lunes, 4 de noviembre de 2019

10.8. ¿Cómo deben protegerse los novios cristianos en lo que respecta al plano sexual?


Venimos de aquí: ¿Sabes expresarle adecuadamente el amor a tu pareja? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2019/08/1073-sabes-expresarle-adecuadamente-el.html).

Leí a una autora decir que se prohibía a sí misma y a su novio expresarse las palabras te amo y, sin embargo, sí podían decirse te quiero. Agregaba que todos tendrían que hacer lo mismo. Nuevamente, aunque las respeto, disiento de este tipo de ideas. La Biblia dice que no nos unamos en yugo desigual. La Biblia dice que no tengamos relaciones sexuales hasta el matrimonio. La Biblia dice que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer. Pero la Biblia no dice que esté mal decirle a tu novio que lo amas. Si alguien prefiere no usar esas palabras, que no lo haga, pero que no trate de establecer una doctrina o una ley nueva en base a su forma de pensar.

Los dos extremos
En lo que concierne al aspecto físico de la relación sí hay que ser más concretos. No basta con generalizar ni podemos ser ambiguos. Cuando en el apartado anterior cité el lenguaje del amor llamado “Contacto físico”, dije que habría que tratarlo en profundidad. ¿Cuál es el porqué? Fácil de explicar: hay formas de expresar ese tipo de afecto que están reservadas para el matrimonio. Hay ciertas ideas que, si no se tienen claras, pueden conducir con suma facilidad al acto sexual.
No estoy de acuerdo con ninguno de estos dos extremos:

1. Un extremo lo prohibe todo. El pastor Calvin George dice: “Creo que el noviazgo cristiano debe incluir una abstinencia total de contacto físico. Esto incluye negarse los besos, los abrazos, estar tomados de la mano, etc. Creo que los novios no deben estar en situaciones donde se encuentran solos, en lugares no públicos, donde no hay cristianos. Yo no llegué a pensar así hasta tener 19 años”. Nuevamente nos encontramos con una opinión respetable, pero basada en la propia experiencia de cuando era joven y en lo que él mismo ha observado en otras parejas de esas edades. Pero de ahí a generalizar me parece tremebundo. Es más, la considero sumamente legalista. Si él u otras parejas quieren tomar ese camino, que lo tomen; están en su derecho y son libres para creer que eso es lo más adecuado. Pero una cosa es creer y otro establecer como norma de fe y conducta.
¿Cuándo llegó a esa conclusión sobre negar todo contacto físico? A los 19 años, edad en la que la madurez brilla por su ausencia, y las chicas y los chicos se suelen propasar físicamente. En Las amistades de los solteros con el sexo opuesto comprobamos las dificultades de los noviazgos entre adolescentes (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/las-amistades-con-el-sexo-opuesto.html), pero no soy partidario de hacer generalizaciones.
Justin Lookadoo y Hayley Dimarco, en el libro “Noviazgo: ¿Están preparados?”, dicen: “Los chicos saben que si envían flores, escriben cartas y dan regalos, influyen en tus emociones. Y saben que esto los llevará a lo físico en algún momento de la relación”. Pero ahora me toca hablar a mí: esos chicos que buscan llevarse a la cama a una chica usando este tipo de estratagemas, ni son cristianos ni son maduros, y si se congregan son meramente “religiosos”. Por lo tanto, no se puede establecer como verdad absoluta que todos los chicos buscan una relación física cuando llevan a cabo este tipo de hermosos detalles. Este tipo de generalizaciones son ofensivas para los que no tienen dobles intenciones y siempre deberían ser matizadas.

2. El otro extremo lo permite casi todo. En una ocasión pregunté a varias cristianas sobre este asunto (el del contacto físico) y me dijeron que establecían como límite “la línea del bikini”. O sea, que el chico podía tocar todas las partes del cuerpo de su novia excepto aquellas que estaban cubiertas por esta minimalista prenda de baño. Es decir: muslos y contramuslos –entre otras partes- están permitidos. Me dejó atónito tal “enseñanza”.
La Biblia es muy clara al respecto: el cuerpo del novio y de la novia no les pertenecen a sus actuales parejas hasta el matrimonio: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer” (1 Co. 7:4). Queda bien claro: marido y mujer, no novio y novia.

El equilibrio y los límites sanos
Conociendo estos dos extremos, sabiendo lo que conlleva la sexualidad del soltero cristiano (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/72-como-sienten-la-sexualidad-hombres-y.html), en mi opinión, dos personas maduras que establecen claramente sus límites, pueden tomarse de la mano, abrazarse, apoyar los brazos en los hombros del compañero y ofrecer dulces besos (con moderación y sin el deseo de excitar), sin que ello les lleve a quemarse.
Sin embargo –y lo diré sin pelos en la lengua para que todo el mundo me entienda-, no deberían formar parte de un noviazgo, puesto que despiertan los deseos sexuales, se quiera o no:

- Los besos extensos y apasionados (con o sin lengua).
- Los mordiscos “con intenciones”.
- Las caricias íntimas o continuadas en distintas partes del cuerpo.
- Los masajes en zonas “peligrosas”.
- Los roces genitales (incluso con ropa).
- Los lengüetazos por la cara (sí, los he visto entre “creyentes”, un recuerdo que me provoca grima y pesadillas).

El que no se guarda de esto, está jugando con fuego. La pasión sensual y sexual no forman parte del noviazgo. No tener esto claro conduce en muchísimas ocasiones a la pérdida de la virginidad antes del matrimonio, incluyendo en algunos casos embarazos no deseados. Todo esto conlleva vergüenza interna y graves sentimientos de culpa, o una sensación de que se perdieron un momento muy bonito por no haber sabido esperar a la noche de bodas. Y el que no lo siente así, es que ha perdido su sensibilidad ante los valores de Dios.
Hay otros que, a pesar de llegaron técnicamente vírgenes al matrimonio, no lo fueron en lo que respecta a otras prácticas. Quizá pienses que si no hay contacto genital no estás teniendo relaciones sexuales, pero las caricias íntimas son parte del acto sexual. En ocasiones, un hermoso noviazgo acabó destruído por no saber esperar al tiempo de Dios.
En lo que respecta a los límites, ambos deberán hablar claramente del tema para establecerlos. Lo que no incendia a uno puede provocar en el otro el mayor de los fuegos. Es sabido que la mujer tiene diez veces mayor sensibilidad en la piel que el hombre, aparte de que los genitales no son la única zona erógena del cuerpo. Un beso en el cuello puede derretir a la mayoría de las mujeres, mientras que el hombre puede sentir que el sexo se resume a una sola zona del cuerpo. Es sabido que los hombres necesitan muy poco para alcanzar un orgasmo. Su cuerpo es así. No tienen ni que llegar a tocar partes íntimas de la mujer para ello. Sin embargo, para ellas, la sexualidad es mucho más, como las caricias y los besos llenos de pasión. Esto incluye las palabras. Ya vimos que las mujeres deben cuidar su vestimenta, pero, por su parte, el hombre debe vigilar especialmente sus palabras. Las mujeres se excitan por lo que oyen y no tanto por lo que ven. En la relación de noviazgo hay que ser cariñosos y románticos en las palabras, pero habrá que evitar ciertas expresiones incendiarias, que no son necesarias que reproduzca aquí vaya que me censuren; cada uno sabe cuáles son.
Es intrínseco a nuestra naturaleza (y por lo tanto, normal), que el cuerpo de ambos reaccione ante ciertas circunstancias, pero esto no tiene que convertirse en lujuria. Al fin y al cabo, estáis juntos porque os atraéis mutuamente, y eso incluye el plano físico. Otra cosa será qué hacéis con esa excitación. Cada uno debe saber aquello que le puede llevar al propio descontrol. Hay situaciones que suelen ser peligrosas, por lo que tienen que reconocerlas para prevenirlas.
En las relaciones que comienzan a edades muy tempranas es más difícil este control, por el mismo hecho que hemos citado en varias ocasiones: el cuerpo siempre quiere más. En la sociedad actual en la cual nos movemos, donde todo está hipersexualizado, donde el que no tiene relaciones sexuales es considerado rarito o tontito, y donde el trabajo es precario e inestable, la situación se complica. Por falta de recursos económicos, el matrimonio suele retrasarse más años de lo razonable. Esto hace que la tensión sexual se acumule en exceso. Y ahí surgen muchos problemas si no se aplican ciertos principios.
Por otro lado, un añadido aunque debería darse por hecho: en ningún momento a lo largo del libro he mencionado las complicaciones y dificultades que se presentan en la convivencia del matrimonio. Y no lo he hecho porque, aunque he tratado asuntos que son aplicables tanto a casados como solteros, se centra principalmente en éstos. Si eres soltero y tienes pareja, ten muy claro que no podéis vivir bajo un mismo techo. Es de perogrullo, pero aún así es necesario decirlo para algunos que siguen sin enterarse y que están en babia. He leído, oído y visto de muchos casos donde, bajo este tipo de circunstancias, ella suele quedar embarazada[1]. “No, a mi no me pasará”. Arriésgate y verás. “Pues una amiga mía se fue a vivir con el novio y no tuvieron relaciones”. No te lo crees ni tú. Pero vale, si quieres nadie te va a encañonar con un rifle, ni siquiera Dios. “Es que quiero probar cómo es la vida juntos antes del matrimonio, para ver si somos compatibles”, suele ser otro argumento.
Todos estos son razonamientos infantiles que no caben en la mentalidad de un cristiano maduro. La compatibilidad en el matrimonio requiere de una serie de conductas diferentes a las del noviazgo. De ahí que haya libros excepcionales que traten esos temas. Si antes quieres saber cómo es esa persona desde por la mañana hasta la hora de dormir, id de vacaciones varios días con amigos –durmiendo cada uno por su lado- y podrás conocer facetas del otro que desconoces. Lo demás, todo aquello que implica un matrimonio, tendrás que dejarlo para más adelante.

El amor verdadero
Por amor verdadero (si es un amor sano y puro), tienen que respetarse y protegerse el uno al otro, tomando consciencia de la trascendencia que tiene para ellos como pareja, y el deseo de agradar a Dios conforme a Su voluntad. Ambos son responsables. Por todo esto recalco una y otra vez la necesidad de incentivar la madurez en lugar de recalcar las prohibiciones: Se tiene que reconocer que al matrimonio solo deben entrar adultos, no solo en el sentido de la edad cronológica sino en el de madurez emocional, de desarrollo intelectual y moral. Mientras sean niños los que contraigan matrimonio este no podrá tener el carácter que Dios le atribuye. Mientras el matrimonio se produzca por impulso, sin la reflexion que paso tan serio supone, el matrimonio no podrá ser como Dios intencionó: Hasta que la muerte los separe”[2].
Quizá te olvides que la persona que está a tu lado es un ser humano, no un objeto para satisfacer tus deseos carnales. Si no estás interesado realmente y no amas el verdadero yo de tu compañero, te pido por favor que te alejes. Y si la quieres y tienes un claro propósito en vuestra relación, respeta su cuerpo. ¿Por qué? Porque no es tuyo, aun en el caso de que ella te lo cediera voluntariamente.
La mujer debe estar advertida de un posible engaño. Los hombres saben que ofrecer ingentes cantidades de amor a la pareja suele traer como consecuencia relaciones sexuales si ella quiere y él se lo propone. Así suele funcionar en el matrimonio. Evidentemente, se refiere a un amor verdadero y no programado, donde sólo se busca lo segundo. Por eso las chicas cristianas solteras tienen que estar atentas a esta “jugada”. Hay hombres que engañan, ofrecen el mismo cielo, son románticos y aparentemente encantadores, pero en realidad únicamente buscan sexo. Son lobos con piel de cordero. Y aquí no hay nadie que se libre. Un cristiano puede ser engañado igual que un inconverso. Seguro que has leído en multitud de ocasiones estas palabras de otras mujeres: “Me dijo que si de verdad le amaba tendríamos relaciones”. Ella se entregó y, al poco tiempo, él se marchó.
Esto ha destrozado el corazón de millones de mujeres en el mundo. Muchas creen, fruto de la ingenuidad y de sus buenos deseos, que sus casos serán diferentes. Pero la vida no es como la imaginamos ni como la deseamos. Por eso, cada uno debe ser responsable de sus actos y consecuente con sus decisiones. Cuando das tu cuerpo, lo entregas todo. Y esto acarrea consecuencias en la vida, y más en una mujer por la delicada y maravillosa sensibilidad que la envuelve.
Hermana, si de verdad él te ama y te respeta, sabrá esperar, y jamás, bajo ninguna circunstancia, te pedirá algo que sabes está fuera de los límites. Si lo hace, ya sabes lo que busca y cómo debes actuar. O se aclara o que tome la puerta, como la canción de Pimpinela, que hoy en día suena hasta cómica por todas las parodias que se han hecho de ella: “Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa. Y pega la vuelta. Estás mintiendo ya lo sé. Vete, olvida mis ojos, mis manos, mis labios, que no te desean”.
No hay más y es así de claro. No olvides marcar los límites desde el principio, así no habrá malos entendidos. No ofrezcas tu cuerpo esperando recibir amor.
Resumiendo al extremo los dos puntos que hemos tocado: mujer, cuida tu forma de vestir; hombre, controla tus palabras, tus manos y las situaciones en las que os podéis ver comprometidos.

Esperando el momento
Quiero acabar este apartado con las palabras de Angela Ellis-Jones, una abogada británica de 35 años, durante un programa de debate en la BBC2[3], donde explicó sus razones para permanecer virgen hasta el matrimonio. Sin ser cristiana, es un ejemplo a seguir:

“Desde mi adolescencia sabía que había de guardarme para el matrimonio, y nunca he tenido la más mínima duda sobre mi decisión. La castidad antes del matrimonio es una cuestión de integridad. Para mí, el verdadero sentido del acto sexual consiste en ser el supremo don de amor que pueden darse mutuamente un hombre y una mujer. Cuanto más a la ligera entregue uno su propio cuerpo, tanto menos valor tendrá el sexo. Quien de verdad ama a una persona, quiere casarse con ella. Cuando dos personas tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio no se tratan una a otra con total respeto. Una relación física sin matrimonio es necesariamente provisional: induce a pensar que aún está por llegar alguien mejor. Me valoro demasiado para permitir que un hombre me trate de esa manera. Pienso así desde que tenía 14 años. Por aquel entonces ya había observado el destrozo que producía el sexo frívolo en las vidas de algunos compañeros de escuela. Ya entonces me resultaba evidente que, cuando se separa matrimonio y sexo, se difumina la diferencia entre estar casado y no estarlo, y se devalúa el matrimonio mismo. Quiero casarme con un hombre que tenga un concepto de la mujer lo bastante elevado como para guardarse íntegro para su esposa. Dejarse fascinar por el afán de saciar nuestros instintos es algo que impide alcanzar lo realmente valioso. La sexualidad fuera de su debido contexto responde a un impulso instintivo, que se inflama súbitamente y luego se apaga enseguida. Es una llamarada tan intensa como fugaz, que apenas deja nada tras de sí, y que con facilidad conduce a un círculo angosto de erotismo que, en su búsqueda siempre insatisfecha, considera que otros conceptos más elevados del amor son una simple ensoñación, cuando no un tabú o algo propio de reprimidos. Ellos mismos se acaban dando cuenta, tarde o temprano, de que en el mismo momento en que esa persona les entregó prematuramente su cuerpo, cayó del pedestal en que la habían puesto. Cualquiera puede hoy encontrar sexo con bastante facilidad. No requiere especial talento ni habilidad. No es algo que haga a nadie más hombre ni más mujer. Lo difícil, lo valioso, es encontrar un hombre o una mujer que se hayan guardado para quien un día será su marido o su mujer. Una persona normal que haya sabido esperar, sin miedos, sin fantasmas. Una persona que, simplemente, se guardó para mí. Sí. Exactamente eso es lo que busco”.

Deseo que este sea tu mismo sentir y vivas en consecuencia. Si, como puede que pienses, es el amor de tu vida, te casarás con ella. Hasta que eso no ocurra, guárdate para darle todo lo que eres a esa única persona.
Ten en mente que no es que Dios quiera fastidiarte la diversión. Es que quiere que sea parte del compromiso único y especial entre un hombre y una mujer.

* En el siguiente enlace está el índice:
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* Prosigue en: 10.9.1. ¿Cómo repercute el paso del tiempo en una relación?: Diferencias entre el enamoramiento y el amor. https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2020/02/1091-como-repercute-el-paso-del-tiempo.html



[1] He especificado “ella” porque en el año 2008 se dio el primer caso mundial del embarazo de un transexual (¡!).
[2] De Ávila, Gerardo. Volvamos a la fuente. Vida. P. 178.
[3] Delirante.org - Artículo publicado en el Daily Telegraph.

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