Para muchos de los que vimos Matrix por primera vez en
el ya lejano 1999, marcó un antes y un después. En mi caso, esa película me
llegó en un momento de profunda búsqueda espiritual, tanto que mi conversión se
produjo pocos meses después. Es cierto que un sector de la población quedó en
estado catatónico al no entender la trama ya que incluía ideas complejas y conceptos
sobre lo real y lo irreal que podían desconcertar, a pesar de que en su base
era simplona: malos contra buenos, humanos contra robots inteligentes. También
es verdad que muchos se quedaron en la espectacularidad de sus escenas de
acción, en las coreografías imposibles de peleas cuerpo a cuerpo importadas del
cine de Hong Kong, en su violencia descarnada, en el llamado “efecto bala” o en
la estética y el vestuario que usaban sus protagonistas, y no fueron más allá
de dichas imágenes. Pero la realidad es que pocas veces se ha escrito tanto de
un filme por sus profundas implicaciones filosóficas, sociológicas e incluso
teológicas. Infinidad de debates en foros, artículos en Internet y decenas de
libros lo atestiguan a lo largo de estas dos décadas.
Usando una historia de ciencia ficción que bebía de
incontables fuentes, los hermanos Wachowski
lograron algo inaudito: que muchos espectadores quisieran reflexionar sobre lo
que se mostraba implícitamente en la trama y cómo nos afectaba a título
individual y colectivo en nuestra vida y existencia. Por mi parte, jamás
imaginé que un producto audiovisual pudiera expresar mis pensamientos y sentimientos
más profundos en cuanto a mi búsqueda[1]. Y esa es la razón por
la cual es mi película favorita entre todas.
¿Qué es Matrix?
Aunque son legión aquellos que conocen la historia
prácticamente de memoria, la describiré brevemente para centrarnos y así
empezar a desarrollar las ideas que tengo en mente para el lector, el cual debe
ser de los que quieran pensar.
Thomas A. Anderson (Keanu Reeves) es un
programador informático de día y un conocido
hacker llamado Neo el resto del tiempo. Desde siempre ha sentido
que en la vida hay algo más que se escapa a la realidad. Una noche recibe un
mensaje en su ordenador, que dice: “Matrix te posee”. Neo ha escuchado hablar
de otro pirata informático, de nombre Morfeo (Laurence Fishburne), del cual
cree que puede responder a sus dudas. Tras ser interrogado por unos agentes a
causa de su actividad ilegal, otra hacker, Trinity (Carrie-Anne Moss),
queda con él y le pregunta si quiere conocer realmente a Morfeo, ante lo que él
asiente. Morfeo le dice que no se puede explicar qué es Matrix, que es
necesario que lo vea por sus propios ojos. Tiene dos opciones: tomar una
pastilla roja o, por el contrario, una azul que le hará olvidar dicha
conversación y luego todo será como si nada hubiera pasado. Tras tomar la roja,
en una escena sobrecogedora y que infunde terror por su significado, Neo
despierta en una vaina llena de un líquido esponjoso y con todo su cuerpo lleno
de tubos, comprobando a su vez que hay millones de seres humanos en su misma
situación.
Desconectándose de los tubos y saliendo de la vaina,
cae en un vertedero, donde un aerodeslizador le rescata. Después de varios días
de recuperación, Morfeo le muestra la verdad: el mundo en el que “vivía” era
una mera simulación virtual a la que su cerebro estaba conectado por medio de
cables. Y lo mismo sucede con todos los humanos. Esta “simulación” es Matrix.
En algún momento de la historia de la humanidad, los seres humanos crearon la
Inteligencia Artificial, la cual servía al hombre. Pero llegó el día en que se
rebeló y, tras una cruenta guerra en la que vencieron, sometieron a sus
creadores: nosotros. Sobre las ruinas de las ciudades, construyeron gigantescas
torres para “almacenar” a los seres humanos y usarlos como fuente de energía,
mientras que estos viven en Matrix sin ser consciente de la realidad. Los seres
humanos ya no nacen; se les cultiva. Morfeo es solo el líder de una banda
formada por aquellos que fueron liberados de dicha esclavitud y que ahora se
esfuerzan en seguir liberando a todos los que pueden.
Podría narrar al detalle el resto de la historia, de las
implicaciones del personaje de Neo o hablar de sus continuaciones (Reloaded, Revolution y la, en mi opinión, decepcionante, irrelevante e
innecesaria Resurrections), pero con esto es más que
suficiente para desarrollar todo lo que tengo en mente.
Vivimos en
Matrix
Ante dicho subtítulo,
no me estoy refiriendo a que lo narrado en la película Matrix sea literal; ni
mucho menos. Pero, al igual que una de las ideas de las que parte se basa en el
conocido mito de la caverna de Platón, me serviré de él para explicar la
realidad, y lo haré citando la explicación al mismo que ofreció el ya difunto
escritor y filósofo Luciano De Crescenzo:
“Imaginemos una gran caverna y en su interior algunos
hombres encadenados desde que eran niños de modo tal que no pueden volver la
vista hacia la salida e incluso se vean obligados a mirar continuamente la
pared del fondo. A las espaldas de estos desdichados, apenas afuera de la
caverna, hay un camino elevado a lo largo del cual corre un pequeño muro,
detrás del que pasan otros hombres que llevan sobre sus espaldas estatuas y
objetos de todas las formas y materias, `algo así como los titiriteros que
muestran los títeres a los espectadores`. Y los portadores discuten con
vivacidad entre si y el eco de la caverna deforma sus voces. Detrás de todos,
el Sol, o si se prefiere, un gran fuego que ilumina la escena.
Pregunta: ¿qué pensarán los hombres encadenados de las
sombras que ven pasar a lo largo de la
pared y del clamor que oyen? Respuesta: creerán de buena fe que la única
realidad existente está formada de sombras y rumores.
Supongamos ahora que uno de ellos consiga liberarse y
se vuelva a mirar las estatuas. En un primer momento, cegado por la luz, las
vería de modo confuso y consideraría mucho más nítidas las sombras que veía
antes. Pero después, al salir al aire libre, y después de habituarse a la luz
del Sol, se daría cuenta de que todo lo que había visto hasta ese momento no
era sino la sombra de los objetos sensibles.
Imaginémonos qué contaría a sus compañeros una vez que
hubiera vuelto adentro: “Chicos, ¡no sabéis nada, pero afuera hay cosas increíbles!
¡Una luz que para qué contaros, algo que no se puede describir! ¡Y estatuas
maravillosas, perfectas, excepcionales, no esas porquerías de sombras que vemos
nosotros de la mañana a la noche!”. Pero no lo creerían: en el mejor de los
casos se burlarían de él y, si insistiera, como le pasó a Sócrates, podría
incluso ser condenado a muerte.
¿Cuál es la explicación simplificada del mito de la
caverna?: El ser es el Sol, o sea el conocimiento,
el no ser son las sombras, o sea la apariencia;
en el medio, entre el Sol y las sombras, se encuentra la opinión, lo que pensamos de los objetos
sensibles. El conocimiento difiere de
la opinión en que el primero ve las
cosas como efectivamente son, mientras la segunda las imagina en forma
descolorida y confusa.
¿Pero para que sirve todo esto?”, podría preguntar el
hombre de la calle. Sirve para entender que en la vida existen algunos falsos
objetos como el dinero, el poder, el éxito, que son las sombras de una realidad
mucho mas verdadera, que se encuentra más allá del alcanza de nuestros ojos. La
fuente de luz es Dios, que nos la proyecta”[2]. El mundo entero vive
en esa cueva llena de sombras sin conocer la realidad y al Dios que lo ilumina
todo fuera de ella. En ese sentido, el sistema mundial que está ante nuestros
ojos, y en el que vivimos, “nos posee”, ya que nos mueve y trata de usarnos a
su antojo, y para ello pulsa las teclas adecuadas de nuestra mente y nuestras
emociones más básicas para que los hombres y las mujeres no piensen en querer
salir de dicha cueva; que ni siquiera sean concientes de su existencia y de que
están dentro de ella. Y para esto llenan nuestra vida de ocio, de sueños, de
anhelos materiales, de viajes, de deportes, de programas de televisión, de
tiendas, de centros comerciales, etc. La inmensa mayoría de la humanidad cree
ser libre cuando en realidad no lo es.
Tipos de personas que viven en Matrix
En esta realidad que
han “fabricado” para nosotros, hay distintos grupos de personas:
1) Aquellos que ni lo
saben ni les importa. Viven en sus quehaceres diarios de trabajo, estudios y
ocio en su tiempo libre, y no se preocupan de nada más. Preguntas como ¿quiénes
somos?, ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?, cuestiones que ya fueron
contestadas por Dios mismo cuando se encarnó y visitó este mundo, les traen sin
cuidado.
2) Los que sienten
que esto no puede ser todo y, en lugar de buscar respuestas de peso, se
deprimen o se montan sus propias “películas mentales” y en teorías
conspiranoicas, cayendo muchos de ellos en diversas filosofías baratas, en
ideas sobre la reencarnación, en religiones místicas, etc.
4) Los que prefieren
la pastilla azul. No quieren saber nada de nada y viven con su propia visión túnel:
“Como a mí no me afecta, me da exactamente igual”, señalan. Son personas
superficiales o que prefieren actuar como tales. Solo se interesan por el
físico, los deportes, los programas de televisión, los reality shows, la
estética, la vida sentimental y sexual de los famosos, etc.
5) Los que, una vez
tomada la pastilla roja y se liberan, viendo que Matrix es más cómodo y
proporciona mayor placer a los sentidos, olvidan la realidad que una vez vieron
y se vuelven a la Matrix, al estilo del personaje de Cifra. Aquí podríamos
incluir a los que una vez dijeron profesar el cristianismo y a aquellos que
dicen ser creyentes –e incluso se congregan-, pero, bajo mil excusas y
autoengaños, viven fuera de la voluntad de Dios marcada en Su Palabra, tomando
únicamente lo que les gusta o conviene. De ahí ese dicho: “Dios los cría y
ellos se juntan en el mundo”.
6) Los que, tomando
también la pastilla roja, observaron que ir en contra del sistema conllevaba
rechazo, persecución y confrontación, así que decidieron quedarse entre dos
aguas: no enfrentarse a nadie, pero, a la vez, no volver a ser parte directa de
Matrix porque no se atreven por el que dirán.
Los cristianos fríos o ligth entran en este grupo, por lo que
tampoco hacen nada por esforzarse y despertar a los que siguen dormidos. Son
los que prefieren llevarse bien con todo el mundo, y esto lo logran no
disintiendo de la ideología de género, del feminismo radical, del aborto, del
matrimonio homosexual y de los falsos dioses.
7) Los que no
participan de las actividades de Matrix porque no se atreven. No abortan pero
aprueban que otros lo hagan. No se emborrachan pero no ven mal que otros se
diviertan de esa manera. No adulteran pero no culpan al de “la canita al aire”
o al que cree en el “poliamor”. No practican la homosexualidad pero defienden
el amor entre personas del mismo sexo. Respecto a todos ellos, son, como dice
Pablo, los que “se complacen con los que
las practican” (Ro. 1:32). Incluso disfrutan en su corazón tratando de
apartar a los cristianos del camino, buscando que sean como ellos. Creen que
así se demostrarán a sí mismos que llevan la razón.
8) Los que, en una
decisión voluntaria, rechazan vivir fuera de Matrix. Se engañan de tal manera a
sí mismos que, donde hay esclavitud, ellos ven libertad.
9) Los que controlan
Matrix, los dueños del sistema. Esa élite económica y empresarial que lo
gobierna todo a su antojo y está en lo alto de la pirámide. Son los que usan a
las personas para sus propios intereses sin importarles realmente lo más
mínimo. Se “alimentan” de ellos para lograr sus propósitos: riquezas, grandeza,
buena vida y todo tipo de placeres. Y, además, saben qué teclas tocar para
dominar a los individuos y tenerlos adormecidos con todo tipo de
entretenimientos.
10) Los que dicen que
buscarán la verdad, pero en realidad nunca lo hacen porque saben que la luz que
rechazan implica un cambio absoluto en la moralidad personal, y ese precio no
están dispuesto a pagarlo. Jesús habló claramente de estas personas: “Y esta es la
condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas”
(Jn. 3:19).
11) Los que son exhortados una y otra vez a que
investiguen la verdad para que puedan ver que Jesús es “el camino, y la verdad, y la vida” (Jn. 14:6) pero, escudándose en
mil razones (que si la ciencia, que si la libertad, que si la falta de tiempo,
que si el trabajo o los estudios) prefieren agarrarse a sus propias ideas
preconcebidas y a sus gustos personales para así no cambiar. Son aquellos que,
en la eternidad, estando en tormentos ya en el Hades y sin salida, tendrán una
conversación semejante a esta: “Te ruego, pues, padre,
que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les
testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A
Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero
si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si
no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se
levantare de los muertos” (Lc.
16:27-31). Lo que no hicieron durante el tiempo en que estuvieron en este
mundo, no lo podrán hacer en la otra vida.
12) Y, por último:
aquellos que toman conciencia que la realidad no es todo lo que percibimos con
nuestros cinco sentidos, que hay algo que nos trasciende a todos, descubren que
Jesús es la luz del mundo que destapa las tinieblas donde vivían, “nacen de
nuevo”, “despiertan” y “descubren” la realidad, salen de la caverna, dejan de
ser esclavos, nunca vuelven atrás, viven para servir al que los rescató y para
dar a conocer a otros el mundo de las sombras y el mundo de la luz, y que así
puedan elegir si quieren ser libres o permanecer esclavos.
Todo camino y
creencia, incluyendo obviamente el ateísmo y el agnosticismo, sin Cristo, son
meras sombras de la cueva de Platón.
Continuará
en ¿Cómo puede un cristiano vivir en Matrix pero dentro del sistema de Dios?
Sé
que los Wachowski (y digo “los”
porque, aunque se hayan operado para “ser mujeres”, sus cromosomas son los que
son y siempre serán hombres, incluso habiendo cambiado su apariencia física y
mutilado sus genitales, lo cual no es transfobia por mi parte como los
progresistas señalan sino pura biología), dijeron en 2020 que en verdad la
película es una alegoría sobre la transexualidad y que no lo comentaron en su
momento porque “el mundo no estaba preparado” y “que no tuvieron la libertad
creativa que deseaban”. ¡A buenas horas! Si ellos lo vieron así, “felicidades”;
el resto del mundo lo hizo de otra manera diferente y las fuentes de las que
bebieron los autores originales lo corroboran, aparte de que sus declaraciones
jamás han cuadrado con lo que ahora afirman, como analiza “Una Alienada” en
este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=jr_mPZDR5zM&ab_channel=UnaAlienada
De
Crescenzo, Luciano. Historia de la
Filosofia Griega.