Como
medía, el número de lecturas suele variar entre las ciento cincuenta y
quinientas por artículo. Entonces ¿cuál es la razón de que me esté replanteando
cerrar? Que en los dos últimos meses las cifras han caído hasta apenas
sobrepasar las cincuenta lecturas por escrito, cantidades que considero muy
bajas y que son las mismas que hubo en los dos primeros años del blog, con la
diferencia de que por entonces era normal ya que apenas estaba suscrito a dos o
tres comunidades de facebook y gmail, aparte de que nadie me conocía. Por eso
el descenso me ha dejado anonadado; tengo la sensación de haber dado tres
pasos atrás. ¿Una mala racha? I dont know.
En el lado positivo está el hecho de que el número de lecturas en general en otros escritos sigue aumentando paulatinamente.
Pero
para explicar el resto de la realidad que me suelo encontrar, pondré un caso
muy sencillo para que se vea la panorámica.
Caminando entre
el silencio, el rechazo, el apoyo y la aceptación
A
finales de octubre publiqué un artículo donde denunciaba la manera en que por
ley se quiere enseñar la ideología de género a los niños desde la misma
infancia y cómo los padres tenían que luchar contra ella. Era un llamado a toda
la Iglesia en general y a los cristianos en particular a compartirlo para
denunciar la situación y prepararse ante lo que se nos viene encima. Como
siempre hago, lo publicité en dos docenas de grupos y comunidades. Aquí me
encontré las dos caras: en unos grupos pasaron completamente por alto el
asunto. Nadie dijo nada ni lo compartió, a pesar de que estos grupos están
formados por miles de miembros. La única persona que me escribió fue una
lesbiana y, como puedes imaginar y comprobar en la captura de pantalla, no fue
para felicitarme la Navidad ni a mí ni a los creyentes en general, y cuyo
nombre he tachado por respeto.
En la otra cara de la moneda, otro grupo lo compartió
de forma masiva, como también puedes ver. He recortado el nombre de ambos
grupos puesto que no es mi intención dejar en evidencia a uno y exaltar al
otro, solo exponer cuán chocante y paradójico resulta, y lo difícil que es
comprender tales diferencias en el interés mostrado.
Las
dos realidades que he presentado –la de grupos que ignoran sistemáticamente las
publicaciones y otros que hacen lo opuesto-, es la que me suelo encontrar mes
tras mes. ¿Cuál suele ser la normal? La primera. Es más: lo habitual es que al
que le gusta no diga nada, y al que no le gusta no pierda ni un segundo en
mostrar su opinión disonante, incluso en ocasiones de forma poca educada.
En
los meses “buenos”, como humano que soy, siento un impulso refrescante. Y, en
los meses “malos” –donde reina el silencio o la indiferencia- se sienten ganas
de poner el cartel de “cerrado” en el blog. Las sensaciones son muy pero que
muy opuestas. Los que me apoyan saben quiénes son y cuán agradecido les estoy,
al igual que los que no me conocen en persona pero comparten mis escritos sin
pedir nada a cambio.
Por
eso me llamó la atención el comentario que dejó una hermana llamada Sofía. Pocos días después de publicar la séptima parte
de los escritos dedicados a mostrar los argumentos contrarios a la eutanasia (¿Morir voluntariamente es un acto de
libertad?: https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/07/7-morir-voluntariamente-es-un-acto-de.html), escribió esto en una comunidad de gmail: “Es lamentable que una comunidad cristiana de tantos
miembros, sea tan indiferente a las publicaciones en general. No hay interés
por las cosas de arriba; El enfriamiento espiritual de los creyentes, es la
causa de la falta de respuestas de Dios. Aman la bendición, más no al que
bendice”. Si no fuera porque no la conocía de nada, habría pensado que era una
amiga íntima defendiéndome y mostrando su incomprensión ante la falta de apoyo
y de palabras de ánimo. Entendiendo y
agradeciendo las palabras de Sofía, al final del escrito expresaré qué busco
con los escritos, y que no tiene nada que ver con conseguir likes ni corazoncitos.
Sorpresas inesperadas, tanto para bien
como para mal
Hay
sorpresas positivas, con picos que sobresalen como Inside Out (1ª Parte): ¿Cuáles son las
emociones que controlan tu vida? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/02/inside-out-cuales-son-las-emociones-que.html) con 737 lecturas
hasta la fecha, L@s cristian@s ante el bikini y otras
cuestiones (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/12/78-ls-cristians-ante-el-bikini-y-otras.html) con 595, La sexualidad del soltero cristiano: Sanidad & Hábitos y concupiscencias (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/09/74-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html) con 516, ¿Cristianos catalanes independentistas? Al pan, pan, y al vino, vino (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/10/cristianos-catalanes-independentistas.html) con 726, y ¿Cómo debe vestir una mujer cristiana? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/10/77-como-debe-vestir-una-mujer-cristiana.html) con 1502.
En el lado opuesto –el negativo-, destaco tres que son
de mis escritos favoritos y, curiosamente, de los menos leídos: Cuando los cristianos ofrecemos un mal
ejemplo y se nos acusa con razón de hipócritas (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/09/1-cuando-los-cristianos-ofrecemos-un.html) con 108 lecturas, Dios: el verdadero gran showman (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/10/dios-el-verdadero-gran-showman.html) también con 108, Westworld: ¿Quién serías si pudieras ser quién quisieras? ¿Y qué harías? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/07/westworld-quien-serias-si-pudieras-ser.html) con 121.
Estas cifras corresponden a la última fecha que las he
mirado: 7 de diciembre de 2018.
Para mí lo fácil sería dejar de hablar de los asuntos
menos leídos y centrarme en los que más. Pero si hiciera eso estaría cayendo en
mi propia trampa: pensar que no tienen importancia, cuando sí la tienen, y
mucha. Además, estaría traicionando el espíritu que Pablo manifestó, el de
anunciar “todo” el consejo de Dios (cf. Hch. 20:27).
Lo más inesperado de
todo esto es cuando publico algo que creo que no lo va a leer ni una tortuga marina
y sucede todo lo contrario. Cuatro ejemplos clarísimos son: Lucifer: ¿simpático,
de buen corazón y condenado injustamente? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/10/1-lucifer-simpatico-de-buen-corazon-y.html) con 325, Las abismales diferencias entre Jesús y
Superman (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/04/las-abismales-diferencias-entre-jesus-y.html) también con 317, El cuento de la criada: ateos que creen que
los cristianos quieren imponer una dictadura (https://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2017/07/1-el-cuento-de-la-criada-ateos-que.html) con 5373 lecturas, y Alma salvaje: Cuando el dolor puede
convertirnos en la mejor o en la peor versión de nosotros mismos (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/06/alma-salvaje-cuando-el-dolor-puede.html) con 1202.
¿Qué temas interesan y cuáles no?
Como el blog está dividido en
etiquetas que hacen la función de índice temático, es fácil comprobar qué temas
interesan más y cuáles menos. Los que más: lo referente a la soltería, a la
sexualidad, a los errores doctrinales, a los problemas y todo lo que trata
sobre sentimientos de tristeza o depresión. Es algo comprensible ya que son
asuntos universales, independientemente de la edad y el país de procedencia.
También aquí me he encontrado con
gratas sorpresas, al contemplar que ha habido cambios en la forma de pensar y
sentir de los lectores. Por ejemplo, esto se comprueba viendo el comentario que me dejó un hermano argentino hace
poco en Fracasos por falta de sabiduría
& ¿Citas amorosas? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/09/102-fracasos-por-falta-de-sabiduria_20.html) o las palabras
positivas –y para mí inesperadas- que me han dejado varias hermanas a lo largo
del tiempo en L@s cristian@s ante
el bikini y otras cuestiones (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/12/78-ls-cristians-ante-el-bikini-y-otras.html) y que se pueden leer en el mismo blog. Como otros
escritos donde trato aspectos peliagudos o que no suelen ser abordados, me daba
mucho respeto la respuesta que recibiría. ¿El resultado? Chicas y mujeres que
decidieron cambiar ante Dios, ante los demás y ante sí mismas, que decidieron
dar un paso al frente, independientemente de lo que diga la sociedad. A eso lo
llamo mostrar personalidad.
¿Y cuáles los que temas que menos
parecen importar a los cristianos? La eutanasia en general (algunos escritos son
bastante leídos pero otros pasan sin pena ni gloria), el aborto, aquellos que
recomiendan libros en particular (salvo alguna excepción), los que hacen
mención a ayudar a los demás en términos personales y/o económicos. Y,
encabezando la cola (lo cual es triste), los que tratan sobre la importancia de
cambiar actitudes ante el mundo, nuestros semejantes y ante otros cristianos,
como por ejemplo el que precede a este escrito: Cristianos
que salen a cazar a otros cristianos (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2018/11/cristianos-que-salen-cazar-otros.html) con 54, Si tú quieres (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/02/si-tu-quieres.html) con 67, ¿Odiando a nuestros enemigos? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/10/odiando-nuestros-enemigos.html) con 51 y La
intolerancia de los que se hacen llamar tolerantes (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/11/la-intolerancia-de-los-que-se-hacen.html) con 50.
¿Es casualidad el desinterés de los
cristianos ante estos temas? No lo creo. Las estadísticas dan que pensar, y
estas ofrecen dos impresiones: una, que parece que a los creyentes los asuntos
sociales no son de su incumbencia y miran para otro lado, como si lo humano no
afectara al reino de Dios. Con dar alguna ofrenda en la iglesia local les
basta. Y dos, que no queremos que nadie
nos diga que tenemos que cambiar y mejorar aspectos personales, y que nos
conformamos puesto que nos sentimos felices tal y como somos. Por el contrario,
basta con ver cualquier publicación en las redes donde se lanzan mensajes como
“¿Quién quiere recibir la bendición de Dios?” (la cual entienden como
prosperidad sentimental, laboral, económica y material); en breves minutos,
cientos de personas escriben “yo” y “amén”. Palabras como las de Job las
consideran malditas y prohibidas: “Recibiremos
de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos” (Job 2:10), desechando así multitud de pasajes bíblicos y el
destino de muchos de los héroes de la fe de los que se habla en Hebreos 11. ¿Quieres
cambiar? No. ¿Quieres bendición? Sí. Llamativo.
En mi opinión, y como más de una vez
he reseñado, esto puede ser un reflejo de dos aspectos:
1) La dejadez a la hora de leer y
estudiar teología por uno mismo usando una sana hermenéutica, peligro del que
ya avisé seriamente en su momento: Aprender y
crecer & Conformarse y estancarse (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/12/aprender-y-crecer-conformarse-y.html). Este pasotismo
conduce a muchos creyentes a creer todo lo que dice un “pastor” o autor famoso,
incluso aunque llegue a decir verdaderos disparates.
2) La “liturgia” establecida por lo
general en muchas congregaciones, donde sutil o directamente se hace creer que
lo verdaderamente importante es lo que ocurre entre las cuatro paredes del
local, el cual muchos llaman erradamente “iglesia”. Al final, los cristianos
desdoblan su personalidad: actividad sin fin en el local (especialmente
enfocada a la música y a decenas de reuniones) y desidia fuera de él.
Las otras razones por las cuales no leen este blog
Aparte de lo ya mencionado, veamos
algunas razones más por las cuales creo que no son cientos de miles de personas
las que leen cada uno de los escritos publicados. Y esto lo voy a contar por si
eres de los que compartes por las redes y te sientes identificado, al creer que tus palabras no tienen importancia o caen en saco
roto.
Estas
nueve son las que he
identificado y son muy fáciles de entender, aunque puede que haya alguna más
que se me escape:
1. La más evidente. En internet hay
literalmente millones de páginas web; incontables las que son de contenido
cristiano. Al igual que cuando entramos en un supermercado seleccionamos entre
toda la variedad existente, con lo que leemos exactamente igual. Por lo que, en
mi caso, las probabilidades que ser “seleccionado” es, en términos de
porcentaje, bastante bajo.
2. Han leído algún artículo y,
sencillamente, no les termina de gustar mi estilo o las distintas temáticas, o
directamente no están de acuerdo con el contenido. O una mezcla de todas. Si yo
leo a un autor unas cuantas veces y no me gusta, en lugar de seguir con él
busco a otros que sean de mi agrado. Así que esta es una explicación muy
razonable y comprensible al porqué no me leen un mayor número de personas.
3. No estoy en posición de exigir
algo que yo tampoco hago. Teniendo en cuenta el punto uno, acoto mucho lo que
leo. Y todo ello según mis gustos y tiempo. Todos quisiéramos que los días
tuvieras quinientas horas, pero solo son las que son y tienes que repartirla
entre tu trabajo, hijos, familia, descanso, etc. De igual manera, la mente
termina por embotarse cuando la sobrecargas de trabajo intelectual, por lo que
no puedo leer todo lo que me gustaría. A día de hoy, tengo casi veinte páginas
con links de artículos que quiero
leer y no paran de acumularse. Por cada diez que leo, se añaden otras tantas. Lo
mismo con los libros. De ahí que solo en ocasiones muy puntuales me verás
comentando lo que otras personas publican en sus redes sociales, y mucho menos
las fotos, que ni las suelo ver. Ante esto, comprendo perfectamente a los que
actúan igual respecto a mí.
4. Mea culpa. Quizá, si le dedicará
más tiempo a las relaciones virtuales, obtendría mayor atención sobre mis
escritos. Pero tomando en cuenta el punto uno y tres, y que hace un par de años
tomé la decisión de relacionarme solo cara a cara –salvo excepciones muy
concisas y breves-, no le dedico apenas tiempo cibernético a otros.
5. No hay ganas de cambiar. Basándome
con insistencia en Romanos 12:2, continuamente reto a cambiar los pensamientos
para ajustarlos a la buena, perfecta y agradable voluntad de Dios. Pero, ¿y si
la persona no quiere cambiar? Entonces es normal que me esquive. Si alguien
viste provocativamente o se exhibe en las redes y escribo al respecto, normal
que salga corriendo. Si alguien dice amén a la teología de la prosperidad,
normal que rehuya todo lo que digo en contra. Si alguien cree ciertas doctrinas
y expongo bíblicamente que está errado, normal que salga corriendo. Si alguien
está enfrascado en una relación de yugo desigual y señalo qué dice Dios al
respecto, normal que salga corriendo. Y así con todo. Por lo que esta es otra
razón para no leerme. Para ganarme el favor de estas personas, tendría que
dejar de escribir sobre asuntos impopulares o que en las iglesias se consideran
tabú. Si hiciera eso, sería lamentable por mi parte y olvidaría las palabras de
Pablo: “Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gá. 1:10).
6. No hay interés ni ganas de pensar.
Es triste comprobar que de forma masiva a las personas cada vez más les cuesta la misma
vida leer algo que lleva más de diez palabras seguidas. Y no lo digo por mi
blog (sería un engreído si pensara así), sino en general. Por eso muchos
cristianos prefieren leer cartelitos de pocas palabras con un sol brillante de
fondo. No tengo nada en contra de dichos letreros –sobretodo porque son textos
de las Escrituras-, pero es obvio que a muchos les cuesta concentrarse cuando
conlleva más de diez minutos de lectura atenta y reflexiva.
7. La modernidad
líquida. A esto hay que añadirle otro aspecto: el difunto sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman
(1925-2017) acuñó el concepto de “modernidad líquida”, que hacía alusión a cómo
la sociedad había cambiado los valores tradicionales por otros donde priman la
satisfacción inmediata. Se pasó de la modernidad
sólida a la modernidad líquida
puesto que ya nada es estable. Y esto es lo que vemos hoy en día: en lugar de
leer, de buscar respuestas a cuestiones profundas a través de Dios y de indagar
sobre el ser interior, la humanidad prefiere pasar su tiempo buscando el placer
y el ocio como la máxima meta. Y esto es algo en que han caído también ciertos
cristianos, especialmente los más jóvenes, que se han ido diluyendo en medio de
esta modernidad líquida. El tiempo libre que tienen fuera del trabajo y los
estudios lo dedican a salir a cenar, a wasapear, a ver vídeos en youtube, a
Instagram, a escuchar música, a hacer deporte, a jugar a videojuegos, a ver
películas y programas de televisión sin descanso, etc. Todo esto, que puede
tener su tiempo y lugar de forma sana y equilibrada como he dicho en multitud
de ocasiones, se ha terminado convirtiendo en el interés principal de muchos.
Es así como se relajan, por lo que si el título de mi blog es el que es, es
comprensible que no se acerquen ni con un palo de los que sirven para hacer selfies. Si
necesidad de dar nombres, en España hay escritores excepcionales y que apenas
son leídos. Mi propio editor me dijo que la demanda de libros ha decaído en los
últimos años de forma muy llamativa entre la comunidad cristiana. ¿Crisis
económica? Sí, es cierto, pero para comprar otras cosas no hay crisis. Curioso.
8. Soy un desconocido y no me vendo.
Por un lado, no soy un Charles Swindoll o un César Vidal. Tampoco tengo una
megaiglesia detrás como pueden tener otros autores del continente americano.
Esto hace que a los ojos de muchos creyentes yo sea una especie de cristiano de
segunda categoría. Dicho con ironía, podría imitar el método de los influencers fitness: subir vídeos míos
grabándome desde que me levanto hasta que me acuesto, contando qué como, qué
visto y que ejercicios hago: una sentadilla pesada por aquí y un press de banca
por allá. Así me vendería absurdamente a mí mismo. O también podría meterme a youtuber, donde los que se dedican a eso
logran en un solo vídeo las mismas visitas que yo en años, y cuyos vídeos
consisten en cuánto tiempo tardan en comerse una hamburguesa de 3 kilos. Pero,
en mi caso, va a ser que no. Este verano pasado me planteé muy seriamente crear
un videoblog, con la idea de tratar
los mismos temas que escribo pero ante una cámara y con un toque personal
diferente. Llegué a hacer un boceto de cómo lo haría, per finalmente decidí que
no, que no tengo necesidad de exponerme más de lo que ya hago. El que le
interese los asuntos que trato, lo tiene muy fácil para leer. Además, una de
las lecciones más importantes que he aprendido viene de las palabras que
repetía sin cesar un pastor: “Lo importante no es el cartero, sino la carta”.
Así que cuando cuento algo de mí no es para centrar la atención sobre mi
persona, sino porque considero que puede aportar riqueza a lo que estoy exponiendo.
9. Y la última razón. A algunos no
les caigo bien. Que levante la mano el cristiano que afirma las verdades del
cristianismo y le cae bien a todo el mundo. ¡Ni un mano levantada! Luego hay
otros cristianos que piensan mal de mí porque un día me estigmatizaron y se
centran en mis errores o defectos, así que nada de lo que pueda llegar a decir
lo consideran válido. No desechan los argumentos porque sean falsos, sino que
me desechan a mí como persona, lo cual les lleva a no plantearse la posibilidad
de que pueden estar errados.
¿Seguir adelante?
En
términos meramente humanos, el blog supone demasiado esfuerzo para tan poco
rédito. Pero, si a día de hoy, cerrara el blog, estaría dejándome llevar por la
carne. Estaría demostrando mi estrechez de miras y una fe nula. Así que seguiré
por aquí hasta que el número de lectores no se reduzca a la mínima expresión. Y
si eso sucediera, pues cerraría y preguntaría quién estaría interesado en
recibir por email los escritos y se los enviaría solo a ellos. Y si nadie se
interesa, pues seguiría como siempre escudriñando las Escrituras para mi propio
crecimiento.
Con
todo lo que he señalado, si eres de los
que te dedicas a escribir, puede que te hayas desanimado y llegado a pensar que las
palabras de la Biblia que Dios pone en el corazón de cada uno no merecen la
pena compartirlas porque son “cuatro gatos” las que la leen. Y yo te pregunto,
¿y qué? Si tienes una granja con miles de gallinas y vacas, tantas que tendrías
para dar de comer a millones de personas, pero solo quieren comer mil, ¿les
negarías el alimento a estas mil? ¿Verdad que no? Jamás olvidemos que el Señor
nos ha llamado a ser fieles en lo poco
(cf. Lc. 16.10). Recordemos las palabras que Jesús les dijo a los discípulos: “Dadles vosotros de comer” (Lc. 9:13).
En aquel contexto se refería literalmente a comida. En el nuestro, casi
siempre, el llamado es a dar comida espiritual.
Tú
deber y el mío es ofrecer esa comida al que quiera, pero no depende de nosotros
que la coman. Ten en mente que, en otra ocasión, Jesús dijo: “Si alguno
tiene sed, venga a mí y beba” (Jn 7:37). ¿Has leído bien? Un sí condicional. No dijo “ven aquí que te
agarre del cuello, te abra la boca y te oblige a la fuerza a beber”.
No olvides que unos plantamos y otros riegan, pero que
el crecimiento es de Dios, el cual ha preparado las obras de antemano (cf. 1
Co. 6; Ef. 2:10). ¿Qué me encantaría que los que me leen compartieran mis
escritos tantas veces como el de la ideología de género que cité líneas atrás?
¡Por supuesto! ¿Que me leyeran miles y miles de cristianos y ateos que de
corazón buscan a Dios? ¡Encantado de la vida? No para conseguir likes, corazoncitos, admiración o ser el centro de atención, sino
porque así llegaría a más personas y podrían ser bendecidas –que es mi única
intención-, pero no es algo que dependa de mí.
Por tu parte, sigue ofreciéndole al resto lo que Dios
pone en ti y ya será Él quien se encargue de que llegue a las personas que
considere oportuno, sean muchas o pocas, te lo agradezcan o no, te digan qué
les ha sido de bendición o guarden silencio, lo compartan con otros hermanos o
se lo queden solo para ellos.
Lo
que nos debe mover a seguir adelante es saber que estamos poniendo nuestro
pequeño granito de arena en la obra de Dios en la Tierra. Así que merece la
pena, ¡y mucho! Grábalo en tu mente para los momentos de desaliento. ¡Ánimo!