El título del encabezado hace mención a
dos libros diferentes. El primero de ellos es Yo declaro, de Joel Osteen. Y el segundo Cristianismo en crisis, de Hank Hanegraaff, que es el que
recomiendo. He querido hacer un sencillo juego de palabras por una razón muy
concreta: libros como el de Osteen han provocado que el cristianismo esté en
una profunda crisis.
No somos llamados a juzgar a nadie
porque desconocemos las intenciones verdaderas del corazón. He visto videos del
señor Osteen llorando de emoción porque dice sentirse sumamente afortunado de
poder ayudar a tantas personas. Si es puro teatro o es real es algo que le
corresponde juzgar al Soberano y no a nosotros: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor,
el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las
intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su
alabanza de Dios”
(1
Co. 4:5). Ahora
bien, sí somos llamados a juzgar las palabras y los actos de los demás: “... el espiritual juzga todas
las cosas” (1
Co. 2:14-15). En el caso de Osteen, aunque sea sincero, está “sinceramente
equivocado”, y es trágico que las editoriales publiquen este tipo de material y
que lo expandan como la pólvora. Al final, termina por explotar.
Cristianismo
en crisis se encarga de destripar buena parte de las herejías
que se han infiltrado en el cuerpo de Cristo en las últimas décadas. Y
para ello analiza a diversos pastores y escritores que son reconocidos
mundialmente y que mueven auténticas masas, pero que están llevando a la ruina
espiritual a muchos creyentes. Entre ellos, por citar solo a algunos de ellos,
están Benny Hinn, Cash Luna, César Castellanos y Joyce Meyer. La lista, incluso
de aquellos que no cita el autor, es prácticamente interminable.
Para mí sorpresa (triste sorpresa),
incluso cristianos maduros están cayendo en las trampas de determinadas
enseñanzas, principalmente dos de ellas que van de la mano: la teología de la
prosperidad y la confesión positiva. Estas dicen que si tú le das forma en tu
mente a un deseo, lo declaras con tu boca y lo crees con fe, Dios hará que se
haga realidad: sanidad para un familiar enfermo (incluso moribundo), auge
económico, éxito laboral, la pareja soñada, hijos que se entregan al Señor,
etc. La frase que emplean con mayor asiduidad es: “Dios está trayendo algo
nuevo a tu vida y Él quiere llevarte a un nivel de prosperidad que jamás hayas
soñado. Tú eres un príncipe sobre la Tierra y así tienes que vivir”. Uno de los
textos principales que usan para defender estas ideas es Romanos 4:17. Nos
dicen que, como imitadores de Dios, tenemos “que
llamar las cosas que no son como si ya fueran”. Olvidan que el texto dice que
es Dios y no nosotros quien hace eso. ¡Ni que Él estuviera sometido a nuestra
voluntad!
¿Por qué hay personas que dicen,
basándose en esta pseudo teología: “Señor, yo declaro que este terreno es para
ti y que recibiremos los fondos para construir un Templo para tu gloria” cuando
Dios no ha dicho nada al respecto y ni siquiera dejó al rey David construirlo?
¿Quiénes somos para declarar que haremos esto o aquello, cuando Pablo siempre
decía: “si el Señor quiere” (cf. Hch. 18:21)? ¿Quiénes somos nosotros para
declarar que iremos a tal o cual sitio, cuando ni siquiera Pablo pudo ir a Bitinia porque el Espíritu no se lo permitió? (cf.
Hch. 16:7) ¿Por qué cuando Esteban estaba siendo apedreado no declaró el Salmo
91 y dijo que caerían diez mil a su diestra pero a él no le tocarían? ¿Alguien
se atrevería a decir que el mártir no puso su fe en Dios? Como dice Mario Fumero de esta clase de enseñanzas: “¡Estoy
harto!”. Es increíble cómo algunos principios humanistas que enseña la
psicología y la Nueva Era se han transmitido a los púlpitos.
Dicho todo esto, añado con sinceridad
que no estoy completamente de acuerdo con algunas formas que emplea Hanegraaff
(y por eso escribí mi propio libro al respecto: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/search/label/Bibliograf%C3%ADa%20personal),
pero creo que este manuscrito es una herramienta muy valiosa que no debería
faltar en ninguna biblioteca que se precie y que debería ser leído con suma
atención por todos los creyentes. ¿Por qué? Pues, parafraseando las palabras de
Bean, el protagonista de la novela La
sombra de Ender: “Detectar y advertir los errores es esencial. Si en tu
mente no distingues la información útil de la errónea, entonces no aprendes
nada, simplemente sustituyes la ignorancia por creencias falsas, lo cual no
supone ninguna mejora sino un grave retroceso”.
BUENAS TARDES, COMO LO DESCARGO O ADQUIERO, GRACIAS
ResponderEliminarHola. Lo puede pedir en cualquier librería cristiana física u online, y si no lo tienen disponible seguro que se lo pueden conseguir por encargo. DTB.
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