Sirviéndome de la célebre película “Están
vivos”, todo lo que voy a exponer a continuación se basa en la realidad de la
sociedad en la que vivimos y en los valores que la dominan, que nos hace
comprender el significado y el alcance de las palabras de Juan: “El mundo entero está bajo el maligno”
(1 Jn. 5:19).
Un hombre grande y
fuerte, abalanzándose sobre ti, comienza a lanzarte todo tipo de puñetazos: en
la cara, en las costillas, en el pecho. Te derriba, te acosa y te golpea sin
compasión. Ante semejante panorama, no te queda más remedio que defenderte. Ese
“loco” que está delante tuya quiere que, sin tú desearlo, te pongas unas
ridículas y simples gafas de sol. Te dice que tu manera de contemplar el mundo
cambiará cuando lo hagas, que ellas te harán ver la realidad tal y como es. Te
niegas una y otra vez, así que te enfrascas en un largo y violento intercambio
de golpes. A pesar de las heridas infringidas, ninguno de los dos desiste. Tu
adversario no ceja en su empeño en que lleves esas gafas y tú no consientes que
trate de doblegarte y te imponga hacer algo que no quieres. Finalmente, con los
dos agotados, él logra su objetivo. Tu vida cambia para siempre en un solo
segundo tras “ver”...
Quien haya visto la
película “Están vivos” (The Live en
el original y Sobreviven en
Hispanoamérica)[1], del director John Carpenter, sabrá que esta secuencia que he narrado como
si tú fueras uno de los protagonistas, forma parte de dicho largometraje, y
cuya escena sin duda alguna es recordada por su extensa duración y su mezcla de
surrealismo y humor negro. Siendo considerada de “serie b” por su bajo
presupuesto, y resultando un fracaso de taquilla en su estreno en 1988, poco
tiempo después y hasta el día de hoy, comenzó a considerarse un film de culto por el trasfondo tan real y brutal que nos
presenta de la sociedad, valiéndose de una historia de intriga y ciencia
ficción. Dejó huella en toda una generación –incluyéndome a mí- y sigue
haciéndolo en todo aquel que la visualiza por primera vez, que suele repetir su
visionado más de una vez a lo largo de su vida por el impacto que causa y cómo
refleja nuestro mundo. Si no la has visto, antes de seguir leyendo, te
recomendaría que la visualizaras para que descubrieras por ti mismo las
sorpresas y luego volvieras aquí a reflexionar.
En ella se nos narra
la vida de John Nada –su apellido dice mucho de las intenciones del autor-, que
llega a Los Ángeles en busca de trabajo. Allí escucha al clásico predicador
callejero gritando estas proclamas: “Hay veneno de serpientes bajo sus labios. Su
boca está llena de amargura y maldiciones. Y en su camino, no hay más que ruina
y miseria. ¡No tienen temor de Dios! Ellos han tomado los corazones y las
mentes de nuestros líderes. Han tomado a sueldo a los ricos y poderosos, y nos
han cegado a la verdad. Nuestro espíritu humano ha sido dañado. ¿Por qué
adoramos a la codicia? Están más allá de nuestra vista, alimentándose de
nosotros, nos pisotean para subirse sobre nuestro hombros, desde el nacimiento
hasta la muerte son nuestros dueños. Nos controlan. Ellos son nuestros amos.
¡Despierta! Están cerca de tí, a tu alrededor”.
También escucha una emisión pirata televisiva donde dicen: “Nuestros
impulsos están siendo redirigidos. Estamos viviendo en un estado inducido
artificialmente de la conciencia que se asemeja al sueño. [...] Los pobres y la
clase baja están creciendo. La justicia racial y los derechos humanos son
inexistentes. Ellos han creado una sociedad represiva, y nosotros somos sus
cómplices involuntarios. Su intención de gobernar recae en la aniquilación de
la conciencia. Hemos sido inducidos a un estado de trance. Ellos nos han hecho
indiferentes a nosotros mismos, a los demás. Nos centramos sólo en nuestro
propio beneficio. Por favor, comprenda. [...]. Ese es su principal método de
supervivencia: mantenernos dormidos. Nos mantienen egoístas, nos mantienen
sedados”.
John encuentra empleo
en una obra de la construcción como peón, dada su fortaleza física. La primera
noche, ve a un grupo de personas actuando de forma extraña que entran y salen
de una iglesia cercana transportando cajas, como queriendo ocultarlas. Lo
primero que se nos pasa por la mente es que quizá son terroristas que llevan
explosivos. Y esta idea se refuerza cuando al día siguiente la Policía desaloja
toda la zona a la fuerza y vacía la iglesia, golpeando con virulencia a un
hombre de color y ciego que parece ser el líder de la organización. Como John
no quiere quedarse con la duda del porqué de estos hechos, entra en el local
para ver qué estaban buscando los agentes. Lo único que encuentra es una caja
que está oculta y no se habían llevado. Al abrirla solo hay gafas de sol. La
desilusión que se lleva en ese instante es la misma que la que siente el
espectador. ¿Tanto por unas gafas? Antes de tirarlas, se guarda dos para sí
mismo. Y entonces sucede lo inimaginable que le da una vuelta a todo: al
ponérselas, contempla la ciudad completamente en blanco y negro, como si fuera
una película antigua. Comienza a caminar por la calle y lo que observa llega a
ser terrorífico: muchas de las personas tienen rostros no-humanos.
A su vez, los
carteles de publicidad muestran su verdadera apariencia: donde sin gafas ponía
“Los datos de control crean un ambiente informático transparente”, con ella se
lee “Obedece”. Donde se veía “Ven al
Caribe” con la imagen de una mujer sensual, ahora se lee “Cásate y reprodúcete”. Y así con todos los anuncios: “no al
pensamiento independiente”, “consume”, “obedece”, “confórmate”,
“sométete”, “mantente dormido”, “compra”,
“mira la televisión”, “sin imaginación”, “no cuestiones la autoridad”. En los billetes de dólares, ahora lee las palabras: “Este es tu Dios”.
Los seres humanos,
sin saberlo, están siendo controlados subliminalmente por una raza alienígena
que coexiste entre nosotros pasando completamente desapercibida, ya que tienen
apariencia humana y solo por medio de dichas gafas se puede ver su verdadero
rostro. Desde policías, periodistas y políticos hasta famosos y trabajadores
normales, están en todas las esferas y en todo el planeta. ¿Y si solo él conoce
la verdad? ¿Dónde está la resistencia? ¿Existe acaso? ¿Cuánto tiempo llevan
aquí moldeando y usando a la humanidad? ¿Cómo dar a conocer al mundo lo que
sucede? ¿Quién le iba a creer? ¿Cómo podría parar esta conspiración mundial
cuando ellos están al control y son millones? La angustia que uno comienza a
experimentar a partir de ese momento es muy viva.
Los “otros” descubren
que es capaz de ver la realidad y comienza una cacería implacable contra él.
Logra huir, matando en el camino a varios de estos seres, que ante la opinión
pública son simples personas. A partir de entonces, se emite una orden de
búsqueda y captura hacia John por asesinato. Al día siguiente, busca a Frank,
el compañero de trabajo que le buscó alojamiento. Tras contarle su historia, no
cree una sola palabra y le pide que se vaya. Es ahí donde comienza la pelea
para que se ponga las gafas. Finalmente, al ponérselas, contempla la misma
realidad que John le había narrado con anterioridad. Su sorpresa es mayúscula.
Tras reunirse con el
grupo que había en la iglesia –los rebeldes que conocían la verdad-, descubre
que la manera en que “los otros” logran que no vieran la realidad era por medio
de una señal de televisión, la cual con las gafas eran interferidas. Así que el
objetivo estaba claro: destruir la gigantesca antena que emitía dicha señal. Sin
entrar en más detalles ni en el destino final de Nada y Frank, logran su
propósito y los alienígenas son descubiertos y contemplados tal y como son.
Dicho momento es hilarante.
La película en sí es
una crítica mordaz al sistema de este mundo en el que vivimos, donde se nos
inculca de forma continua valores
consumistas, materialistas, superfluos, sexuales y un largo etcétera. Como vamos a ver con todo lujo de detalles,
los que están en el poder –que no son alienígenas como en la fábula narrada
sino personas como tú y yo- nos controlan, manejan nuestros pensamientos,
convirtiéndonos en sus marionetas. Y todo ello por medio de un instrumento que
usan y que se conoce como “ingeniería social”, que se sirve de todos los medios
a su alcance, principalmente los medios de comunicación.
¿Crees que
tus pensamientos son genuinos y propios?
Cualquier ser humano cree que sus pensamientos son de
su propia cosecha y que sus ideas y valores pertenecen a su mundo personal, en el cual
ha llegado a sus propias conclusiones. La realidad es completamente opuesta: en
la inmensa mayoría de las ocasiones, esas “conclusiones” a las que llega han
sido previamente manipuladas y moldeadas
de forma tendenciosa. Desde todas las esferas –política, social, moral y religiosa- y sin darse cuenta del
proceso que están llevando con él, el individuo está siendo “fabricado” a
imagen y semejanza de lo que promulgan los que están en el poder para que
termine pensando lo que ellos quieren que piense. Y, como he dicho y recalco,
sin que la persona sea consciente del proceso que están llevando con él. Ahí
radica el secreto del éxito. Haciendo un juego de palabras redundantes: está
tan acostumbrada a que la manipulen sin saber que la están manipulando que
sigue dejándose manipular.
Todo esto es un
proceso que comienza en la infancia, toma velocidad durante la adolescencia y
ya está completamente afianzado cuando llegamos a la vida adulta, tanto que no
nos damos cuenta. La información que recibimos –y con ella los valores y las
ideologías- forma parte de nosotros sin que la pasemos por ningún filtro que se
base en la objetividad y en la reflexión personal.
Esta “fabrica” de pensamientos que se injertan de
manera natural en la mente de cada individuo, tiene su origen en las políticas
de los gobiernos y es transmitida en los medios de comunicación generalistas
–es decir, muy conocidos y que manejan grandes sumas económicas y de audiencia-
en forma de propaganda, anuncios, shows,
programas de debate, películas, radio, televisión y prensa escrita. Como
dijo de forma general el célebre cantautor y poeta estadounidense Jim
Morrison (1943-1971), “Quien controla los medios de
comunicación, controla las mentes”. Fue Edward Louis Bernays (1891-1995)
–publicista, periodista e inventor de la teoría de la propaganda y las
relaciones públicas, judío de nacionalidad austríaca y sobrino de Sigmund Freud-
quién desarrolló la propaganda como método de control de la opinión o mente
pública, “quien sentía que el
buen juicio democrático del público ´no
era confiable` así que ´deben ser
guiados desde arriba`”[2].
Como él mismo dijo en
su libro “Propaganda”, publicado en 1928: “La manipulación consciente e
inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento
de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo
oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta
el verdadero poder que rige el destino de nuestro país. [...] Quienes nos gobiernan,
moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas,
son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar. Ello es el
resultado lógico de cómo se organiza nuestra sociedad democrática”[3].
Algunos lo hacen de forma sutil y otros abiertamente.
Esto es lo que, llevado a gran escala, se conoce como “ingeniería social”, la
cual “es un término empleado en un doble sentido. Primero: esfuerzos para
influir actitudes; relaciones y/o acciones sociales en
la población de un país o región. Y segundo: una manera de implementar o
aproximar programas de modificaciones sociales. Ambas acepciones implican
tentativas a gran escala, sea por gobiernos o grupos privados”[4]. En general, lo llevan a
cabo gobiernos, lobbies, multinacionales, empresas privadas y públicas,
organizaciones sociales, religiosas, sectas y otros poderes fácticos.
Para guiarte en un solo sentido –en el que ellos
quieren- usan diversas tácticas para que, a su vez, no hagas caso al que piensa
de manera contraria:
- Ridiculizan al contrario.
- Lo silencian, lo ignoran y lo censuran.
- Sacan sus palabras de contexto.
- No conceden el derecho a réplica.
- Despersonalizan al rival, convirtiéndolo en símbolo
del mal.
- Muestran solo un punto de vista: el propio.
- Lo menosprecian, se burlan y lo muestran de forma
caricaturesca.
- Magnifican los errores ajenos –o al menos hacen
especial énfasis en ellos- y minimizan los propios.
- No hacen autocrítica, y cuando lo hacen es con la
boca pequeña, aprovechando la ocasión para alabarse a sí mismos por su
“humildad” ante el deseo de cambiar y mejorar.
- Cuando ponen imágenes o fotos del adversario, suele
ser en posturas ridículas: bostezando, en actitud chulesca, con la mandíbula
desencajada, con rostros cansados, con un ojo cerrado, como si fuera un meme viviente.
- Apelan a las
emociones, al nervio, al corazón, y lo usan de tal manera que sus palabras
parecen racionales. Esta es una característica de ese término tan de moda: posverdad, que es “la relativización de la veracidad, la banalización de
la objetividad de los datos y la supremacía del discurso emotivo”[5].
Como expliqué en “¿Los cristianos debemos respetar a todas las religiones,
digan lo que digan? ¿Cada uno es libre de creer lo que quiera? ¿Existe más de
una verdad?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/03/11-debemos-respetar-todas-las.html), “la
verdad se basa en los hechos y en la realidad. Por lo tanto, es inmutable.
Citando un solo ejemplo, un árbol no es un animal que habla, ni un tiburón es
una planta. La posverdad –y que se vende como si fuera la verdad- se basa en lo
que creo y en lo que siento, en mentiras, en datos sin confirmar y falsos, en
la subjetividad, en opiniones personales, en sentimientos y emociones, y en lo
que ´me gustaría`. Por eso la RAE define así el término: ´Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y
emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales`.
Solo existe una ´verdad`, pero la ´posverdad` se da por miles de millones,
tantos como pensamientos tiene cada persona que ha vivido y vivirá”.
- Y, por último, prometen un mundo feliz si se
implementan sus postulados, sean sociales, políticos o económicos.
Estos son patrones
que se repiten una y otra vez.
Áreas donde se manipula la realidad
Veamos ahora áreas concretas donde se trata de
condicionar al individuo. Cuando leas alguna noticia o reportaje en la prensa
(en papel y en digital), veas algún programa televisivo, serie, película o
novela, comprueba por ti mismo la forma tendenciosa en que te venden “su
realidad”:
1.
Valores sexuales. Puesto que lo que
se promulga es la liberación en todos los aspectos –especialmente de la moral
judeo-cristiana- el terreno familiar y sexual es uno más. Para llevar a cabo
sus tesis progresistas, los medios hacen un especial énfasis en las
dificultades de conciliar el matrimonio y el trabajo, en formar una familia y
en lo difícil que es tener una relación para toda la vida. Por el contrario, se
exaltan las bondades del sexo sin compromiso, las parejas abiertas, la canita
al aire y el probar la sexualidad con ambos géneros para comprobar con cuál te
sientes más identificado y cuál resulta más placentero.
Visto así, la mente se forma desde muy joven con la
idea de que lo primero requiere un esfuerzo que no merece la pena, y lo segundo
es siempre atractivo a gusto del consumidor y del momento, no exigiendo nada a
cambio.
Lo llamativo es que
nunca hablan de las consecuencias, o al menos no hacen una correlación entre
causa-efecto, como si los efectos de los principios que promueven fueran
independientes: matrimonios y noviazgos destruidos; madres solteras; personas
con profundas heridas emocionales, embarazos no deseados (de los cuales muchos
acaban en aborto), hijos que se crían únicamente con el padre o la madre al
lograr uno de ellos la custodia exclusiva, etc.
2.
Valores éticos. La idea de los
derechos y las libertades personales se anteponen a cualquier tipo de
obligación. Esto se observa con total claridad en el llamado “derecho a
abortar”. Al embrión y al feto no se le considera “persona” ni un ente separado
de la madre, por lo que se vende la idea de que la mujer es libre para hacer
con su cuerpo lo que desee. Los traumas que sufren muchas mujeres y el negocio
millonario que supone para las clínicas abortistas se pasa por alto.
A su vez, se publican artículos donde se señala cuán
“malvadas” son aquellas personas, asociaciones, partidos políticos y grupos
pro-vida que tratan de convencer a las embarazadas de que no aborten y les
ofrecen soluciones y alternativas[6].
De igual manera:
- Se carga contra aquellos que están en contra de la eutanasia y el suicidio asistido. Para
ellos, también es un derecho.
- Se ataca a los que defienden que la educación de los hijos debe depender de la moral y de
las creencias de los padres y no del Estado. La agenda progresista, como
apunta Marcel Garcia, “utilizando
como excusa que ciertas familias son ´machistas` y que no saben educar bien a
sus hijos, y que hay que garantizar la ´libertad` de los menores, el Estado
arrebata los derechos fundamentales y constitucionales de las manos de las
familias, para poder moldear a las nuevas generaciones de forma que en un
futuro le sean útiles al propio Estado”[7]. Un tratado, conocido como Glen Cove +5, de los comités firmado en Ginebra en 2001 –que son los
comités de los Derechos Humanos de Naciones Unidas- dice en uno de sus
párrafos: “Hay que eliminar de las legislaciones nacionales, toda referencia a
los derechos-deberes de los padres en materia de educación, reproducción y
sexualidad de los hijos menores”[8].
- Se acusa a los que señalan las incoherencias de la llamada “ideología de género” y de las leyes promulgadas que atentan contra
de la igualdad entre hombres y mujeres.
A todos estos los denominan
retrógrados, fascistas, misóginos, antifeministas, homófobos y de ultraderecha.
3.
Consumismo/materialismo
Se relaciona el
dinero, la belleza física, un determinado tipo de cuerpo, la abundancia de
ropa, el consumo de determinadas bebidas alcohólicas y la posesión de objetos materiales
(coches, teléfonos móviles, ordenadores, Tablets), con la felicidad y el éxito
personal. Los anuncios de televisión y el marketing imperante son un claro
ejemplo de cómo venden dicha idea como absoluta. En la vida real, esto se
observa en la proliferación de grandes centros comerciales, centros de belleza,
gimnasios y en un uso desmedido de las tarjetas de crédito, muchas veces para
comprar objetos completamente innecesarios. Las tiendas, tanto físicas como
online, se llenan de “promociones” con eslóganes como “oferta exclusiva”, “solo
disponible durante 24 horas”, “unidades limitadas”, “rebajas nunca vistas”.
Todo consiste en crear una necesidad artificial y sentido de urgencia que se
apodere del raciocinio.
Así tienen la sociedad actual: infantilizada y narcotizada con los diversos soma
que, los que manejan los hilos, proporcionan.
Los jóvenes suelen
ser los más afectados, ya que se esfuerzan sobremanera por aparentar bienestar
en las redes sociales, sintiéndose ansiosos o fracasados cuando no alcanzan
estos ideales, llevándoles a la frustración, a estados emocionales de tristeza
y depresión, junto a una pobre autoestima.
4.
Religión/espiritualidad. Aquellos que
pertenecen a una religión –sea la que sea- o poseen ciertas creencias
espirituales, tienen inculcada el principio de “evitar” a toda costa saber del
porqué de las creencias de otras religiones y de otros sistemas de fe. Y, si lo hacen, es con un “experto” a su
lado que les diga qué creer. Eso de
“comparar” y “buscar la verdad” con sensatez por uno mismo, mejor no. Quédate
donde estás y te irá bien, no vayas a enojar a tu Dios y seas condenado. Este
sucede entre católicos, evangélicos, Testigos de Jehová, Mormones, musulmanes,
etc.
5.
Ateísmo. Los ateos promulgan valores
que, según ellos, son absolutos: “Está demostrada la teoría de la evolución”;
“Dicha teoría tira por tierra el concepto de un Ser supremo”; “Todos los
científicos del mundo son ateos”. Y así multitud de afirmaciones que están
llenas de falacias y que buscan la destrucción de la fe judeo-cristiana. Para
ello exponen grandes titulares de científicos ateos y publican entrevistas
donde célebres autores exponen sus ideas, cuyas afirmaciones casi nadie
investiga. También, para desprestigiar a los creyentes, ponen en boca de ellos
palabras que no han dicho (la llamada “falacia del hombre de paja”) o palabras
que sí han dicho pero cuyas personas carecen de conocimiento y yerran. Por último,
publican en primera plana cualquier tipo de escándalo provocado por algún religioso, sea de tipo sexual o económico. En el caso de emitir noticias
falsas, no rectifican a menos que medie una denuncia de por medio.
6.
Distintas vertientes dentro del cristianismo. Entre los propios cristianos, y teniendo en cuenta la cantidad de
“sectores”, “denominaciones” y “corrientes” existentes, muchos de ellos
consideran peligrosos a las que no piensan igual en cada área. El calvinista
avisa a sus fieles que se cuiden de los arminianos. El arminiano avisa a sus fieles
que se cuide de los calvinistas. Los amilenaristas, los premilenaristas y los
postmilenaristas se enfrentan entre sí, tachando de herejes o inconversos a sus
“hermanos”. Lo mismo sucede con los “cesesionistas” y los “no cesesionistas” en
lo que respecta a los dones espirituales.
Es más, todos estos grupos le dicen a sus seguidores
que mejor eviten leer la literatura “del bando contrario”. El creyente pensará
así que está siendo protegido sin saber que le están robando la libertad, la
capacidad de pensar y de llegar a conclusiones por sí mismo.
Luego están aquellos que, efectivamente, creen
herejías que no forman parte de la verdadera teología cristiana: teología de la prosperidad, confesión
positiva, maldiciones generacionales, cartografía espiritual o los conceptos
humanistas sobre el éxito, que se asocia a la bendición de Dios y al pecado
cuando no llega. ¿Qué hacen para salvarguardar su falsa enseñanza? Les
dicen a sus seguidores frases como: “Hazme caso a mí porque los otros no tienen
fe”; “Ellos no creen en el poder de Dios”; “Dios me ha levantado a mí como su
ungido para dejar en evidencia el pecado de los falsos creyentes”; “El Señor me
ha dado una nueva revelación. Créela”; “Nosotros somos parte de los 7000 que no
han doblado su rodilla ante el mundo”; “Recuerda que mejor es la obediencia que
los sacrificios. Así que no pienses. Obedéceme”. Todo eso lo hacen apelando a
textos bíblicos que no tienen nada que ver con su significado real.
7.
La apropiación del término “Iglesia”.
Todos los medios de comunicación, cuando publican alguna declaración de algún
miembro oficial del catolicismo romano (un sacerdote, un obispo o el mismo
“Papa”), comienzan el comunicado así: “La Iglesia dice...”. El resto son
“grupos salidos de...”, “hermanos separados”, “la iglesia luterana” o “sectas
protestantes”. Lo mismo señalan cuando los ateos o los gobiernos seculares los
critican o hacen algo en contra de sus intereses. Entonces el titular es: “Otro
ataque a la Iglesia”[9].
Los medios consideran que la ICR representa la
doctrina oficial que todos los cristianos creen. La verdad es muy distinta. En
un aspecto, la Iglesia está formada únicamente por aquellos que “han nacido de
nuevo”, no por un grupo en concreto que se suscribe a unas siglas. Y en otro
aspecto, a nivel institucional, puesto que sus ideas suelen chocar frontalmente
con la enseñanza bíblica, no se les puede considerar como los paladines del
cristianismo.
8.
Inmigración. En los últimos años, muchos gobiernos están a favor del
multiculturalismo; es decir, un mismo país donde convivan distintas culturas y
religiones aunque sus valores sean completamente opuestos. Lo que el señor
Rodríguez Zapatero llamó Alianza de Civilizaciones. Para inculcar esta idea en
la mente de los nativos de cada país, se ocultan u omiten los delitos cometidos
por extranjeros o sencillamente se sitúan en segunda plana, como si tuvieran
menor importancia que los cometidos por los nacidos en dicha nación. Afirman que mostrar los datos solo trae como
resultado el aumento del odio. Un simple ejemplo –por llamativo- fue el que se
produjo en la Nochevieja de 2015 en Colonia (Alemania). Aunque, en un
principio, tanto la prensa como la Policia trataron de taparlo, la magnitud de
los hechos provocó que finalmente saliera a la luz: 500 casos de agresión sexual, casi todos perpetrados
por marroquíes, argelinos, iraquíes, sirios e ilegales[10].
A aquellos que no
están a favor del multiculturalismo –especialmente cuando tiene que ver con el
Islam y avisan del peligro de la rama salafista-, se les estigmatiza con
expresiones como racistas, xenófobos y fachas, propio de los grupos radicales
de ultraderecha. Meten el mismo saco a los violentos y a aquellos que expresan
sus argumentos con razonamientos –como el control de la inmigración- sin el uso
de la violencia física o verbal. En definitiva, a todos los que no defienden la
ideas de estos gobiernos, se les considera “malvados” y “desalmados”.
En el lado opuesto,
están aquellos medios que presentan a absolutamente todos los inmigrantes como
peligrosos y destructores del bienestar social y no muestran la violencia que
los grupos neonazis cometen contra ellos. Olvidan que el periodismo, en lo que
concierne a los sucesos, debe ser objetivo e imparcial[11]. A base de insistir en “la maldad” de los
inmigrantes, conduce en muchas ocasiones a que, el ciudadano de a pie, rechace
sistemáticamente a todos los inmigrantes, y no haga el esfuerzo de empatizar
con los que buscan una vida mejor, sin pensar en que ellos harían lo mismo si
vivieran en países destruidos o en Estados fallidos donde la violencia, el
asesinato, la hambruna, el tráfico de drogas o la guerra son el pan de cada
día. También cometen el error de no hacer distinción entre “buenos” y “malos”
ciudadanos, ciudadanos que solo desean vivir en paz y aquellos en cuyos
corazones anida el odio, convirtiéndolo todo en blanco o negro, sin colores
intermedios.
Nosotros somos pilas mientras que ellos nos manejan a su
antojo
¿Te das cuenta ahora
cómo influyen en tus pensamientos, moldeándolos y “educándolos”? Creemos lo que
ellos quieren que creamos, y sin necesidad de imposiciones o de caer en
regímenes autoritarios, dictatoriales u opresivos. Ahí está la ironía: que todo
ha sido elegido democráticamente por los propios ciudadanos. Y como las
personas vivimos como pensamos, y pensamos como ellos quieren, vivimos como
ellos quieren. El mecanismo para lograrlo es tan sutil, progresivo y se ha
llevado a cabo durante tantos años, que no nos damos cuenta ni ofrecemos resistencia
de ningún tipo. Nos lo muestran como “deseable”, “agradable”, “positivo”, “lo
mejor para nosotros” y “fuente de felicidad”.
Todo esto, como decía
el señor Morfeo en “Matrix”, es el mundo que ha sido puesto delante de nosotros
para que no sepamos que somos meras pilas
entre millones que alimentan el sistema, el cual funciona como el engranaje de
un reloj. ¿Qué fin buscan los que manejan este
sistema? Es evidente si levantas un poco la cabeza y observas:
1) “Dinero”, puesto
que proporciona unas condiciones de vida extremadamente lujosas y a la que la
persona corriente no puede acceder.
2) “Poder”, puesto
que les llena el ego. La vanagloria les embriaga y adoran el reconocimiento
público. Manejar a las masas a nivel global y al individuo a nivel particular
les hace sentirse mejores, superiores y por encima del resto, como si fueran
especiales siendo parte de la élite.
No son “alienígenas”
con cara de zombies los que manejan este mundo. Son personas de carne y hueso
que se sirven de ti, de tus sueños, de tu facilidad para ilusionarte, para sus
propios intereses. Como dicen en la película: “Ellos son inversores. La Tierra es sólo un planeta
más. Su tercer mundo… Nosotros somos sus recursos naturales. Quieren agotar el
planeta y después marcharse. Quieren convertirnos en seres indiferentes. Desean
eliminarnos. Podríamos ser animales de compañía, podríamos ser comida, pero lo que verdaderamente somos es ganado”.
(Asamblea General de la ONU, uno de los
lugares donde los mandamases del mundo dictan las líneas maestras a seguir por
el resto)
Nos hacen creer que
se preocupan por nosotros, pero no es verdad: ellos mismos son su primera
prioridad. Un ejemplo lo podemos ver en el tabaco. Un gobierno que antepusiera
la salud de los ciudadanos en lugar de los beneficios económicos que percibe a
cambio, prohibiría absolutamente la producción de dicho producto, el cual
provoca enfermedades de todo tipo, muchas de ellas mortales. ¿Qué hacen para
lavarse la conciencia y hacernos creer que miran por nuestra salud? Prohíben
fumar en lugares cerrados para que no afecte a los fumadores pasivos, obligan a
las tabacaleras a que las cajetillas lleven imágenes grotescas de pulmones
ennegrecidos o tumores y, por último pero no menos importante, aumentan el
precio y el IVA, lo que logra el efecto que ellos realmente buscan: el considerable
aumento de la recaudación a base de impuestos a favor del Estado.
Por medio del control del sistema, de la generalización
de ciertos valores, del ocio, del entretenimiento y de nuestra búsqueda
incesante de alcanzar los medios necesarios para vivir (trabajo, casa,
coche, comida y comodidad), ellos se encargan de que tengamos nuestra mente
ocupada –más bien, sobresaturada-, tanto que no haya espacio, tiempo, fuerzas
ni ánimos para pensar ni reflexionar en temas importantes y sin la influencia
de nadie. Así logran que nuestra conciencia esté completamente adormecida. A menor conocimiento, más fáciles somos de
manipular. Nos creemos “dioses” porque pensamos que controlamos
nuestro destino, cuando somos esclavos de la ilusión que ha sido puesta ante
nuestros ojos y a la que llamamos “realidad”. Como vimos en “El Nuevo Orden Mundial: ¿Cómo sabemos que el mundo
está bajo el maligno?” (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/03/10-el-nuevo-orden-mundial-como-sabemos.html), este opio cultural
y social nos tiene embotados.
Gafas o ceguera & Pastilla roja o azul
Con todas las pruebas
aportadas, podemos entender el porqué la inmensa mayoría de la humanidad vive
“en tinieblas”, prestándole importancia a lo presente y no a lo porvenir, a lo
efímero y no a lo eterno.
Si eres de los que
todavía no ha observado la cruda realidad y no has despertado, ahora depende de
ti ponerte las “gafas” y contemplar la verdad tal y como es. Lo contrario es
seguir ciego –aunque creas que ves-, dejando que te controlen bajo una
“democracia” que esclaviza tu ser. Puedes seguir viviendo sin más, luchando por
los propósitos que los que controlan el sistema han programado para la sociedad
o disfrutando de los placeres temporales, como el personaje de Cifra en
“Matrix”, que prefería no seguir viendo “el desierto de lo real” (como lo
describía Morfeo), sino que deseaba volver a ser ciego para así ignorar
voluntariamente la verdad y seguir viviendo una gran mentira que le permitiría
gozar de la parte del mundo que le agradaba. Puedes tener dudas, como Neo ante
el dilema de tomar la pastilla azul o la roja. Y recuerda la pelea entre los
dos amigos de “Están Vivos”, que refleja claramente la metáfora: a pesar de la
insistencia de uno de ellos, el otro no quería ver, de ahí su resistencia a
ponerse unas sencillas gafas de sol, ni siquiera recibiendo puñetazos. Por eso
el intercambio de golpes fue tan largo.
Ahora eres tú quién decide: gafas sí o gafas no. Pastilla azul o pastilla roja.
[1] Inspirada en el relato corto “Eight
O’Clock in the Morning” (A las 8 en punto de la mañana), de Ray Nelson en 1963,
historia que a su vez fue adaptada al cómic por Bill Wray en 1986, con el
título de “Nada”.
[3] https://www.infobae.com/sociedad/2016/09/03/propaganda-el-manual-del-sobrino-de-freud-que-enseno-a-manipular-la-opinion-publica/
[7]
AGENDA: Los derechos sexuales de los menores. https://www.youtube.com/watch?v=U_pB9m2kVAc
[8] https://www.youtube.com/watch?v=STGAbVafWwA
Vídeo publicado originalmente en el canal HMTelevisión el día 17/02/2015:
Marcando el norte: Hay que crear un hombre nuevo https://www.youtube.com/watch?v=8qo8y2uaAQc.