embargo, si leemos el Antiguo Testamento, nos daremos cuenta que esa parte era
una ínfima parte de la labor profética; mayormente consistía en denunciar el
pecado y llamar al arrepentimiento, tanto a los judíos como a las naciones
paganas. También podemos ver los dramáticos enfrentamientos dialécticos que
tuvieron con muchos reyes, incluso cuando éstos eran hebreos.
Esto implica una labor de vigía –como
hacían los Atalayas en Israel-, no para juzgar en el sentido condenatorio (ya
que eso le corresponde en exclusiva a Dios: “Porque
a los que están fuera, Dios juzgará” 1 Co. 5:13), sino para avisar de los peligros que se observan en
el horizonte y advertir lo que se está haciendo mal, exhortando al
arrepentimiento.
Por eso es un error
creer que un cristiano no puede alzar su voz sobre lo que está aconteciendo en
Cataluña. Es parte de la labor profética del pueblo de Dios entre las naciones,
sea este tema o cualquier otro que afecte a los seres humanos que habitan en
este planeta. De lo contrario, tendríamos que mirar para otro lado en asuntos
como el aborto, la eutanasia, la corrupción, la violencia de genero, la
ideología de género, etc. Si nos dejamos arrastrar por la resignación y creemos
que no podemos hacer nada, usando para justificarnos esas palabras de Pablo que
dicen que “nuestra ciudadanía está en los
cielos” (Fil. 3:20), entonces apaga y vámonos. Sería como el que dice que para qué va a hacer la cama
si a la noche se va a acostar y las sábanas se van a arrugar de nuevo.
¿Provocando un incendio?
Hay cristianos que no
se mojan y guardan silencio para no molestar a nadie en el tema catalán. Ellos sabrán, pero no
comparto para nada esa actitud desinteresada y tibia. Luego hay otros que
tampoco se han esforzado en informarse profunda y objetivamente para así tener
una opinión propia, sino que se han basado en el juicio de varias personas o en
la prensa sensacionalista, como he podido comprobar en distintas páginas web,
especialmente extranjeras, donde en
algunas de las cuales no me ha quedado más remedio que intervenir para
aclarar los entuertos que se habían dicho sin mala fe (https://contralaapostasia.com/2017/10/06/replica-a-comentario-de-mario-fumero-independencia-de-cataluna/).
Por el contrario, hay
hermanos –a los que apoyo-, que están denunciando el fascismo que está llevando
a la deriva totalitaria en Cataluña, como hizo en su día el célebre pastor Dietrich
Bonhoeffer (1906-1945), que denunció una y otra el nazismo en su propio país,
lo que terminó por costarle la vida. No
están proclamando nuevas “revelaciones” ni añadiendo nada a las Escrituras,
puesto que la fe dada a los santos ya está completa (Judas 1:3); lo único que
están haciendo es:
- Señalar el pecado y
la maldad, puesto que el diablo es el padre de mentira (cf. Jn. 8:44). Es lo
que observamos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y no pueden
callar ante las mentiras que se escuchan por todas partes al estilo de la mujer
de Potifar, que contó una versión falsa de la historia, le echó la culpa a José
y encima se hizo la víctima. Exactamente lo mismo que están haciendo los
secesionistas.
- Llamar al
arrepentimiento.
- Recordar a los
cristianos que se consideran independentistas la sujeción que deben de tener a
lo que Dios ha establecido, con los textos que unas líneas más adelante volveré
a citar.
¿Resulta agradable
dicha tarea? ¡Nunca! Algunos piensan que no hay que echar leña al fuego sino
agua por medio de palabras pastelosas y quitándole gravedad al asunto. Lo
siento, pero el fin que se anhela al resaltar lo malo es gritar a los cuatro
vientos que “el fuego se acerca, hay que buscar inmediatamente una solución
antes que todo el bosque arda”.
¿Nos callamos y dejamos que el resto del
mundo crea el abominable video de “Help Catalonia”? (aquí dos respuestas
contundentes: http://www.heraldo.es/noticias/nacional/2017/10/18/save-catalonia-publica-video-que-desmonta-las-mentiras-help-catalonia-1202541-305.html;
https://elpais.com/elpais/2017/10/17/hechos/1508231949_243146.html).
¿Es que ahora no vamos a poder llamar al pecado por su nombre por falsas acusaciones de falta
de humildad, de bondad, de mansedumbre, de paz y de amor? ¿Desde
cuando avisar de las consecuencias de los actos propios errados es provocar un
incendio? ¿Es que vamos a tener que
callar por proclamar los mandamientos divinos respecto a los gobernantes y las
leyes? Es como decir que el responsable de un abuso es el abusado en lugar del
abusador. Por eso, el que incendia es el que miente, el que se escuda en
falacias y, también, claro está, el que insulta, el que emplea un lenguaje soez,
el que intimida o el que amenaza con la guerra para imponer sus ideas (sea
proindependencia o contrario a ella), pero nunca el que denuncia la falsedad.
Cristianos que desobedecen la ley
Hay
cristianos que están desobedeciendo literalmente las leyes establecidas por
Dios respecto a los gobiernos; en este caso, al de España. Que esto ocurra
entre incrédulos o ateos es perfectamente normal y lógico. Es la consecuencia
de estar dominado por la propia carne y las obras consecuentes. Pero que se
observen estas actitudes entre algunos “cristianos” me deja estupefacto.
Siempre me pasa lo mismo: creo que ya nada puede sorprenderme y, al poco tiempo,
me tengo que comer con mal sabor mis propias palabras. Todo esto sucede por una
razón muy sencilla: no se guían por lo que enseña la
Biblia sino por sus propios pensamientos, sentimientos y emociones, incluso
usando falazmente como argumento que los textos de las Escrituras son
“interpretables”; eso sí, a gusto del consumidor, en este caso, al de ellos. Puede que lo próximo que veamos sea
una película en TV3 cuyo argumento se centre en Jesús yendo a participar en un
referéndum ilegal organizado en Jerusalén para independizarse del Imperio
Romano, mostrando cómo le partieron los cinco dedos de una mano. En fin...
A
muchos católicos les ha avergonzado el vídeo donde se ve a unos
independentistas, en plena misa y con el consentimiento del cura, entrando en
el recinto con unas urnas para contar los votos del fraudulento referéndum del
día 1 de octubre. Por otro lado, también he leído en las redes sociales a
cristianos independentistas menospreciar y encararse con aquellos que no lo
son. Tristísimo. ¡Y encima fueron a votar! Esto les convierte en cómplices de
un delito y de obstrucción a la justicia (aunque no haya tenido repercusiones legales), ya que todo aquello era un acto electoral ilegal. Y eso es así, les guste o no, lo
acepten o no, lo reconozcan o no.
También
he escuchado a creyentes catalanes independentistas decir que “Dios tiene grandes cosas
preparadas para Cataluña” (una vez se escinda de España claro). ¿Desobedecen a Dios y luego quieren que Él les
bendiga? ¿En serio? Dijo Pablo hace 2000 años: “Y
todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres” (Col. 3:23). ¿Votaron “en el nombre del Señor"? ¿Él
les dijo que fueran partícipes de una ilegalidad? ¿Dónde está la cámara oculta? ¿Es una broma de mal gusto?
Además,
¿de verdad esperan prosperidad en una Cataluña independiente donde un partido
político –por llamarlo de alguna manera-, que se considera anticapitalista,
proabortista y antieuropeo, podría establecer leyes? ¿No son estos de la CUP
los mismos que rodearon a los políticos golpistas hace pocos años obligándolos
a llegar en helicóptero al Parlamento? ¿Es que ya no se acuerdan? ¿Es que
tienen memoria selectiva? ¿Es que no les han enseñado en los colegios que los
nacionalismos solo han traído desgracias, empobrecimiento, xenofobia, falsos
sentimientos de supremacía y millones de muertos? ¿No se dan cuenta de que
están abducidos por un nuevo fascismo en pleno siglo XXI?
Hay
otros que usaron como argumento que ellos querían votar para mostrar su libertad.
Los que votaron no llevaron a cabo un acto de libertad como ellos mismos nos quieren
vender. La libertad no es hacer lo que me venga en gana cuando me venga en gana
contra las leyes de un Estado de Derecho. Eso se llama LIBERTINAJE y un abuso
de las libertades individuales. Se olvidaron que no solo tienen derechos, sino
también obligaciones, y éstas no las cumplieron. Además, pregunto: ¿Votar
cuando el Tribunal Superior de Justicia Catalana lo había declarado ilegal? ¿Votar
para romper un país sin que el resto de los 47 millones de españoles tenga nada
que decir al respecto sobre el territorio nacional que también nos pertenece, como
bien dice el Artículo 1.2 de la
Constitución? ¿Eso es ser
cristiano? ¿Eso es ser responsable? ¿Esa es la imagen de Cristo que quieren
ofrecer? A mí se me caería la cara de vergüenza. Luego, eso sí, mucho tocar el
piano y cantar “salta para Cristo” al son de una guitarra eléctrica con rostros
profundos de “espiritualidad”.
¿Saltarse
las leyes para luego imponer otras? ¿Cómo las harán cumplir cuando ni ellos lo
hacen? ¿Con qué autoridad moral? ¿Cuando no les gusten algunas de las nuevas
leyes también se sublevarán? ¡Cuánta irresponsabilidad!
¿Libertad
de conciencia? Por supuesto. ¿Libertad para defender ideas dentro del marco
constitucional? Por supuesto. ¿Libertad para ir en contra de la legalidad? Ni
por asomo. Como dijo el rey Felipe VI: “Así no”.
Es hora
de que despierten y dejen de dividir a la iglesia. El diablo vino a robar,
matar y destruir (cf. Jn. 10:10), y eso es exactamente lo que están haciendo
aquellos que le siguen el juego a los golpistas: robar la paz, “matar”
amistades y destruir la unidad. ¡Los sueños del diablo cumplidos!
¿Qué tendrían que hacer los desobedientes?
Una
hermana escribió esto hace poco: “No
metas a Dios en la política”. Me sorprende tales palabras. Ya hemos visto que
en la Biblia hay política y que ella misma nos dice cómo conducirnos ante ella:
- “Recuérdales que se sujeten a los
gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena
obra” (Tit. 3:1).
- “Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por
Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí
mismos” (Ro. 13:1).
- “Exhorto
ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de
gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en
eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Ti. 2:1).
Así
que, los cristianos catalanes independentistas, en lugar
de tanto gritar “in-inde-independencia” y “libertad”, deberían acercarse a la imprenta más
cercana y hacer carteles de 5x5 metros para colgarlos en el salón de sus casas
con esos textos.
Decía la
misma hermana: “El que opina diferente que tú no está pecando ni está siendo
inmoral”. Opiniones puede haber muchas pero estos pasajes bíblicos no son
opinables como tampoco lo es decir que África es un continente y China un país.
Es lo que es.
Como
dije en el artículo que precede a este, “la única excepción para no obedecer se
produce cuando alguna ley humana nos ordena ir en contra de algún mandamiento
de Dios”, como fue en el caso de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que se negaron a
arrodillarse delante de una estatua pagana, o en el de los apóstoles, que rechazaron
la orden de no predicar el Evangelio. Esta cláusula no se cumple en España. Por
eso, aquellos cristianos que votaron el desdichado día y/o luchan por
romper España fuera de la ley, pecaron/están pecando. Al pan, pan, y al vino,
vino[2]. Y
si no lo ven así tienen un serio problema de conciencia, ya que están
anteponiendo sus propios deseos a la voluntad de Dios claramente expresada en
Su Palabra.
¿Qué
alguien se siente herido cuando le señalan lo que está haciendo mal? Es normal,
pero también necesario. Si tienes el hombro
dislocado y hay que ponértelo en su sitio, la maniobra que te harán resultará
muy dolorosa, pero es por tu bien. ¿O prefieres quedarte toda tu vida con el
brazo fuera de su sitio?
Dicho queda.
[2]
Este refrán “se dice cuando se habla o se debe hablar con sinceridad, diciendo
lo que sea llanamente y sin rodeos”. https://cvc.cervantes.es/lengua/refranero/ficha.aspx?Par=58183&Lng=0
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