Venimos de aquí:
Otra ronda (1ª parte): ¿Tiene cabida el consumo de alcohol en un cristiano? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/10/otra-ronda-1-parte-tiene-cabida-el.html).
¿Usar el
alcohol para socializar y “vencer” la timidez”?
Los cuatro o cinco años previos a mi conversión fueron
una etapa internamente muy oscura a causa de mi depresión existencial (como
narré en “Mi historia: Buscando el sentido a la existencia”: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/04/mi-historia-buscando-el-sentido-la.html). Uno de los efectos colaterales fue que desarrollé
lo que, en psicología, se conoce como fobia social. Cuando retomé mi vida en el
mundo real, observé claramente que a, mi timidez natural, le había añadido una
incapacidad recalcitrante para relacionarme con las personas: mi mente se quedaba literalmente bloqueada y en blanco, como si mis ideas y conocimientos hubieran desaparecido. Me ponía muy nervioso, especialmente
ante el sexo opuesto. Evitaba pasar demasiado tiempo con los demás, creyendo
que, si lo hacía, percibirían lo que me sucedía. Tenía pánico al qué pensarían
de mí. Y, entre otras cuestiones, mi falta de autoestima brillaba sobremanera.
Esto mismo, en mayor o en menor grado, le sucede a
incontables personas en sus relaciones sociales. ¿Qué hacen muchos tímidos o
aquellos que tienen falta de capacidades sociales? ¿Qué hacen para tratar de
encajar y atreverse a hacer todo aquello que, completamente sobrios, les da
miedo? ¿Qué elemento añaden para soltar la
lengua y animarse a hablar sin parar? Está claro: añaden el alcohol a la
ecuación. Esto, aunque en términos humanos pueda parecer comprensible, bajo la
idea “si algo funciona por qué no hacerlo”, es demencial para un cristiano.
En mi caso, no empecé a tomar copas para mejorar mi
vida social. Hice lo que tenía que hacer: pedir ayuda y consejo. Leí varios
libros sobre el tema y comencé a poner en práctica lo aprendido. Fue un largo
trabajo, con altibajos y lleno de paciencia, pero que, gracias a Dios, poco a
poco, comenzó a dar sus frutos. No tiene precio el orgullo sano que sentí al
ser capaz de poder desarrollarme como ser humano por mí mismo en todas las
esferas que me propuse, sin necesidad de ninguna sustancia que me diera “valor”
o “desinhibiera”.
Esto mismo, que he resumido al extremo, y sobre lo
cual me extenderé ampliamente en el apéndice de “Crónicas de los solteros”, es
lo que debería aprender a hacer cualquier persona que se sienta atrofiado como
persona o poco hábil en sus relaciones sociales. Esforzarse. Aprender. Crecer.
Madurar. ¿Y el alcohol como ayuda o para lograrlo? Lejos, bien lejos.
¿Usar el
alcohol como parte de la diversión y de forma recreativa?
Dentro del Plan de
Acción sobre Drogas 2013-216, en buena parte del territorio de mi país
(España), el consumo de alcohol en la vía pública está prohibido. Aun así,
salvo momentos puntuales donde la Policia denuncia a sus consumidores, se hace
la vista gorda, y cada fin de semana se reúnen miles y miles de jóvenes
alrededor del “dios” alcohol.
Parece que, hoy en
día, no saben divertirse si no está incluído en el pack. En otros casos, es un
ingrediente más que añaden a la actividad principal que están llevando a cabo:
la asistencia a un concierto, a un evento deportivo, a un día de playa, a una
cena, etc. Pero, viendo la realidad, ¿a qué clase de “diversión” nos estamos
refiriendo? A la que consiste en dejarse llevar por “la risa floja”. A contar chistes
sin gracia. A hacer el payaso. A hacer comentarios vulgares. A gastar bromas
picantes o sexuales. A decir sandeces sin sentido. A hablar de temas banales. A
contar chismorreos. O a terminar desnudo, como le sucedió a Noé cuando se
embriagó (Gn. 9:21-22).
Por eso, el que no
bebe y se anima a salir con estas personas, suele sentirse completamente fuera
de lugar en estos ambientes, y más cuando avanza la noche y la falta de
pensamiento crítico se apodera del lugar, algo propio de una mente no renovada, y de actitudes meramente carnales. No los verás conversando sobre temas
profundos e interesantes. Muchas de las caídas sexuales, o búsqueda de las
mismas, vienen precedidas del alcohol.
Usando el título
principal como reformulación de la pregunta: ¿tiene cabida este tipo de
diversión dentro del cristianismo? Si lo piensas objetivamente y sin
prejuicios, la respuesta es clara: no. ¿Significa esto que no puedes contar
chistes, reírte sanamente o hablar de temas menos serios? Por supuesto que sí.
Así que te hago la pregunta de otra manera: ¿de verdad no puedes hacer eso sin
una bebida alcohólica en tu organismo, que modifica tu conducta y relaja tu mora para mal? Además, las
opciones de ocio deberían ser otras para un cristiano, como veremos en la tercera parte cuando hablemos de las endorfinas.
Por último, dentro de
la ética cristiana, la diversión vacía en contenido no debería convertirse
jamás en la norma. Está claro que hay momentos en que debemos descansar, dormir
o simplemente tumbarnos para despejar la mente. Pero no podemos caer en “pasar
el tiempo” por “pasar el tiempo”, porque entonces lo único que estaremos
haciendo es desperdiciarlo.
Lo habitual es que
los pensamientos de muchos creyentes se llenen de estas interrogantes: ¿Qué
haré en mi tiempo libre para divertirme? ¿A dónde iré este fin de semana? Como
he dicho, la relajación y el disfrute de la naturaleza, de la comida, de la
buena compañía o de algún hobby, son parte de una vida saludable y equilibrada.
Ahora bien, las cuestiones principales sobre las que debería versar un creyente
son: ¿Cuáles son los dones y talentos
que Dios me ha dado y cómo puedo usarlos para Su gloria? ¿Qué obras, que Él ha
preparado de antemano, puedo llevar a cabo?
Lo que es un
despropósito, y que es parte de la religiosidad en la que han caído muchos, es
dedicar la mayor parte del tiempo no laboral para el ocio y, lo que sobra, para
Dios, que además suele limitarse a asistir a los cultos, como si eso fuera lo
principal y “la obra buena”. Aunque no citaré textos bíblicos, la siguiente y
pequeñísima lista de lo que puedes hacer, se basa en muchos de ellos:
- Identifica los
dones que Dios ha depositado en ti y ejércelos.
- Lee cada año sobre
algún tema doctrinal concreto y fórmate profundamente sobre el mismo.
- Trabaja aquellas
áreas de tu carácter que debes cambiar y alinea tus pensamientos con los de
Dios.
- Visita a aquellas
personas que necesitan de compañía, ofreciéndoles tu presencia y cariño.
- Ayuda material o
económicamente a alguien, según te haya prosperado el Señor.
- Si tienes hijos,
dedica tiempo con regularidad a enseñarle teología sistemática y ética
cristiana, adaptada a su edad y madurez. No instruirlo en el Señor y dejarlo a su libre albedrío es otra forma de idolatría mundana.
- Aprende a cazar al vuelo las
oportunidades para predicar el Evangelio. No confundas “amor”, que lo acepta
todo –incluso el pecado-, con anunciar las Buenas Nuevas al pecador.
- Siempre que puedas,
comparte con otros lo que has aprendido, sea en persona o usando las redes
sociales[1].
- Abre las puertas de
tu casa y sé hospitalario.
Para todo esto, ten
siempre en mente las palabras de Pablo como lema de vida: “Y todo
lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no
para los hombres” (Col. 3:23).
Continuará
en Otra ronda (3ª parte): ¿Usar el alcohol para
confrontar el dolor y reducir la ansiedad? & ¿Usar el alcohol para
disfrutar de la vida?
[1] Aquí dejo la manera de hacerlo: Mi exhortación a los cristianos que no le sacan provecho a su propio muro de Facebook (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/06/16-mi-exhortacion-los-cristianos-que-no.html); ¿Cómo puede un cristiano sacarle rendimiento a su propio muro de Facebook para enseñar a otros sobre su fe? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/06/17-como-puede-un-cristiano-sacarle.html); Últimos pasos para que un cristiano aproveche de cara a los demás su propio muro de Facebook (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/06/18-ultimos-pasos-para-que-un-cristiano.html).
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