Venimos de aquí: Inside Out: ¿Qué tipo de emoción controla tu vida? http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/02/inside-out-cuales-son-las-emociones-que.html
¿Podemos
aprender del dolor? ¿Cómo reaccionamos ante él cuando se presenta en nuestra
vida? ¿Crecemos o nos hundimos? ¿Algún acontecimiento negativo del pasado te
afecta en el presente o han marcado tu personalidad? ¿Qué emociones te
embargan? ¿Qué suele pasar por tu cabeza? ¿Cómo interpretamos la realidad? ¿A
qué dedicas tu tiempo diario? ¿Sobre qué aspectos recae? Las respuestas a estas
preguntas son literalmente transcendentales, así que volvamos a la vida de
Riley.
Aprendiendo de la tristeza de Riley & La
reinterpretación de la realidad
Algunos
creerán con lo que estamos viendo que la tristeza es el mismísimo demonio
encarnado y que debemos estar siempre alegres. Alegría creía que la diversión y las risas debían siempre dominar
la situación, y que, por lo tanto, había que eludir a toda costa el dolor. Sin
embargo, de manera muy llamativa, la clave de la recuperación de la pequeña Riley
partió de la Tristeza. Alegría recordó que de un
acontecimiento negativo y doloroso del pasado (el falló de la última jugada en
un partido de Hockey), nació uno alegre y consolador: el cariño que recibió por
parte de sus padres y sus compañeras de equipo al verla triste. Así que deja
que Tristeza tome el control por
unos instantes, instalando en los pensamientos centrales el modo “triste”. La
pequeña comienza a llorar y le confiesa a sus padres que echa de menos su vida
pasada (amigos, escuela, casa, equipo de Hockey, etc.). ¿Cómo reaccionan sus
padres? Con empatía. ¡La comprenden! ¿Y qué hacen? ¡La abrazan y la animan!
Todo esto provoca un cambio en ella. Incluso llorar le hace sentir bien y
descargarse de toda aquella emoción tóxica. Nuevos pensamientos. Nuevos
sentimientos.
Así se
crea una nueva y gigantesca Isla de la
Personalidad: en la isla de la amistad se abre la sección Discusión amistosa; isla del amor trágico de
vampiros (un claro guiño a la saga “Crepúsculo”); isla de la moda; boy bands
(bandas
de música pop formada por chicos),
etc. Poco a poco se va adaptando a las nuevas circunstancias de su vida, como comprobamos en el salto temporal de un
año que vemos al final de la película.
No
debemos menospreciar la relevancia que tiene la tristeza y el dolor en nuestras
vidas. Por sí misma, no hay que desechar nada de esto. Tanto a hombres como a mujeres se nos educa con
estereotipos desde pequeños para alejarlo de nosotros: “Los hombres no lloran”;
“Llorar es de cobardes”; “Compórtate como una señorita y no hagas pucheros”. Negar la tristeza, como si
fuera un sentimiento infame, es un lamentable error. La realidad es que el
dolor es parte de la experiencia humana, y las lágrimas y el sufrimiento deben
tener su lugar. No olvidemos que el mismo Jesús lloró ante la tumba de Lázaro
(cf. Juan 11:35).
Recordemos
que en japonés, la palabra “crisis” está
formada por los caracteres “peligro” y “oportunidad”. Según cómo enfoquemos las “crisis”
(tristeza), éstas nos servirán para madurar, crecer y aprender, o para
retroceder, estancarnos y degradarnos. Como dijo el famoso novelista Aldoux
Huxley (1894-1963): “La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces
con lo que te sucede”. En ocasiones es necesario perderse para conocerse a uno
mismo y encontrar el camino correcto. Un acontecimiento triste en su origen se
puede convertir más adelante en alegre por las consecuencias positivas que trae.
Sin
duda alguna y con diferencia, las mayores lecciones de mi vida las he aprendido
como fruto del dolor. A veces, causado por terceras personas; en otras, por
diversas circunstancias que se han presentado en la vida; y por último, pero no
menos importante, por mis propios errores. Pesadillas he tenido muchas, y en
ellas no aparecía un simple payaso gigante como en las de Riley.
Me
podría haber quedado hundido eternamente y convertirme en una persona dominado
por la tristeza y la amargura. Podría haber renegado de todo y maldecido al
Creador, siguiendo el “consejo” de la mujer de Job. Podría haberme lanzado a
tumba abierta a vivir en el pecado y para los placeres de la carne. Pero, la tristeza,
una vez que ha pasado el tiempo y he logrado reenfocarla y reinterpretarla tras
buscar más a Dios en Su Palabra, me ha hecho crecer. ¿Me gustaría no haber
pasado por muchas vicisitudes? Por supuesto. Pero miro al pasado y pienso en
cuánto me han ayudado en mi formación, que ahora no desecho nada de lo
acontecido. He comprobado en primera persona cuán reales son las palabras que
Dios le dijo a Pablo: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad”
(2 Corintios 12:9).
Teniendo
la certeza (porque es ley de vida) que en el futuro vendrán situaciones donde
el denominador común será el dolor, la experiencia me ha enseñado de una manera
muy real que Dios es soberano, con todas las consecuencias que esa certeza
provoca en mi interior: paz, descanso y confianza. Como dijo Joni Eareckson
Tada: “Cuando la vida es color rosa,
podemos deslizarnos por ella sabiendo de Jesús, imitándolo, citándolo y
hablando de Él. Pero sólo durante el sufrimiento lo conocemos”. Por eso los
cristianos “nos gloriamos en las tribulaciones,
sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la
prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4).
Es
cierto que el dolor de un acontecimiento trágico y extremo puede ser demoledor,
como la muerte de un hijo, un accidente de tráfico, un ataque terrorista o una
catástrofe de la naturaleza, hechos que provocan agujeros literales en el alma.
Ahí nos podemos aferrar a las promesas que se cumplirán en la vida eterna: “Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;
porque las primeras cosas pasaron”
(Apocalipsis 21:4).
En
otras circunstancias, aunque no siempre entendamos el porqué de muchas
dolorosas que desbordan el raciocinio y las emociones, podemos extraer una
serie de lecciones eternas que son
impagables. Al igual que aprendemos de las derrotas, lo hacemos de la tristeza.
Puesta en perspectiva, una enfermedad puede unir a una familia más de lo que
jamás se hubiera imaginado o sacar a relucir sentimientos de amor y ternura que
de ninguna otra manera hubieran hecho acto de aparición. Una enfermedad crónica
personal puede llevarte a buscar más a Dios y a apreciar lo que verdaderamente
es importante en la vida. Una mala experiencia puede unir a un matrimonio más
de lo que nunca lo estuvieron. Una salida de una iglesia malsana o herética
puede ayudar a limpiarse de toda la contaminación, a respirar aire fresco, a
hallar libertad y a no decir amén a
los que otros enseñan sin antes haber escudriñado por uno mismo las verdades
bíblicas. Un noviazgo que se rompe sirve para aprender y elegir sabiamente para
el matrimonio. Así con todos los casos que nos podamos imaginar. De ahí que
tengamos la opción de aprender incluso de las personas que nos hirieron con sus
palabras y acciones. Y una vez extraemos la lección, tiramos esa amargura y
odio que lanzaron sobre nosotros al Vertedero.
Etapas de la vida & Recuerdos
El ser humano tiene una increíble capacidad camaleónica para adaptarse
al medio y a las circunstancias, sean éstas favorables o desfavorables. El
propósito de Alegría era recuperar a
Riley. Pero eso no era posible ni deseable. Tampoco podía volver al pasado. La
pequeña debía evolucionar. Con nuestros problemas sucede exactamente igual: la
solución no es retroceder en el tiempo. Hacerlo nos dejaría anclados en él. La
vida está formada por distintas etapas, donde algunas son mejores y otras
peores, pero todas nos harán crecer si aprendemos de ellas. Acumularemos buenos
y malos en Recuerdos
a largo plazo, algunos de los cuales se irán con el tiempo al Vertedero y otros permanecerán para siempre. Y los más importantes
se instalarán en Recuerdos esenciales.
Unos quizá serán inmutables pero otros variarán cada varios años. En ocasiones
nuestro tren del pensamiento no
funcionará todo lo bien que nos gustaría y nuestro Sueño REM también se verá afectado.
Así es
la vida, pero parte de la madurez reside en la capacidad de transitar por todas
las emociones de las que estamos hablando y aprender de ellas. Debemos entender
que en muchas ocasiones la tristeza no tiene que ser negativa ni conducir a una
depresión crónica. Lo que finalmente determina nuestro estado emocional es la
interpretación y la aceptación que hacemos en nuestro foro interno de la
realidad que nos ha tocado vivir. De ahí proviene la subjetividad, porque cada
uno de nosotros tiene la capacidad de ver la misma realidad de distinta manera,
según haya graduado sus gafas internas.
Podemos verla correctamente o completamente distorsionada.
El filtro
que usemos para interpretar la realidad marcará muchas de nuestras emociones, incluso
ante los acontecimientos dolorosos. Recordemos la manera tan diferente en que Alegría y Tristeza interpretaban la lluvia: Para la primera significaba
chapotear sobre los charcos y disfrutar de las tormentas con rayos. Para la
segunda era calarse las botas y sentir frío, escalofríos, y mojarse la espalda.
Los hechos y las opiniones no siempre son iguales.
Nuestros
sentimientos tienen que trabajar en armonía, puesto que no son siempre
completamente puros, en el sentido de
que suelen entremezclarse (la alegría se puede combinar con la tristeza, o el
miedo con la rabia). Un caso lo tenemos en aquellos recuerdos del pasado que pueden ser alegres y
tristes a la vez: Alegres porque son de momentos especiales que vivimos con un
ser querido; Tristes porque ese ser querido ya falleció. Toda una paradoja de
sentimientos y que resulta en emociones más complejas.
Como
cristianos, tenemos una gran ventaja: donde no llegan las emociones, llega la
fe y la gracia de Dios. Citaré el ejemplo por excelencia: la propia muerte. Es
antinatural y triste para los vivos, pero el cristiano debe “reinterpretarla”
situándose en el punto de vista de Dios: “Estimada es a los ojos
de Jehová la muerte de sus santos”
(Salmo 116:15). La muerte en sí misma es indescriptiblemente triste y
desgarradora. ¿Es el fin? ¿Es el “hasta nunca y el “adiós” definitivo? ¡No! La
muerte es la victoria final del cristiano. Como una vez escuché: “La muerte es
el camino que Dios usa para llevarnos a la VIDA”. Estaremos en la misma
presencia de Dios, con un cuerpo transformado y en un lugar lleno de gozo donde
no existirá el llanto, ni el clamor ni el dolor (Apocalipsis 21:1). Morir, a
los ojos de la eternidad y la inmortalidad, “es
ganancia” (Filipenses 1:21).
Nuestras
islas de la personalidad
¿Nos acordamos de los pilares (las
llamadas “islas de la personalidad”) sobre las que Riley asentaba su vida? Payasada, Amistad, Hockey, Familia y
Sinceridad.
Todos
nosotros también tenemos “islas”, aunque sean otras. En mi caso, a día de hoy y
en mis circunstancias actuales, esas bases son:
1.
Relación con Dios y espiritualidad. Esto incluye tres aspectos:
-
Oración. Muy distinta a la manera en que se suele entender la misma, algo que
explicaré en el capítulo No
le encuentras sentido a la oración del libro “¿Cerca o
lejos de Dios? Motivos y soluciones”.
- Estudio de la Biblia y lectura de
libros cristianos (aquí tienes una lista de muchos de los que he leído y te
recomiendo: Aprender y crecer & Conformarse y estancarse: http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2014/12/aprender-y-crecer-conformarse-y.html).
- Servicio. En el pasado mi servicio
principal al cuerpo de Cristo era predicar. Aunque algunas iglesias me han
propuesto volver a hacerlo y ejercer diversas labores de liderazgo (algo que no
me gusta ni es un término que tenga respaldo bíblico), por varias razones que
no vienen al caso he declinado tales ofrecimientos. Mi sentido del deber en el
presente –el que siento de parte de Dios- es el de escribir. Es mi pasión
actual. Mi tarea es transmitir lo que Dios me enseña, independientemente de que
las personas quieran aprender o no, decidan ponerlo en práctica o no, puesto
que eso ya no depende de mí.
2.
Ocio. Como expliqué en ¡Vive! (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2016/01/81-vive-disfrutando-sanamente.html)
la diversión en su justa medida
es sanísima. Aparte de todo lo que cité en ese capítulo, añadiría mis propios
gustos: la práctica deportiva varios días a la semana, jugar un
partido de fútbol los miércoles a las 11 de la noche (¡la mejor hora para los
que somos vampiros de madrugada y zombis por la mañana!), ir el cine, salir a
comer, ver algunas varias series americanas de televisión y la lectura de
novelas, principalmente de ciencia ficción. Puesto que la lista sería muy
amplia y no todo el mundo es amante de este género, no haré un listado, pero sí
creo que toda persona debería leer Un
mundo feliz (Adolf Huxley), 1984
(George Orwell) y Fahrenheit 451 (Ray Bradbury). Los que lo hagan, se quedarán sorprendidos al ver los
paralelismos con nuestra sociedad actual y la naturaleza humana.
3.
Amistades. Tema del que hablé en ¿Dónde
están los amigos? Un problema de peso (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/05/41-los-solteros-se-preguntan-donde.html)
y ¿Dónde están los amigos? Una amistad
verdadera (http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/05/una-amistad-verdadera_20.html)
Estoy
totalmente convencido de que la amistad no es algo que se deba mendigar. A la
hora de ayudar al prójimo no hay que mirar si es amigo o enemigo, si es bueno o
malo, simpático o antipático, agradable o desagradable, agradecido o
desagradecido. Se le ayuda y punto, y ahí tenemos el ejemplo de Jesús con los
diez leprosos. Pero en la amistad debe existir la reciprocidad. Si no la hay, no
es amistad sino conveniencia. Buscar al que no te busca, al que te esquiva o al
que no hace nada por verte, es mendigar, y la amistad no es algo que se deba pordiosear. En consecuencia, así es la forma en que me muevo.
Al ser
una persona muy independiente, me basta con un número muy reducido de amistades
íntimas. Por otro lado, el hecho de que la mayoría de mis allegados estén
casados complica la situación. Así que siempre que puedo paso la tarde de los
jueves con un amigo en la herboristería donde trabaja, hablando de todo lo humano
y lo divino. Y con el resto de amigos con los que comparto creencias y valores
fundamentales de la vida (las dos bases de la amistad a medio y largo
plazo), cuando encarta y surge la ocasión.
4.
Payasadas. ¿Payasadas? ¡Sí, payasadas! Cuando se entra en la edad adulta, parece
que “isla payasada” desaparece de la vida de muchos. Al final, terminan
contagiando a los que les rodean. Por eso la mayor “diversión” que tienen
consiste en burlarse o criticar despiadadamente a los demás, preferentemente por la espalda. Este tipo de personas me las
suelo encontrar sobre todo en los trabajos, lo cual termina hastiando y
viciando el aire que se respira.
En mi
caso, “isla payasada” no significa que haga el “monito” como Riley y su padre,
que vaya por la calle haciendo el payaso saltando como un canjuro y que vaya
riendo como el Joker, o que en mi casa me ponga a jugar con el Barco Pirata de playmobil (uno de los grandes regalos y
recuerdos que conservo de mi infancia). Tampoco bailo y canto Let it go en la ducha como si estuviera
haciendo de Frozen un musical al
estilo Cantando bajo la lluvia.
Simplemente me encanta reír con aquéllos que también les gusta, y todo ello sin
necesidad de emborracharme, ni contar chistes verdes o usar un lenguaje vulgar. Por
eso me encanta cuando mis sobrinos y yo nos liamos en conversaciones absurdas o
en encontrarle lo cómico a cualquier situación.
5. Paz.
Si para Riley la sinceridad era muy importante (algo que para mí también lo es,
ya que desconfío completamente del que me cuenta la verdad a medias o directamente me
miente), yo citaría la paz como un pilar que amo. Me cuesta la misma vida estar en la presencia de personas
(cristianos o no) que son intolerantes, que a la mínima saltan con malas caras
o que abusan verbalmente de los demás. Así que los eludo siempre que puedo.
Prefiero el silencio y la paz a los cañonazos: “Busca
la paz, y síguela” (Salmo 34:14).
He
citado algunas de mis “islas de la personalidad”. Hay más (familia,
independencia, etc.), pero para no extenderme en demasía considero suficiente
las descritas. Posiblemente en el futuro, con el tiempo, la edad y las
circunstancias, evolucionen o cambien, incluso que se incorporen nuevas. Nunca
se sabe. Para descubrir cuáles son las tuyas, basta con que pienses a qué dedicas
tu tiempo y esfuerzo, qué es importante para ti, y que te apasiona de la vida y
del día a día. Algunas van cambiando con la vida. El pasado, el
presente y el futuro no tiene que ser necesariamente invariable.
Algunas
preguntas para reflexionar
Como las circunstancias que se producen
en nuestra vida suelen variar cada cierto tiempo, sería conveniente volver a
este escrito y releerlo muy despacio para hacerse una serie de preguntas, con
el propósito de reflexionar sobre ellas. Ten presente que mi tarea es hacer que
pienses por ti mismo, no dártelo todo hecho. Así que te lanzo estas
interrogantes:
- ¿Cuáles suelen ser por norma general
tus emociones predominantes?
- Al mirar en tu interior, ¿eres capaz
de observar en qué emoción te sueles enfocar de manera instantánea ante las
circunstancias de tu vida? ¿Cómo te afectan en el presente?
- Ante un problema, ¿eres de los que
“entierra” el dolor en su subconsciente o te desahogas hablando con personas
que te quieren? No olvides que lo primero es insano, y lo segundo sano y
deseable.
- ¿Hay alguna situación en tu vida que
te lleva al extremo de tener pesadillas con ella?
- ¿Algún acontecimiento del pasado
lejano o del cercano ha inclinado tu carácter hacia alguna emoción negativa,
predominando en el presente en ti?
- ¿Qué tipo de emoción sueles experimentar en el trabajo o en el
instituto/universidad?
- ¿Qué tipo de emociones experimentas ante la presencia de tu jefe en el
trabajo, tu maestro en clases, y ante el pastor de tu congregación? ¿Cuál es tu
actitud ante ellos?
- ¿Tu dolor te ha llevado a aislarte,
incluso a separarte de los cristianos que pueden ayudarte?
- En esta etapa de tu vida, ¿cuáles son
tus recuerdos esenciales, tanto
alegres como tristes?
- En esta etapa de tu vida, ¿qué recuerdos a largo plazo vienen a tu
mente?
- ¿Crees que hay recuerdos y malas
experiencias que te atan y te condicionan en el presente? ¿Cómo puedes
aplicarte estas palabras de Pablo: “olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús” (Filipenses 3:13-14)?
- A Riley le venía continuamente a su mente la canción “triple dental”.
¿Tienes algún recuerdo o pensamiento repetitivo u obsesivo que no sea sano?
¿Cómo podrías sustituirlo?
- ¿Qué
sueños hay en tu Imaginalandia personal? ¿Sueños de grandeza y de
reconocimiento? ¿Cuáles son realmente transcendentes y provechosos? ¿Cuáles son
para tu propia gloria personal y cuáles para la gloria de Dios? ¿Qué te motiva
en la vida? ¿Te sientes realizado o fracasado? Para alinear los “sueños” con
los de Dios, lee atentamente: Encarando
el sentimiento de fracaso: El concepto de éxito:
(http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/04/encarando-el-sentimiento-de-fracaso-el.html).
- ¿Cuáles son tus islas de la personalidad? ¿Cuáles has perdido en los últimos años?
¿Cuáles tendrías que derribar y cuáles añadir? ¿Cómo podrías hacerlo?
- ¿Qué puedes hacer para conservar (o
recuperar) un corazón de niño y compaginarlo con la mente de adulto, siguiendo
el consejo de Pablo: “no
seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en
el modo de pensar” (1 Corintios 14:20)?
- ¿Qué pensamientos y actitudes tienes
que no concuerdan con la voluntad de Dios? ¿Cómo afectan a tu caminar por este
mundo? ¿Qué debes cambiar para ajustarte a los deseos de Dios para ti?
- ¿En qué sueles
pensar? ¿Cuáles son las ideas que transcurren por tu mente en las que te
detienes a meditar? ¿Qué podrías hacer para que tus pensamientos cambiaran y
los principales fueran de “todo
lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre” (Filipenses 4:8)?
- ¿Qué pensamientos,
ideas y comportamientos deberías arrojar al Vertedero?
Este es un proceso de por vida, del día
a día. Los atajos no son los mejores caminos para transitar, porque viene a ser
un intento desesperado y antinatural de acelerar el proceso. Como en alguna
ocasión he dicho, la edad no proporciona por sí misma la madurez
mental-emocional-espiritual. Sin que esta tenga un límite final y definido en
esta vida, es consecuencia directa de un trabajo bien planificado y ejecutado.
Sabiendo que fallaremos y cometeremos errores (y de ahí también aprenderemos),
llevar a cabo este plan es un gran paso para nuestro equilibrio personal.
Habrás comprobado que he pasado de
puntillas en lo que respecta a la ira, el miedo, el asco y la depresión. Lo he
hecho a propósito. Como para mí el blog es un puzzle gigantesco y sin fin,
llegará el día en que trate esas piezas y
las coloque en el lugar que les corresponde.
Ahora te deseo deseo un buen viaje. Por
mi parte, concluyo con dos deseos: El primero es que todo lo visto nos ayude a
replantearnos seriamente nuestra manera de pensar y de experimentar las
emociones, los recuerdos esenciales e islas de la personalidad, sabiendo las
importantísimas consecuencias que conlleva en nuestra manera de ser y de vivir. Y la segunda... ¡que Pixar haga la segunda parte con Riley
de adulta![1]
* Continuará en “La realidad de la tristeza & Un gozo abierto a creyentes e
incrédulos”.
[1]
Impagables las pequeñas muestras que se nos ofrecen durante los créditos
finales de la mente del padre y la madre de Riley, junto a otros personajes
(incluyendo a un gato). También hay un divertidísimo corto titulado “La primera
cita de Riley” y que sin duda merece la pena ver.