Venimos de aquí: ¿Cómo
enfrentar la soledad tras salir de una iglesia sectaria? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2024/06/156-como-enfrentar-la-soledad-tras.html).
El miedo a perder la salvación es uno de los grandes
temores que tienen muchos de los que quieren abandonar la iglesia local a la
que pertenecen. El origen de esta idea no está fundamentada en las Escrituras,
sino en las posibles amenazas que el pastor de turno ha lanzado durante años sobre
la mente del creyente, afligiendo así su corazón e infundiéndole auténtico pánico,
provocando que algunos terminen por claudicar y desistan de marcharse. Puro
chantaje espiritual. Como a esta falacia abominable le vamos a dedicar un
capítulo completo, veamos ahora otras amenazas que suelen lanzar estos grupos
que caen en el sectarismo.
Amenazas y
falacias
Aquí entran todo tipo de expresiones manipuladoras:
- “Dios va a quitar la protección sobre tus hijos y
enfermarán”.
- “Tendrás un accidente de tráfico cuando menos te lo
esperes”.
- “El Señor me ha mostrado que morirás”.
- “El juicio de Dios caerá sobre ti por no ser fiel a
tu pastor”.
- “Entristeces al Espíritu Santo y Él se va a apartar
de ti”.
- “La maldición y la ruina vendrán sobre tu vida”.
- “Aunque te conviertas en un conocido predicador, no
tendrás la bendición del cielo”.
- “No encontrarás ninguna iglesia como la nuestra y
nadie te acogerá”.
- “Eres libre para irte, pero que sepas que todas las
iglesias están fatal y no tienen la unción, ya que ni siquiera creen en los
dones espirituales”.
- “Sin nosotros, no podrás llevar a cabo la obra que
Dios tenía preparada para ti”.
- “Vas a estar fuera de la voluntad divina”.
- “Tienes que someterte al pastor”.
- “Te has rebelado contra el ungido de Jehová”.
- “Que Dios se apiade de tu alma”.
- “Te vas a perder”.
Entre estos enunciados tajantes, destaca el más
hiriente y ofensivo de todos: “Estás en tinieblas y estás siendo usado por
ellas”. Estas palabras son detestables y condenables, y aquellos que las han
pronunciado tendrán que rendir cuentas delante de Dios por el daño que han
causado a todos a los que se las han dicho.
Falacias y
mentiras
En general, todas estas expresiones condenatorias caen
en distintos tipos de falacias. Para el que desconozca el significado de dicho
término –el cual suelo emplear con asiduidad en mis escritos- es este: “un
razonamiento no válido o
incorrecto pero con apariencia de
razonamiento correcto. Es un razonamiento engañoso o erróneo (falaz),
pero que pretende ser convincente o persuasivo”[1]. Y entre las falacias más conocidas, y que suelen
emplearse en estos grupos sectarios por parte de sus líderes, podemos
identificar las siguientes:
- ad hominem (dirigido contra el hombre, desprestigiándolo).
- ad baculum (se apela al bastón, a la amenaza,
a la fuerza).
- ad verecundiam (se apela a la autoridad).
- ad populum (dirigido al pueblo, provocando
emociones).
Cuando algo malo o negativo les ocurre a estos
hermanos que se marchan, el resto señala que es el juicio de Dios: “Interpretan caprichosamente los acontecimientos de la vida en clave de
fidelidad o no a su liderazgo. En esas mismas iglesias puede haber desgracias
personales que se interpretan como el trato de Dios, no como un juicio. Pero en
aquellos que se han atrevido a oponerse con temor y temblor a los abusos de la
clase dirigente, a estos cualquier cosa desagradable que ocurra en sus vidas se
interpretará como una señal inequívoca del castigo de Dios”[2]. Resulta irónico esa doble vara de medir.
La respuesta
ante tales sandeces
Ante todo esto, siendo muy breve por la contundencia
de la respuesta, me quedo con las palabras de Séneca:
“El chantaje y la astucia solo son
propios de los débiles”. El mismo Señor ya habló en contra de los falsos
profetas de Israel: “Entristecisteis con
mentiras el corazón del justo” (Ez. 13:22).
Olvida las amenazas y las falacias que hayan
pronunciado contra ti. No tengas temor de estas personas: realmente, Dios no
les ha hablado (cf. Dt. 18:22).
Continuará en: Ante
las amenazas de las iglesias abusadoras, descansa en Dios.
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