Venimos de aquí: Mi
exhortación a los cristianos que no le sacan provecho a su propio muro de
Facebook (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2021/06/16-mi-exhortacion-los-cristianos-que-no.html).
Quizá seas de los que
sí te enfrentas a circunstancias adversas y no tienes reparos en hablar de
todo, pero lo haces solo en persona. Y me parece bien que así sea: es lo ideal,
puesto que el cara a cara debe ser lo prioritario, siempre que la ocasión lo
permita. Pero insisto: teniendo una herramienta tan útil y que usamos para
otras cosas, hay que sacarle provecho a tu propio muro de Facebook para dar a
conocer la fe cristiana, y más aún si tienes centenares de contactos virtuales
inconversos en las redes.
Consejos y pasos a seguir a partir de ahora
Tras el análisis de
la problemática que vimos en el artículo anterior y del porqué muchos no usan
su muro para hablar de temas cristianos, aquí van mis consejos sobre lo que
puedes hacer al respecto y qué actitud tomar:
1) Céntrate en tu propio muro
Muchos dirán: “soy
miembro de 20 grupos cristianos en Facebook y allí comparto de todo entre el
resto de los miles que participamos”. Meh.
Eso no me vale. Está muy bien que lo hagas si es tu caso. Yo mismo anuncio mis
artículos en dichos grupos para enseñar a otros cristianos en temas
como soltería, padres, jóvenes, aborto, herejías, eutanasia, depresión,
películas, libros y otros muchos más, pero ahí
solo entran creyentes, no inconversos. Viene a ser lo mismo que si hablas
de Dios con otros que comparten tu fe y solo cuando estás reunido en el local
de la iglesia, y no lo haces cuando estás fuera del lugar de reunión y con no
creyentes.
Además, lo que
publiques se perderá en el mismo día entre la marabunta de publicaciones que se
dan en dichos grupos.
De ahí que me esté
refiriendo exclusivamente a tu propio
muro; es donde debes volcar tu esfuerzo y tu atención principal.
2) No atosigues; deja respirar
Hay creyentes que
apabullan con un exceso de publicaciones. Como tienen el deseo de que todo el
mundo sepa lo mismo que ellos saben y que conozcan más de Dios, suben a cada
instante mensajes, imágenes, artículos y vídeos cristianos. A los ojos de un
inconverso, eso le resultará agobiante y, aunque no eliminen de contacto a
tales individuos, sí usarán la opción de “dejar de seguir” para dejar de estar
manera de ver las publicaciones de dicha persona.
Para que esto no
suceda –o lo menos posible-, lo mejor es ser selectivo, concreto, tanto en
temas candentes como atemporales, y espaciarlos en el tiempo: mejor uno cada
día o cada varios días, que veinte cada hora. Así se le ofrecerá la oportunidad
al que te visualiza de mirar lo que más le interese sin esa especie de presión
continua que experimenta al ver diariamente el muro de un cristiano que no
descansa ni un segundo.
Una comida, por muy
exquisita que sea, necesita tiempo para ser disfrutada y digerida. Mucha de
ella de forma repetitiva terminará por crear problemas estomacales. Aquí lo
mismo, como bien dice Proverbios: “¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella la vomites. Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que hastiado de ti te aborrezca”
(Pr. 25:16-17).
3) El tiempo del prójimo no es ilimitado
Es verdad que muchos
desaprovechan horas y horas en Internet centrándose en necedades, y que
únicamente suelen usarlo para desconectar y no para aprender lo más mínimo.
Pero hay otra realidad: es igualmente cierto que el tiempo digital del que disponen aquellos que son más ecuánimes
para las redes sociales es limitado. Muchos tienen que repartir las horas entre
el trabajo, la familia, el descanso, los quehaceres diarios, etc. En mi propio
caso, acoto mucho lo que leo, tanto en papel
como en digital, y me centro en temáticas concretas cada cierto tiempo para
profundizar en cada una de ellas.
Por lo tanto, tenlo
presente a la hora de decidirte por un contenido u otro y sobre la periodicidad
a la hora de publicar. Más no siempre es mejor. Es deseable ir al grano según
los temas que creas convenientes y dejar tiempo para el que quiera reflexionar
a solas, en lugar de obligarlo a
saltar a otro tema y olvidar lo que leyó en tu muro unas horas atrás.
4) Asegúrate que coincida plenamente con la verdad
bíblica
Este es el gran error
que me encuentro con más frecuencia: hermanos, llenos de buena fe y mejores intenciones, que exponen imágenes,
pensamientos, reflexiones y vídeos que resultan completamente antibíblicos, por
muy aderezados que estén con versículos y pasajes. Los copian de lo que han
oído de otros, de escritores “famosos” o de sus pastores, sin haber estudiado
por sí mismo en profundidad los temas en cuestión.
Nadie, absolutamente
nadie, está exento de equivocarse, pero hacerlo de forma sistemática en los
mismos asuntos, expandiendo así falsas doctrinas, es algo muy serio. Y es lo
que suele suceder cuando se expande el veneno de la teología de la prosperidad,
la confesión positiva y otras por el estilo que caen en el paganismo, el
sincretismo religioso y la filosofía barata. La mezcla de verdad y de mentira se ha fusionado de tal manera que lo que
vemos hoy en día son abundantes iglesias al estilo de la de Pérgamo y Tiatira,
que eran leales a Cristo, tenían obras, amor y servicio, pero, a la vez,
toleraban herejías (cf. Ap 2:12-29).
Otros ponen en boca
de Dios palabras que Él no ha dicho, lo cual es gravísimo. Es lo más tremebundo
que puede hacer un cristiano. Las redes sociales, concretamente Facebook, están
inundadas con frases como estas que inducen directamente al error: “Hijo, viene
el tiempo donde vas a recuperar muchas cosas perdidas. Att. Dios”; “te voy a
sacar de esta con la frente en alto y las manos llenas. ¡Te lo prometo” (Dios); “Dios llegará a tu casa, te dará un abrazo y te dirá: no te preocupes, yo estoy
aquí para sanarte”; “José salió del pozo. Lázaro salió de la tumba, y nosotros
saldremos de esta pandemia en el nombre de Jesús”. Tardé menos de dos minutos
en encontrarlas, con una simple pasada en un grupo; y hay cientos como ellas
cada día. Pueden sonar muy hermosas –de ahí que decenas de personas digan
“amén” a dichas publicaciones-, pero cualquiera que haya estudiado en serio la
Biblia con una buena exégesis se dará cuenta inmediatamente de los disparates
teológicos que suponen ese tipo de afirmaciones por el estilo.
En definitiva: antes
de compartir algo, no te dejes llevar por la primera impresión o por lo que
otros dicen; estudia, contrasta la información y asegúrate de que la enseñanza
que quieres hacer llegar a otros concuerda con el conjunto global de las
Escrituras. De lo contrario, lo mejor es abstenerse o limitarse a publicar
pequeños textos bíblicos que tengan un significado inconfundible. Mientras
tanto, centrarse primero en la propia formación, siendo esta la única manera de
crecer, de no caer en los prejuicios y de aprender de los errores.
Continuará en: 18. Últimos pasos para que un cristiano
aproveche de cara a los demás su propio muro de Facebook.
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