Venimos de aquí: ¿Tienes un problema de soledad? http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2015/07/6-la-soledad-y-dios.html
Puede que a más de uno se le haya pasado por la mente
al leer el título de este capítulo que quizá,
por fin, alguien se atrevería a decir que el soltero cristiano tiene
derecho a disfrutar del sexo prematrimonial y que yo me encargaría de dar
ciertos principios bíblicos para que así fuera. Conocí una persona que incluso
usó la Escritura para tratar de defender una postura semejante. Si eres de los
que ha pensado por unos instantes de esta manera, siento desilusionarte. No es
ni muchos menos mi intención enseñar
a nadie cómo vivir fuera de la Ley de Dios.
El sexo es para muchos un tema
completamente tabú, hasta el punto de que se ruborizan hasta el extremo si hablan de él. A otros les crea incluso problemas de conciencia. He escuchado de matrimonios cristianos que ni
hablan entre ellos de esto al considerarlo sucio y pecaminoso. Me han contado
historias que suenan a cómicas pero no lo son, como de cónyuges que consuman el acto sexual prácticamente vestidos. La realidad es que la sexualidad es algo inherente al ser humano. Somos
seres sexuados. Decir lo contrario es considerarse miembro de alguna raza
alienígena, pero desde luego no de la humana. Ningún habitante de este planeta
puede negar esta afirmación. ¿Por qué? Porque Dios nos creó así. Tan sencillo
como eso. En lo que respecta al lecho
matrimonial (Pacto de por vida), suele
existir unanimidad en aquellos que han recibido una formación y educación
cristiana saludable. Puede haber pequeñas discrepancias sobre cuestiones muy
específicas, pero suelen coincidir en casi todo.
La sexualidad no
es mala ni pecaminosa. Por el contrario, es un regalo de Dios para ser
disfrutada en una unión de amor
entre hombre y mujer, siempre dentro
del orden matrimonial. Esa son las
dos únicas condiciones que Dios estableció en Su Palabra y que son inmutables. Un
único hombre para una sola mujer. Una pareja sexual para toda la vida. Es lo
que vemos en el Cantar de los Cantares. Siendo un texto lleno de alegorías, ahí
contemplamos a un hombre y a una mujer disfrutando entre ellos del amor y de su
consumación por medio de las relaciones sexuales: “Esta unidad familiar
trae estabilidad a la sociedad, y los hijos tendrán un hogar donde madurar en
un ambiente de orden, esfuerzo mutuo y fidelidad al pacto matrimonial. Sin
embargo, en nuestro país tenemos hoy más de la mitad de los hijos nacidos de
fornicación como consecuencia de las relaciones prematrimoniales y las parejas
de hecho. Ese desorden afectará a la próxima generación con una sangría de
valores que hace prever un futuro desolador”[1].
Lo que observamos
hoy en día en la sociedad es lo que la periodista Teresa Viejo llama “monogamia
sucesiva”, y que ella misma defiende como mujer divorciada en un libro cuyas
ideas resultan en unas consecuencias terribles[2]. ¿En qué consiste? Un
chico y una chica se hacen novios y, en algún momento (más temprano que tarde),
mantienen relaciones sexuales. Cuando ese noviazgo acaba, se pasa al siguiente
donde se actúa de la misma manera. Y así hasta que llegan al matrimonio, si es
que llegan. Hombres y mujeres se casan tras haber tenido tres, cuatro, cinco o
más parejas sexuales. Algo tan preciado como la virginidad la entregaron al que no sería el hombre o la mujer de sus vidas. Es cierto que hay
personas que no son cristianas y que llegan vírgenes al matrimonio, pero suele
ser porque no tuvieron oportunidad, o porque le dan valor al hecho de guardarse
para ese momento, o sencillamente porque así lo aprendieron de sus padres.
Métodos de aprendizaje erróneos
Esta forma de actuar de la
sociedad viene dada por dos factores muy concretos: la educación que recibimos
y la enseñanza humanista carente de valores bíblicos. Es simplemente el
resultado de dejar a Dios a un lado. La explicación que dan es sencilla de
explicar: si dos personas se aman, ¿por qué tienen que esperar a hacer el amor?
O la segunda respuesta: aunque no se amen, ¿por qué dos personas no van a poder
disfrutar del sexo si así lo deciden con libertad y sin ningún tipo de
coacción? Ambos son argumentos muy razonables para todos aquellos que no se
mueven por principios éticos y morales de las Escrituras. Como he dicho, es lo
que enseña el humanismo: quita a Dios de la ecuación y deja sus principios a un
lado, estableciendo los propios y dejándolo todo al libre albedrío del
consumidor. Por todo esto, no es extraño que buena parte de la juventud que nos rodea lleve en sus carteras
un preservativo, como he podido comprobar más de una vez. Se preparan por si
surge el momento. Personalmente, me llena de tristeza al ir completamente en
contra del plan de Dios.
Por otro lado, observamos la manera en que los medios
de comunicación tratan de vendernos un perfume, un refresco, un automóvil, un
destino turístico o un champú: usan el cuerpo del hombre y de la mujer como
elementos sexuales, y le añaden voces sensuales en un idioma que solemos
desconocer. Así asocian a la mente el placer con la necesidad de adquirir estos
productos. Juegan con nuestros instintos y deseos hedonistas: “La saturación de sexo en nuestra sociedad nos ha llevado a deformaciones
que nada tiene que ver con las relaciones sexuales en su justa medida. El sexo
es creación de Dios, y por tanto, bueno, aunque el pecado y la concupiscencia
del ser humano lo han convertido en lujuria, adicción a la pornografía,
adulterio, fornicación, etc. Además, el adelanto en las relaciones sexuales ha
hecho que nuestros jóvenes, incluso niños, sean consumidores de sexo impropio
que les lleva a una adicción antinatural y nociva”[3].
La educación sexual de hoy en día informa de los métodos anticonceptivos
o del peligro de las enfermedades de transmisión sexual. El resto del material se busca en Internet, se
pregunta a l@s amig@ o se contempla observando modelos de comportamiento en películas, series de televisión y videoclips rebosantes de sensualidad. Sirva este ejemplo, del
cual omitiré ciertas partes para no herir sensibilidades (la mía incluida): “Una de las
secciones habituales de la revista ´Vale` se titula ´Mi gran desmadre`. En
ella, las lectoras, algunas de apenas 14 ó 15 años, cuentan su experiencia más
erótica. Inventadas o no, las experiencias sexuales que se narran sorprenderían
a más de un padre de familia al saber que su hija acude solícita cada quince
días al quiosco a comprar la revista. Todo cabe en las páginas de las revistas
para adolescentes. Eso sí, hay dos ideas que se repiten continuamente: ´naturalidad
y tú eres la que eliges cuándo y con quién`. Titulares como ´¿Qué hay de malo
en una noche loca?`, ´Chicos: consigue lo que quieras de ellos` y ´Cinco claves
para desnudarte delante de un chico”[4].
Asombroso, ¿verdad? Ese es el problema de la
educación. O más bien, de la mala educación. Ahí está el origen de muchos males
de la sociedad en la que vivimos, y que en muchos casos acaban en abortos o en embarazos
no deseados entre adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes, con hijos que se
crían sin padres porque estos se desentienden de la crianza de los pequeños.
Visto lo visto, no nos tiene que sorprender:
- Que existan parejas
con una “relación abierta” (“estamos juntos pero si nos apetece acostarnos con
otras personas lo hacemos con libertad”).
-
Que haya
individuos que no vean nada malo en la infidelidad.
-
Que se ofrezcan
servicios online para adulterar.
-
Que dos
desconocidos se acuesten.
- Que un psicólogo
recomiende a una chica tener una aventura puramente sexual para romper sus
miedos sociales (como aquel traumatólogo que me aconsejó la búsqueda de una
amante para relajar mis dolencias musculares).
- Que un hombre se
quede perplejo cuando un amigo le confiesa que tras diez meses de noviazgo no
ha tenido relaciones.
- Que una novela que banaliza la sexualidad como 50 sombras de Grey
se convierta en un best seller mundial.
- Que existan
millones de páginas web pornográficas. Por ofrecer algunos datos entre jóvenes:
“El 53,5% de los adolescentes españoles de
entre 14 y 17 años ha visto porno en Internet. Entre los 11 y los 12, el 4,1%
recibe contenidos sexuales en el móvil. El porcentaje que ha tenido su primera
relación sexual antes de los 15 se duplicó entre 2004 y 2012: pasó del 5,2% al
12,3%”[5]. Es terrible el conocimiento que tienen muchos críos de
multitud de perversiones sexuales[6]. Y esto es sólo el comienzo de lo que
se avecina. Estos chicos serán los padres del mañana. La educación que le darán
a sus hijos es evidente: “La pornografía
es un enemigo silencioso que está destruyendo más vidas que el propio
narcotráfico y la violencia. Pero desafortunadamente, se invierten muy pocos
recursos para combatirla y millones de dólares para propagarla” (Lic.
Federico Soto).
Es la consecuencia directa de vivir de espaldas a
Dios. El problema de fondo reside en que no podemos esperar que alguien que no
ha “nacido de nuevo” ponga en práctica los principios morales en los
mandamientos de Dios. Si leemos atentamente las cartas de Pablo en el Nuevo
Testamento, observaremos continuamente la distinción que hace entre la vida que
una persona lleva antes de conocer al
Señor y la que debe poner en práctica después
de conocerlo. Hasta que ese cambio no se produzca, es prácticamente
imposible que un individuo se ajuste a una ética diferente de la que promueve
el humanismo. Como dice el mismo Pablo, tienen
el entendimiento entenebrecido por su ignorancia y la dureza de sus corazones (cf.
Efesios 4:18).
¿Y los
cristianos?
Algún ingenuo puede pensar que los cristianos están
inmunizados ante el bombardeo que reciben de la sociedad en la que viven
envueltos y que no necesitan recibir una educación adecuada. Muchos creen que con
el tiempo aprenderán por sí mismos. Mientras tanto, les ponen una venda en los
ojos, creyendo que así no verán. Pero cuando entran en el instituto y la
compañera de clase les cuenta cómo se sintió cuando un chico la tocó por todas partes, no sabrán cómo
reaccionar ni qué pensar.
Baste esta reciente investigación: “Una nueva
encuesta realizada a nivel nacional en Estados Unidos revela alarmantes cifras
sobre el consumo y adicción a la pornografía entre los hombres cristianos.
Además sale a la luz una alta tasa de infidelidad sexual de hombres cristianos
casados. La encuesta fue realizada en 2014 por Barna Group a petición de Proven
Men Ministries, y en ella se utilizó una muestra representativa a lo largo y
ancho de los Estados Unidos de 388 hombres adultos que se han identificado como
cristianos. Son llamativas algunas de las cifras arrojadas por la
encuesta:
Entre los
encuestados que tienen 18-30 años de edad:
El 77% ve
pornografía al menos una vez al mes; El 36% lo hacen diariamente. De esta
población el 32% admite su adicción a la pornografía y un 12% cree que lo
son.
Para los
hombres de 31-49 años las cifras no son menos inquietantes:
El 77% había
viso pornografía en el trabajo en los últimos tres meses; El 64% admite haber
visto pornografía por lo menos una vez al mes. El 18% admite ser adicto a la
pornografía y un 8% indican que posiblemente lo sean.
La
pornografía es una plaga incluso entre los hombres cristianos casados y
los deslices sexuales extramaritales avanzan a un ritmo alarmante:
El 55% admite
ver pornografía al menos una vez al mes.
Habría que ver cuántos de esos 388 encuestados son
realmente cristianos “nacidos de nuevo”, y más en un país como Estados Unidos
donde considerarse cristiano es algo cultural en muchos lugares, sin que eso
signifique que se viva como tal. Sea como sea, la sexualidad atañe igualmente a
los cristianos. Como vimos, el deseo sexual en sí fue puesto por Dios en cada
ser humano. Así será hasta que no seamos revestidos del cuerpo de gloria. Mientras
tanto, tenemos que analizar diversas cuestiones, como puntos flacos, las
distintas maneras en que hombres y mujeres entienden la sexualidad, cómo deben
ayudarse los unos a los otros para protegerse y cómo confrontar las diversas
adicciones sexuales.
* En el siguiente enlace está el índice:
* La comunidad en facebook:
* Prosigue en:
7.2. La
sexualidad del soltero cristiano: ¿Cómo
sienten la sexualidad hombres y mujeres?
[1]
Zaballos, Virgilio. Esperanza para la
familia. Logos.
[2] Viejo, Teresa. Pareja, ¿Fecha de caducidad? Booket.
[3]
Zaballos, Virgilio. Esperanza para la
familia. Logos.
[4] La
Razón; Redacción: Icpress.
[6] Recomiendo
la visualización de este video para ir tomando conciencia del alcance del
problema: https://www.youtube.com/watch?v=FJKeiCeNKP0