jueves, 20 de agosto de 2015

7.3. Origen y desarrollo del deseo sexual & Lujuria y pornografía.



Venimos de aquí: ¿Cómo sienten la sexualidad hombres y mujeres? http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/08/72-como-sienten-la-sexualidad-hombres-y.html  
Ya hemos visto la manera en que ambos sexos sienten en su interior la sexualidad. Ahora debemos enfocarnos en diversas aspectos concretos para luego buscar las soluciones. Esto tiene que abarcar los dos terrenos: el físico y el emocional, que incluya los actos y los pensamientos, y que sea efectivo tanto para el hombre como para la mujer.

El origen
Si queremos hablar de santidad, de una mente sana y de un corazón sensible que no se deje arrastrar por los deseos pecaminosos de la naturaleza caída y por la influencia de la sociedad humanista, debemos comenzar por el principio: el descubrimiento en la adolescencia de nuestra condición de seres sexuales. No debe ser un tema tabú ni hay que ocultarlo bajo una alfombra. Para vivir de la manera en que Dios quiere no hay nada mejor que entendernos a nosotros mismos, comprendiendo las razones por la que actuamos de determinadas maneras. Si no vamos al origen de todo, cualquier intento de solución será como ponerle un simple vendaje a toda una hemorragia interna. Al final, te desangrarás. 
Tanto hombres como mujeres experimentan en su adolescencia (puede que incluso antes), una serie de cambios hormonales que provoca que la sexualidad inherente de todos los seres humanos se manifieste. Ese desarrollo no puede evitarse ya que forma parte del crecimiento y de la madurez corporal. Los órganos sexuales se vuelven “fértiles” para permitir la futura procreación tras la unión física entre un hombre y una mujer. Este desarrollo incluye un fuerte componente placentero en los respectivos órganos sexuales, tanto masculinos como femeninos, y apuntan al futuro gozo que compartirán esposo y esposa en su debido momento.
Uno de los grandes problemas a esas edades es que el cuerpo se desarrolla antes que la mente. No hay ninguna madurez para enfrentarse sabiamente a este descubrimiento que cambia la vida. Menos aún si la información y la educación sexual se han limitado a la explicación biológica o a protegerse de diversas enfermedades.
El impulso sexual aparece como una bomba, provocando deseos muy fuertes de satisfacción. ¿Qué ocurre cuando no hay madurez en el carácter? Pues que el auto-control no es uno de los fuertes personales. A esas alturas de la vida, el que siente deseos de gritar, grita; el que tiene deseos de insultar a un compañero de clase, le insulta; el que siente odio, lo expresa; el que quiere mentir, miente; y el que desea sentir placer, busca satisfacerlo. Al comienzo resulta ser una especie de juego de exploración de una parte del cuerpo del cual apenas se tenían noticias, aparte de las puramente fisiológicas. No tendría mayor repercusión e importancia si no fuera porque ese juego provoca un placer muy intenso. El pudor y el miedo lleva a muchos a no hablar del tema. Otros pueden creer que son los únicos que están pasando por esta etapa de despertar, aunque con el tiempo deducen que le acontece a todo el mundo.

El peligro
Considero que el problema no se encuentra en esta etapa inicial de exploración y descubrimiento, aunque si es cierto que los padres cristianos deberían tratar este tema con sus hijos en esa etapa crítica. Igual que un bebé comienza a percibir la realidad por medio del tacto y de la boca (descubriendo el mundo que le rodea y su propio cuerpo), el adolescente lo hace explorando parte de sí mismo de esta manera. El peligro reside cuando se convierte en un hábito y se olvida que el placer sexual es exclusivo para el matrimonio. En esa etapa pocos piensan que sea un mal hábito al llegar a una sencilla conclusión: no le hace daño a nadie y además proporciona placer.
Para muchísimas personas se convierte en una adicción y en una auténtica droga. En términos biológicos, el cerebro de una persona que consume heroína y el de otra que está teniendo un orgasmo son prácticamente iguales. Su propio sistema nervioso termina por reclamar su “dosis” cada cierto tiempo[1]. Y, como toda “droga”, necesita inyectarse dosis mayores para sentir el mismo placer que la vez anterior. La cuestión es que el placer nunca se sacia. Es como la comida: el hecho de que te des un atracón no significa que nunca más volverás a tener hambre.

¿Dónde reside el verdadero problema?
Es aquí donde quiero llegar, a un elemento que lo complica todo: la mente. Ella es el autentico órgano sexual. Según sea estimulada, así será el placer físico. Hay algunos cristianos que argumentan que el acto solitario en sí se puede llevar a cabo sin pensar ni dejarse llevar por la imaginación, y que por lo tanto no tiene nada de malo ni es pecado. Dudo de la fiabilidad de esta postura por una sencilla razón: la carne siempre quiere más y lo que la satisface hoy no lo hará mañana. Es jugar con una clase de fuego que termina quemando.
Para experimentar el mismo placer o aumentarlo hay que recurrir irremediablemente a las fantasías y a la imaginación, las cuales conducen al verdadero problema: la lujuria. Y esa palabra ya no nos gusta tanto. Es más, sabemos que a Dios no le agrada en absoluto. Somos muy conscientes de cómo se expresa la lujuria y la sensualidad a nuestro alrededor: en la televisión, en las revistas, en las conversaciones que mantienen compañeros de clase o de trabajo, en los “selfies” que se hacen much@s chic@s y que suben a las redes sociales, etc. La lujuria nos rodea por todas partes. La propia sensualidad de nuestros cuerpos nos atrae hacia ella. Somos seres sensuales y sensoriales y no podemos negar lo que somos. Como William Barcley nos dice: “Nadie debe de estar avergonzado del cuerpo que Dios le ha dado, del corazón que Dios le ha puesto en el cuerpo o de los instintos que, por creación de Dios, residen en él. El cristianismo le enseñará, no a eliminarlos, sino a usarlos de tal manera que la pasión sea limpia, y el amor humano la cosa más ennoblecedora de todo el mundo de Dios”.
Nadie debe considerarse culpable por sentirse erótico cuando experimenta atracción física hacia alguien. Esto no es sinónimo de lujuria. El deseo sexual es parte de nuestra identidad como seres creados por Dios. Por el contrario, la lujuria (sea real o imaginada) no proviene de Él, ya que ensucia la verdadera razón del amor erótico: la manifestación del amor hacia otra persona por medio del acto sexual. No hay que confundir el deseo de amar y ser amado, el deseo de contraer matrimonio y tener relaciones sexuales (todo ello sano y natural), con la lujuria (que no lo es). Espero que tengas clara esta distinción.

La lujuria
Podemos clasificar la lujuria en tres categorías (el hombre tiende a luchar más con la primera y la tercera clase, y las mujeres con la segunda):

1. La lujuria que se deja llevar por los deseos carnales y cuya única intención es satisfacer sus deseos físicos. Requiere cada vez de mayor estímulo por medio de fantasías sexuales. Para eso muchos se sirven de la pornografía. ¿Consecuencias a medio y a largo plazo?: “Después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza” (Efesios 4:19).

2. La lujuria que esconde necesidades emocionales no resueltas y que se complace en las fantasías de índole romántica. Se fantasea principalmente con el amor, donde no sólo se busca el placer físico sino que el corazón sienta las emociones que provocan las palabras de ternura y afecto, aunque sean únicamente de forma mental. Es la erotización de los sentimientos; un sustituto del amor que se anhela. Todas las personas poseen esa capacidad con la imaginación: convertir en real lo irreal, donde un abrazo imaginario puede llegar prácticamente a sentirse tras una cena romántica y un paseo por la playa tomados de la mano. De igual manera, los pensamientos terminan subiendo de tono, convirtiéndose en adictivos porque implican directamente a las emociones. Quizá para una mujer las imágenes mentales no sean tan explícitamente sexuales como las del hombre, pero la excitación que producen es equivalente a las que las imágenes produce en un hombre. Son maneras distintas de sentir la lujuria.

3. La lujuria como evasión. ¿Evasión de qué?: De los problemas de la vida diaria (sean pequeños o grandes) y del estrés consecuente. La lujuria trae consigo que te centres en ella, y que por lo tanto olvides o dejes de lado los problemas que pueda haber en tu vida. El sexo, en cualquiera de sus distintas formas de expresión, es un método sencillo de sustitución. Como no puedes estar concentrado en dos cosas a la vez, te inclinas a una que te hace descansar de cualquier tipo de dolor emocional por el cual estés pasando: “La excitación sexual es un increíble tranquilizante para todo tipo de dolor emocional. El cerebro no es capaz de experimentar las alturas del placer sexual y las profundidades del dolor emocional simultáneamente y debido a que por naturaleza preferimos el placer, nuestro cerebro desarrolla una manera de hacer a un lado todo nuestro dolor, ansiedades e inseguridades, al menos el tiempo suficiente para experimentar suficiente placer para llegar al clímax”[2].

Siendo igual de atrayentes, las tres categorías de lujuria distorsionan la realidad. El hecho de que una mujer no vea pornografía no quiere decir que no experimente luchas contra la lujuria. La diferencia es que ambos sexos la sienten de maneras diferentes y particulares.

La pornografía
Películas como Don Jon y Shame ya han tratado de manera cruda y realista las diversas adicciones a la pornografía, junto a las devastadoras consecuencias que provoca en la persona: incapacidad de mantener relaciones sentimentales y sexuales normales; problemas de erección en el hombre y falta de deseo sexual en la mujer (a menos que se estimulen con material pornográfico fuerte); etc.
El consumo que hace el individuo de distintos tipos de pornografía tiene diversas explicaciones:

- Meramente sexuales: La simple excitación ante la contemplación de un cuerpo desnudo.
- Un hábito que termina por convertirse en una adicción física.
- Deseos naturales no satisfechos de relaciones heterosexuales.
- Perversiones enfermizas y degradantes, fruto de la naturaleza caída (orgías, vouyerismo, zoofilia, etc.).
- Y por último, el consumo de diversos géneros de pornografía llena de matices, con un trasfondo más complejo de lo que puede parecer a simple vista. En este grupo están aquellos  “consumidores” que arrastran grandes carencias emocionales y afectivas (estén o no casados), vidas vacías o carentes de significado y propósito (“las manos ociosas son el juguete del diablo”), relaciones humanas insatisfactorias, incapacidad de intimar sentimentalmente con otras personas, profundas heridas en el alma, traumas, etc. Al ser placentera, el visionado de determinada pornografía viene a ser un sustituto del dolor. Aunque sea bastante sombrío hablar de ello, citaré varios ejemplos y el porqué de la pornografía que muchos consumen:

1. Transexualidad: Hay hombres que, siendo heterosexuales, padecen “eurotofobia”, que es el miedo o repulsa a los órganos sexuales femeninos. De ahí que prefieran contemplar imágenes de transexuales con cuerpos muy femeninos pero órganos sexuales masculinos. 

2. Relación amo-sumiso: La sumisión crea la fantasía al dominado de que es completamente deseado (nuevamente, un sucedáneo del verdadero amor) y al dominador de que tiene el control absoluto sobre esa persona a la que desea hacer suya. También puede deberse a traumas del pasado: el sumiso lo ha sido toda la vida a nivel emocional (en la relación con sus padres, sus amigos, sus profesores, etc) y no sabe actuar de otra manera, o incluso puede creer que merece ser castigado. En este caso, el dominador infringe ese castigo porque es lo que aprendió de su entorno, o como una manera de venganza por algo que le hicieron, como abusos físicos o psicológicos[3]

3. Relación mujer-madura & hombre-joven (o viceversa): Ella busca sentirse atractiva ante la última etapa de su juventud esperando que él le transmita vigor sexual y vitalidad emocional. Por su parte, el joven se siente especial ante una mujer que lo valora a pesar de no poseer su misma experiencia en la vida. 

4. Incesto: Cuando un hombre o una mujer fantasea con relaciones con su padre o su madre puede deberse al intento que tiene de compensar el desinterés que sus progenitores mostraron por ell@s. Por lo tanto, la fantasía viene a ser una manera de sentirse amados por aquellos que les ignoraron. 

5. Pedofilia: Aunque hay pocos estudios al respecto, las estadísticas señalan que muchos pedófilos sufrieron graves abusos sexuales durante la infancia, marcando seriamente su carácter y trastornándolos profundamente[4], aunque nunca lleguen a abusar de menores. Otros son aquellos que simplemente llevan su naturaleza caída al extremo. Terminan convirtiéndose en pederastas, incapaces de empatizar con sus víctimas. Y por último: aquellos que, aunque no sufrieron ningún tipo de abuso, se quedaron emocionalmente anclados en algún momento de sus respectivas infancias y/o adolescencias, y se sienten atraídos hacia menores porque sus propios corazones siguen siendo infantiles y terminan erotizando esa atracción emocional. Por eso pueden llegar a enamorarse sinceramente de la dulzura, inocencia y candidez de l@s adolescentes. Aún así, contienen sus deseos sexuales y no cometen delitos, por lo que no llegan a evolucionar a pederastas. 

6. Exhibicionismo por webcam: La persona que se siente sola experimenta placer por el simple hecho de saber que otros le contemplan y le prestan atención, aunque sea únicamente por su cuerpo. Se repite el mismo patrón: viene a ser un sucedáneo del amor que se anhela.

7. Violaciones: Como dice Shannon Ethridge, “las personas heridas hacen daño a otras personas. Las cárceles están llenas de individuos que han sido heridos tan horriblemente que no saben qué otra cosa hacer sino repetir el patrón. Muchos están condicionados culturalmente, ya sea mediante experiencias en el mundo real o mediante el mundo de fantasía de la pornografia, a equiparar sexo con violencia, y viceversa. Conocí a una mujer dulce, que tenía fantasías de violar a hombres. Ella ofreció un destello del pasado que le condujo hacia esa dirección mental. Un día, un hombre que se presentó como agente de control de plagas llamó a la puerta de su apartamento. Entró y la violó, cortó su garganta con un cuchillo y la dejó allí dándola por muerta. No murió pero pasó muchos meses en rehabilitación física y mental. Un año después, las amigas de Sarah insistieron en que salir con mas frecuencia le animaría, así que iba a clubes para bailar y fiestas. Ella se encontró gravitando hacia ciertos hombres, entablaba una conversación, bebían una o dos copas, y después les dejaba que la llevasen donde vivían. En lugar de continuar la conversación y llegar a conocerse el uno al otro, ella inmediatamente iba a matar, obligándoles sexualmente. Ella reflexionaba: A algunos hombres puede que no les importara, pero yo nunca tomaba el tiempo de descubrirlo. No se trataba de ellos y de lo que ellos quisieran, se trataba de mí y de lo que yo quisiera. No se trataba tanto de sexo sino de que yo necesitaba tener el control absoluto desde el principio. Yo necesitaba recrear el escenario a fin de ganar esta vez. Ahora entiendo que no estaba nada lejos de ser una violación”[5].

El cristiano, por el hecho de serlo, no está exento de poder caer en este tipo de sórdidas ataduras. Por eso, en el siguiente apartado, comenzaremos a ver qué hacer al respecto y qué medidas deben de tomar las personas que estén encadenadas en cualquier aspecto de los que hemos citado, sea algún tipo de pornografía o la lujuria sin más, puesto que ni una relación de pareja ni el matrimonio solucionan per se estas cuestiones.



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* Prosigue en:
7.4. Sanidad & Hábitos y concupiscencias.




[1] Añadiendo en el hombre que cada 72 horas produce esperma que necesita de una manera u otra ser descargado por la presión que ejerce, lo cual suele ocurrir por la polución nocturna, aunque el deseo varía según la persona. En ambos sexos, el grado de impulso sexual lo determinan las hormonas, entre 10 y 20 veces superior en el hombre que en la mujer. De ahí que el apetito sexual de ellos sea bastante mayor y la frecuencia sea menos importante para ellas (aunque depende de cada mujer). Este impulso suele decrecer a partir de los 50 años.
[2] Ethridge, Shannon. La falacia de grey. Nelson.
[3] Es algo que se trató también en la película La hija del general.
[4] Entre un 5-25 % de las niñas y un 5-15 % de los niños sufrirán algún tipo de abuso sexual, por lo general antes de cumplir los 11 años, según un estudio de Kevin Gorey y otro de David Finkelhor. La mayoría de estos abusos los cometen amigos o familiares de la víctima. La mayoría de los abusadores son hombres, y entre un 5-10 % son mujeres.
[5] Ethridge, Shannon. La falacia de grey. Nelson.

martes, 11 de agosto de 2015

7.2. ¿Cómo sienten la sexualidad hombres y mujeres?



 
Venimos de aquí: La sexualidad del soltero cristiano: Introducción. http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/07/7-la-sexualidad-del-soltero-cristiano.html

Analicemos en este apartado cómo perciben los hombres y las mujeres la sexualidad.

Cómo siente la sexualidad un hombre
El principal problema con el cual se enfrenta el hombre es su vista. Por medio de ella observa todo lo que hay alrededor y lo que ve le estimula en un sentido u otro. Ni mucho menos es casualidad la existencia de la lencería femenina, con todo tipo de formas y colores. Obedecen a una razón: provocan un efecto en el hombre. De lo contrario, sería absurdo la mera existencia de esta clase de productos. El hombre observa la belleza del cuerpo de una mujer y todo su ser se desmorona de la misma manera en que un bebé queda en una especie de estado de shock cuando le acarician suavemente su espaldita. Se queda absorto. El cuerpo femenino provoca este efecto en el hombre.
Como no me canso de repetir, fuimos creados para sentir esa clase de atracción. Es algo que las mujeres deben aceptar aunque no lo comprendan en su totalidad ya que ellas experimentan la realidad de manera diferente. ¿Esto convierte a todos los hombres en superficiales? No. Si eres mujer y estás leyendo estas líneas, tienes que saber que es normal que lo primero que llame la atención de ti a un hombre sea tu envoltorio, porque el género masculino es un género predominantemente visual: disfruta de la belleza, y no hay nada más hermoso que una mujer. Sin duda lo más hermoso de la creación. Ni las estrellas, ni la Luna, ni el mar ni cuentos. La mujer.
El cubano Gerardo de Ávila narra entre sus múltiples anécdotas que en una ocasión le presentaron a una hermosa dama que llevaba una mantilla. Y le preguntaron: “¿Qué le parece?” (sin especificar que la referencia era sobre la prenda, aunque estaba bastante claro). Él, sabiendo por dónde iba el asunto, respondió de forma humorística: “¿La joven o la mantilla?”. Para un hombre sería ridículo negar lo evidente. Su salud mental estaría en entredicho si su respuesta se hubiera centrado en la susodicha mantilla.
Mujer: quizá te veas andar y pienses que eres un pato mareado, pero incluso eso suele atraer a un hombre. Es una gracia especial que Dios os regaló, pero eso no significa que los hombres se queden en lo externo.
Si fueras paseando por la calle y de pronto pasará por delante de ti un caballo andando únicamente apoyado sobre dos patas, con un sombrero de copa y cantando, ¿acaso no te quedarías mirando y te sorprenderías en gran manera? ¿Cerrarías los ojos? No creo. ¡Cuánto más el hombre ante la belleza femenina! De ahí la lucha por controlar la mirada. Es un acto reflejo que no se puede negar. Y les sucede a todos, solteros y casados. El cuánto y el cómo se mira ya es otro asunto que hay que controlar, como veremos más adelante.
A un hijo de Dios le ofende cuando le encajan en ciertos estereotipos, de igual manera que cualquier mujer se siente ofendida cuando la encasillan dentro del grupo que sólo habla de ropa y de hombres. Por eso me indignan estas palabras: Tal vez parezca que lo que digo es que todos los chicos piensan en lo mismo, sean espirituales o no. Es porque es justo lo que quiero decir: -ay, mi novio no. Es un buen cristiano. Sí, y lo que busca es sexo para un buen cristiano. Verás, los chicos son varones en primer lugar y cristianos en segundo lugar. Como cristianos, dejamos que Dios comience a cambiar nuestro carácter. Sin embargo, nuestra naturaleza esencial previene del hecho de ser varones. Y el sexo es lo primero que nos viene a la mente[1]. Según los autores, todos los hombres son iguales en su manera de pensar, ya que, en primer lugar, siempre piensan en el sexo. Puede ser así durante diversas etapas de la inmadurez propia de la adolescencia, donde ni siquiera la persona es cristiana y los valores bíblicos no forman parte de la personalidad propia. Pero rebato ese argumento afirmando que si son hombres antes que cristianos es que no han aprendido lo que es ser un hombre ni lo que significa ser un cristiano maduro.
Escucha mujer: Porque un hombre no pueda dejar de percibir esa belleza no significa que quiera acostarse contigo. Recuerda que Jesús no dijo que mirar fuera pecado. De lo contrario tendríamos que vendarnos los ojos. Él dijo que el pecado estaba en la mirada que codicia. Y cuando hablamos de codiciar sabemos a qué nos referimos y sobran las explicaciones.
No hay nada malo en desear conocer a una mujer porque se sienta atracción hacia ella. La mirada que codicia pecaminosamente es muy distinta al deseo natural. Y esta diferencia deben de entenderla perfectamente quienes tengan pareja, para saber distinguir entre una y otra. De lo contrario jamás podrán descansar ni confiar en su compañero[2].
Aquí estoy hablando de hombres cristianos normales con una relativa madurez. Si conoces a alguno que sale con mujeres exclusivamente por su belleza, podrás catalogarlo sin dificultad como superficial. Aún así, puede que tenga una explicación: su necesidad de ser admirado para fortalecer el ego, su alicaída autoestima o puro narcisismo. No lo estoy justificando, sólo tratando de explicar más allá de las apariencias.  
Dada esta agudeza visual, el hombre tiene la capacidad de separar la mente del corazón. Por eso puede verse cegado ante un cuerpo. De ahí que, si no lo controla, puede excitarse en cuestión de segundos. Llegados a ese punto, el autocontrol es sumamente complicado. Por lo tanto, el objetivo será evitar llegar a ese extremo donde el margen para dar marchas atrás ya es muy pequeño.

Cómo siente la sexualidad una mujer
Si el problema del hombre es la vista, el de las mujeres son las emociones. Ellas necesitan sentirse llenas sentimentalmente. Cuando eso no ocurre en sus vidas, aún teniendo pareja, recurren a las fantasías mentales. Usan la imaginación para fantasear sobre posibles citas amorosas donde son conquistadas tierna y dulcemente, siendo ellas el centro del universo del hombre. Por eso las atrae de manera tan poderosa las novelas románticas, tanto escritas como en televisión: chico conoce a chica y comienzan a salir. La trama gira en torno a la hermana de ella que está secretamente enamorada de él. A lo largo de 5000 capítulos observamos todos los intentos de ella por estar cerca de él, a pesar de su gran timidez y complejos de inferioridad. Finalmente, su hermana se dará cuenta de los sentimientos de ella y tratará de matarla, pero será ésta quien muera en un trágico accidente. Todo concluirá en el momento en que la chica tímida y el chico se declararán amor eterno y se casarán en medio del jolgorio general. Dicho de forma cómica, ese es el argumento general de la inmensa mayoría de los llamados culebrones.
Las emociones, los sentimientos de amor, la pasión, la ternura y el afecto es lo que más anhela el corazón de una mujer. Se siente llena. Por eso buena parte de su vida cobra sentido cuando esto ocurre.  
La mujer suele ser conquistada por las atenciones que un hombre le presta; por todas las palabras hermosas que escucha al oído; por cómo se preocupa sobre su persona; por aquellas frases que prometen amor eterno. Si al hombre le atrae la belleza, a la mujer lo hace el romanticismo. Toda mujer se siente atraída hacia aquellos hombres que la abruman en el buen sentido y que la buscan. Sentirse deseadas es una sensación totalmente embaucadora. Aunque hay ocasiones en que estos roles se intercambian, el  hombre suele ser el conquistador y ellas son las que disfrutan siendo conquistadas y cortejadas.
Ambos géneros se complementan. Aún así, es cierto que cuando una mujer se enamora de verdad remueve cielo y tierra para que él sea consciente de sus sentimientos de una u otra manera. Sus señales serán más sutiles. No habrá flores ni ese tipo de regalos típicamente masculinos, pero sí serán indicios evidentes: la cercanía física, las miradas, el deseo de pasar tiempo juntos, el interés por conocerlo a base de continuas preguntas[3], etc. A veces estas señales son malinterpretadas por el hombre, que no sabe realmente cuáles son las intenciones de ella. Por eso en ocasiones no es fácil deducir sus significados.
Evidentemente, todo esto conduce a querer aumentar la intimidad física. En consecuencia, termina por aparecer el deseo sexual de forma poderosa ya que es el siguiente nivel de intimidad.
Podemos decir que casi todos los casos de solteras cristianas que suelen caer en las relaciones sexuales prematrimoniales dan la misma explicación: buscaban intimidad emocional. Creían que ahí sería donde su hombre les daría aquello que no le estaban ofreciendo en la parte no-física de la relación. Esto las lleva a una terrible desesperación después de haber consumado el acto, y más si son abandonas por el chico en cuestión. Se sintieron usadas y no recibieron a cambio lo que anhelaban. Ese es uno de los grandes peligros a los cuales se enfrenta la mujer en la actualidad, aunque en realidad siempre ha sido así.
Este es un campo que incluso las mujeres con novio o casadas deben vigilar. Si no están siendo cuidadas emocionalmente por sus parejas, pueden caer ante las atenciones de otros hombres y buscar esa satisfacción emocional fuera de su relación. Lamentablemente, son muy habituales estos tipos de aventuras llevadas a cabo con un compañero de trabajo, del gimnasio o un vecino. Si tienes pareja, es fundamental tratar estos temas cuando te sientas insatisfecha antes de que las cosas lleguen más lejos, que no tiene que llevar al sexo con alguien que no es tu pareja, pero sí a otra clase de aventuras igualmente peligrosas: las emocionales.
Hay hombres que, en su ignorancia, pueden creer que el amor se limita al sexo, cuando para la mujer madura el sexo es una parte más del amor. Importante, pero en definitiva, un ingrediente más del pastel. Un hombre puede acercarse a una mujer con propósitos sexuales sin necesidad de que sus sentimientos entren en juego, mientras que la mujer puede acercarse a un hombre con propósitos emocionales sin pensar en primera instancia en el sexo. El hombre se puede sentir bien con el sexo sin emociones. La mujer no[4]. Necesita que sus emociones entren en juego. De lo contrario, el sexo será algo carente de significado. Leí una encuesta en la cual preguntaban: ¿Sexo con amor o sin él? La mayoría de las mujeres decían que “con él”. Sólo una minoría pensaba de forma diferente[5].
Independientemente de que a la mujer le guste sentirse guapa (y que es sano dentro de un equilibrio), sabe perfectamente que el hombre se siente atraído por la belleza ya que es visual, y que si no llaman la atención de esta manera será más difícil que se fijen en ella. Esto es algo que veremos con detenimiento en el siguiente apartado, porque también en este terreno hay que marcar límites[6].
Claro que la mujer también tiene ojos y le atrae el cuerpo de un hombre, pero no le concede la misma importancia. Nada de esto descarta la atracción física, aunque es cierto que es muy extraño (al contrario de lo que creen los hombres) que ellas vayan detrás de alguien exclusivamente porque les atraiga físicamente. Y nuevamente me refiero a mujeres cristianas maduras.
Por todo esto que hemos visto se le concede tanta importancia a la ropa, a los cosméticos y a toda clase de accesorios. De ahí también el origen de esa obsesión con las dietas pre-veraniegas, que consiste en pasar hambre para lucir una determinada figura libre de toda la grasa humanamente posible. En esa época del año, esas dietas son más conocidas como parte de la operación bikini.

En conclusión: “Para nosotros, la impureza de los ojos es el preámbulo de la impureza sexual. Esa mirada puede convertirse en tan enfocada que puede producir una excitación tal como lo haría acariciar un seno o los glúteos de una mujer. [...]. El proceso descendente de la mujer casi siempre comienza con una relación linda, tierna y estimulante, así como con el toque masculino con ternura y cariño. Su sistema de ignición está vinculado al contacto físico y la relación. Aunque ellas perciben nuestro estilo como superficial y sucio, la verdad es que les ocurre lo mismo, solo que por diferente camino”[7].

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7.3. La sexualidad del soltero cristiano: Origen y desarrollo del deseo sexual & Lujuria y pornografía.




[1] Lookadoo, Justin & DiMarco, Hayley. Noviazgo: ¿Están preparados? Unilit.
[2] Que tampoco usen este argumento como excusa para ir mirando a todas las mujeres como si fueran un radar andante.
[3] Esta también es la causa de cierta inseguridad que siente un hombre cuando ve a su pareja con amigos del sexo opuesto.
[4] Hablo por norma general, pero hay hombres y mujeres que sienten de manera opuesta en estos casos.
[5] La peor parte era de un sector creciente que decía que había que experimentar ambos; es decir, el sexo con y sin amor.
[6] En el capítulo Enamorado de un verdadero creyente veremos cuáles son las virtudes que la Biblia resalta de una mujer, muy por encima de su belleza física.
[7] Hormachea, David. El adulterio. Grupo Nelson. P. 106.