Venimos de aquí: 8. ¿Qué
aportes, tanto positivos como negativos, nos traerá la Inteligencia Artificial?
(https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2025/09/8-que-aportes-tanto-positivos-como.html).
“Skynet tomará conciencia de sí mismo a las 2:14 a. m.
del 29 de agosto. Los humanos, aterrados, intentarán desconectarlo”. Así le
explicaba el T-800, un ciborg llegado del futuro, al creador de Skynet, una
Inteligencia Artificial, lo que sucedería cuando esta tomara “conciencia” y, en
cuestión de segundos, considerara a la humanidad un cáncer y decidiera
exterminarla. Dicha frase está extraída de la célebre película “Terminator 2”,
siendo un tema recurrente durante décadas tanto en el cine como en la
literatura.
La cuestión es que, con el avance de la tecnología y
la aparición de las primeras inteligencias artificiales básicas, los
planteamientos, que eran fantasiosos dentro de la ciencia ficción, han saltado
al terreno de la ciencia –a secas-, donde distintas voces expertas vislumbran y
alertan del peligro, no en el sentido de que la IA cobre “vida” o “conciencia”,
sino que se vuelva más inteligente que el ser humano. Para concretar más, veamos
lo que exponen, el porqué de sus palabras y si dichos escenarios son posibles.
La singularidad
tecnológica: una inteligencia superior a la del hombre
El fenómeno al que me
refiero es conocido con el nombre de singularidad
tecnológica: “Es un
hipotético evento futuro en el que el desarrollo de la inteligencia artificial
llegaría a un punto en el que sería tan avanzado y rápido que ningún ser humano
sería capaz de entenderla o de predecir su comportamiento”[1]. Su premisa más común es
que la IA se desarrollaría según el siguiente proceso:
1) “En primera instancia, los ordenadores alcanzarán un nivel de complejidad similar a la
del cerebro humano”.
2) “Una vez alcanzado dicho nivel, los ordenadores
tendrán la suficiente inteligencia como para mejorarse a ellos mismos, iniciando un proceso que se aceleraría
progresivamente de forma exponencial (esto es, cada vez mucho más rápido
conforme avance el tiempo)”.
Es decir, “aprenderá” por su cuenta[2]:
“Se define como inteligencia artificial a
la parte de las ciencias de la computación que se encarga de hacer que las
máquinas repliquen las funciones cognitivas de la mente humana. Razonar,
aprender, entender, comunicarse… [...] En general utilizamos el término para
referirnos a aquellos dispositivos que no solo responden a órdenes sino que son
capaces de ofrecer resultados, procesar datos, elaborar sugerencias o tomar
decisiones sin una orden específica del
usuario”[3].
3) “Llegado cierto punto, el crecimiento alcanzado
sería tan rápido que la inteligencia resultante sería imposible de entender
para el ser humano, y el proceso de cambio tan acelerado y
profundo que causaría una absoluta ruptura en la Historia humana, cuyas
consecuencias son imposibles de predecir”.
“Probablemente su fundamento más asentado es el que
predice su llegada en base a la Ley de Moore. Dicha ley (que no es
realmente una ley, sino una observación basada en la experiencia, ya que se ha
venido cumpliendo hasta la fecha de hoy) predice que, aproximadamente, cada dos
años, se duplica el número de transistores que se encuentra en los circuitos
integrados, por lo que igualmente se duplica su capacidad.
Dado que es posible calcular la complejidad del
cerebro de un ser humano adulto, y dado que la Ley de Moore nos permite
calcular el momento en el que dicha complejidad será alcanzada de forma
equivalente por un ordenador, se ha establecido como plausible que la misma sea
alcanzada alrededor del año 2019”.
Como vemos, dicha fecha ya pasó de largo y no se llegó todavía a ese nivel.
Ray Kurzweil, ingeniero jefe de Google, argumentaba
que, aunque la potencia bruta del cerebro humano podía alcanzarse en un
ordenador alrededor de 2019, serían necesarios diez años más para que los
mismos desarrollaran una capacidad similar a la del cerebro humano, por lo que marcaba
la fecha en el año 2029. Según otros expertos, será en la
década de los 30 cuando se logrará una simulación parcial de cerebros humanos,
pero no una réplica completa, la cual no sucederá en su totalidad hasta
2050-2060. Dado que el cerebro humano tiene alrededor de 86 mil millones de
neuronas, y cada neurona se conecta con miles de otras a través de sinapsis, replicar
dicha complejidad no es nada sencilla, ni mucho menos.
Pero es aquí donde debemos ampliar la información: dicha
formulación no es solo una mera teoría que queda anotada en una libreta, sino
que se están llevando a cabo esfuerzos titánicos para lograrlo, mediante
proyectos como el Blue Brain Proyect y el Human Brain Proyect, respaldados
por IBM y la Unión Europea, entre otros de diversas empresas (Intel, IBM,
etc.), que están invirtiendo toneladas de
millones de euros y dólores para lograr tal fin.
Si todo esto termina cumpliéndose en algún momento del
futuro, significaría que un ordenador tendrá la misma capacidad de procesar
información que el cerebro humano, y que, a partir de ahí, “sería de esperar
que los ordenadores iniciaran un proceso de automejora cada vez más rápido”. Esto
haría que hubiera en el planeta una inteligencia que nos iguale y que, en
teoría, poco tiempo después, nos supere ampliamente.
El peligro de la Inteligencia Artificial
El primer peligro es el mismo que ya vimos cuando
hablamos de lo que conllevará la automatización robótica, como explica el economista y lord británico Robert
Skidelsky: “Va a una velocidad enorme y
es mucho más destructiva [que anteriores avances tecnológicos]. Además, está penetrando en muchas
ocupaciones y tareas mentales. Antes, en la revolución industrial era solo un
suplemento físico. El coche es una mejora sobre el caballo, pero es un sistema
de transporte y es solo un servicio para la actividad humana. Ahora [con la
IA] mucho empleo cognitivo y mental de la
clase media puede ser automatizado. No hay barreras ni obstáculos”[4].
Como ya me extendí
sobre este tema en su momento, no me volveré a detener, y pasaré a plantear un
riesgo aún mayor: ¿Qué sucederá cuando la
IA llegue a la singularidad? Hablo,
por supuesto, en hipótesis, puesto que nadie asegura que algo así vaya a
suceder. Tengamos presente en todo momento que la respuesta sigue estando
sujeta a la conjetura de que la teoría se convierta en realidad. Y la respuesta
es que, realmente, nadie sabe qué pasará entonces.
¿Qué hará entonces la IA? ¿Sus intenciones serán
benignas o malignas para nuestros intereses? ¿Querrá convivir con nosotros o
preferirá sustituirnos como especie
dominante en el mundo, como en la serie Next?
¿Nos verá como enemigos, tal como hace La Entidad de Misión Imposible: Sentencia Mortal? ¿Se convertirá en el sistema
operativo de nuestros ordenadores como el de la película Her, el que mejor nos conocerá, siendo un íntimo? ¿Nos considerará
necesarios o desechables? ¿Y si llega a la conclusión lógica de que lo mejor es
destruir a la humanidad para empezar de cero y repoblar el planeta con humanos
educados desde la misma infancia con una ética intachable, como se nos cuenta
en la sensacional I am mother? ¿Y si desea ser autónoma, sin la supervisión de los seres humanos, como el robot AVA de Ex-Machina o los replicantes de Blade Runner? ¿Será simpático como Johnny
5 en Cortocircuito o todo lo
contrario? ¿Pensará que somos un virus, el cáncer del planeta, como el programa-agente
Smith de Matrix? ¿Y si llega a
considerarse a sí mismo como un ser vivo con los mismos derechos que nosotros,
como los synths (“sintéticos”) de la serie Humans? ¿Y si cree que es un ente vivo al afirmar que ´datos` +
´experiencia` es igual a ´conciencia`, como los androides con apariencia física
de Westworld? Muchas
interrogantes que no tienen todavía un veredicto, al ser imprevisible.
Continuará en ¿Una
Inteligencia Artificial que querrá destruirnos, u otra que querrá ser nuestro
amo?
[1] La información está extraída de https://robotsia.com/2015/07/08/que-es-la-singularidad-tecnologica/
[2] En el presente ya se está aplicando lo que se conoce como deep learning (pensamiento profundo), que es una de las ramas de la IA que permite a las máquinas desarrollar métodos de aprendizaje automático complejo.
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