Copyright de la foto perteneciente a Shanea Gaiger-Meg Gaiger/Harpyimages
Ver una imagen como la del encabezado
provoca rechazo. Nos impacta y nos resulta desagradable a la vista. Es una pura
denuncia a la sociedad que hace el fotógrafo, planteando de manera muy
explícita la cruda realidad: prácticamente desde la misma infancia nos inculcan
la idea de que físicamente no somos perfectos y que, por lo tanto, no damos la
talla ni el nivel, mostrando como efecto secundario que dejamos mucho que
desear como personas. El problema es que, como alguien dijo: “Ninguna niña nace
odiando su cuerpo. Nosotros las enseñamos a odiarlos”.
La sociedad crea estereotipos de lo que
es perfecto y de lo que no lo es, y luego nosotros caemos en la trampa adoptando
esos roles. Hoy en día parece que cada edad acarrea su propio mal. A una mujer
de 50 años se le vende que su ideal físico son los 40 y se idean decenas de
productos cosméticos para que así sea. La de 40 debe aspirar a aparentar 30, y
la de ésta a figurar como una de 20. Por eso se presentan las cremas como “anti-edad”.
Nos quieren hacer creer que hay algo de malo en la nuestra. Y much@s se lo
creen.
Comprobamos que hasta las revistas para
adolescentes tratan estos temas, donde destacan los “trucos de belleza” para
estar guapa y reluciente, sin citar las miles de páginas que hay al respecto en
Internet, con artículos “tan interesantes”, “profundos” y “apasionantes” (ironía-on) como “los ejercicios que
Selena Gomez hace y que a ti ¡te encantarán!”, “6 tips para tener unos labios
de 10”, “7 tips para tener un abdomen plano sin dietas ni ejercicios”, “5
trucos para disimular lo que no te gusta de tu cuerpo”, “el perfume de Kristen
Stewart”, “vestidas para el éxito” o “las curvas de las wag”[1].
También encontramos en la sociedad la hipersexualización
a las que se ha sometido a niñas y preadolescentes, llevado a cabo de manera
progresiva e imparable en las últimas décadas desde ese mundo al que llaman
“moda”: concursos de belleza infantiles, ropa sexy para las más pequeñas, minifaldas,
tops, bikinis, productos de belleza como pintauñas y pintalabios, etc. Dos casos –extremos pero reales como la vida misma- lo tenemos en
Dakota Rose, una cría considerada la Barbie humana e imitada por miles de fans,
o Rebeca, la adolescente del reality Los Gipsy Kings. Aunque
parezcan ridículas e infantiles, tienen su reflejo en la vida adulta en
personajes extravagantes como Paris Hilton y Kim Kardashian, junto a multitud
de modelos que lo único que hacen es llevar 5 kilos de maquillaje, “lucir curvas”,
vestir “blusas transparentes” (tan de moda hoy en día y que muestran sutilmente
la ropa interior) y usar “tacones de medio metro” para estilizar sus piernas/gluteos,
y a las que los medios de comunicación dedican una ingente cantidad de tiempo y
espacio, para la incomprensible admiración de millones de seguidores en las
redes sociales que se dedican a imitar su estética. Ante tanta trivialidad, no
es extraño que una foto de la tal Kim obtenga más de medio millón de likes por mostrar casi toda su
“pechonalidad” en la boda de una amiga.
Vivimos en una época donde lo que prima
es la belleza, la apariencia y el “postureo”, considerándose lo más importante
y transcendental. Si alguna mujer quiere llamar la atención, sentirse deseada,
envidiada y amada, le basta con grabar
un video bailando de manera exótica o hacerse una foto en alguna pose sensual,
provocativa, con muy poca ropa, enseñando a ser posible el tanga y el sujetador,
poniendo “morritos” y ojitos de “loba” interesante, y subirla a Instagram. Y si
hay algo que se quiere cambiar, se usa el photoshop
y todo arreglado. Hasta este extremo vacuo hemos llegado como sociedad. Este es
un juego en el que caen muchísimas adolescentes y, tristemente, adultas
inmaduras que viven en una eterna “edad del pavo”, tan ciegas y autoengañadas que
no se dan cuenta de que están instaladas en la superficialidad absoluta y en el
máximo apogeo de la vulgaridad, insconcientes de cuánto necesitan a Dios en sus
vidas, al que por norma general suelen rechazar cuando otros les hablan de Él.
Cuando
algunos nos atrevemos a señalar con el dedo este tipo de hechos, realidades, conductas
y educación (por llamarla de alguna manera), donde la mujer es presentada y
vendida como un florero, nos acusan de machista o de machorra, dependiendo de
tu sexo. Otros se burlan diciendo bobadas como: “Claro, tú lo que quieres es
que las mujeres no se depilen ni se aseen”. Y un tercer grupo comete el error
de llevar tales denuncias al extremo, cayendo en el feminismo mas exacerbado y
radical.
En Marzo de este 2016, el programa “Salvados”
(no confundir con ese esperpento llamado “Sálvame”), tuvo por título “El
machismo mata” (http://www.atresplayer.com/television/programas/salvados/temporada-11/capitulo-11-machismo-mata_2016021100263.html).
En una de las partes (a partir del minuto 34:45), veíamos un taller de
perspectiva de género ofrecido por Marina Marroquí para jóvenes de 15 años. Los
chicos tenían que dibujar el ideal psicológico y físico de la mujer, y las
chicas lo mismo respecto a ellos. Marina les dijo: “cinco cualidades físicas indispensables para que os enamoréis de
él y queráis pasar juntos el resto de vuestras vidas”. Los adolescentes
escribieron: un buen trasero, labios carnosos, que tenga curvas, más baja que
la pareja y guapa de cara. Y entre sus cualidades psicológicas, la más
importante era que fueran activas sexualmente con ellos. Por su parte, las chicas expresaron su ideal: ojos verdes, cejas
muy bonitas (no muy finas, gorditas), labios carnosos, alto, fuerte, guapo,
sonrisa bonita, ojos bonitos y completamente depilados.
Sinceramente, me quedé con la mandíbula desencajada cuando escuché a ambos
grupos. Marina les hizo ver con ejemplos muy claros de canciones y de películas
que lo que ellos hacen es sencillamente “replicar un estereotipo”.
La conclusión es bien clara: hasta
cierto punto es normal que piensen así los adolescentes. Y digo normal no
porque lo sea, sino porque es lo que le han vendido los adultos y la sociedad
capitalista en la que están plenamente sumergidos. El problema reside que en, al igual que la sexualización de las
niñas desde edades muy tempranas, toda esta manera de pensar en el periodo de
la pubertad sigue su curso lógico hasta establecerse en la vida adulta como
algo corriente.
iuréticos,
laxantes, La publicidad se encarga de venderlo como recetas
para lograr la felicidad. Nunca verás un anuncio de televisión donde la mujer que
usa crema adelgazante no sonría o esté gorda; ya sale “con un tipazo de muerte”
y reluciente, creando una falsa sensación de autoestima y de lucimiento. Quien no alcanza ese arquetipo es
porque no quiere o es un vago e irresponsable que no se ama a sí mismo.
¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma?” (Mt. 16:26). De la misma manera,
podríamos decir: “¿De qué sirve todo lo superfluo si no le damos importancia a
lo que realmente lo tiene, como el crecimiento personal, la sabiduría, el
discernimiento espiritual y el conocimiento de Dios por medio de Su Palabra? ¿De
qué sirve lucir de forma esplendorosa si por dentro estamos vacíos? ¿De qué
sirve atraer miradas si luego el carácter carece de riquezas espirituales? ¿Qué
recompensa tendrá todo eso? Ante el ser humano puede que mucha, pero ninguna
ante Dios y uno mismo.
¿Cómo debe vestir una mujer
cristiana? (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/10/77-como-debe-vestir-una-mujer-cristiana.html) y L@s cristian@s
ante el bikini y otras cuestiones (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/12/78-ls-cristians-ante-el-bikini-y-otras.html), n
Un
sueño
El 28 de agosto de 1963, delante del
monumento a Abraham Lincoln en Washington, Martin Luther King pronunció su
discurso más famoso a favor de los derechos civiles de los negros, titulado
“Tengo un sueño”. Entre todas sus frases, me quedo con esta: “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día
en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los
rasgos de su personalidad”. Sigue habiendo racismo en muchos aspectos, pero
parte de su sueño se ha cumplido. Los avances han sido enormes en las últimas
décadas hasta lograr que un hombre negro haya llegado al cargo de presidente de
los Estados Unidos, algo impensable hace cincuenta años. Y en lo que respecta
al tema que estamos tratando, también tengo un sueño, entre otros muchos.
Parafraseando a King, diré que “sueño con
el día en que la sociedad dejará de valorar a las personas por su apariencia
física, sino por los rasgos de su
personalidad”. ¿Lo lograremos a nivel global? Con total seguridad, no. La
falta de educación y de respeto de muchos lo imposibilitará. Pero sí es cierto
que está en nuestras manos cambiar. En ti y en mí. Como siempre digo, independientemente
de lo que hagan o dejen de hacer los demás.
Podemos dejar de
mirar/mirarnos/valorar/valorarnos por el físico, por la belleza, por la ropa y
por la estética. Podemos empezar a burlarnos y reírnos de todos aquellos
anuncios y slogans publicitarios que nos venden una falsa felicidad y nos
tratan como mercancía de consumo. Podemos ir mucho más allá y mirar a los ojos
del alma y estimar a las personas que nos rodean “por los rasgos de su
personalidad”, y vernos a nosotros mismos de la misma manera. Tomando prestado
algunas las características que presenta Pablo del fruto del Espíritu y del
amor, una persona en cuyo carácter prime la paciencia, la benignidad, la
bondad, la fe, la mansedumbre, la templanza, sin envidia ni jactancioso, que no
se envanece ni guarda rencor.
El cuerpo es una parte de nosotros y hay
que cuidarlo, pero es la que antes se arruga y mengua en vigor, al contrario
que el carácter, que dura para siempre.
Teniendo en cuenta que nadie –ni siquiera tú- es perfecto, empieza por ahí y
cambia tu manera de valorar a los seres humanos. Jehová no mira lo que
mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón” (1 S. 16:7). Es el momento de que nos apliquemos a
nosotros mismos y a los que nos rodean esas
[1]
Wag: término que engloba a las esposas y novias de los futbolistas (en inglés,
“Wives and Girlfriends”).
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