Venimos de aquí: ¿Tienen “cura” los lobos eclesiales? ¿Qué se esconde tras su máscara? (https://usatumenteparapensar.blogspot.com/2022/04/75-tienen-cura-los-lobos-eclesiales-que.html).
El simple hecho de plantearse si un cristiano debe
marcharse de una comunidad es sumamente triste. Si tal idea se ha proyectado
claramente en la mente de un creyente es porque hay falta de paz en su corazón.
Sabe que algo grave y concreto no funciona a su alrededor. Puede ser que todo
aquello que le parecía maravilloso en la superficie ya no lo vea de la misma
manera, después de que sus ojos fueran abiertos y contemplara los rincones más
oscuros.
En Herejías por
doquier[1] y
Mentiras que creemos[2], planteé insistentemente cuestiones muy
serias que están fuera del orden de Dios y que afectan directamente a la vida
de un cristiano en todas sus facetas. Una iglesia local que enseña “La Teología
de la prosperidad”, “La confesión positiva”, “Las maldiciones generacionales”,
que se mueve bajo el yugo del legalismo, que alecciona sobre la imposibilidad
de juzgar a los que se llaman a sí mismos ungidos
de Jehová, y donde la libertad de conciencia está restringida a la voz del
pastor, entre otros temas, es una congregación que no es sana, aunque haya
verdaderamente hijos de Dios en medio de ella.
Como repito una y otra vez, muchas iglesias locales
enseñan una sana doctrina en las doctrinas fundamentales (la salvación por
gracia, la Trinidad, la resurrección de los muertos, etc.) pero usan métodos
que caen en lo sectario en lo que respecta a su funcionamiento (estructura
piramidal, obediencia absoluta al líder, etc). En otras cuestiones, han
tergiversado el puro evangelio para hacer un especial hincapié en doctrinas antibíblicas
o extrabíblicas que ahogan al creyente. Son falsas enseñanzas que se han
infiltrado en las últimas décadas y que, en la mayoría de las ocasiones,
deberían conducir al creyente a alejarse con premura de tales lugares y correr
por salvaguardar su vida.
El problema que ahora se nos plantea es qué hacer
cuando tomas conciencia de que eres parte de una iglesia local enferma, al
detectar falsas doctrinas o actitudes éticas alejadas del cristianismo.
Las diversas
actitudes ante una situación muy delicada
Un viejo amigo me confesó que, a pesar de las graves
faltas que había observado en su lugar de reunión y que eran contrarias a las
enseñanzas bíblicas que él mismo creía, nunca se marcharía porque amaba
demasiado al resto de sus hermanos, los cuales no eran culpables de lo que allí
se cocía. Ese sentir es comprensible. Pero el problema al actuar de tal manera
es que se antepone el pensamiento humano a la verdad de Dios. Y eso es un grave
error.
Es trágico que
haya creyentes, honestos en su fe, que, cuando ven una flagrante injusticia o
escuchan enseñanzas erradas, prefieren guardar silencio. Otros dicen que a
ellos no les incumbe, puesto que sus miradas están puestas exclusivamente en el
cielo y no en la tierra: “Mi deber es
guardar mi testimonio. Lo que ellos hagan mal no depende de mí. Tampoco es para
tanto. Mientras que no me hagan nada...”. Esto es vender la propia integridad.
Pura carnalidad reflejada en personas espiritualmente inmaduras. Ni más ni
menos que la ética de Poncio Pilatos: lavarse las manos. Creen que así no serán
responsables, cuando realmente son cómplices. En ningún ser humano que se precie debería darse tal actitud: “El hombre por ser moral reacciona contra
todo aquello que es moralmente inaceptable y que es racionalmente inadmisible.
Toda injusticia y cualquier acto lesivo contra el prójimo son moral y
racionalmente inadmisibles”[3].
No actuar
correctamente trae consecuencias: “Cada iglesia tiene el pastor (o los
líderes) que se merecen. Es imposible que una congregación espiritual y apegada
a las Sagradas Escrituras pueda tener un líder carnal porque se excluyen
mutuamente”[4]. En definitiva, una
iglesia carnal tendrá un pastor carnal, y una iglesia espiritual tendrá un
pastor espiritual. Es cierto que, a corto plazo, una iglesia espiritual (por
ignorancia) puede tener un pastor carnal, pero a medio y largo plazo no puede
ser así. Es la iglesia la que tiene la última palabra al respecto, algo que
muchos olvidan.
Las razones por las cuales algunos callan
A menos que
esté cegado y no se haya dado cuenta de la verdadera realidad (lo cual suele
suceder muy a menudo y le puede pasar a cualquier hijo de Dios), cuando alguien
calla es porque:
1. Se está
engañando a sí mismo.
2.
Ha recibido un paulatino adoctrinamiento que le imposibilita cuestionar o
disentir. Esto le lleva a no pensar por sí mismo ni a poner en tela de juicio
nada de lo que le enseñan. Ante cualquier duda que pueda surgirle, se le
exhorta por su propio bien a que no lea libros ni escuche a personas con
opiniones diferentes a las que oficialmente enseña la congregación. La persona
cae en esta trampa por pura ingenuidad: su concepto del cristianismo es tan
romántico tras el nuevo nacimiento que cree que la verdad
absoluta es la que se transmite en el lugar donde se congrega. Si durante años
ha escuchado las mismas ideas repetidas una y otra vez, aparentemente muy bien
argumentadas, las da por ciertas.
Esto
es lo mismo que ocurre en las dictaduras políticas: “La refugiada norcoreana Gang Na-Hyun, profesora de Literatura
norcoreano, que reside con su marido e hijo de 13 años en Seúl desde 2006,
narra como ´desde las 7:30 de la mañana,
antes de pensar las clases, estudiábamos el Pensamiento Juche (catecismo
ideológico del presidente eterno Kim Il-sung, basado en la autosuficiencia), y
las políticas de kim Jong-il`. Ella expresa
cómo el continuo lavado de cerebro impide a los norcoreanos darse cuenta
de sus miserias: ´Siempre creí que Kim
Jong-il era el mejor líder del mundo y que el hambre la causaban Estados Unidos
y Corea del Sur al impedir el comercio`. Cuando le preguntan si no le
molestaba estudiar a diario las obras de kim Jong-i, ella contesta: ´No, era lo que se debía hacer. No se cuestionaba`.
Hasta que llegó a China no comprendió que había otra forma de vida. Otro de los
refugiados, al conocer la verdad, señala: ´El
primero sorprendido fui yo. Al principio dudé, pero luego sentí un profundo
odio hacia el régimen por engañarnos`[5]. En las congregaciones enfermas se actúa
de la misma manera: puro adoctrinamiento.
3. Ha acallado
su conciencia tras ignorarla durante mucho tiempo, tomando una actitud pasiva,
renunciando con ello a ciertos valores éticos que deberían ser innegociables.
Aquí pienso como Gerardo de Ávila: “Yo soy de la opinión que el que no está
dispuesto a sacrificar aun su vida por sus convicciones no tiene derecho a
tenerlas. Aunque en realidad no las tiene si no las defiende con su vida. Lo
irónico es que al tratar de salvar la vida está comprometiendo sus convicciones
no la está salvando sino, en realidad, la está perdiendo. El hombre sin
convicciones está muerto”[6]. En definitiva, está siendo
cómplice al no denunciar los errores que contempla. Y ya sabemos que “el que
calla, otorga”. Como dijo Martín
Lutero: “No oponerse al error es aprobarlo, no defender la verdad
es negarla”.
Los que no abren
sus bocas, sabiendo la verdad, no tienen ningún derecho a quejarse porque
carecen de autoridad moral para hacerlo. Pueden tener la mente llena de
conocimientos teológicos, pero no les sirve de nada. Son los que prefieren que
los demás no tengan una imagen negativa de ellos si se deciden a actuar. Se
limitan a seguir la corriente para no meterse en problemas. Muchos de ellos se convierten con el
tiempo en ayudantes de los lobos (secretarios, ayudantes, “mano derecha” o como
quiera llamárseles).
La crítica oculta y la “fidelidad” eterna
Aparte de estos
tres tipos, hay otra clase de creyentes: aquellos que se limitan a la crítica
oculta. Pero, como dijo Erica Jong: “El chisme es el opio del oprimido”. Son los que deciden permanecer en tales
lugares, provocando una tensión en sus conciencias que les lleva a sentirse
enfermos por la manifiesta incongruencia entre lo que piensan y lo que hacen.
Hay algunos que se quedan esperando que la situación revierta, cuando lo único
que logran es eternizar el sistema. Y están los que creen que deben mostrar
fidelidad eterna al pastor aunque esté errado, puesto que Dios les compensará
por esa lealtad.
Estas palabras
de Terry Nance suponen un atentado en toda regla a las Escrituras: “El escudero no le obedeció a Saúl, que
quería que lo matase, así que Saúl tomó su vida al echarse sobre su espada. Y
viendo su escudero a Saúl muerto, el también se echó sobre su espada, y murió
con él. Cuando su amo cayó, el escudero no tenía más razón de vivir. Por
respeto a su oficial, él también se tiró sobre su espada. El suicidio no fue
idea suya. Como Saúl escogió poner fin a su vida, su fiel servidor hizo lo
mismo”[7]. El
título del libro es “El escudero”. Más bien deberían haberlo titulado “El
suicida”. Ya dijo Jesús que tanto el ciego como el que le guía caerían
en el hoyo (cf. Mt. 15:14).
Continuará en: Contradiciendo a los que dicen que no hay que salir
de una iglesia abusadora.
[1] http://usatumenteparapensar.blogspot.com.es/2013/08/normal-0-21-false-false-false-es-x-none_21.html
[3] Mosquera, Fernando. La oración: Teología y práctica. Clie.
[4] Jack Fleming. http://www.estudiosmaranatha.com/faq/faq63.html
[6] De Ávila, Gerardo. Volvamos a la Fuente. Vida.
[7] Nance, Terry. El escudero. Unilit.
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