lunes, 16 de octubre de 2017

10.6.1. La importancia de la naturalidad en la relación sentimental



Venimos de aquí: Conociendo a tu pareja sentimental: él a ti y tú a él https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/07/106-conociendo-tu-pareja-sentimental-el.html

¿Cómo te comportas cuando estás con un amigo de confianza? De manera natural y espontanea, ¿verdad? Te muestras tal y como eres, sin miedo a qué pensará sobre tu persona. Sabes que te acepta tal cual, ya que le gustas así y no trata que seas alguien diferente. Sin embargo, cuando se trata de las relaciones con el sexo opuesto, es increíble hasta qué punto muchos cambian su forma de actuar con el propósito de gustar, aparentando ser quienes no son. 
Recuerdo una escena cómica del manga japonés “Dr. Slump”, del famoso dibujante Akira Toriyama. Uno de los protagonistas, el doctor Sembei Norimaki, estaba secretamente enamorado de la señorita Midori, profesora del instituto al que acudía su hija Arale (aunque era más bien su invento, puesto que Arale era un androide que él había fabricado). La transformación física del doctor Semebi era extremadamente surrealista cuando aparecía en escena la maestra. Era bajito y regordete. Además, solía ir bastante desaliñado y perdía la compostura con suma facilidad. Pero delante de ella, de una viñeta a otra, y en menos de un segundo, aparecía delgado, su altura aumentaba, su pelo brillaba y su lenguaje se volvía refinado. Todo para impresionarla (la viñeta se lee en el sentido de lectura japonés, de derecha a izquierda, y de arriba a abajo).


Hay personas que llegan al ridículo cuando cambian hasta la comida que piden normalmente en un restaurante cuando están con la persona que les gusta. En lugar de pedir ese plato que les encanta, eligen Paté de berenjenas a la provenzal, Chateaubriand y Cassolette de pescado. Y esto puede ser un manjar, pero algunos comen incluso alimentos que no les gustan. Así que te pregunto: si quieres agua, ¿por qué pedir vino? Si quieres un refresco, ¿por qué pedir una cerveza? Si quieres un batido, ¿por qué pedir un café? ¡Sé tú mismo! ¡Sé sencillo! Es uno de los rasgos de la madurez. No busques aparentar quien no eres.
Si te gusta o te desagrada cierto tipo de música o película debes decirlo. Si no quieres participar de alguna actividad que te proponga, hay que ser sincero en lugar de decir lo que crees que más le agradará a tu compañero. Estarás siendo tú mismo, y no estarás tratando de aparentar ser otro para ser aceptado. De lo contrario, al querer ser siempre complaciente, la otra persona terminará por controlarte y hacer que vuestra relación de pareja gire en torno a ella. Por ejemplo: es ridículo exaltar al otro destacando cualidades que no posee para hacerlo sentir bien. Eso es mentir y, tarde o temprano, traerá consecuencias.
Siempre y cuando no vaya en contra de los principios éticos cristianos o sea algo que te desagrade en grado sumo, y nunca en contra de tu voluntad, hay ocasiones en que se puede acceder a complacer al otro. Un ejemplo sencillo: si a ella le gusta un restaurante que a ti no te atrae en exceso, se podrá hacer el esfuerzo por amor a la pareja. Y, en lugar de quejarse, disfrutar de la compañía.
En la vida real hay un problema cuando no se llevan a cabo estas sencillas pautas: la fachada se puede mantener durante un periodo de tiempo, mayor o menor, pero no para siempre. Esa apariencia artificial creada desaparecerá por inercia y caerá por su propio peso. Puede parecer hasta natural, pero no lo es. Y tú lo sabes en tu interior. De ahí la suma importancia de comportarse con naturalidad desde el inicio de la relación. Fuera máscaras. Fuera hipocresías. Vas a cosechar en el tiempo lo que siembres desde el principio. Según qué semillas plantes, así crecerán unas u otras.
Tanto hombres como mujeres están cansados, más bien hastiados, ante la falta de autenticidad de aquellos que se les acercan. Una chica llegó a comentar que le daban nauseas los que trataban de alardear de algo. Es absurdo tratar de enamorar a alguien pretendiendo ser otra persona. Si lo logras, existirá un problema: tendrás que mantener la farsa toda tu vida, puesto que no se habrá enamorado de ti, sino de un “fabuloso” actor. Será un precio muy grande el que pagarás. Y no creo que seas capaz de mantener esa tensión por mucho tiempo. O míralo de esta otra manera: que fuera a ti al que le ocurriera. ¿Te gustaría que la persona, a la cual crees conocer, un día se mostrara de una manera muy distinta a como parecía ser? ¿Cómo te sentirías? ¿Engañado? ¿Estafado? Elige el término que prefieras, pero esa es la verdad.
Con sus propias palabras, Jorge Bucay lo explica así: “Seducir no es levantarse a alguien. Seducir tiene que ver con generar confianza, simpatía, con generar una corriente afectiva entre dos personas. Seducir tiene que ver con la afectividad de todas las relaciones interpersonales”. Eso es seducir en la acepción agradable del término y  no en el de playboy que se nos ha mostrado por medio del cine. Sus sinónimos positivos son amplios y variados: atraer, cautivar, embobar, enamorar, encandilar, galantear, fascinar, encantar, ilusionar, prendar, conquistar, entusiasmar, persuadir, hechizar, halagar. Puedes hacer eso o guiarte por el lado negativo, que sería engañar, tentar, arrastrar, corromper, abusar, sobornar, inducir o embaucar.

Antinaturales por temor y por las fantasías ajenas
La razón por la cual las personas se comportan de manera antinatural en los comienzos de una relación (no siendo genuinos, francos y sencillos) tiene una explicación muy evidente, puesto que toda actitud tiene una razón de ser: como cualquier habitante del planeta Tierra, existe un temor a que los demás descubran facetas poco atractivas, incluso aspectos desagradables, como defectos o faltas en el carácter. Esto provoca ansiedad, inquietud y miedo. ¿Miedo a qué? Miedo al rechazo y a no ser aceptado. Adán y Eva se escondieron ante Dios por ese miedo cuando pecaron y se vieron a sí mismos imperfectos. Incluso aquellos que poseen un concepto sano de sí mismos pueden tener esta clase de temor en las relaciones amorosas. Es el temor a ser rechazado.
“Temor” aparece casi 200 veces en la Biblia. En lo que respecta a Dios, siempre se nos ofrece la misma receta como solución: “No temas”. ¿Sabes por qué no debes temer ante un hombre o una mujer? Porque la cuestión inherente es que eres un ser humano que jamás podrá ser perfecto mientras camines por este mundo. En esa imperfección es donde se forjan las grandes amistades y las grandes relaciones. El mundo, las personas y el amor no son como en el cine, donde todo está planificado y cada elemento tiene un significado absoluto.
Hay otros individuos que se comportan de manera antinatural porque oyen a hombres y mujeres decir que únicamente les darían una oportunidad a alguien si se trabajaran mucho el intento de conquistarlos. Yo mismo lo he escuchado. Muchos viven en ese mundo de fantasía donde esperan que alguien les conquiste con frases ingeniosas o actos impresionantes.  
Ante todo esto, te hago una pregunta que toca de nuevo la amistad: ¿tienes miedo a que un amigo te abandone por tus defectos y errores? La respuesta creo que es clara: no. ¿Por qué? Porque un amigo, un verdadero amigo, te quiere con tus virtudes y tus defectos, con tus aciertos y tus errores, con tus victorias y tus fracasos. Y si tú quieres tener un “compañero de viaje” deberás sentirte de la misma manera, sabiendo que te quiere por toda la dimensión de tu ser.

Los sentimientos no se fuerzan, ni aun con las virtudes
Es lógico que quieras mostrar una grata impresión (lo cual implica ser agradable y mostrarse de manera progresiva), pero también es cierto que querer demostrar que eres lo bastante bueno como para gustar a alguien es una actitud forzada. No hay que aparentar ser fuerte para serlo. No hay que aparentar ser elocuente para serlo. Cada situación requiere de una actuación determinada. No siempre tienes que estar demostrando quién eres para tratar de impresionar a alguien. Si el otro te ha idealizado, y luego en la realidad te ve de una forma inferior, es su problema, no el tuyo.
No puedes obligar a nadie a sentirse atraído hacia ti. Y nadie puede obligarte a sentirte atraído hacia él. Puedes poseer cualidades muy destacables, pero estas no implican automáticamente que vayas a resultarle atractivo a la persona que te gusta. ¿Por qué? Porque cada corazón tiene sus motivos, razones y preferencias a la hora de sentir atracción por otro ser humano. Puede ser motivado por cómo se expresa el otro, cómo habla, cómo se relaciona con los demás, cómo piensa de los grandes y pequeños asuntos de la vida, etc. Hay personas que ven atractivo a un introvertido y otros se inclinan hacia los extrovertidos. Unos prefieren a los que poseen un fuerte carácter y otros a los más comedidos. Unos se sienten halagados ante la extrema caballerosidad de un hombre mientras otras consideran esa actitud como desfasada. Unos sienten una chispa especial ante alguien espontáneo e hiperactivo y a otros precisamente estas características los aleja, prefiriendo un compañero más reflexivo, previsor y tranquilo. Unos se ven atraídos hacia los que le resultan divertidos y con una risa continua en la boca, mientras otros hacia los que les hacen sentir especialmente confiados y son algo más serios. Unos se sienten cercanos a los que poseen grandes dones naturales o por la multitud de conocimientos que posee, mientras otros se sienten lejanos de estas mismas personas y experimentan un grado superior de comodidad con alguien de su mismo nivel.
Hay decenas de combinaciones que no se pueden forzar para gustar a alguien del sexo opuesto. No hay rasgos mejores o peores, sólo diferentes, y que dependen de las preferencias personales.

¿Patoso o atractivo?
¿Recuerdas la comedia romántica Hitch, protagonizada por Will Smith? En ella, “el doctor Amor” (Hitch-Smith), tiene una peculiar “profesión”: asesora a hombres tímidos y sin virtudes llamativas a conquistar a las mujeres de sus sueños. De una manera honesta, él explica las técnicas y los pasos a seguir. Así hasta que nos encontramos con el caso principal de la película: Albert (Kevin James), que trabaja de economista y es bastante patoso, se enamora de Allegra Cole (Amber Valletta), una mujer aparentemente inalcanzable para él: millonaria, atractiva y famosa.
Con los consejos de Hitch, Albert consigue llegar hasta Allegra y logra enamorarla. El problema surge más adelante: cuando ella descubre que había sido todo un montaje bien preparado. Consecuentemente, lo abandona. Finalmente, Hitch va a arreglar todo el entuerto y habla con Allegra, aclarándole que Albert la ama de verdad. Entonces ella se da cuenta de todos aquellos detalles que la enamoraron: pensaba que si Albert la había enseñado a silbar era porque sabía que se burlaban de ella en el internado por no saber hacerlo; que él bailó como un payaso porque sabía que a ella se le daba mal; y que se tiró la mostaza en la camisa para que se sintiera más cómoda. Pero Hitch, muy sorprendido, le responde que nada de eso estaba preparado, que él no le había enseñado a comportarse de esa manera patosa y que Albert no siguió sus consejos. Simplemente, se había comportado tal y como era. ¿Y qué dijo ella?: “Fue adorable”. Hitch trató de inculcarle a Albert todo lo contrario: que hablara correctamente, que bailara de cierta manera, e incluso que fuera él quién tomara la iniciativa para besarla. ¿La realidad?: no hizo nada de eso. Sencillamente, se fueron conociendo mientras paseaban y dialogaban, disfrutando de actividades juntos o tomando un helado en un tono cordial y agradable. Nuevamente, todo de manera natural.
En general, ella se había enamorado por todo aquello que aparentemente no era atractivo, pero que formaba parte intrínseca e inseparable de su ser: desde su ridícula forma de bailar hasta lo patoso que era al hablar. Por encima de todo, observó en él una buena persona con un gran corazón.
¿Cuántas veces queremos ser y actuar como si fuéramos perfectos? Se desea causar buena impresión y, si se puede, impresionar. Esto conduce a algunos hombres y mujeres a gastarse una desorbitada suma de dinero en invitar a personas del sexo opuesto a los que apenas conocen, o a hacerles regalos que son impropios en estas primeras etapas. Esto termina por agotar y cargar a los primeros, y por abrumar a los segundos. ¿Mi consejo? Que ambos puedan conocerse sin compromisos económicos de ningún tipo. Salir juntos tiene el propósito principal de ver si dos personas encajan, y para compartir el tiempo se puede ir a muchos sitios sin necesidad de dejarse medio sueldo en unos días.
Lo que nos hace auténticos, reales y, por encima de todo, humanos, son aquellas situaciones en las cuales contamos un chiste y no hacemos gracia de lo mal que lo hacemos. O el día en que se abre el grifo de forma violenta en los servicios de un lugar público y nos mojamos “zonas sensibles” del pantalón. O cuando no paramos de sonreír durante todo el día y, al llegar a casa, nos damos cuenta de que teníamos un trozo de comida entre los dientes y nadie nos avisó. Como le dijo el difunto Robin Williams a un amigo en El Indomable Will Hunting: “Tienes miedo a que ella compruebe que no eres perfecto. Pero ella tampoco lo es. Lo importante es si sois perfectos como pareja”.

Natural siendo tú mismo
¿Te estoy diciendo que siendo natural podrás conquistar a quien te propongas? ¿Rica, famosa y modelo? No, ni esa es la intención. Pero debes saber que no debes forzarte a ser quien no eres. Si a la otra persona no le atrae tu verdadero ser, entonces olvídala.
Por otro lado, ¿cuál es el verdadero deseo que anida en ti? Que te quieran tal y como eres. Que no quieran cambiar tu esencia. Que no te regañen como lo hacían tus padres. Que no te corrijan como lo hacía el maestro en la escuela. Todo aquello ya pasó. Ahora ya no eres un niño, sino un hijo de Dios en el que Él está obrando.
Como de nuevo señala Jorge Bucay: “El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar a otro para que sea quien es”. Desde luego que puedes y debes hablar para cambiar ciertos patrones de conducta negativos o que lastiman, pero cuando en una relación quieres cambiar la esencia de otra persona o quieren cambiar la tuya, algo anda mal. Hay personas que literalmente se consumen queriendo cambiar lo más profundo del otro y sus relaciones terminan siendo sumamente desgraciadas.
La consecuencia de mostrarte natural es que te sentirás cómodo contigo mismo. Ese es un gran paso. Si logras mostrarte tal y como eres, no te preocuparás tanto de lo que el otro piensa de ti. Las mujeres señalan que suelen enamorarse de aquellos que les hacen sentirse cómodas y ante los cuales pueden mostrarse tal y como son. Eso las hace sentirse seguras, lo que las lleva a abrir sus corazones. De esta manera, la intimidad entre almas surge de manera natural y progresiva. Recuerda: esto sólo se logra siendo naturales.

* En el siguiente enlace está el índice:
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* Prosigue en: 
10.6.2. Hombres y mujeres: distintos, pero complementarios.

 


2 comentarios:

  1. Muy cierto, aunque la verdad hay que llegar a cierta edad para entender la importancia de ser uno mismo.

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    1. Gracias por comentar. Y sí, comparto lo que dices. En la adolescencia la personalidad no está formada y los valores están aún por asentar, por lo que se hace complejo ser natural en una relación sentimental cuando ni siquiera uno se conoce bien a sí mismo. Sobre este tipo de problemas en la juventud hablé aquí:
      -5.1. Las amistades de los solteros con el sexo opuesto: Diferencia entre amistad y amor
      http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/las-amistades-con-el-sexo-opuesto.html
      -5.2. Las amistades con el sexo opuesto: Complicaciones y posibilidades.
      http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/52-complicaciones-y-posibilidades-en.html

      Gracias de nuevo y que el Señor te bendiga.

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