Parto de la realidad de que todas las
opiniones son respetables siempre y cuando estén bien argumentados. El “porque
sí” o “porque lo digo yo” no me valen. Tampoco los extremos como los expresados
por las activistas de FEMEN, que tachan de enemigos de las mujeres, opresores,
miembros de sectas religiosas y neofascistas a los que no pensamos como ellas y
proclaman a los cuatro vientos sus lemas “abortar es sagrado” o “mi cuerpo, mis
normas”, y cuya inventiva sarcástica a la hora de expresarse me deja
estupefacto. Siempre me gusta saber qué piensa el que disiente de mí en todos
los temas, así puedo exponer con mayor claridad mis ideas. En sus redes
sociales, y para justificar el
intento de reventar la marcha de hace unas semanas en Madrid (algo que ni mucho
menos lograron aparte de cuatro fotos con rostros embravecidos para la prensa
ávida de morbo), expusieron sus pensamientos e ideales: “Porque el Estado español y su
gobierno inquisitorio está siendo cómplice de la Iglesia de forma directa [...]
Si ellos no respetan nuestros cuerpos y nuestras decisiones, nosotras no
respetaremos sus libros, sus templos ni sus santas caminatas [...] Vuestro
reinado medieval lleno de privilegios ha llegado a su fin [...] Si la religión
y su ejército inquisitorio buscan una guerra santa, la tendrán, pero sabiendo
que nuestra bandera será la que ondee triunfante sobre cada torre de cada
templo que intente violarnos con sus santas normas [...] Nuestro ejército
desnudo será el que esta vez prenda a todos los patriarcas”. ¡Madre mía! Parece
un discurso pronunciado por Kim Jong Il contra Estados Unidos más que el
de una feminista.
Intelectualmente
puedo entender que una persona atea defienda el aborto. Tiene su explicación:
cree que venimos de la nada, que todo surgió por azar, que somos un puñado de
células reunidas y que cuando muramos volveremos a la misma nada. Por lo tanto,
un feto no es nada para ella. Esto explica su forma de actuar, aunque no la
justifica como he explicado una y otra vez en este mismo blog.
En medio de ambas realidades (los que
dicen “por que sí” y FEMEN), nos encontramos con personas que usan argumentos
teóricamente correctos pero que realmente caen en la falacia: tienen apariencia
de verdad, pero las supuestas realidades se basan en mentiras. El problema
reside en que los que caen en esta trampa no son conscientes de ella o no
quieren reconocerla. En este grupo podríamos poner un ejemplo muy concreto, el
de la feminista Mar Grandal, presidenta
de “Católicas por el Derecho a Decidir” en España, entrevistada hace unos días en
“El País”[1].
Según ella, su defensa del aborto se basa en los argumentos
de la Iglesia. “Nos basamos en la
doctrina del probabilismo, un principio del siglo XVII que dice que donde hay
duda hay libertad. Y una norma moral sobre la que hay dudas razonables no puede
imponerse como si fuera cierta. Y el aborto no es un dogma, no es infalible
[...] Además, defendemos la libertad de conciencia, un argumento de la
tradición católica que apunta que la conciencia es el reducto más interno,
donde está Dios. Por tanto, si una mujer, teniendo en cuenta esa libertad de
conciencia, decide abortar ¿quién es nadie para juzgarla? Católica o no, debe
ser libre para decidir. Nadie puede violar esa conciencia. Yo no creo en un
dios juzgador, sino en un dios misericordioso, amoroso, que comprende la
situación de cada mujer. Ni siquiera Jesús culpabilizó ni juzgó a las mujeres”.
Sinceramente,
desconocía ese postulado al que hace alusión. Sea como sea, esa “doctrina” de
hace varios siglos carece de validez al chocar frontalmente con los
principios divinos reflejados en la Biblia. La señora Grandal (que dice ser
católica, y por lo tanto, en teoría, cristiana), afirma que la mujer es libre
para abortar, lo cual es una incongruencia y una falacia de proporciones cósmicas.
“Aborto” y “cristianismo” no pueden ir en la misma afirmación. “Cristianos” y
“derecho a decidir” tampoco. Sus palabras son completamente incongruentes con
las enseñanzas de Jesús, al que tanto cita. Defiende la libertad de conciencia
como si ésta fuera la última palabra. Sin embargo, Dios mismo nos avisa del
peligro de la conciencia y de lo poco fiable que resulta: “Engañoso
es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo
Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno
según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:9-10). Si todo se basara en la conciencia propia, ¿para qué se
molestó Jesús en explicar las leyes divinas que fueron establecidas? Lo que
Grandal defiende sobre la libertad no concuerda con el cristianismo, sino que
es puro relativismo moral: “Si yo siento que no está mal, es que no está mal;
si yo siento que está bien, es que está bien. Así lo siento de parte de Dios”.
¡Un completo desatino! Por otro lado, toma de Jesús lo que le conviene y se
olvida de otras verdades. ¿Qué no cree en un Dios que juzga? ¿Entonces por qué
Jesús habló multitud de veces sobre el infierno? Jesús no se dejó matar porque
creía en la libertad (como trata de resaltar Grandal), sino que murió voluntariamente
para pagar por nuestros pecados y regalar la vida eterna a todo aquel que
creyera en Él y en su sacrificio. Sí, Dios es misericordioso, pero ¿qué Él no
juzga? ¿No dice en Apocalipsis 20:12 que Dios juzgará a cada ser humano, hombre
y mujer, sin distinción? Como antigua estudiante de Teología, se ha formado un
“dios” a su medida, pero no el Dios que revela la Biblia.
La
entrevista continúa: “Un feto no es una persona. ¿Por qué
consideran eso un asesinato y no se preocupan del cuidado del ecosistema que
hace que fetos y personas mueran? Si tanto defienden la vida, ¿por qué no salen
a la calle cuando una mujer es víctima de violencia de género? Nosotras sí
somos provida. Ellos son movimientos antiderechos”.
Sinceramente, yo me quedo de piedra y con mal cuerpo tratando de comprender
cómo alguien puede pensar así. ¿Por qué tiene que mezclar un tema con otro?
¿Por qué cree que el feto sin desarrollar no es un ser vivo si desde el mismo instante de la
concepción ya posee todo el material genético para su desarrollo?: “A las dos semanas de la concepción, está completamente implantado en el
útero. Una semana más tarde, ya se le están formando el cerebro, la médula
espinal y los ojos; y unos días después le latirá el corazón”[2].
Esto no
es una cuestión religiosa o de fe, sino que es pura biología. Como un lector
dijo: “Cualquiera de nosotros
empezamos siendo un embrión y si el proceso no hubiera seguido 40 semanas en el
vientre de nuestra madre no habríamos nacido y no estaríamos aquí. Un
espermatozoide o un óvulo por separado no son seres humanos, pero cuando el
espermatozoide fecunda el óvulo pues ahí está el principio de todo. Lo que
tenemos que ver es qué se quiere fomentar, la responsabilidad de tomar todas
las medidas posibles antes de que el proceso empiece o la responsabilidad de
eliminar una vida [...] Desde el momento de la concepción, esa identidad de
especie y de individuo queda establecida y nada ni nadie puede transformarla en
una identidad diferente. Si el embrión fuera un ser vivo genérico o indefinido,
el endometrio de cualquier organismo placentario podría recibir su anidación
llevando a término un xenoembarazo sin problemas, pero tal cosa no ocurre. Es
la propia fisiología humana la que reconoce la humanidad del embrión. Desde ese
momento temprano, estamos hablando, por tanto, de un ser humano con una
existencia propia, que sigue su desarrollo ordenadamente según las pautas de la
ontogenia que a los seres humanos nos caracteriza, guiada por una configuración
genómica concreta y dentro de un entorno particular, que determina cada forma
en que interactúan genética y epigenética; no estamos, por consiguiente,
ante un ente de razón abstracta, ni ante una entelequia metafísica. Este es el
motivo por el que el aborto en el que media la voluntad de acabar con esa vida
humana ya en curso merece recibir el nombre de homicidio prenatal. Como se
puede comprobar, esta argumentación para nada implica a la religión; tiene una
base exclusivamente ética y humanista estableciendo, desde la realidad
biológica, un punto de apoyo para calificar la posturas políticas que han de
definir cualquier Ley. Desde este punto de vista, una protección suplementaria
del recién concebido no supone una regresión sino un claro avance, un progreso
que permite arrumbar la desconsideración por la vida humana que caracterizara
el materialismo ciego de la postura tradicionalmente mantenida por la
izquierda, claramente reaccionaria”.
El
problema de muchos es que tergiversan la biología objetiva a su antojo personal
para ajustarla a la moral propia: “Hago lo que quiero y cuando quiero porque no
quiero asumir ninguna responsabilidad”. Ese podría ser el lema de todas las
plataformas abortistas. Sé de un ginecólogo de mi ciudad que cada semana se
acerca a la entrada de una clínica abortista y le ofrece a las mujeres que van
a entrar una ecografía gratuita en su consulta. Las que aceptan, cuando
escuchan el latido del corazón del hijo que llevan en su interior, comienzan a
llorar quebrantadas y muchas desisten de abortar. Asumieron que no era un juguete
que podían tirar por la ventana.
Desde el momento en que ese nuevo ser surge en el interior de una mujer,
los derechos de ella para decidir si vive o muere desaparecen: está en su
cuerpo pero no es su cuerpo, y esto no tiene nada que ver con el patriarcado y
el machismo que denuncia.
Isabel Serrano Fuster, ginecóloga
y portavoz de la Plataforma Decidir Nos Hace Libres, y María Luisa
Soleto Ávila, directora de la Fundación Mujeres, ofrecían algunos
argumentos para la ya antigua ley del aborto[3]:
1.“Porque
funciona. No se han cumplido las profecías de un incremento notable del número
de abortos”. ¿Qué no han aumentado el número de “interrupciones voluntarias
del embarazo”? El gráfico hace que mis palabras sobren.
2. “Porque respeta a las mujeres. El reconocimiento de un plazo en el
que las mujeres puedan decidir libremente sobre si quieren seguir adelante o no
con su embarazo es la única manera de no atropellar los derechos fundamentales
de las mujeres embarazadas”. Esto no es evolución de valores como dice el
magistrado y portavoz de Jueces para la Democracia, Joaquim Bosh, sino
involución. ¿Derechos fundamentales de las mujeres embarazadas? ¿Y los derecho
del nasciritus?[4]
¿Ellos no son libres de decidir si quieren nacer? No me imagino unas elecciones
entre prenatales y ganando la mayoría del “no”. ¿Y en el caso de una violación,
que sí recoge la nueva ley del aborto?: “Ese niño inocente, que también es de
la madre, no debe pagar un crimen tan execrable con su vida. Si la madre no se
ve capaz de criarlo puede darlo en adopción, y así romperá el ciclo de
violencia; La violación es uno de los argumentos más manipulados a favor del
aborto. Hace dos años, en Estados Unidos, un Comité de Mujeres Embarazadas por
Asalto Sexual quiso hacerse oír: ´Nos ofende profundamente cada vez que nuestra
difícil situación se explota para promover los intereses políticos de otros`.
En los dos únicos estudios sobre estos casos, se descubrió que aproximadamente
el 70% de mujeres en esta situación decidieron tener el niño. Además, el Elliot
Institute (www.afterabortion.org), que estudia el síndrome post-aborto, en una
encuesta a estas mujeres, descubrió que al 80% de las que habían abortado les
había causado más mal que bien y se arrepentían”[5].
3. “Porque es la mayoritaria en Europa
[...] Porque la población está conforme [...]”. Que una inmensa mayoría esté a
favor del aborto (lo cual no es cierto) y que en muchos países de Europa se
permita el aborto casi por cualquier causa, no es un argumento de peso para legislar
sobre lo correcto y lo incorrecto. Si hiciéramos lo que se nos antojara en
todos los ámbitos de la vida porque la mayoría pensara de la misma manera,
dejaríamos de pagar impuestos y en el supermercado, no trabajaríamos, nos
tomaríamos la justicia por nuestra mano sin necesidad de jueces y policías,
etc. Lo que nos hace libres no es decidir ni hacer lo que queremos, sino la
verdad, como dijo Jesús (Juan 8:32). Y la verdad no depende de opiniones ni de
mayorías. Como decía Winston
Smith, protagonista de la famosa novela “1984” de George Orwell: “Encontrarse
en minoría, incluso en minoría de uno solo, no significa estar loco. Existe la
verdad y lo que no es verdad, y si uno se aferra a la verdad incluso contra el
mundo entero, no está loco”.
Muchos
se justifican con los casos de graves malformaciones del feto o del peligro
para la vida de la mujer para justificar el aborto. Pero, ¿por qué no dicen que
este supuesto únicamente se da en el 10% de los casos, y que el resto es simple
y llanamente porque la mujer lo considera un embarazo no-deseado, aun estando
el feto en perfecto estado de salud? Dentro de esa décima parte, hay una
categoría específica donde el feto es compatible con la vida pero viene con
alguna minusvalía. Podemos imaginar cuán difícil puede llegar a ser la
situación para los padres aunque solo ellos sean capaces de entender tal dolor.
Pero, ¿impediremos que nazca un chico o una chica con una minusvalía, con
síndrome de Down, sordo o sin brazos? El impactante testimonio de Nick
Vujicic, que nació sin brazos y sin piernas, debería hacer recapacitar a muchos (http://www.youtube.com/watch?v=yIqyWlqYYyI).
Soy plenamente consciente de que la
auténtica raíz de este inmenso problema es la maldad y el egoísmo del ser
humano, y estoy totalmente convencido de que la
única solución verdadera es volverse a Dios. Y en esta situación coyuntural nos
toca poner de nuestra parte. Entiendo situaciones donde el desamparo del
progenitor o los escasos recursos económicos “empujan” a una mujer a abortar,
pero es ahí donde el Gobierno y las Instituciones deben ofrecer claras
alternativas: ayudas económicas, facilidad para la adopción, etc. Aunque no es
perfecta al dejar algunos recovecos legales para la pillería e insuficiente en
cuanto a ayudas económicas y protección para las embarazadas, los que estamos
en contra del aborto hemos visto un paso positivo con la nueva ley aprobada por
el Consejo de Ministros[6]
(aun sin vigor). Pero no podemos quedarnos ahí. Debemos ir más allá e implantar
una sana educación donde la relación de pareja sea motivada dentro de un marco
familiar, afectivo y lleno de valores, concienciando el respeto a la vida que
surge en el útero de la madre, y estableciendo ayudas sociales para aquellas
mujeres que las necesitan. Ese es el próximo paso que debemos dar. Es una tarea
fundamental para la sociedad, PARA TODOS NOSOTROS.
p.d: Lamentablemente, el pueblo español mostró su inmoralidad y el clamor popular fue tal que obligó al Gobierno (cobarde gobierno) a no implementar dicha ley. De forma honrada e íntegra, Alberto Ruíz-Gallardón, el Ministro de Justicia y promotor de dicha ley, en un acto que le enaltece, presentó su dimisión inmediata.
p.d: Lamentablemente, el pueblo español mostró su inmoralidad y el clamor popular fue tal que obligó al Gobierno (cobarde gobierno) a no implementar dicha ley. De forma honrada e íntegra, Alberto Ruíz-Gallardón, el Ministro de Justicia y promotor de dicha ley, en un acto que le enaltece, presentó su dimisión inmediata.
[2] María Martínez López, UNO, mayo
2009, p. 3
[4]
Nasciturus ('[el que] ha de nacer', participio de futuro en latín) es un
término jurídico que
designa al ser humano desde
que es concebido hasta
su nacimiento. Hace
alusión, por tanto, al concebido y no nacido.
[5]
María Martínez López, UNO,
mayo 2009, p. 3
[6]
Resumiendo la nueva Ley del aborto
: -Se termina con el aborto como derecho; Se permitirá solo en dos supuestos:
violación (máximo 12 semanas) y riesgo para la madre (máximo 22 semanas); El
riesgo debe suponer “un menoscabo duradero” de su salud; Se elimina el supuesto
de malformación fetal; La anomalía fetal se admitirá si es “incompatible con la
vida”; La mujer necesitará el aval de dos médicos ajenos a la clínica; Las
clínicas no podrán anunciarse; Todos los médicos podrán objetar; Las menores
necesitarán permiso y acompañamiento paterno. Para más detalles sobre la “Ley
Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer
Embarazada”: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/12/20/actualidad/1387549419_233676.html