Esta sección del blog está
dedicada a mostrar “la otra cara de la moneda” en cuestiones que, por norma
general, únicamente se muestra una de ellas.
Jesús entró en Jerusalén montado en un pollino de asna mientras que
las multitudes “tomaron ramas de palmera
y salieron a recibirle, y clamaban: !!Hosanna! !!Bendito el que viene en el
nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Jn. 12:13). En la actualidad, esta misma escena habría sido muy
diferente. Un periodista imparcial la narraría así:
“El burro que llevaba a Jesús comenzó a
rebuznar nervioso porque los miles de flash de los teléfonos móviles y tablets
le cegaban. Mientras que los verdaderos apóstoles no querían ningún
protagonismo y se echaban a un lado, otros que se consideraban los ungidos de
Jehová –pero a los que Jesús no conocía- desfilaban con guardaespaldas y coches
blindados decretando todo tipo de bendiciones económicas y de prosperidad, al
mismo tiempo que recibían el diezmo y las ofrendas de los asistentes para
recibir sanidad. La policía urbana tuvo que situarse entre el llamado Hijo de
Dios y las multitudes, puesto que éstas se peleaban tratando de acercarse al
Maestro para hacerse un selfie. Mientras tanto, chicos y chicas adolescentes
venidos de todo el mundo gritaban hasta quedarse afónicos y lloraban
desconsolados rogando por un autógrafo en sus camisetas. Los servicios
sanitarios tuvieron que atender a muchos de ellos, presos de diversos desmayos
tras estar varias horas brincando al son del estribillo ´salta, salta, salta
para Cristo`, que resonaba en veinte altavoces de mil megavatios de potencia
cada uno. El evento atrajo a varias cadenas de comida rápida que recaudaron
millones de dólares. También se vendieron incontables llaveros, pins, cd´s y
pósters conmemorativos, dinero que fue usado a posteriorí para comprar nuevos
instrumentos musicales y cámaras de video. ¿Biblias? Tres en total y de
diversos colores, que fueron olvidadas en los asientos. Los más felices eran
los dos ganadores del sorteo, que se llevaron como premio un crucero de
´avivamiento` por las Islas Caimán. Una vez finalizado el entretenimiento, cada
uno de los asistentes siguió su camino y se marchó a casa sin ningún cambio
apreciable, aparte de la euforia del momento y de las fotos hechas para
subirlas a Instagram. Por su parte, la presencia de Jesús fue ignorada a los
pocos minutos de su entrada en la ciudad santa”.
El que tenga un mínimo de imaginación,
habrá entendido perfectamente la ilustración y cuán
real es su triste extrapolación a parte del “cristianismo” contemporáneo.
Reallity show
Menos mal que el plan y la voluntad
soberana de Dios se cumplió a la perfección, y nació en el momento que Él había
prefijado, como atestiguan las profecías del Antiguo Testamento. De lo
contrario, habrían querido envolverlo en todo esto y hacerlo partícipe de un reallity show, de la misma manera que en su época quisieron hacerlo rey y alejarlo
de la cruz.
¿Cómo hubiera sido esa
telerrealidad en el siglo XXI?:
- Entrevistas en directo con los
apóstoles, con preguntas como: “Pedro, ¿te pareció bien
que Jesús sanara a tu suegra?”.
- Debates acalorados a altas horas de la
madrugada donde participarían fariseos, sauduceos, miembros
del Sanedrín y centuriones romanos. Y, en ocasiones especiales, invitados como
Herodes y la esposa de Poncio Pilatos. Entre el público, algún esclavo.
- Visita guiada por el museo de
Jerusalén, donde estaría expuesto el pez disecado del cual Jesús sacó la
moneda.
- Las mismas cadenas de televisión le
habrían entregado a Judas las 30 monedas de plata para aumentar la audiencia.
- Jesús
sanando a los leprosos: imágenes a cámara lenta con una gopro en 3D, cinco mil repeticiones de la secuencia y desde
cincuenta ángulos diferentes, incluyendo “a vista de dron”.
- Catadores de vino en las bodas de Caná para
que comprobaran la calidad del mismo tras el milagro.
- Casting para elegir a los 12
apóstoles. Por
supuesto, todos los candidatos estarían formados por adinerados, modelos,
actrices famosas, cantantes y universitarios exitosos.
- Serie de televisión de más de mil
capítulos narrando las vivencias diarias de Juan en su destierro en la isla de
Patmos.
La
realidad presente
Todo esto –que suena a broma- es parte
de la realidad que se ha instalado en el cristianismo en las últimas décadas en
otras formas. Una Iglesia que, en lugar de impactar al mundo, se está
disolviendo en él adoptando sus modas, aceptando ideologías y costumbres de la
sociedad imperante: matrimonio homosexual, normalización del divorcio y del
yugo desigual, consumo de alcohol, tatuajes, piercing, formas de vestir
desinhibidas, asistencia a discotecas y clubs nocturnos, etc. Ante estas cuestiones, sus defensores argumentan que lo que Dios mira realmente es
el corazón o que hay asuntos más importantes sobre los que discutir y que nos
dediquemos a predicar el mensaje de salvación y punto.
En muchos lugares que tienen la
coletilla de cristianismo, ya ni siquiera se presenta a Jesús como el único
camino para ir al Padre (cf. Jn 14:6); también tienen cabida lo bueno de
diversas filosofías orientales o religiones como el Islam, donde lo importante
es ser honesto con uno mismo y las creencias personales.
Por otro lado, basta con asistir a
alguna mega-iglesia, ver infinidad de vídeos en youtube, canales como “Enlace”
y centenares de libros donde se presenta a los “ungidísimos por el Señor” (a
los que por supuesto no se puede juzgar), que lo único
que hacen es esparcir puro veneno motivacional con su confesión positiva, donde:
- No paran de decretar –como si Dios estuviera
al servicio de los seres humanos- y llaman al resto a hacer lo mismo. ¿Tienes
una muela picada o juanetes? Declara a pleno pulmón y sin cesar que todo queda
sanado, mientras que atas al diablo y dejas caer en la canasta un billete,
cuanto más grande mejor.
- Establecen la jerarquía piramidal,
donde lo que diga el pastor hay que obecederlo sin rechistar ya que tiene
conexión directa con el cielo, al contrario que tú, cuya señal de radio está
llena de interferencias.
- Expanden la teología de la prosperidad, que, curiosamente, únicamente es para un
selecto grupo. ¿Y para el resto que son pobres? ¿Y si es tu caso? No te
preocupes. El año que viene vendrá la gran cosecha... y si no, el año
siguiente.... y si no, el siguiente. Y si tarda es porque estás en pecado o te
falta fe...
- Ofrecen sanidades que parecen hechas
por el médico que aparece en Los Simpson, junto a lluvia de bendiciones (polvo de oro y diamantes, etc), bailes de
todo tipo, musica atronadora y vacía de contenido bíblico pero que hace vibrar,
etc.
Todo lo descrito –con un buen toque de
sarcasmo-, es la pura realidad que se observa en demasiadas iglesias locales, cuyos
tronos están ocupados por lobos con
piel de cordero (como describimos en El verdadero lobo: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/11/el-verdadero-lobo.html).
Han convertido el evangelio en un espectáculo
lamentable al estilo de “Los Juegos del Hambre”: diversión para algunos y
sufrimiento para el resto que no se someten a sus postulados y están fuera de
onda. Gracias a Dios, muchos hermanos se están dando cuenta de estas y otras
falsas doctrinas, y se han alejado de ellas como de una explosión: corriendo.
La
distorsión de la realidad
Amplios sectores del cristianismo –partiendo
en su origen desde el continente americano en el siglo pasado y que ha sido exportado
al resto de continentes- se han dejado arrastrar por muchas modas en las
últimas décadas: evangelio distorsionado y mercantilizado, conciertos
pirotécnicos que se presentan como si fueran “darle la excelencia a Dios”
(aunque nada de esto venga en la Biblia) –en cuya logística se invierten
cantidades de dinero que podrían aprovecharse para verdaderas necesidades de la
sociedad y que provocan vergüenza ajena-, bailes inmundos, paganismo extático,
doctrinas de procedencia demoniaca que se enseñan como si vinieran del cielo
(escobas, trapos, gasolina, agua y aceites, todo esto “ungido” por el profeta
de turno), exaltación y adulación de pastores, predicadores y cantantes estrellas, etc.
No ha sido la sociedad caída que
gobierna este mundo quien ha llevado a cabo este cambio en la esencia
cristiana; han sido ellos solitos. Han creado una nueva religión de diversión
donde lo que se busca es el paroxismo. Literalmente, viven en un mundo de
fantasía. Eso sí, cuando vienen los problemas se estrellan contra la realidad y
todo se desmorona. Algunos incluso pierden la fe. Y todo por manipular las
Escrituras y alejarse de la sencillez mostrada en ella. ¿Por qué han confundido
y embaucado a tantas personas sinceras y genuinamente cristianas? Sencillo de
explicar:
- Muchas de sus doctrinas esenciales son correctas
(Trinidad, Encarnación de Cristo, etc.).
- Llevan a cabo grandes obras sociales.
El problema reside en que sutil y
paulatinamente ha habido un proceso de sincretismo con el gnosticismo y otras
religiones, al estilo del que llevó a cabo el catolicismo romano a partir del
siglo III con el paganismo. Esta mezcla de verdad y de mentira se ha
fusionado de tal manera que hace difícil en ocasiones separar la una de la
otra, recordando en gran manera a la iglesia de Pérgamo y Tiatira, las cuales
eres leales a Cristo, tenían obras, amor y servicio, pero, a la vez, toleraban
herejías (cf. Ap 2:12-29).
Los
selfies y la
cultura del postureo
A título individual se ha llevado todo
esto un paso más, y lo que más se observa es el llamado postureo. Este es, ni más ni menos, que aparentar una imagen en
todo momento de felicidad, alegría, euforia y llenura emocional, destacando
especialmente las actividades que uno lleva a cabo. Una especie de carpe diem sin fin. Podemos verlo en este corto
titulado “A social life” (https://www.youtube.com/watch?v=GXdVPLj_pIk).
Esta moda –por llamarla de alguna manera- se ha infiltrado en la mentalidad de
muchos cristianos, especialmente entre los jóvenes inseguros, con complejos de
inferioridad o poca estima propia, y con deseos de ser amados. Para esto no hay
nada mejor que llamar la atención sobre uno mismo y mostrar:
- “qué espiritual soy”.
- “qué grandes obras
hago”.
- “cuán entregado
estoy”.
- “cómo oro y
adoro”.
Esto se consigue inmortalizándo el
momento con fotografías para que el mundo pueda verlas en Internet. Todo esto
rezuma altas dosis de vanidad, orgullo y vanagloria, la cual “no proviene del Padre, sino del mundo”
(1 Jn. 2:16). Viene a ser el equivalente a esa práctica tan extendida entre la
población y que les termina obsesionando: subir una foto luciendo una cara
bonita y/o tipazo –sea hombre o mujer- para que el resto los piropee. La
realidad que suele darse es lo que esconde: a mayor cantidad de fotos
exhibicionistas, mayores son los complejos que oculta la persona.
¿Se imagina alguien a Jesús haciéndose
un selfie con los leprosos, mientras
leía el libro de Isaías, cuando se transfiguró, u orando en el huerto de
Getsemaní? Bueno, pues algunos lo hacen rodeados de personas
enfermas y pobres, mientras que otros cuando leen la Biblia u oran para que el
prójimo los vea. ¿Se imagina
alguien a Eliseo grabándose en video mientras hacía flotar el hacha? ¿Entra en
nuestra mente la imagen del ángel Gabriel haciéndole una foto al arcángel
Miguel mientras éste adoraba y subiéndola al face-celestial para que el resto de ciudadanos del cielo se
maravillara? ¿Nos podemos imaginar
igualmente a Pedro haciéndose un selfie
mientras se hundía en el agua y, segundos después de ser rescatado por Jesús,
colgándola en las redes sociales? Hubiera logrado miles de “me gusta” e
infinidad de comentarios espirituales y grandilocuentes: “Grande hermano Pedro,
el Señor te ha bendecido. Eres un coloso entre los grandes”. Otros se habrían
burlado y los insultos habrían comenzado a llover: “Tu fe es débil Pedro.
Estuviste a punto de ir al infierno por toda la eternidad”. El pobre apóstol no
habría dormido esa noche pensando en las opiniones de los dos polos opuestos.
Su estado emocional se hubiera visto afectado para bien o para mal.
Puede sonar cómico, pero basta con mirar
atentamente para comprobar cuán cierto es. Se puede ver día tras día en las
fotos que se ven entre los cristianos, y que ellos mismos hacen o les hacen:
primerísimos planos mientras toman la Santa Cena, con los ojos cerrados y los
brazos levantados mientras cantan, líderes y pastores
con rostros serios y miradas profundas predicando desde el púlpito, cantantes
que llegan a los llamados “conciertos cristianos” como si fueran rockeros,
misioneros con pobres descalzos y medio desnudos mientras les dan un paquete de
arroz o una limosna, etc.
La
humildad de corazón y la sencillez
Aunque prefiero vivir el momento,
disfrutar de él y guardar el recuerdo en el corazón –puesto que ahí no se
borra- no tengo nada en contra de las fotografías per se, pero el postureo cristiano no es
correcto ni sano. ¿Quieres que te hagan fotos y hacerte selfies? Hazte todos los que quieras: subiendo a
un árbol, de paseo con tus amigos, tomando un helado gigantesco, en una boda o
en alguna celebración familiar, pero no
mezcles esa parte de tu vida con las
acciones puramente espirituales, que son para el reino de Dios y Su gloria,
dejando también esa ofuscación de querer llamar la atención sobre ti mismo.
Me encontré en Internet un montaje en forma de gif
animado de varios actores donde todos asentían mientras aparecía la frase: “¿Y
si hacemos buenas obras sin tomarnos selfies?”. Es una buena pregunta para
reflexionar.
¿Recuerdas estas palabras de Jesús?: “Y cuando ores, no
seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y
en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su
recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:5-6). Es lo mismo que Él hacia: se apartaba para
orar a solas.
Deberíamos grabar a fuego esas palabras
puesto que son igualmente aplicables a muchas otras esferas de nuestra vida
como creyentes: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante
de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa
de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por
los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des
limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt. 6:1-4). Tenían el aplauso de los hombres pero no el de Dios.
¿Un gran ejemplo para nosotros?: el de la
viuda que ofrendó (cf. Mr 21:1-4). Nadie se percató de ella y nadie la alabó,
excepto el que tenía que hacerlo: Jesús. Es quien debe mirarte, no los demás.
Él mismo se guardó de convertir sus
milagros en un espectáculo de masas como si fuera un circo. Sus acciones
sobrenaturales tenían el propósito de respaldar sus palabras e identidad, pero
en ocasiones –a pesar del reproche de sus hermanos-, las llevó a cabo en la
intimidad y sin deseo de que se diera a conocer tal acción, como cuando
resucitó a la hija de Jairo: “Mientras
él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu
hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo
que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. Y vino a casa
del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y
lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña
no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la
madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo:
Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña
se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. Pero él les mandó mucho
que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer” (Mr. 5:35-43).
Es lo mismo que hizo con el sordomudo tras sanarlo: “Y tomándole aparte de la gente [...] Y les mandó que no lo dijesen a
nadie” (Mr. 7:33, 36).
¿Quiénes
somos nosotros? ¿Para quién es la gloria?
A todos aquellos que sienten esa
imperiosa necesidad de darse a conocer o temen que si no lo hacen son
invisibles, el mismo Pablo les habla muy claro: “¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales
habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté,
Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el
crecimiento” (1 Co. 3:5-7).
Es cierto que no hay nada más grande que
dar a conocer la obra de Dios en nosotros. Es lo que Jesús le dijo al
endemoniado gadareno tras ser liberado: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes
cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán
grandes cosas había hecho Jesús con él” (Lc. 8:39).
Pero cuando alguien se cree algo y busca el reconocimiento o los aplausos, está
olvidando que es un servidor de Dios y, literalmente, está usurpado Su lugar.
Es ruin y moralmente reprobable usar al Altísimo y Su obra para el propio
enaltecimiento, cuando el propósito debe ser poner las miras en lo alto: “Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5:16).
Algunos tienen miedo al pensar que su
trabajo no tiene valor si no es reconocido. De ahí que se afanen en que les
conozcan. Si ese es tu pensamiento, ten presente la historia de Jesús con los
diez leprosos: aunque solo uno se lo agradeció, sanó a los diez. La obra estaba hecha, independientemente de
que fuera correspondido o no. Si era Dios y logró 1 de 10, ¿qué pasará con nosotros
que no somos ni remotamente perfectos? Puede que 0 de 10. Así que no te extrañes
si nadie agradece tus obras, pero toma el mensaje de Pablo y aprópiate del
mismo: “No nos cansemos, pues, de hacer
bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gá.
6:9). Ese “a su tiempo” en ocasiones puede ser en esta vida, pero casi siempre
se producirá –sin duda alguna- en el cielo.
¿Qué sentido tiene las maneras de actuar
que hemos señalado como erróneas? ¡Ninguna! Son áreas en las cuales muchos
creyentes tienen que revisar y reflexionar para despertar, aunque eso suponga
nadar contracorriente. Esto incluye también a las
iglesias locales que se mueven por estos principios y que deben reeducarse,
aunque eso les suponga no ser tan prestigiosas.
Gran verdad muy pura y verdadera!!
ResponderEliminarMe ha encantado tu artículo, Jesús.
ResponderEliminarHas tocado el tema de la vanidad, que actualmente corroe las vidas de muchas personas... Y me he acordado del mensaje del Señor Jesús a la iglesia de Laodicea: «Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.» (Ap 3:17-18 RVR1960).
Sin Él, somos simplemente nada.
Gracias por el artículo, Jesús.
Gracias a ti por tus palabras y por leerlo.
EliminarY sí, lo que apuntas de la iglesia de Laodicea es real como la vida misma. Se ha pasado del "cristocentrismo" al "egocentrismo". Aunque le añadamos la coletilla de espiritualidad es pura vanidad.
Un abrazo.
Saludos muy buenos tus líneas, reflejan una gran verdad, comparto tu opinión sobre el postureo en cuanto a la obra del cristiano, fotos, videos de predicadores para ser vistos por los hombres, me recuerdan a los fariseos, Mateo 6: 4; 6-8; 18. Vanidad y añadiría irreverencia en la adoración al estar más atento a tomar fotografías y grabar que a oír; no imagino la adoración celestial en Apocalipsis 4 en fotografiada por Juan, todos estaban adorando atentos en darle la gloria y la honra al que está sentado en el trono. Si al predicar, visitar enfermos o cualquier otra actividad tomamos evidencia para ser vistos de los hombres fariseísmo puro, prefiero decir como Lucas 17:10 Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hace, hicimos.
ResponderEliminarGracias por escribir y por leer el artículo.
EliminarLa verdad es que es triste el "postureo" que se observa en demasiados lugares, siendo una de las nuevas modas que del mundo ha pasado a la iglesia. Cada vez que la sociedad caída se saca algo de la manga, la cristiandad lo adopta. Espero que despierten aquellos que se hayan dejado llevar por esta nueva corriente.
Saludos. DTB.
Has tocado un tema que es una realidad en nuestros días pero gracias a Dios todavía quedan iglesias sanas y cristianos fieles, trabjando para el señor y nadie sabe que existen.
ResponderEliminarPor supuesto. Lo uno no quita lo otro, siempre existen las dos caras. Muchas gracias por comentar. DTB.
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