Venimos de aquí: ¿Eres
soltero porque sigues prisionero de un pasado hiperactivo? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2023/10/116-eres-soltero-porque-sigues.html).
Lo repetiré a lo largo de todo el capítulo:
las causas a la solteria que estamos exponiendo son adyacentes o secundarias. Las
causas principales que suelen darse o ser la norma están descritas claramente
en el segundo apartado del primer capítulo (Lo que le duele a los solteros:
Haciendo malabares: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/03/12-lo-que-duele-los-solteros-haciendo.html). Lo aclaro para que no haya malos entendidos y nadie se cree
falsos sentimientos de culpa.
En muchos casos, el pasado hiperactivo del que hablamos en
el apartado anterior, trae como consecuencia heridas que aun no han sido
sanadas completamente. Quizá creían que lo estaban. Incluso puede que hayan
pasado varios años desde aquel estilo de vida, pero en el interior, alguna de
ellas, sigue sangrando. Puede ser facilmente observada por terceras personas ya
que, externamente, hay aspectos que siguen sin cambiar. En este caso concreto,
en lo que respecta a las relaciones de pareja. Y, cuando me refiero a heridas
del pasado, no hago alusión únicamente a los acontecimientos fuera del orden de
Dios que ya analizamos, sino a posibles traumas que acontecieron y que no
fueron sanados: desde una mala ruptura, a una relación previa sumamente
negativa que provocó una desconfianza total en las personas del sexo opuesto, o
mil situaciones que no tienen nada que ver con la pareja. Cada uno sabe cuáles
son esas impresiones que se quedaron profundamente marcadas y cuyos recuerdos
impiden que le ofrezcan una sincera oportunidad a un pretendiente o que se
muestren excesivamente críticos con ellos.
Consecuencias
Se producen los dos
extremos:
1) en unos casos, huyen de
toda relación y del amor, se encierran en sí mismos, puesto que no confían en
los seres humanos en general, y en el sexo opuesto en particular.
2) El caso contrario se da
en aquellos que siempre tienen una relación, para huir del resto del mundo.
Ninguna de las dos soluciones son sanas ni quitarán el dolor.
Normalmente, se mueren por
amar, pero cuando aparece el sujeto sobre el que volcar su corazón, algo falla.
Al igual que los pasados hiperactivos, este tipo de heridas pueden llevar al
sujeto a elegir una pareja que no les conviene, aun sabiendo que no es la
persona que querrían para sí mismos. También aquí pueden darse dos casos:
- Si son mujeres, buscan un
hombre que haga de padre con ellas, y
si son hombres buscan una mujer que haga de madre
con ellos. El problema reside en que, cuando comienzan a relacionarse y
observan que el otro también tiene algunos miedos e inseguridades (como todo el
mundo), incluso ciertas heridas humanas, se alejan de él, buscando a otra
persona que no tenga desperfectos en el
corazón y que sea emocionalmente
perfecta. Esto se nota fácilmente porque cuando estás con ellos y le
muestras las debilidades de tu corazón, no te apoyan y se muestran frías. La
realidad es que se sienten profundamente desilusionadas de que no seas
perfecto, y el mito que habían construido sobre ti se desmorona en cuestión de
segundos.
- En el segundo caso, eligen
(inconscientemente) una persona herida para rescatarla y así redimirse a sí
mismas. De esta manera, harán por otro lo que nadie hizo por ellas. Cuando
descubren que su pareja sabe cuidar de sí misma y no necesita de nadie que la
salve, sino una relación de igual a igual, pierden la atracción que creían
sentir por el otro. Así que siguen buscando a alguien a quien sanar.
Atados por las heridas
Quizá crea que sanó las
heridas porque se siente bien en este preciso instante. Incluso puede aparentar
ser una persona positiva y llena de vitalidad. La realidad es que, sin saberlo,
se engañan a sí mismas hasta cierto punto. Cuando en el horizonte se vislumbra
una relación formal, seria y con un proyecto de futuro, los fantasmas del
pasado se manifiestan: “A veces una persona accidentalmente dice o
hace algo que dispara una vieja herida del pasado. Si está es una relación
personal nueva, la reacción puede deberse a una conexión previa, su familia de
origen, o ambas cosas. [...] Por eso hay personas que se sienten atacados
cuando alguien les dice algo sin mala fe, pero que sí fue dicho con mala fe por
otra persona en el pasado. En situaciones como estas parece como si una persona
fuera un campo minado. Cuando el otro inocentemente pisa heridas enterradas, la
persona tipo campo minado estalla en temor, retirada o enojo”[1].
Es entonces cuando se da
cuenta de que sigue emocionalmente enferma, al menos en esa área. Lagrimas que
fueron reprimidas. Palabras de dolor que se callaron. Rabia contenida. Perdón
no concedido. Incapacidad para aceptar los propios errores. Equivocaciones que
se repiten. Un periodo de duelo no experimentado. Incapacidad para amar
románticamente en una relación. Un tiempo que pasó pero permaneció en lo
profundo del corazón que sigue cerrado a cal y canto, y que les pesa. Un alma
llena de inseguridad. Creen buscar el amor pero cuando hallan un candidato
encuentran mil razones para rechazarlo. Como señala
Bernardo Stamateas: “Mucha gente sufre
por el enamoramiento porque no pueden enamorarse, son personas que han tenido
una gran desilusión y que viven descalificando a la gente que conocen”. Son
sentimentales pero inaccesibles.
Puede que, durante la
corrección del pasado, estuvieran mal por un tiempo, incluso bastante, pero las
cicatrices del alma no llegaron a formarse o no cauterizaron correctamente.
Aparentemente, llevaban una vida normal, aunque cada cierto tiempo rompían a
llorar cuando menos lo esperaban sin saber las razones exactas. Continuaron con
su vida tiempo después, se embarcaron en multitud de actividades y proyectos
personales, creyendo que así pasarían página, pero en algún momento del
presente se dieron cuenta de que a su corazón aun le afectaban esas heridas.
Esto provoca que, sin ser plenamente consciente de ello, se hagan daño a sí
mismos, ya que boicotean toda relación con su actitud, al no prestarle a la
otra persona la atención que sería lógica, aparte de que vuelven a poner el
listón sumamente alto en lo que dicen buscar.
Por el contrario, si algún
detalle de la nueva relación se asemeja en lo más mínimo a la anterior, aunque
sean nímios y donde no tienen nada que ver las circunstancias actuales con las
pasadas, la persona abandonará a su pretendiente porque sus miedos internos
toman de nuevo el control.
¿El amor sana?
He leído opiniones diversas
sobre si el amor es terapéutico o no. La realidad es que sí, pero hay un matiz
muy importante: mi opinión es que no se debe buscar una relación con el
propósito de sanar heridas ya que es conveniente curarlas antes. Si se comienza
un vínculo serio con heridas graves, puede que se paguen con la persona con la
que se establece la relación: con una forma dura de hablar, con resentimiento,
frialdad, indiferencia emocional, etc. Las persona heridas hacen daño a otras: “Si el enojo no se
desfoga apropiada e inofensivamente, ¿quién sabe cuándo se desbordará y
contaminará tu nueva relacion? A veces el enojo toma la forma de resentimiento
y amargura”[2]. Bernardo Stamateas añade a esto que “muchas personas son como un camión de
basura: andan cargadas de frustración, odio, enfado y decepción. A medida que
la basura se va amontonando necesitan encontrar un lugar donde arrojarla. Si se
lo permito, me la arrojarán a mí”[3].
Incluso se darán otro tipo
de complicaciones, como la dificultad para abrirse plenamente, tanto a nivel
emocional como en el plano romántico. Pienso que, cuando alguien está
profundamente herido, no está en condiciones de ofrecer un amor sano y tampoco
es capaz de recibirlo en igual medida, ya que le costará sentirlo realmente. Siempre
habrá una barrera.
Ahora bien, también estoy
plenamente convencido de que una relación sana, donde impera el amor, ayuda a
terminar de cerrar lesiones del pasado. Una persona que abandonó su relación
anterior porque su pareja era agresiva verbalmente y no mostraba ningún tipo de
cariño, sentirá un gran vigor si en su nuevo emparejamiento encuentra calidez,
ternura, dulzura, respeto, comprensión, confianza, valoración y aprecio.
¿Cómo no iba a ser el amor
terapéutico, cuando el amor de Dios sana tantas heridas del alma? El ser humano
es capaz de mostrar parte de ese amor: “Debido a que somos heridos en las relaciones, nuestra
sanidad tambien se encontrará en las relaciones con otros. Encontrar a alguien,
un consejero, líder espiritual, cónyuge o amigo, con quien puedas ser
totalmente sincero [...] es una parte vital de ese proceso. Mientras tú batalla
permanezca entre tu orejas, tiene mucho poder sobre ti. Expresarla con alguien
que te amará incondicionalmente y te alentará hacia la victoria es una
increible experiencia de crecimiento”[4].
Así que sí, el amor sana.
Pero, como he dicho, no se debe ir a una relación con el propósito principal de
sanar todo el pasado, porque si las heridas son muy grandes, nada de lo que
haga el benefactor será suficiente para su amado. Siempre se sentirá
insatisfecho con lo que recibe y reclamará sin descanso, lo que será fuente
continua de conflictos, y más sin son los dos los que tienen heridas sin sanar:
“Cuando tú vives en una
miseria personal de insastisfacción y te juntas con otra persona igual de
insatisfecha y miserable, la otra persona está cargando con su vida y tu
miseria”[5].
Sin precipitaciones
Dicho esto,
también quiero subrayar la importancia de no iniciar una relación justo en el
momento en que se ha producido una herida emocional profunda, ni siquiera en los días o semanas siguientes. La razón se basa en una
cuestión meramente orgánica que afecta directamente al estado de
ánimo y a las emociones. He aquí el porqué: poseemos lo que se conoce como el
sistema nervioso vegetativo (o
autónomo), que se encarga del movimiento y del funcionamiento de los órganos
internos sin la necesidad de que los controlemos directamente. Para levantar mi
brazo, tengo que ordenar voluntariamente a mi cuerpo que lo haga. Pero de hacer
que mi corazón o mis riñones funcionen, se encarga el sistema nervioso
autónomo. Este sistema nervioso está dividido en dos partes:
- El simpático:
Se activa en actividades que requieren un trabajo físico, y especialmente en situaciones
de estrés (aumentado los latidos del
corazón, proveyendo así de mayor aporte de oxígeno a los músculos y prepararando el cuerpo ante una posible
amenaza).
- El parasimpático:
Se activa en condiciones de calma y bienestar, relajando el pulso y la tensión
arterial.
Es importante
señalar que ambas partes no pueden estar
activas al mismo tiempo. Una persona que está sumamente herida tiene su
sistema nervioso parasimpático a pleno rendimiento a causa del estrés. Por lo
tanto, será incapaz de disfrutar de la persona que está interesada en ella. Aun
cuando quiera, le será imposible. Pueden estar en el ambiente más idílico,
paseando tranquilamente, mientras toman un helado, pero su mente no estará
allí. Los chistes no le harán gracia. Las historias ajenas no le interesarán lo
más mínimo. Se mostrará tensa, seria, ausente y distraída. En estas
circunstancias, es mejor posponer el encuentro hasta que las aguas hayan vuelto
a su cauce.
Afrontando las heridas
¿Qué hacer ante una herida
profunda? Tomar decisiones drásticas como dejar el trabajo, cambiar de casa, de
congregación o incluso de ciudad no suele servir. Puede proporcionar un alivio
temporal, e incluso en ciertos casos puede ser muy recomendable. Pero, si te
sientes identificado con lo que hemos visto y crees que es tu caso, el único
camino es entregar tu dolor al Señor para que Él lleve todas tus cargas y
heridas: “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt. 11:28). No olvides que
Cristo no vino “solo” a salvarnos, sino también a sanar a los quebrantados de
corazón (cf. Lc. 4:18).
Terminado citándote las
palabras que Hilary Swank (protagonista femenina de “Escritores de la
libertad/Diarios de las calles”) le dice a sus alumnos: “Quiero que hagas un brindis por el cambio. Y eso significa que a
partir de este momento todas las voces que te han dicho que no a algo, quedan silenciadas. Todas las razones que dicen que las cosas
nunca cambiarán, desaparecen. Y a partir de este momento, la persona que eras
ya no cuenta. Ahora te toca a ti”.
* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en: ¿Eres soltero porque
solo esperas recibir amor y no darlo?
[1] Townsend, John. Más allá de los límites. Vida.
[2] Wright, Norman. 101 preguntas antes de volver a casarte. Casa Bautista. Pág. 26.
[3] Stamateas, Bernardo. Gente tóxica. Zeta Bolsill. Pág. 48.
[4] Ethridge, Shannon. La falacia de Grey. Nelson.
[5] Davila, Zoricelis. Felizmente Solteros. Mundo Hispano.
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