martes, 21 de marzo de 2017

1. Eutanasia: ¿La buena muerte?



De entre los pocos programas que me gustan de la televisión y que veo –aunque lo hago online y en diferido para evitar la pérdida de tiempo que suponen los anuncios- se encuentra Salvados, del conocido periodista Jordi Évole. El pasado 23 de octubre[1] trató el tema de la eutanasia, con el título La buena muerte, usando el significado original en griego de dicha palabra compuesta: eu (bueno, hermoso, feliz) y thanatos (muerte).
 Aunque ofreció ambas posturas (la que está a favor y la que está en contra), a nivel testimonial únicamente mostró la de Carlos Martínez –afectado por la enfermedad degenerativa e incurable llamada ELA, y fallecido poco después de la grabación del espacio-, que estaba a favor de dicha práctica y la reclamaba para sí mismo. Además, el presentador se decantó claramente por una postura, ya que, aparte de mostrar la del paciente, añadió la de tres médicos que pensaban igual (uno de ellos por ser el primer condenado en España por practicar una eutanasia[2]) y rematando con Erik Van Wijlick, del Real Colegio de Médicos de Holanda, país donde la eutanasia está aprobada. En total, se entrevistó a cuatro personas a favor y solo una en contra.
Todo esto me sorprendió y desilusionó, puesto que dicho espacio televisivo suele ser, por norma general (que no siempre), equilibrado, mostrando ampliamente ambos extremos, dejando que sea el espectador el que se incline por uno u otro, sea en asuntos políticos, sociales u otros, algo que no sucedió en esta ocasión. Una chica dejó este comentario: “Una amiga del facebook que tiene ELA comentó que estaría bien que hicierais un programa con los que a pesar del ELA tienen ganas e ilusión por la vida. Atended esa ilusión y el testimonio impresionante de estas personas”.
¿Qué suelen hacer los medios de comunicación generalistas en lo que respecta a multitud de asuntos? Publicar historias que muestran una sola cara o decantarse abrumadoramente por un punto de vista. ¿Manifestaciones a favor del aborto y del matrimonio homosexual? Primera plana en toda la prensa. ¿Manifestaciones a favor de la vida, de los derechos del feto y de la familia tradicional? Una pequeña reseña y, en la mayoría de las ocasiones, ni eso. Es lo mismo que hizo el señor Évole: ofreció el rostro de “enfermos partidarios”, pero no de “enfermos no-partidarios”. Como dijo un telespectador: “ya no sé qué muestra, si la realidad o lo que él piensa que debemos ver”.
Esto mismo lo podemos comprobar en multitud de periódicos que este pasado verano ofrecieron grandes entrevistas a deportistas paraolímpicos a favor de la eutanasia (como la belga Marieke Vervoort[3], que incluso tiene firmados los papeles para que se la apliquen –al ser legal en su país- cuando ella decida) pero en rarísimas ocasiones escriben sobre aquellos que también están enfermos de ELA u otras enfermedades degenerativas y dolorosas pero, aun así, no quieren acabar con sus vidas. Este tipo de prensa provoca que, al final, la conciencia social quede, como siempre, sesgada.
Como tengo que ser justo por la parte que me toca, añado una rareza entre la prensa, y que se publicó a principios de Marzo de este año (tiempo después de que terminara de escribir estos artículos): una entrevista y un “cara a cara” entre un enfermo que quiere morir y otro que no: “Mis razones para morir / Mis razones para vivir” (http://www.elmundo.es/cronica/2017/03/03/58b17708468aeb7b238b4593.html), y que merece la pena leer antes de analizar mis doce escritos y, especialmente, después.

¿Disentir está prohibido?
Cualquier ser humano que se precie de serlo, independientemente de que ya tenga su opinión al respecto, debe siempre escuchar de manera interesada los motivos y las creencias últimas que conducen a otro sector de la sociedad a pensar de manera opuesta. Tristemente, está más que comprobado que, en los foros de opinión y en los comentarios que dejan los lectores en la prensa virtual, es imposible escribir sin que hagan acto de aparición los clichés manidos, como las acusaciones de fanatismo, de insensibilidad, de hipocresía, de cinismo, de falta de misericordia, de humanidad y empatía, aderezado en ocasiones con insultos y burlas, siendo los más suaves ´psicópatas sin piedad`. A algún “valiente” que se atrevió a llevar la contraria le desearon de todo corazón que enfermara para que así cambiara de opinión. Por eso no participo en esos lugares y no se lo recomiendo a nadie.
En lo que respecta al susodicho programa La Buena muerte, se entrevistó al doctor Marcos Gómez (Director de la Unidad de Medicina Paliativa del Hospital Dr. Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, Ex Presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos –SECPAL- y miembro de la Comisión Central de Deontología de la OMC), y cuya opinión era contraria a la eutanasia. La reacciones contra él en las redes sociales no se hicieron esperar. Como botón de muestra de que disentir está prohibido –como también sucede en temas como el aborto y el matrimonio homosexual, aunque se haga respetuosamente como hizo él- cito algunas de las palabras que se le dedicó entre los más de mil comentarios que he leído en distintas fuentes:

- “Este médico debe de ganar dinero con las drogas-medicinas”.
- “¿De dónde se ha escapado este doctor?”.
- “No estoy segura de si este señor esconde su fanatismo religioso debajo de su ´ética médica`, o simplemente un complejo de Dios de libro de psicología”.
- “Me parece un falso”.
- “¡Qué poco humano!”.
- “Daba la sensación de que hablaba para estúpidos... o él se creía demasiado listo”.

Y esto es sumamente ligth. He omitido todos los vulgarismos e insultos que se han hecho contra su persona porque harían falta varias páginas. Es lo que tiene Internet: millones de individuos que se sienten con total libertad detrás de la pantalla de un ordenador para insultar sin pagar las consecuencias[4].
La inmensa mayoría de la masa social cree que no se puede juzgar. Es sorprendente que incluso los que no son creyentes respalden ese pensamiento citando las palabras de Jesús: “no juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1). Son los mismos que olvidan mencionar el otro dicho suyo que complementa y aclara el primero: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24). “Juzgar” no es sinónimo de “condenar”. En el mismo diccionario podemos comprobar que su segunda acepción es “valorar, formar juicio u opinión sobre algo o alguien”. Así que los que se han ofendido con aquellos que no comparten la forma de pensar de Carlos y los pro-eutanasia, deberían de saber que, en el sentido que hemos señalado, toda persona puede juzgar las palabras y acciones de otras personas, aunque difieran de las suyas. Y eso no es faltarle el respeto a nadie. ¿O es que solo podemos valorar y dar una opinión personal si pensamos igual y tenemos una idea uniforme? ¿No es eso otra forma de totalitarismo? Siento muchísimo por lo que pasó Carlos y su familia, y el corazón se estremecía escuchándolo, pero eso no quiere decir que tenga que opinar como ellos.
“Cómo les gusta imponer su moral”, fue uno de los cientos de mensajes que leí por la red. Cuando leo algo así, me quedo estupefacto. En mi caso, no trato de imponer nada ni puedo obligar a nadie a pensar como lo hago, ni viceversa. Tampoco agredo ni insulto como hacen las FEMEN ante los que se manifiestan en contra del aborto libre. Pero sí los pro pueden exponer sus criterios y defenderlos ante la sociedad –con el deseo de establecerlos como derechos, normas y leyes-, ¿por qué los anti no podemos hacer lo mismo? ¿Es que las reglas sólo se aplican a un sector de la población?

¿La culpa es de la religión?
Otro de los argumentos que usan los pro concierne a la fe: puesto que la mayoría de los que la defienden niegan la vida eterna y la existencia de un ser sobrenatural (según ellos, bajo el postulado de que “la ciencia” demuestra la imposibilidad tanto de lo uno como lo otro), no creen que ningún “diosito” (el calificativo que usan para mofarse) tenga nada que decir al respecto. Achacan toda creencia espiritual a personas retrógradas, ignorantes, fanáticas, incultas y adoctrinadas, que creen en cuentos de hadas, y que tienen que aprender a pesar página y modernizarse como el resto de la sociedad.
Tras la emisión del citado programa, las redes sociales se desbordaron de comentarios señalando a la religión como causante principal de que no se haya legalizado todavía la eutanasia en España. Corrigiendo las faltas de ortografía que resultan hirientes para la vista y omitiendo nuevamente las opiniones groseras, he aquí una muestra:

- “Todo es culpa de la religión. De nada sirve más que para poner trabas a la felicidad”.
- “Falta educación y sobra religión en España. Que dejen decidir a cada uno, como el aborto”.
- “Solo rechazan la eutanasia los que piensan que nuestra vida sólo pertenece a Dios”.
- “A ver si dejan de entrometerse y de manipular a la ciudadanía con sus habituales monsergas, farsas, mentiras, manipulaciones, y dejan ya de adoctrinar a borreg@s”.
- “Este hombre no tiene una muerte digna por la religión”.
- “La religión también influye. Para ellos hay que sufrir para ir al paraíso”.
- “El que por casualidad se mete a médico siendo un ´religioso radical que impone su moral` se ha equivocado de profesión. Cuando quiera curar a gente que los envíe a rezar”.

Según ellos, todo se resume a que los que están en contra de la eutanasia “son víctimas de sus miedos, cegados por dogmas, prejuicios, condicionantes religiosos”.
Lo llamativo es que el doctor Marcos Gómez no ofreció ningún argumento en contra de la eutanasia que implicara a Dios. De la misma manera que él, todos los razonamientos que voy a presentar no van a incluir la fe cristiana ni a Dios, aunque hablaré de ambos en el capítulo final, una vez haya concluido todo el análisis sobre este tema. Por lo tanto, no hace falta que me detenga a refutar las conclusiones que muchos han sacado sobre la supuesta culpabilidad de la religión, aparte de que me desviaría completamente de las materias principales. Hay tanta memoria histórica selectiva, y tantos prejuicios y estereotipos sobre el cristianismo –o lo que las personas entienden por cristianismo- que en un futuro cercano me centraré en describirlos para mostrar sus errores.
Dicho esto, añadiré que resulta sumamente llamativo e irónico que cuando la prensa cita a creyentes que están en contra de la eutanasia sea expresamente para desprestigiarlos o burlarse de ellos, y por el contrario se les toma en serio cuando están a favor de dicha praxis, como en el caso del polémico Hans Küng[5] (al que ni siquiera considero cristiano[6]) y del ex diputado holandés Van der Heijden –supuestamente devoto católico- que decidió suicidarse junto a su esposa. De éste, la periodista llegó a decir que “supone un aval póstumo muy significativo”. Una vez más, vemos el doble rasero que usan los periodistas.
   
Las bases
Por todo lo señalado hasta ahora, y ante la intolerancia de los que se hacen llamar tolerantes (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/11/la-intolerancia-de-los-que-se-hacen.html), estos escritos parten de una base, dividida en tres aspectos; van dirigidos exclusivamente a:

- Aquellos que no se han decantado por una opción porque no conocen realmente los argumentos de ambos bandos.
- Los que, aunque están a favor de la eutanasia, son respetuosos, abiertos y están interesados en saber el porqué hay muchos que no la apoyan, cuestión que apenas se desarrolló en el programa.
- Aquellos que no la defienden pero no tienen sus propias razones muy definidas.

A los que son irrespetuosos, a los que disfrutan con el insulto barato, a los que no les importa lo más mínimo formarse una opinión personal sobre este trascendental tema, y a los que no tienen ningún interés en escuchar opiniones divergentes a las suyas, les recomiendo no perder el tiempo. Al resto, a los que se sienten incluidos en alguno de los tres aspectos que conforman la base, les animo a seguir hasta el final esta serie de artículos –puesto que conforman un todo- para formarse una idea global y completa. Si es tu caso, recuerda que todos estos escritos constituyen un puzzle, así que para verlo en su totalidad hay que analizar cada ficha y situarla a continuación en el conjunto global. No hacerlo sería un error, al igual que juzgar un libro por un único capítulo.
Mi idea a la hora de tratar la eutanasia es no esquivar ningún asunto en particular, por muy espinoso, peliagudo, controversial o incómodo que resulte, sea el tema que sea (médico, ético, social, personal y legal), ya que es algo que procuro hacer siempre. Por eso también haré mención a ese porcentaje de pacientes en situaciones extremas que muchas veces se citan para defender la llamada “muerta digna”.
Y sin más, comencemos.

Continuará en A favor y en contra de la eutanasia: dos posturas opuestas.


[2] Marcos Ariel Hourmann, quien fue condenado a un año de prisión pero que no cumplió al carecer de antecedentes penales.
[4] A personas así, que usan las redes sociales para ultrajar a los que no piensan como ellos, les recomendaría que reflexionaran viendo el capítulo Odio Nacional de la serie Black Mirror.
[6] Es difícil calificar –por no decir imposible- como verdadero cristiano a alguien como Hans Küng, ya que en su famosa obra “Ser cristiano”: 1)Niega la inspiración de la Palabra de Dios formulada en 1 Ti. 3:16 por el mismo Pablo; 2)Rechaza casi todos los elementos milagrosos del Evangelio. 3)Se muestra ambiguo en su formulación sobre la cristología. Grau, José. Catolicismo Romano: Orígenes y desarrollo (tomo 2). P. 1057-1065.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Hasta el último hombre: ¿Despreciando a los cristianos que no piensan como nosotros?



Aunque este artículo está encuadrado dentro de la etiqueta “películas para reflexionar”, señalaré que no es recomendada para todo el mundo: Hasta el último hombre (ganadora de multitud de premios, entre ellos dos Oscar al mejor montaje y sonido, y dirigida por Mel Gibson –el mismo de La Pasión De Cristo-). Y digo esto porque, al ser un largometraje basado en una historia real sobre la 2ª Guerra Mundial, contiene escenas de combate bastante crudas, al estilo que ya se mostraron en Salvar al soldado Ryan, por lo que puede herir la sensibilidad. Por lo tanto, no es aconsejable que la visualicen aquellas personas que les pueda afectar especialmente dichas imágenes, ya que resultan bastante desagradables. En mi caso, la vi porque me interesaba sobremanera la premisa, pero tuve que apartar la mirada con toda celeridad en varias ocasiones. Aunque no la veas, puedes leer estas líneas para conocer una gran historia y aprender algunas lecciones prácticas e importantes como cristiano.

La razón de este escrito
Hecha esta matización, diré que, si quiero escribir sobre la historia del sargento del Ejército de EE. UU, Desmond Doss (interpretado por Andrew Garfield), es para llamar la atención sobre hasta qué punto ciertos cristianos –tanto católicos como protestantes- se han mostrado intolerantes con el valor de esta película por el hecho de que narra las vicisitudes de un Adventista del séptimo día, siendo sorprendentemente apreciada por aquellos que no tienen ningún tipo de creencia religiosa. Difiriendo en algunos asuntos importantes con ellos, me parece tristísimo, a la luz global de las Escrituras, que se menosprecie la fe e infravalore la labor que llevó a cabo el soldado en la contienda por pertenecer a este grupo.
Aunque oficialmente desde el 2º Concilio Vaticano (celebrado entre 1962 y 1965) el catolicismo romano considera a los protestantes/evangélicos como “hermanos separados”, el católico de a pie los sigue llamando “herejes”, como he comprobado en multitud de ocasiones y leído en muchas más. Por su parte, incontables protestantes/evangélicos, aunque hablan de un intento ecuménico bajo ciertas normas (entre otras, el reconocimiento a que la máxima autoridad es la Biblia y no las palabras del Papa), califican con total convencimiento a la institución romana como “La Gran Ramera” de la que se habla en el libro de Apocalipsis.
Aunque en público muestran buenas caras y parecen respetarse, la realidad descrita fuera de los focos es la habitual entre dos de las ramas más representativas del cristianismo. Ante esta perspectiva, no me extraña en absoluto el desprecio mostrado ante la fe de Desmond Doss, al no calzar con ellos en todos los detalles, presentándolo peyorativamente como un sectario.
Así que, una vez más, el propósito de este escrito es abrir la mente de aquellos que se muestran intolerantes para que puedan rectificar y cambiar. Con ese fin en mente, y antes de lanzar sentencias y proclamas populistas, analizaré algunos detalles de la vida de Desmond:

- ¿Se puede considerar a su grupo como cristiano o no?
- ¿En qué aciertan y en qué yerran?
- Y, por último, lo que considero más importante: pensemos lo que pensemos sobre las creencias de las personas adscritas a esta fe en particular, ¿puede Dios usarlos para el bien y para Su gloria? 

¿Quién fue Desmond Doss?
El sargento Doss, queriendo servir a su país en la contienda más terrible que ha experimentado este mundo, se alistó en el ejército como objetor de conciencia en un pelotón de combate. Esto significa que serviría como médico en el mismo frente de batalla socorriendo a los heridos pero sin portar armas, ya que él quería salvar vidas, no arrebatarlas, ya que sus valores –asentados en el mandamiento bíblico no matarás- se lo impedían. Analizado fríamente, era prácticamente un suicidio, pero su sentido del deber estaba por encima de todo. Alegaba que no podía quedarse en casa a salvo mientras que sus vecinos daban su vida por liberar al mundo del eje formado por la Alemania nazi, el Imperio Japonés y el Reino de Italia. Su fe, la Biblia que siempre llevaba y su negativa a portar armas, le suposo la burla de sus propios compañeros y el acoso continuo de sus superiores, que le llevaron a un consejo de guerra. Con todo, nada le hizo retroceder y fue asignado al destacamento médico, 307ª de Infantería, 77ª División de Infantería.
Tras lograr su objetivo de ir a combate a cumplir la tarea que tenía en mente –salvarguardando sus creencias más profundas-, fue destinado a la batalla de Okinawa (mayo 1945), en Japón, que fue toda una masacre por ambos bandos (12.520 muertos y 36.631 heridos por parte de los aliados, y 110.000 muertos por el lado japonés). Una vez allí, salvó la vida a 75 hombres bajo un intenso fuego, muchos de ellos heridos de suma gravedad, a los que, arrastrando o llevándolos en peso, los acercó al filo del acantilado para hacerlos descender con cuerdas. Él mismo fue herido en las piernas por la metralla de una granada y por un disparo en el brazo que le fracturó el hueso, por lo que fue finalmente evacuado, recibiendo la admiración de aquellos que previamente le habían insultado. Tras el final de la guerra, fue condecorado con la medalla de honor por el mismísimo Harry Truman, el presidente estadounidense. Aún hoy, años después de su fallecimiento (1919–2006), su nombre es honrado en el Día de los Caídos por los veteranos de guerra.

Adventistas del séptimo día
¿Quiénes son los adventistas del séptimo día? Como apunté al principio, no soy uno de ellos, pero tampoco caigo en el error que se suele cometer con muchos grupos, donde se les desecha y etiqueta directamente como herejes sin saber qué piensan y en qué creen. Si este es tu caso, citemos algunos de sus aciertos y de sus errores a la luz de las Escrituras:

1. Aciertos

- La Escritura es inspirada y sin error; es la norma de fe absolutamente confiable y definitiva.
- Dios es el único Creador y Señor del universo; existe eternamente como la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
- El Hijo eterno encarnado, completamente Dios y completamente hombre, fue concebido y nació de la virgen María, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de la muerte, ascendió al cielo y un día volverá en gloria para juzgarnos.
- Para ser salvos, nos arrepentimos, creemos en Cristo como ejemplo (por su vida) y sustituto (por su muerte), y por su gracia, Dios nos declara justos y nos da vida por el Espíritu para vivir en obediencia a los mandamientos de Dios.
- En temas éticos, están en contra del aborto, del matrimonio homosexual, de las parejas de hecho y de las relaciones sexuales prematrimoniales.

Cualquier cristiano genuino con un conocimiento medio de la Biblia, sabrá que las doctrinas citadas son las que se reflejan en ella, por lo que puede suponer toda una sorpresa para algunos saber que los adventistas del séptimo día creen en lo mismo que ellos. Y recalco a este sector en concreto –que es la rama más grande de las iglesias adventistas-, haciendo distinción con el resto de ramas minoritarias de los adventistas que rechazan la Trinidad, entre otras doctrinas cristianas. 

2. Errores

- Ellen G. White (1827-1915) fue una profetisa en los inicios de dicha Iglesia y sus escritos son complementarios a la enseñanza de las Escrituras.
-  La muerte de las personas es un estado de inconsciencia. Cuando Cristo regrese, los justos resucitarán a la vida en el cielo. Después del Milenio, los impíos resucitarán solo para ser aniquilados.
- La predicción de William Miller de que el “advenimiento” (la segunda venida) de Cristo ocurriría en 1844 no se cumplió. Luego se interpretó como un hecho celestial, no el regreso real.
- En 1844, Cristo comenzó su juicio para determinar quiénes de los muertos y de los vivos son creyentes fieles, leales y obedientes a las leyes de Dios. Un elemento esencial de esa obediencia es el descanso y los cultos de adoración los sábados. Dios regresará cuando acabe la obra de este juicio.

Los desaciertos nombrados son muy semejantes a los cometidos entre católicos y mormones (el primero) y los Testigos de Jehová (del segundo al cuarto).

Una vez que sabemos un poco más de ellos, ¿qué hacemos? ¿Por qué guardan el sábado –como hacía el soldado Desmond Doss- en lugar del domingo, ya no son salvos? ¿Por qué uno de ellos se equivocó en una predicción –la cual muchos creyeron y creen-  ya están condenados? Ni de lejos creo lo que los “universalistas” afirman: que al final de los tiempos, Dios salvará a todos, incluso a los ateos. Eso sería ir en contra de todo lo que Él mismo ha enseñado a lo largo de la historia, porque es una herejía en mayúsculas. Pero aquí no estamos hablando de eso, sino de personas que creen en la Trinidad, en la plena divinidad de Cristo, en su doble naturaleza (algo que a la propia iglesia primitiva le costó explicar en términos entendibles), en su muerte expiatoria y resurrección, y en la salvación por gracia.
Me entristece en demasía cuando sé de personas que tienen en su mente la idea de que únicamente se salvarán ellos y su iglesia, su congregación, su grupo, su ..., porque todos los demás que dicen ser cristianos –y que han “nacido de nuevo”- están equivocados en diversas doctrinas, a pesar de que éstas no afectan a lo verdaderamente esencial. ¿O es que Desmond está en el infierno porque se negaba a comer carne? ¡Por favor, sandeces las justas!
¿Significa esto que paso por alto sus errores? Ni mucho menos. ¿Qué aceptan los escritos de Ellen G. White como complementarios a la enseñanza de las Escrituras? ¡Pues habrá que enseñarles! En lugar de pasarla por alto, es aquí donde debemos recordar la historia de Apolos: “Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo” (Hch 18:24-28).

¿Puede Dios usarlos para el bien y para Su gloria?
¿Puede usar Dios para sus planes y para hacer el bien a personas que no se ajustan completamente a sus ideales y principios establecidos en la Biblia? Muchos dirán que no. La realidad es que si incluso usa a los que no creen en Él (¿o es que no hay hospitales, ONG`s y orfanatos promovidos y sustentados por inconversos?), ¿cómo que no lo va a hacer con los que sí? Las Escrituras enseñan una y otra vez que así es, y más aún cuando los individuos en cuestión son creyentes, aunque difieran en algunos temas respecto a la enseñanza oficial, y a pesar de sus errores y limitaciones.
Por citar solo dos ejemplos bíblicos entre los muchos que se podrían poner: si Dios usó a una burra para hablarle a Balaam (cf. Nm. 22:28-30) y usó a Rahab la prostituta para esconder y permitir la huida de dos espías judíos en la tierra de Jericó (Jos. 2), ¿cómo no iba a usar a una persona que confiesa que Jesucristo es su Señor y Salvador, que vive en consecuencia a los mandamientos de Dios, aunque esté errado en algunas cuestiones?
Si la salvación y la obra de Dios dependiera de que nosotros –los seres humanos falibles e imperfectos- nos ajustáramos al 100% a lo que Él enseña en Su Palabra, ninguno sería salvo y ninguno haría nada que viniera del cielo. Sus planes están muy por encima de los limitados, intolerantes y cuadriculados pensamientos humanos y de muchos cristianos. Menos mal que Dios es más misericordioso que nosotros, porque de lo contrario seguiríamos más que perdidos.
Con todo lo visto, a cualquier persona honesta no le quedará más remedio que sentenciar que Dios usó a Desmond Doss para salvar a muchas personas, testificar de Su grandeza y para Su gloria. El mismo se encargó de darle todo el mérito al Señor y de enaltecerlo. Mientras miles de cadáveres mutilados yacían alrededor y 20.000 soldados norteamericanos eran retirados de la batalla de Okinawa por crisis nerviosas, allí estaba Desmond desarmado orando: “¡Uno más! ¡Señor, ayúdame a salvar a uno más!”. No creo que muchos de nosotros fuéramos capaces de tener el valor de correr para salvar a otros desinteresadamente en un lugar donde miles de balas volaban por el aire y el hedor a muerte inundaba el alma del más fuerte.

Antes de mirar a nadie por encima del hombro –lo cual no tenemos que hacer en ninguna circunstancia- o creernos moralmente superiores, analicemos bien el trasfondo y la historia de aquellos que creen en el mismo Dios que tú y que yo, e igualmente afirman la misma Biblia, pero que no concuerdan con nosotros en cada una de las doctrinas adyacentes. Puede que nos toque recapacitar.