Saltó la noticia hace unos días: el ex pastor Joshua
Harris ha declarado tras divorciarse que ya no es cristiano y que se muestra
favorable a los grupos LGTBI. Incluso ha asistido a una de sus “festivales de
orgullo”. Para el que no lo conozca. Harris se hizo famoso por su best seller “Le dije adiós a las
citas amorosas”, libro del cual reniega en la actualidad. Dicha obra la leí hace
muchos años y su idea principal me pareció –y me sigue pareciendo- terriblemente
mala, por eso la cité para mostrar mi desacuerdo en Fracasos por falta de sabiduría & ¿Citas amorosas? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/09/102-fracasos-por-falta-de-sabiduria_20.html).
Lo mismo ha pasado con Marty Sampson, compositor de la
famosa iglesia Hillsong, ha apostatado de la fe. En sus propias palabras, ha
llegado a afirmar que está perdiendo su fe, y que eso no le molesta al sentirse
muy feliz. Días después, y ante lo llamativo de su historia, ha matizado que no ha “renunciado” a su cristianismo
pero que se encuentra en “terreno increíblemente inestable”. Casos como el suyo
son más habituales de los que muchos quieren reconocer, solo que a este sí se
la ha prestado atención por ser una figura pública.
Mi intención no es “juzgar” el corazón de estos
señores ya que no los conozco personalmente, pero sí quiero analizar con “justo
juicio” (Jn. 7:24) el porqué cierto tipo de “creyentes”, que sobreabundan hoy
en día en muchas congregaciones, terminan tarde o temprano por abandonar la fe
en Cristo.
El
“cristianismo” de estos “cristianos”
Para no dar lugar a malos entendidos, he
entrecomillado las palabras cristianismo y cristiano por la sencilla razón de
que lo que voy a describir a continuación es una fe que no se basa en una sana
exégesis bíblica sino en los disparates que creen muchos que afirman ser
cristianos pero que cuesta creer la misma vida que lo sean de forma genuina ni
que hayan experimentado el nuevo nacimiento. Unos dirán que este tipo de
personas jamás experimentaron el nuevo nacimiento y otros que sí pero que han
apostatado. Para no repetirme, mi opinión al respecto la ofrecí aquí: Silencio: ¿cristianos que apostatan? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/05/silencio-cristianos-que-apostatan.html).
Ahora veamos este cristianismo fantasioso del que
terminan por bajarse muchos:
- Dios cumple todos los deseos que se le piden, sean
materiales, económicos, sentimentales, laborales y familiares.
- Dios es un Dios de gracia y amor pero no de juicio.
- Todo lo que confiesan y decretan se hace realidad.
- No existe el dolor físico ni la enfermedad.
- No existe el sufrimiento emocional.
- No existe la persecución.
- No existe el rechazo a tu persona.
- Todo es prosperidad.
- Todo es crecimiento eclesial.
- Nunca te ves atrapado en un atasco de tráfico.
- Siempre llueve o hace sol según las necesidades
personales.
- La música es la forma por excelencia de “sentirse”
cerca de Dios.
- El dinero sobreabunda para que todos tus seres
cercanos vivan como príncipes en este mundo.
- El avivamiento está siempre en camino, llegando o ya
se ha producido.
- Nunca hay dudas intelectuales absolutamente de nada.
Cuando la vida de un cristiano no es así, siempre se
dice que el fallo es de la persona que no se ha apropiado de las promesas de
Dios, o donde su vida esconde algún pecado o que no es suficientemente
espiritual.
Este tipo de “fe” se sostiene en base a las emociones,
en un estado de éxtasis místico prácticamente continuo, en las experiencias
ajenas o propias, con textos bíblicos completamente descontextualizados en
términos históricos y teológicos, y en las “promesas” proclamadas a pleno
pulmón por el apóstol o predicador de turno. En conclusión: un verdadero cuento
de Hadas.
Cómo se
mantiene este circo en funcionamiento
Cuando una iglesia no
se sostiene sobre las verdades de Dios y la creencia pura y dura de que el reino
de Dios no es de este mundo (Jn. 18:36), sus “líderes” tratan de que el
creyente se lo pase lo mejor posible durante los cultos y salga eufórico a “comerse” el mundo tras cada
sermón, que más bien es un mensaje motivacional que bien podría darlo cualquier
gurú y especialista en marketing añadiéndole el nombre “Jesús”. Para esto
llevan a cabo un millón de actividades:
- Danzas.
- Concursos de baile.
- Teatros.
- Música con ritmos
sensuales.
- Caídas al suelo
como fichas de dominó que afirman provenir del “Espíritu”.
- Conciertos
multitudinarios con todo tipo de efectos visuales y sonoros.
- Espectáculos
pirotécnicos.
- Ampliación del
local y un sinfín de nuevas comodidades.
- Parques recreativos
para los niños.
- Salas de cine.
¿Y el estudio
concienzudo, analítico, detallado, milimétrico, durante años, de la Palabra de
Dios que lleve al cristiano a la madurez y a ponerla en práctica tanto a nivel
interno como externo? En retirada. Muchos lo consideran pesado y aburrido. Por
eso hay tantos que no saben responder preguntar básicas –pero lícitas- como el
porqué del mal en el mundo y la enfermedad, o cómo se reconcilia la idea del
infierno con un Dios de amor. Este es el caso de Marty, Joshua y de infinidad
de casos como él, que no se ha planteado responder hasta varias décadas después
de “hacerse cristiano” y llevar años “cantando” en una congregación de miles de
miembros.
¿Leerse buenos libros
de apologética? No, eso es tedioso para ellos. Tampoco tienen recursos bíblicos
para saber afrontar la ansiedad, la pérdida, los sentimientos reprimidos, el
pasado, no saben la diferencia entre “estar” bien y “sentirse” bien, no saben explicar las doctrinas fundamentales
del cristianismo, etc. Sin embargo, ¿ver infinidad de programas de televisión, practicar deportes y escuchar
el nuevo disco del cantante “cristiano” de moda? ¡Hasta la extenuación!
La realidad es que
nadie que haya conocido al Señor –al verdadero Altísimo y no al mago de la
farándula que presentan muchas congregaciones- puede decir que conocerle es
aburrido porque es todo lo contrario: es apasionante.
Cuando te
chocas con el muro de hormigón
¿Qué sucede con estos “cristianos”? Que esta sociedad
está envuelta en el pecado y que la realidad termina por alcanzarles,
comprobando que:
- Los seres queridos, aun siendo cristianos, mueren de
forma inesperada.
- Los amigos, aun siendo cristianos, fallecen en
accidentes de tráfico.
- En la mayoría de los casos, el dinero da para comer
y vestir pero no para lujos.
- Dios no dice que sí a todas las peticiones.
- El cristiano es perseguido verbal y/o físicamente
cuando expresa su fe.
- Hay iglesias que cierran porque los miembros se van.
- Los llamados avivamientos donde supuestamente se
entregan a Cristo cientos o miles de personas son pura numerología donde las
conversiones son limitadas.
- La tristeza es una parte de la vida.
- No siempre encuentras un aparcamiento en la puerta
de tu casa, sino a veces a cientos de metros.
- Llueve cuando quieres que haga sol y hace sol cuando
quieres que llueva.
En definitiva, como ya analizamos en su momento, creían
que, por ser cristiano, la vida sería un camino de rosas cuando no lo es (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2018/02/6-creias-que-por-ser-cristiano-la-vida.html).
Estos “creyentes”,
como no conocen al verdadero Dios descrito en la Biblia y tienen un
conocimiento muy superficial de Él, se cansan por una u otra razón y se apartan
de ese “mundo cristiano”.
¿Qué sucede
finalmente? Aunque me extendí ampliamente sobre el tema en el libro Cerca o lejos de Dios: Motivos y soluciones (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/11/1-cerca-o-lejos-de-dios-motivos-y_4.html), podemos citar algunas causas: Que unos encuentran
nuevas diversiones en el mundo secular que les apasionan más que esa subcultura
cristiana donde han vivido. Otros se enamoran y se casan con un no-cristiano.
Luego están los que se sienten tan heridos que no quieren saber nada que tenga
que ver con Dios. También están los que creen una injusticia que otros sean
prosperados y ellos no a pesar de haber sido siempre fieles. Y por último están
los que vivían una doble moral y terminaron por mostrar su verdadera cara:
adulterio, promiscuidad, homosexualidad, etc.
Espero que ninguno de
los casos descritos sea el tuyo. Pero si te ves identificado, el remedio lo
tienes delante tuya. Deja de vivir un cuento de hadas y busca el reino de Dios.