El
famoso autor cristiano C. S. Lewis dijo: “En lo que se refiere a los
diablos, la raza humana puede caer en dos errores iguales y de signo opuesto.
Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, en creer en los diablos, y
sentir por ello un interés excesivo y malsano. Los diablos se sienten
igualmente halagados por ambos errores, y acogen con idéntico entusiasmo a un
materialista que a un hechicero”[1]. A estos dos peligros habría que añadirle uno más:
el cambio de imagen y el nuevo lavado de cara. Han sido muchas las representaciones que se han hecho de
él: con forma de carnero, con piel rojiza, con cuernos de cabra, con una
cola acabada en forma de flecha, con dientes afilados como los de un vampiro y
portando un tridente, etc.
Tras el estreno de la serie americana Lucifer nos encontramos con un cambio
absoluto de paradigma del susodicho personaje. Dicho programa de televisión podría
resultar hasta cómico si no fuera porque muestra una imagen esperpéntica y
distorsionada del verdadero diablo descrito en la Biblia, hasta el extremo de
hacerle ver finalmente como alguien bondadoso, con capacidad de redención y con
un carácter simpático y glamuroso. Esa es la manera en que ha evolucionado
desde la antigüedad hasta el presente la percepción de este
querubín (cf. Ezequiel 28:14), donde la
sociedad ha pasado de hacerle demasiado caso a no hacerle ninguno, y
finalmente a reírle las gracias.
Esta
“transformación” ya ha sido apuntada en las últimas décadas en diversas películas, como en la comedía Al diablo con el diablo (interpretado
por una mujer, Elizabeth Hurley) y en Pactar con el diablo (Al Pacino). También podemos verlo en anuncios
donde se promocionan diversas marcas de bebidas alcohólicas, que muestran el
infierno como una macro-discoteca donde la fiesta no tiene fin. En ella suena
música electrónica mientras que todo el mundo baila o se divierte a su manera, al
mismo tiempo que el atractivo dueño de la sala –el diablo- observa a la
multitud desde su sala vip vestido
elegantemente de Prada y Armani, sentado en un amplio sillón y
rodeado de varias mujeres despampanantes, mientras bebe el mejor whisky del
universo.
Es
evidente que a un verdadero cristiano –con conocimiento real de las Escrituras-
lo que se diga o deje de decir de él no le afecta y sabe discernir fácilmente
lo real de lo falso respecto a este Ser.
Pero a los que no lo son, si ya de por sí no suelen creer en su existencia
(aunque cuando ven películas de posesiones, exorcismos y casas encantadas –tan
de moda en la actualidad- se quedan pensativos), este nuevo perfil dicharachero
y simpático del diablo les alejará aun más de la verdad.
Por
otro lado, al analizar esta cuestión aparentemente sin importancia, los
creyentes vemos que este ángel caído sigue ahí entre bambalinas, engañando a la
humanidad de distintas maneras a lo largo de la historia y buscando como león
rugiente a quien devorar (cf. 1 Pedro 5:8).
Una pequeña descripción
“En el comienzo, el ángel Lucifer fue
expulsado del cielo y condenado a gobernar el infierno por toda la eternidad.
Hasta que decidió tomarse unas vacaciones”. Con estas palabras comienza este show televisivo.
¡Menuda bofetada a la teología bíblica la idea de que el diablo gobierna el
infierno!
Teóricamente,
la serie de televisión iba a ser la adaptación del cómic del mismo título
guionizado por Mike Carey y publicado por la editorial Vértigo –dirigida principalmente
a un público adulto- pero aunque toma ideas del mismo, está muy alejada del
tono y de la trama original. El cómic en sí merecería otro artículo y dejo
abierta la opción de hacerlo en el futuro, pero centrémonos en la serie
televisiva.
Satanás
vive ahora en Los Ángeles (Estados Unidos), donde es dueño de uno de los clubs
nocturnos más prestigiosos de la ciudad, el Lux.
Entre sus posesiones más valiosas se encuentra un espectacular Chevrolet Corvette
C1 del 62 (información facilitada por un amigo, cuyo hijo es todo un experto en
coches). Allí trabaja también Mazikeen, una diablesa que junto a él se marchó
del infierno hace cinco años y viene a ser su protector. Fue ella la que le
arrancó las alas, a petición de él, quien tiempo después las quemó.
Podemos
ver que viste elegantemente, es seductor, presuntuoso, promiscuo, bisexual,
fumador, con un retorcido sentido del humor bastante negro, y canta y toca el
piano extraordinariamente bien. Entre sus cualidades
sobrenaturales, destaca su capacidad para que los seres humanos revelen sus
deseos más ocultos.
Tras
ayudar a la inspectora Chloe Decker a resolver varios
crímenes, es nombrado por la capitana como Asesor Oficial Civil de la Policía.
El Lucifer de la serie Lucifer y el Lucifer de la Biblia
La
imagen externa que nos ofrece el protagonista es un simple reflejo de lo que
anida en su interior: ególatra, narcisista, egocéntrico y cínico. Resultan
sumamente llamativas sus palabras y cómo lo describen quiénes interactúan con
él. Veámoslas y analicemos qué dice la Biblia al respecto:
- No
tiene problemas en decirle a todo el mundo que es el diablo, pero nadie le
cree. Es como una burla sarcástica a la realidad de nuestro mundo caído, donde
son pocos los que creen en su existencia y sucede justo lo contrario, donde “el mejor truco del diablo fue convencer al
mundo de que no existía”, como bien dijo el poeta francés Charles
Baudelaire (1821-1867).
- Tiene
la desfachatez de decir que Dios no tuvo fe en él. ¿Acaso olvida el
guionista de esta infame serie que Dios sí tuvo fe en Lucifer Morningstar (Estrella de la mañana) puesto que lo
creó como un querubín grande, protector, lleno de sabiduría y acabado de
hermosura, al que puso en el santo monte por donde se paseaba? (cf. Ezequiel
28:12, 14). Si eso no es tener fe...
- De
manera surrealista, culpa a Dios de su desdicha. Adán culpó a Eva de su propio pecado; Eva
culpó a la serpiente de su propio pecado; el diablo culpa a Dios de su propio
pecado. La misma excusa de siempre para eludir la responsabilidad sobre los
propios actos, con el falaz argumento de la supuesta falta de libre albedrío.
-
Sentencia una y otra vez que él no eligió ser denostado, que fue
“su padre” (Dios) el que eligió que pasara la eternidad en el infierno y que él
no es malo sino el que inflige dolor a los malos. ¿Acaso ha olvidado sus propias palabras? Si es así, se
las recordamos: “Tú que
decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de
Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados
del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14). Por querer suplantar a Dios, por el
enaltecimiento de tu corazón a causa de tu hermosura, por corromper tu
sabiduría a causa de tu esplendor, por la multitud de tus maldades y pecados,
te expulsaron del cielo y fuiste derribado hasta el Seol, a los lados del
abismo (cf. Isaías14:15; Ezequiel 28:15, 17, 18).
La inspectora
Chloe le dice que él hace favores por el poder,
puesto que así se siente superior, con el control. Y que es adicto a crear el
caos sin importarte las consecuencias: “Es
como si tuvieras un complejo de Dios”. Esto sí coincide plenamente con la realidad
bíblica.
- Dice
que no miente pero que no siempre dice toda la verdad. Pura malicia que
coincide con la realidad vista cuando tentó a Jesús en el desierto: “Entonces el diablo le dijo: Si eres
Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole,
dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de
Dios. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los
reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la
gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si
tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete
de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo
servirás. Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus
ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, En las manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra. Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho
está: No tentarás al Señor tu Dios” (Lc.
4:3-12). La realidad es que las medias verdades son
igualmente mentiras, y más si cita las Escrituras según le conviene.
A pesar
de que dice no soportar a los mentirosos y charlatanes, él es el primero de
todos. Igualmente, lo vemos una y otra vez ejercer de tentador. Por
ejemplo, a un joven virgen le incita para deje de serlo con una chica que le
gusta: “La deseas, ¿por qué resistirte?”.
Por eso el Maestro dijo de él: “Ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44).
-
Sorprendentemente –y absurdo en grado extremo-, Lucifer acude a terapia con
una psicóloga que también se acuesta con
él. Según ella, lo que le pasó a Lucifer fue injusto, así que le dice que su
verdadera pretensión al vivir entre los humanos es reinventarse, lo cual él
niega al principio: “¿Por qué cambiar la
perfección?”. Ella, Mazikeen y Amenadiel apuntan en la misma dirección: está
cambiando pero no saben la razón, aunque ésta es evidente, que no es ni más ni
menos que el aprecio que siente hacia la inspectora Chloe. Ante esta
transformación, Amenadiel se queda desconcertado al comprobar que Lucifer salva
una vida humana y no por motivos
egoístas, e incluso la misma psicóloga dice de él que “no solo disfruta castigando a los malos, sino que ha empezado a buscar
justicia para los buenos”. Lucifer no tiene más remedio que
aceptar que se siente bien cuando hace el bien.
De
manera opuesta, la Biblia nos dice que este “acusador” no es el que hace el
bien sino el que acusa a los creyentes de día y de noche (cf. Apocalipsis
12:10).
- Lucifer
afirma que Dios perdona a todo el mundo menos a él. Sin embargo, vemos en la
Biblia que desde su rebelión hasta la escena con Jesús en el desierto pasaron
miles de años y en ningún momento hubo arrepentimiento por su parte, sino todo
lo contrario. Y sabemos que no lo hará por todo lo descrito en el libro de
Apocalipsis, ya que Dios conoce el futuro. Así que la opción del perdón queda
descartada por su propia maldad, tan grande que arrastró con él a la tercera
parte de los ángeles (cf. Apocalipsis 12:4). Fue él quien eligió libremente
revelarse contra su Creador, al igual que las personas que rechazan
voluntariamente a Cristo y su salvación.
He
buscado y rebuscado en Internet pero no he encontrado el ejemplar que leí hace
muchos años en un periódico (concretamente en El Mundo) donde una pequeña secta que había en Israel le “rezaba”
a Dios para que perdonara a Lucifer. Según ellos, el día en que eso ocurriera se acabaría el mal
en el mundo. Como hemos visto, el diablo ni se ha arrepentido ni se va a
arrepentir, así que dicha petición no tiene ni pies ni cabeza. Lo llamativo de
la serie de televisión de la que hemos hablado es que pregona ideas similares a
la de esa secta. Curioso...
¿Lucifer castiga como juez en el infierno?
Amenadiel (¡?!), un ángel de color y carnal –y digo carnal puesto que tiene relaciones sexuales con la diablesa-, trata
de convencerlo de que regrese al infierno, ya que allí está su lugar para
juzgar quién recibe castigo y cómo, aparte de impedir que las almas condenadas
escapen de dicho lugar. Cansado de la labor que realizaba y de sentirse
predestinado por Dios para esa labor –aunque Lucifer dice que no le gustó cuando su padre le obligó a
hacerlo pero que bajo sus propias condiciones le resultaba una delicia-,
rechaza volver y ejercer dicha labor.
La
psicóloga trata igualmente de persuadirlo de la necesidad del trabajo que
desempeña Lucifer: “Dios no te expulsó
del cielo porque estuviera enfadado contigo. Dios te echó porque necesitaba que
llevaras a cabo su tarea más difícil; fue un regalo”. Ante lo que él contesta:
“¿Un regalo? Me apartó, me denigró, me
convirtió en un torturador. Pasé eones proporcionando paz a los mortales para
luego torturarlos. Durante toda la
eternidad evocarán mi nombre para representar toda su depravación. Ese fue el
regalo que mi padre me hizo”. Ella vuelve a replicar: “Fue un acto de amor, porque eres su hijo predilecto, Samael (“el
que ilumina”). Eres su ángel caído. Pero
cuando un ángel cae, también se alza. Lo único que tienes que hacer es aceptar
todo lo que eres”.
De jovencito vi la
famosa película Ghost, más allá del amor.
En ella, Patrick Swayze era
asesinado pero decidía no irse todavía al cielo para proteger a su novia Demi
Moore. Y recuerdo que había una escena que me daba auténtico pavor: cuando una
persona malvada fallecía, aparecían los espíritus inmundos –que emitían unos
aullidos aterradores- para llevarse el alma del difunto al infierno.
Cualquiera
que conozca mínimamente lo que la Biblia enseña al respecto, sabrá
perfectamente que esa representación como la que a su vez describen en la serie
Lucifer está muy alejada de la
realidad. Los demonios no se llevan a nadie al infierno. Tampoco el diablo está
sentado en el infierno como si fuera un Juez esperando a los condenados para
imponerle castigos que ejecutarán y disfrutarán los demonios. La realidad es completamente opuesta.
El
verdadero infierno es el lugar “preparado para el diablo y sus
ángeles” (Mateo 25:41). Hay
otros “ángeles” que
pecaron Dios que los arrojó “al infierno
y los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al
juicio” (2 Pedro 2:4). Allí,
tanto los seres humanos condenados, como Lucifer, la bestia, el falso profeta y
el resto de demonios, recibirán el castigo correspondiente: la separación eterna respecto a Dios, y con
ello el llanto y crujir de dientes (cf. Mateo 13:50), en
el lago de fuego y azufre, donde “serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10).
Así que del concepto de una
sala de fiesta donde ser sirven deliciosas bebidas alcohólicas, llena de
hombres y mujeres hermosas, no queda nada de nada. Tampoco de esos demonios que
se lo pasan en grande torturando a los humanos.
¿Continuará?
¿Qué
deja en el aire la primera temporada para su continuación? Aparte de que la madre de Lucifer (¡¡¿what?!!) se ha escapado del infierno y de la revelación sobre
quién es realmente la inspectora Chloe (la única a la que no le afecta los poderes de Lucifer), lo más llamativo es
lo que se deja vislumbrar en uno de los capítulos: un cura del que se hace
amigo, antes de morir le viene a decir que Dios tiene un plan para él lleno de
esperanza. Aunque no sé qué nuevos caminos transitará la serie y me puedo
equivocar, hasta ahora se puede deducir que finalmente Lucifer se redimirá y
volverá al cielo puesto que ese era el plan de Dios desde el comienzo.
No creo
que después de haber leído todo esto sigas pensando que la serie es simplemente
un pasatiempo divertido. Se puede ver con esos ojos, pero en el fondo es perversa,
engañosa y manipuladora. Nos muestra una visión del padre de mentiras como alguien dócil, arrepentido, incomprendido y
falto de amor. En definitiva, una víctima del plan preestablecido por Dios.
Quizá los guionistas se lo pasen muy bien escribiendo las tramas y las
descripciones del protagonista, pero no son conscientes qué mano hay detrás de
ellos y hasta qué punto están siendo usados para los perversos planes del
Maligno.
Saludos, no he vistola serie, pero por lo que comentas es el engaño que nos quiere hacer creer el Diablo a traves de las series y programas televisivos de hace unos años para acá, el mal no es tan mal; la "otra" perspetiva de los personajes que representan el mal; siempre dandonos a entender que, que el mal a veces es bien, no todo es como lo pintan y que Dios va a perdonar a todos al final.
ResponderEliminarAsí es. Se nos vende la idea de un "diablo" que está de parte del ser humano y quiere el bien para él, echándole la culpa de los males de la humanidad a Dios. Es lamentable, pero así está la sociedad actual. Saludos desde Españas y que el Señor la bendiga.
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